Capítulo 111
La señal de los últimos días
ES MARTES por la tarde. Mientras Jesús está sentado en el monte de los Olivos observando el templo, que se ve abajo, Pedro, Andrés, Santiago y Juan se le acercan en privado. Les preocupa el templo, pues Jesús acaba de predecir que no se dejará piedra sobre piedra en él.
Pero parece que es más que eso lo que tienen presente cuando abordan a Jesús. Unas semanas antes él había hablado de su “presencia”, un tiempo durante el cual “el Hijo del hombre ha de ser revelado”. Y antes de eso les había hablado de “la conclusión del sistema de cosas”. Por eso los apóstoles tienen mucha curiosidad.
“Dinos —dicen—: ¿cuándo serán estas cosas [que tendrán como resultado la destrucción de Jerusalén y su templo], y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?” En realidad su pregunta tiene tres partes. Primero, quieren saber sobre el fin de Jerusalén y su templo, después sobre la presencia de Jesús en el poder del Reino, y por último sobre el fin de todo el sistema de cosas.
En su respuesta detallada Jesús contesta las tres partes de la pregunta. Suministra una señal que indica cuándo terminará el sistema de cosas judío; pero provee algo más. Da también una señal que avisará a sus discípulos futuros para que puedan saber que están viviendo durante su presencia y cerca del fin de todo el sistema de cosas.
Con el paso de los años, los apóstoles observan el cumplimiento de la profecía de Jesús. Sí, los mismos sucesos que él predijo empiezan a realizarse en sus tiempos. Por eso la destrucción del sistema judío con su templo no sorprende a los cristianos todavía vivos 37 años después, en 70 E.C.
Sin embargo, la presencia de Cristo y la conclusión del sistema de cosas no tienen lugar en 70 E.C. Su presencia en el poder del Reino tiene lugar mucho tiempo después. Pero ¿cuándo? Una consideración de la profecía de Jesús lo revela.
Jesús predice que habrá “guerras e informes de guerras”. “Se levantará nación contra nación”, dice, y habrá escaseces de alimento, terremotos y pestes. A sus discípulos se les odiará y matará. Falsos profetas se levantarán y extraviarán a muchos. El desafuero aumentará, y el amor de la mayor parte se enfriará. A la misma vez, las buenas nuevas del Reino de Dios se predicarán como testimonio a todas las naciones.
Aunque la profecía de Jesús tiene un cumplimiento limitado antes de la destrucción de Jerusalén en 70 E.C., su cumplimiento en mayor escala acontece durante su presencia y la conclusión del sistema de cosas. Un repaso cuidadoso de los acontecimientos mundiales desde 1914 revela que el cumplimiento mayor de la profecía trascendental de Jesús se ha estado realizando desde aquel año.
Otra parte de la señal que da Jesús es la aparición de “la cosa repugnante que causa desolación”. En 66 E.C. esta cosa repugnante aparece en la forma de los “ejércitos acampados” de Roma que rodean Jerusalén y socavan la muralla del templo. “La cosa repugnante” está donde no debería estar.
En el cumplimiento mayor de la señal la cosa repugnante es la Liga de Naciones y su sucesora, las Naciones Unidas. La cristiandad ve a esta organización para la paz mundial como algo que sustituye al Reino de Dios. ¡Qué repugnante es esto! Por lo tanto, con el tiempo los poderes políticos asociados con la ONU se volverán contra la cristiandad (la Jerusalén antitípica) y la desolarán.
Por eso Jesús predijo: “Habrá gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder”. Aunque la destrucción de Jerusalén en 70 E.C. es en verdad una gran tribulación en la que, según informes, muere más de un millón de personas, no es mayor que la del Diluvio global de los días de Noé. Esto indica que el cumplimiento principal de esta porción de la profecía de Jesús todavía es futuro.
Confianza durante los últimos días
Al acercarse el fin del martes 11 de Nisán, Jesús sigue hablando con sus apóstoles en el monte de los Olivos acerca de la señal de su presencia con el poder del Reino y de la conclusión del sistema de cosas. Les advierte que no vayan tras falsos Cristos. Les dice que algunos tratarán de “extraviar, si fuera posible, hasta a los escogidos”. Pero, como águilas que tienen vista aguda, estos escogidos se reunirán donde haya verdadero alimento espiritual; es decir, acudirán al Cristo verdadero durante su presencia invisible. No se les extraviará y reunirá alrededor de un Cristo falso.
Los falsos Cristos solo pueden presentarse visiblemente. En contraste con eso, la presencia de Jesús será invisible. Acontecerá durante un período temible de la historia humana, como dice Jesús: “El sol será oscurecido, y la luna no dará su luz”. Sí, este será el tiempo más tenebroso de la existencia de la humanidad. Será como si el sol se oscureciera durante el día y como si la luna no diera su luz por la noche.
Jesús continúa explicando: “Los poderes de los cielos serán sacudidos”. Así indica que los cielos físicos tomarán una apariencia que anunciará males. Los cielos no serán ya solamente el dominio de las aves; habrá en ellos muchos aviones militares, cohetes y sondas espaciales. El temor y la violencia excederán todo lo que se haya experimentado anteriormente en la historia humana.
Como resultado de eso, dice Jesús, habrá “angustia de naciones, por no conocer la salida a causa del bramido del mar y de su agitación, mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada”. Sí, este período, el más tenebroso de la existencia humana, llevará al tiempo en que, como dice Jesús, “aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre, y entonces todas las tribus de la tierra se golpearán en lamento”.
Pero no todos se lamentarán cuando ‘el Hijo del hombre venga con poder’ a destruir este inicuo sistema de cosas. Los “escogidos”, los 144.000 que estarán con Cristo en su Reino celestial, no se lamentarán, como tampoco se lamentarán sus compañeros, a quienes Jesús ha llamado antes sus “otras ovejas”. A pesar de que viven durante el tiempo más tenebroso de la historia humana, estos responden a las palabras alentadoras de Jesús: “Al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca”.
Para que sus discípulos que vivirían en los últimos días pudieran determinar lo cerca que estaría el fin, Jesús da esta ilustración: “Noten la higuera y todos los demás árboles: Cuando ya echan brotes, ustedes, al observarlo, saben para sí que ya se acerca el verano. Así también ustedes, cuando vean suceder estas cosas, sepan que el reino de Dios está cerca. En verdad les digo: Esta generación no pasará de ningún modo sin que todas las cosas sucedan”.
Por eso, cuando sus discípulos vean el cumplimiento de los muchos diferentes rasgos de la señal, deben darse cuenta de que el fin del sistema de cosas está cerca y de que el Reino de Dios pronto eliminará toda la iniquidad. De hecho, ¡el fin vendrá durante el tiempo en que vive la gente que ve el cumplimiento de todo lo que Jesús predice! Jesús exhorta así a los discípulos que vivirían durante los trascendentales últimos días:
“Presten atención a sí mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso, y por las inquietudes de la vida, y de repente esté aquel día sobre ustedes instantáneamente como un lazo. Porque vendrá sobre todos los que moran sobre la haz de toda la tierra. Manténganse despiertos, pues, en todo tiempo haciendo ruego para que logren escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre”.
Las vírgenes sabias y las necias
Jesús ha estado contestando la petición que le han hecho sus apóstoles de una señal de Su presencia en el poder del Reino. Ahora añade otros rasgos de la señal mediante tres parábolas o ilustraciones.
Los que estuvieran vivos durante la presencia de Cristo verían el cumplimiento de cada ilustración. Él introduce la primera con estas palabras: “Entonces el reino de los cielos llegará a ser semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco eran discretas”.
¡Por la expresión “el reino de los cielos llegará a ser semejante a diez vírgenes” Jesús no quiere decir que la mitad de los que heredan el Reino celestial son necios y la otra mitad discretos! No; más bien quiere decir que, con relación al Reino de los cielos, hay un rasgo que se asemeja a esto o a aquello, o que los asuntos que tienen que ver con el Reino se parecerán a tal o cual cosa.
Las diez vírgenes simbolizan a todos los cristianos que tienen la perspectiva de formar parte del Reino celestial o que afirman que tienen esa perspectiva. Fue en el Pentecostés de 33 E.C. cuando la congregación cristiana fue prometida en matrimonio al Novio resucitado y glorificado, Jesucristo. Pero las bodas se realizarían en el cielo en una fecha posterior que no se especificó.
En la ilustración las diez vírgenes salen con el fin de recibir al novio y unirse a la procesión nupcial. Cuando él llegue, ellas alumbrarán el camino de la procesión con sus lámparas, y así lo honrarán a medida que él lleva a su novia a la casa preparada para ella. Sin embargo, Jesús explica: “Las necias tomaron sus lámparas, pero no tomaron consigo aceite, mientras que las discretas tomaron aceite en sus receptáculos con sus lámparas. Como el novio se tardaba, todas cabecearon y se durmieron”.
La tardanza prolongada del novio indica que la presencia de Cristo como Rey entronizado será en el futuro distante. Por fin él asciende al trono en el año 1914. Durante la noche larga antes de esa entronización, todas las vírgenes se duermen. Pero no se las condena por esto. Se condena a las vírgenes necias por no tener aceite para sus receptáculos. Jesús explica que las vírgenes se despiertan antes de que el novio llegue: “Justamente a mitad de la noche se levantó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salgan a su encuentro’. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y pusieron en orden sus lámparas. Las necias dijeron a las discretas: ‘Dennos de su aceite, porque nuestras lámparas están a punto de apagarse’. Las discretas contestaron con las palabras: ‘Tal vez no haya suficiente para nosotras y ustedes. Vayan, más bien, a los que lo venden y compren para ustedes’”.
El aceite es símbolo de lo que mantiene a los verdaderos cristianos resplandeciendo como iluminadores. Esto es la Palabra inspirada de Dios, la cual tienen firmemente asida los cristianos, junto con el espíritu santo que les ayuda a entender esa Palabra. El aceite espiritual permite que las vírgenes discretas esparzan luz al recibir al novio durante la procesión al banquete de bodas. Pero la clase de las vírgenes necias no tiene en sí, en sus receptáculos, el aceite espiritual necesario. De modo que Jesús describe lo que sucede:
“Mientras [las vírgenes necias] iban a comprar [aceite], llegó el novio, y las vírgenes que estaban listas entraron con él al banquete de bodas; y la puerta fue cerrada. Después vinieron también las demás vírgenes, y dijeron: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. En respuesta, él dijo: ‘Les digo la verdad: no las conozco’”.
Después que Cristo llega en su Reino celestial, la clase de las vírgenes discretas, compuesta de verdaderos cristianos ungidos, despierta a su privilegio de esparcir luz en este mundo tenebroso en alabanza del Novio que ha regresado. Pero aquellos a quienes representan las vírgenes necias no están preparados para dar esta alabanza de bienvenida. Por eso, cuando llega la hora, Cristo no les abre la puerta al banquete de bodas en el cielo. Los deja fuera en la negrura de la noche más tenebrosa del mundo, para que perezcan con todos los demás obradores del desafuero. Jesús concluye: “Manténganse alerta, pues, porque no saben ni el día ni la hora”.
La ilustración de los talentos
Jesús sigue su consideración con los apóstoles en el monte de los Olivos y les da otra ilustración, la segunda de una serie de tres. Unos días atrás, mientras estaba en Jericó, dio la ilustración de las minas para mostrar que el Reino todavía estaba en el futuro lejano. La ilustración que presenta ahora, aunque tiene varios rasgos similares a los de aquella, describe en su cumplimiento actividades que tienen lugar durante la presencia de Cristo en el poder del Reino. Ilustra que, mientras todavía están en la Tierra, sus discípulos tienen que trabajar para aumentar los “bienes” de Cristo.
Jesús empieza así: “Porque es [es decir, las circunstancias relacionadas con el Reino son] justamente como un hombre que, estando para emprender un viaje al extranjero, mandó llamar a sus esclavos y les encargó sus bienes”. Jesús es el hombre que, antes de viajar al extranjero, o sea, al cielo, encarga sus bienes a sus esclavos... los discípulos que esperan formar parte del Reino celestial. Estos bienes no son posesiones materiales; más bien, representan un campo cultivado que, por lo que Jesús ha hecho, puede producir más discípulos.
Jesús encarga sus bienes a sus esclavos poco antes de ascender al cielo. ¿Cómo lo hace? Al mandarles que sigan trabajando en el campo cultivado mediante predicar el mensaje del Reino hasta las partes más distantes de la Tierra. Como dice Jesús: “A uno dio cinco talentos; a otro, dos; y a otro, uno, a cada uno según su propia habilidad, y se fue al extranjero”.
Así, los ocho talentos —los bienes de Cristo— se distribuyen según las aptitudes o capacidades espirituales de los esclavos. Los esclavos representan clases de discípulos. En el primer siglo, la clase que recibió los cinco talentos evidentemente incluía a los apóstoles. Jesús pasa a decir que tanto el esclavo que recibió los cinco talentos como el que recibió los dos talentos los duplicaron al predicar el Reino y hacer discípulos. Pero el esclavo que recibió un solo talento lo escondió en la tierra.
“Después de mucho tiempo —continúa Jesús— vino el amo de aquellos esclavos y ajustó cuentas con ellos.” No fue sino hasta unos 1.900 años más tarde, en el siglo XX, cuando Cristo regresó para ajustar cuentas, de modo que en verdad fue “después de mucho tiempo”. Entonces Jesús explica:
“Se presentó el que había recibido cinco talentos y trajo cinco talentos más, diciendo: ‘Amo, me encargaste cinco talentos; mira, gané otros cinco talentos’. Su amo le dijo: ‘¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel! Fuiste fiel sobre unas cuantas cosas. Te nombraré sobre muchas cosas. Entra en el gozo de tu amo’”. El esclavo que recibió dos talentos también los duplicó, y recibió el mismo encomio y la misma recompensa.
Pero ¿cómo entran estos esclavos fieles en el gozo de su Amo? Pues bien, el gozo de su Amo, Jesucristo, es el de recibir en posesión el Reino cuando viaja al extranjero, a su Padre en el cielo. En cuanto a los esclavos fieles de la actualidad, ellos se sienten muy gozosos de que se les confíen más responsabilidades relacionadas con el Reino, y a medida que terminan su carrera terrestre tienen el gozo culminante de ser resucitados como parte del Reino celestial. Pero ¿qué hay del tercer esclavo?
“Amo, yo sabía que eres hombre exigente —se queja el esclavo—. De modo que me dio miedo, y me fui, y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo tuyo.” El esclavo se negó deliberadamente a trabajar en el campo cultivado mediante predicar y hacer discípulos. Por eso el amo lo llama “inicuo e indolente” y pronuncia el juicio: “Quítenle el talento [...] Y al esclavo que no sirve para nada, échenlo a la oscuridad de afuera. Allí es donde será su llanto y el crujir de sus dientes”. Los que pertenecen a la clase de este esclavo inicuo son echados fuera y quedan privados de todo gozo espiritual.
Esta es una lección seria para todos los que afirman ser seguidores de Cristo. Si quieren disfrutar del encomio y la recompensa que él da, y evitar que se les eche a la oscuridad de afuera y finalmente a la destrucción, deben trabajar para dar aumento a los bienes de su Amo celestial mediante participar de lleno en la obra de predicar. A este respecto, ¿manifiesta diligencia usted?
Cuando Cristo llega con el poder del Reino
Jesús todavía está con sus apóstoles en el monte de los Olivos. En respuesta a lo que ellos le han pedido, una señal de su presencia y de la conclusión del sistema de cosas, ahora les da la última de la serie de tres ilustraciones. Jesús la empieza así: “Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono”.
Los humanos no pueden ver a los ángeles en su gloria celestial. Por eso la llegada del Hijo del hombre, Jesucristo, con sus ángeles tiene que ser invisible a los ojos humanos. Esta llegada acontece en el año 1914. Pero ¿qué propósito tiene? Jesús explica: “Todas las naciones serán reunidas delante de él, y separará a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha, pero las cabras a su izquierda”.
Jesús da esta descripción de lo que les sucederá a las personas a quienes se separa hacia el lado favorecido: “Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, ustedes que han sido bendecidos por mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo’”. Las ovejas de esta ilustración no van a gobernar con Cristo en el cielo, sino que heredan el Reino en el sentido de ser sus súbditos terrestres. “La fundación del mundo” tuvo lugar cuando Adán y Eva engendraron prole que podía beneficiarse de la provisión divina para la redención de la humanidad.
Pero ¿por qué se separa a las ovejas hacia el lado del favor de Rey, hacia su derecha? “Porque me dio hambre —contesta el rey—, y ustedes me dieron de comer; me dio sed, y me dieron de beber. Fui extraño, y me recibieron hospitalariamente; desnudo estuve, y me vistieron. Enfermé, y me cuidaron. Estuve en prisión, y vinieron a mí.”
Puesto que las ovejas están en la Tierra, quieren saber cómo pudieran haber hecho cosas tan buenas para su Rey celestial. “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos —preguntan—, o con sed, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos extraño y te recibimos hospitalariamente, o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo, o en prisión, y fuimos a ti?”
“En verdad les digo —contesta el Rey—: Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos hermanos míos, a mí me lo hicieron.” Los hermanos de Cristo son los que quedan en la Tierra de los 144.000 que gobernarán con él en el cielo. Y Jesús dice que hacerles el bien a ellos equivale a hacerle el bien a él.
Luego el Rey se dirige a las cabras. “Váyanse de mí, ustedes que han sido maldecidos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque me dio hambre, pero ustedes no me dieron de comer, y me dio sed, pero no me dieron de beber. Fui extraño, pero no me recibieron hospitalariamente; desnudo estuve, pero no me vistieron; enfermo y en prisión, pero no me cuidaron.”
Pero las cabras se quejan: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o con sed, o extraño, o desnudo, o enfermo, o en prisión, y no te ministramos?”. Las cabras reciben juicio adverso sobre la misma base que se usa para pronunciar juicio favorable sobre las ovejas. “Al grado que no lo hicieron a uno de estos más pequeños [de mis hermanos] —contesta Jesús—, no me lo hicieron a mí.”
Así que la presencia de Cristo con el poder del Reino, precisamente antes del fin de este inicuo sistema de cosas en la gran tribulación, será un tiempo de juicio. Las cabras “partirán al cortamiento eterno, pero los justos [las ovejas] a la vida eterna”. (Mateo 24:2-25:46; 13:40, 49; Marcos 13:3-37; Lucas 21:7-36; 19:43, 44; 17:20-30; 2 Timoteo 3:1-5; Juan 10:16; Revelación 14:1-3.)
▪ ¿Qué impulsa a los apóstoles a plantear una pregunta, pero qué más parece que tienen presente?
▪ ¿Qué parte de la profecía de Jesús se cumple en 70 E.C., pero qué no sucede entonces?
▪ ¿Cuándo se cumple inicialmente la profecía de Jesús, pero cuándo tiene un cumplimiento en mayor escala?
▪ ¿Qué es la cosa repugnante en el cumplimiento inicial de la profecía y qué en su cumplimiento final?
▪ ¿Por qué no es la destrucción de Jerusalén el cumplimiento final de la gran tribulación?
▪ ¿Qué condiciones mundiales señalan la presencia de Cristo?
▪ ¿Cuándo ‘se golpearán en lamento todas las tribus de la tierra’, pero qué estarán haciendo los seguidores de Cristo?
▪ ¿Qué ilustración da Jesús para ayudar a sus discípulos futuros a discernir el tiempo en que se acerca el fin?
▪ ¿Qué exhortación da Jesús para sus discípulos que vivirían durante los últimos días?
▪ ¿A quiénes simbolizan las diez vírgenes?
▪ ¿Cuándo fue prometida en matrimonio al novio la congregación cristiana, pero cuándo llega el novio para llevar a su novia al banquete de bodas?
▪ ¿Qué representa el aceite, y qué pueden hacer con él las vírgenes discretas que lo poseen?
▪ ¿Dónde se realiza el banquete de bodas?
▪ ¿Qué magnífico galardón pierden las vírgenes necias, y qué les pasará?
▪ ¿Qué lección aprendemos de la ilustración de los talentos?
▪ ¿Quiénes son los esclavos, y qué son los bienes que se les encargan?
▪ ¿Cuándo viene el amo para ajustar cuentas, y qué halla?
▪ ¿Qué es el gozo en que entran los esclavos fieles, y qué le sucede al tercer esclavo, el inicuo?
▪ ¿Por qué tiene que ser invisible la presencia de Cristo, y qué obra efectúa él en ese tiempo?
▪ ¿En qué sentido heredan el Reino las ovejas?
▪ ¿Cuándo tuvo lugar “la fundación del mundo”?
▪ ¿Sobre qué base se juzga a las personas como ovejas o como cabras?