Los últimos días... Un rasgo distintivo
“La observación de Oppenheimer [físico que cooperó en el desarrollo de la bomba atómica] de que la historia cambió su curso en 1945 era acertada. Ninguna otra guerra importante podrá lucharse al estilo de la segunda guerra mundial.” (Weapons and Hope [Armas y esperanza], de Freeman Dyson.)
EL USO de la bomba atómica en 1945 cambió el mundo. Señaló otro punto de viraje en la historia de la guerra. Así lo vio uno de los inventores de la bomba, Robert Oppenheimer. Cuando se llevó a cabo la explosión de prueba en Nuevo México, Oppenheimer citó unas palabras del texto sagrado hindú Bhagavad Gita: “Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”. Oppenheimer también declaró: “Los pueblos de este mundo tienen que unirse; de lo contrario, perecerán”.
En 1949 un comité consultivo de científicos para la Comisión de Energía Atómica Estadounidense, entre quienes estaba Oppenheimer, previno contra el desarrollo de la bomba de hidrógeno, una bomba mucho más mortífera. Su informe decía: “Esta es una superarma, de una categoría totalmente distinta a la de la bomba atómica”. La razón era que el poder destructor de la bomba de hidrógeno podía multiplicarse mediante añadir una materia fusionable muy económica: el deuterio. En cuestión de cuatro años, la bomba atómica se había convertido en un simple juguete.
Enrico Fermi e Isidor Rabi, también miembros de aquel comité consultivo, pronunciaron una advertencia todavía mucho más fuerte: “El hecho de que la destructividad de esta arma no conozca límites hace que su mera existencia y el conocimiento de su construcción sean un peligro para toda la humanidad. Desde todos los ángulos es forzosamente perniciosa”. (Las cursivas son nuestras.) Sabían que ahora el hombre podría autodestruirse. Su advertencia en contra del desarrollo de la bomba de hidrógeno fue pasada por alto.
‘Profecías del fin del mundo con base científica’
El increíble poder de destrucción que el hombre tiene en la actualidad se ejemplifica en un hecho citado por el doctor Lown, copresidente de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear: “La potencia del armamento de un solo submarino moderno es aproximadamente ocho veces mayor que la de todas las armas usadas durante la segunda guerra mundial, suficiente como para destruir toda ciudad importante del hemisferio Norte”. Sírvase notar que se trata del potencial destructivo de un solo submarino. Las grandes potencias tienen docenas de submarinos y buques de guerra provistos de armas nucleares. Si se suman a estas las armas de tierra y de aire, constituyen un total de más de 50.000 ojivas nucleares.
¿En qué época anterior de la historia ha tenido el hombre en sus manos ese impresionante y espantoso poder? El doctor Lown confiesa que todo período histórico ha tenido profetas cuyas advertencias no han sido escuchadas. ¿Cuál es la diferencia ahora? Él explica: “Nuestra era es la primera en la que las profecías del fin del mundo se derivan de una investigación científica objetiva”. Dice que si alguna vez hubiese una conflagración nuclear, “es pura arrogancia suponer que habría supervivientes humanos después de semejante catástrofe provocada por el hombre”.
Aumenta la “angustia de naciones”
En 1945 el hombre dejó salir de su lámpara mágica del conocimiento científico al genio malo de la guerra nuclear, y ya no tiene manera de volver a meterlo dentro jamás. El hombre puede destruir sus armas nucleares, pero, ¿cómo anulará el conocimiento que puede permitirle fabricarlas de nuevo en cualquier momento? Por consiguiente, lo que sucedió en Hiroshima y Nagasaki, aunado al desarrollo de armas supernucleares, ha aumentado desde 1945 la posibilidad de que se produzcan “grandes señales” del cielo y “escenas espantosas” para ‘angustia de naciones que no conocen la salida’. (Lucas 21:11, 25.)
La angustia de naciones también se ha visto aumentada por nuestra capacidad de comunicación instantánea. Solo ha sido en este siglo XX cuando, debido a los modernos sistemas de comunicación (radio, televisión, ordenadores, satélites), la humanidad ha podido enterarse instantáneamente de guerras y desastres, propagándose así el temor y la angustia de naciones de una manera que nunca antes había sido posible. El mundo no solo se entera de esos sucesos, sino que, además, mediante la televisión puede contemplar las guerras y el derramamiento de sangre ¡en directo!
Las huellas de la guerra
En este año de 1988, millones de familias por todo el mundo han experimentado parte de la prueba de que estamos en los últimos días. ¿Cómo? Han perdido a uno o más seres queridos en las dos guerras mundiales o en uno de los demás conflictos importantes (Corea, Vietnam, Irak-Irán, Líbano, etc.) que han diezmado a la humanidad. Es posible que su familia sea una de las que puede recordar que ha perdido al padre, abuelo, tío, hermano o esposo. También ha habido millones de madres, abuelas, tías, hermanas y esposas que murieron en las guerras y en el Holocausto europeo.
Además, durante nuestra generación los ejércitos han hecho estragos por toda Europa y el Lejano Oriente, violando y saqueando las poblaciones civiles. Por consiguiente, los supervivientes, en especial las mujeres, llevan marcadas hasta hoy las huellas del maltrato que sufrieron. ¿Se había hundido el hombre alguna vez antes en una degradación y brutalidad a tan gran escala?
No hay duda de que el caballo apocalíptico de color de fuego, que simboliza la guerra y el degüello, y el caballo pálido de la muerte han estado pisoteando toda la Tierra desde 1914 de una manera sin precedente. (Revelación 6:4.)
Pero, ¿qué puede decirse del “caballo negro”, símbolo del hambre? (Revelación 6:5.) ¿Ha arremetido contra nuestra generación?
[Comentario en la página 8]
Tal como están ahora las cosas, una guerra mundial solo podría volver a ocurrir una vez más... en la forma de guerra nuclear. Si eso sucediese, no quedarían naciones ni reinos. Tan solo ese factor hace que nuestros tiempos sean singulares y añade fuerza a la expresión que los describe: “los últimos días”. (2 Timoteo 3:1)
[Comentario en la página 8]
“La potencia del armamento de un solo submarino moderno es aproximadamente ocho veces mayor que la de todas las armas usadas durante la segunda guerra mundial, suficiente como para destruir toda ciudad importante del hemisferio Norte”
[Recuadro en la página 7]
¿Cómo respondería usted?
Desde 1914:
1. ¿Qué guerras importantes ha habido?
2. ¿Cuántos terremotos grandes puede usted recordar?
3. ¿Ha padecido la humanidad grandes plagas y enfermedades?
4. ¿Qué hambres y escaseces de alimento de envergadura han afligido al mundo?
5. ¿Se han presentado falsos profetas y falsos mesías?
6. ¿Hay evidencia de aumento de violencia y desafuero?
7. ¿Ha disminuido el amor y la sociabilidad?
8. ¿Ha afirmado alguna organización que traerá paz al mundo?
9. ¿Existe angustia de naciones y temor al futuro?
10. ¿Ve usted que se esté efectuando una obra mundial de testificar a favor del Reino?
(Para hallar las respuestas, remítase a la página 11.)