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“Jehová, un Dios misericordioso y benévolo”La Atalaya 1998 | 1 de octubre
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Hasta fue y se acogió a uno de los ciudadanos de aquel país, y este lo envió a sus campos a guardar cerdos.
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“Jehová, un Dios misericordioso y benévolo”La Atalaya 1998 | 1 de octubre
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Al contrario, recurrió a un ciudadano que lo empleó guardando cerdos. Como la Ley mosaica estipulaba que los cerdos eran animales inmundos, es probable que este empleo fuera inaceptable para un judío (Levítico 11:7, 8). Pero si el hijo pródigo sintió algún remordimiento de conciencia tuvo que reprimirlo, pues no podía esperar que a su patrono, un ciudadano del país, le importaran los sentimientos de un extranjero vagabundo. Las dificultades del hijo pródigo son similares a las que experimentan muchos de los que abandonan hoy en día la senda recta de la adoración pura. Estos suelen involucrarse en actividades que antes habrían considerado degradantes. Por ejemplo, un joven de 17 años se rebeló contra la educación cristiana que había recibido. “La inmoralidad y las drogas borraron años de enseñanza bíblica”, reconoce. Al poco tiempo este joven se vio en prisión por robo a mano armada y asesinato. Aunque más tarde se recuperó espiritualmente, qué precio tan elevado tuvo que pagar por “disfrutar temporalmente del pecado” (compárese con Hebreos 11:24-26).
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