Una actitud equilibrada ante las bebidas alcohólicas
“El vino es burlador, el licor embriagante es alborotador, y todo el que se descarría por él no es sabio.” (PROVERBIOS 20:1.)
1. ¿Cómo expresó el salmista su aprecio por algunas de las buenas dádivas procedentes de Jehová?
“TODA dádiva buena y todo don perfecto es de arriba, porque desciende del Padre de las luces celestes, y con él no hay la variación del giro de la sombra”, escribió el discípulo Santiago (Santiago 1:17). Agradecido por las abundantes dádivas con que Dios nos favorece, el salmista cantó: “Él está haciendo brotar hierba verde para las bestias, y vegetación para el servicio de la humanidad, para hacer salir alimento de la tierra, y vino que regocija el corazón del hombre mortal, para hacer brillar el rostro con aceite, y pan que sustenta el mismísimo corazón del hombre mortal” (Salmo 104:14, 15). En efecto, el vino y otras bebidas alcohólicas, al igual que la vegetación, el pan y el aceite, son generosos regalos divinos. ¿Cómo debemos usarlos?
2. ¿Qué cuestiones analizaremos sobre las bebidas alcohólicas?
2 Por placentera que sea una dádiva, solo es beneficiosa si se utiliza debidamente. Por ejemplo, la miel “es buena”, pero “comer demasiada miel no” lo es (Proverbios 24:13; 25:27). De igual modo, aunque tomar “un poco de vino” sea un deleite, beber en exceso constituye un grave problema (1 Timoteo 5:23). Bien advierte la Biblia: “El vino es burlador, el licor embriagante es alborotador, y todo el que se descarría por él no es sabio” (Proverbios 20:1). ¿De qué manera pudiera uno descarriarse por el alcohol?a ¿Cuánto es demasiado? ¿Cuál sería una actitud equilibrada ante este asunto?
¿Cómo “descarría” a uno el alcohol?
3, 4. a) ¿Qué ejemplos podemos dar de que la Biblia condena el uso de las bebidas alcohólicas hasta el punto de embriagarse? b) ¿Cuáles son algunos efectos de la borrachera?
3 En el antiguo Israel, el hijo que era glotón y borracho incorregible tenía que ser lapidado (Deuteronomio 21:18-21). Más tarde, el apóstol Pablo exhortó a los cristianos: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal hombre”. Queda claro, por tanto, que las Escrituras condenan el uso de bebidas alcohólicas hasta el punto de embriagarse (1 Corintios 5:11; 6:9, 10).
4 La Biblia menciona los efectos de la borrachera: “No mires el vino cuando rojea, cuando luce centelleante en la copa, cuando baja con suavidad. A su fin muerde justamente como una serpiente, y segrega veneno justamente como una víbora. Tus propios ojos verán cosas extrañas, y tu propio corazón hablará cosas perversas” (Proverbios 23:31-33). Así es: la bebida, tomada en exceso, muerde como una serpiente venenosa y produce mareos, confusión y hasta pérdida de la consciencia. El borracho quizás vea “cosas extrañas”, producto de alucinaciones o de su propia fantasía. Y puede que se sienta desinhibido y comience a expresar ideas y deseos perversos que normalmente reprimiría.
5. ¿Por qué son perjudiciales los excesos en la bebida?
5 ¿Y si alguien bebiera, pero procurara no llegar a emborracharse? Es cierto que hay quienes apenas dan señales de estar ebrios, incluso después de haber consumido bastante alcohol. Sin embargo, la persona que crea que esta forma de actuar es inofensiva se engaña a sí misma (Jeremías 17:9). Pudiera adquirir una dependencia del alcohol cada vez mayor y quedar ‘esclavizada a mucho vino’ (Tito 2:3). Tocante a la manera como una persona se vuelve alcohólica, la escritora Caroline Knapp dice: “Es un proceso lento, gradual, pernicioso y difícil de reconocer”. Verdaderamente, los excesos en la bebida son una trampa mortal.
6. ¿Por qué deberíamos evitar los excesos en la comida y la bebida?
6 Pensemos también en este consejo de Jesús: “Presten atención a sí mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso, y por las inquietudes de la vida, y de repente esté aquel día sobre ustedes instantáneamente como un lazo. Porque vendrá sobre todos los que moran sobre la haz de toda la tierra” (Lucas 21:34, 35). No hay que llegar a emborracharse para empezar a sentirse embotado tanto física como espiritualmente. ¿Qué sucedería si el día de Jehová nos encontrara en tal estado?
Adónde lleva el abuso del alcohol
7. ¿Por qué no armoniza el abuso del alcohol con la norma bíblica de 2 Corintios 7:1?
7 Los excesos en la bebida nos exponen a innumerables peligros, tanto de orden físico como espiritual. Entre las enfermedades que causan se encuentran la cirrosis hepática, la hepatitis alcohólica y alteraciones neuronales como el delirio alcohólico agudo. Asimismo, con el tiempo pueden producir cáncer, diabetes y algunas afecciones del corazón y del estómago. Es obvio que el abuso del alcohol no armoniza con la siguiente norma bíblica: “Limpiémonos de toda contaminación de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1).
8. ¿Cuál puede ser el resultado de beber en exceso, según Proverbios 23:20, 21?
8 Quien abusa de la bebida derrocha sus ingresos y pudiera acabar desempleado. Bien lo advirtió el rey Salomón del antiguo Israel: “No llegues a estar entre los que beben vino en exceso, entre los que son comedores glotones de carne”. ¿La razón? “Porque el borracho y el glotón vendrán a parar en la pobreza, y el adormecimiento vestirá a uno de meros andrajos.” (Proverbios 23:20, 21.)
9. ¿Por qué es sensato abstenerse por completo de beber si se va a conducir?
9 La obra The Encyclopedia of Alcoholism dirige la atención a otro peligro: “Se ha demostrado que el alcohol merma la capacidad de manejar vehículos, pues disminuye los reflejos, la coordinación, la capacidad de atención, la percepción visual y el sentido común”. Las consecuencias de conducir bajo sus efectos son accidentes desastrosos. En Estados Unidos, por ejemplo, cada año mueren por esta causa decenas de miles de personas y centenares de miles resultan heridas. Los jóvenes son particularmente vulnerables a este peligro, ya que tienen menos experiencia tanto con la bebida como con la carretera. Si alguien se pone al volante después de tomar varias copas, ¿podría decir con razón que respeta la vida como don de Jehová Dios? (Salmo 36:9.) En vista de la santidad de la vida, lo más sensato es abstenerse por completo de beber si se va a conducir.
10. ¿Qué efectos tiene el alcohol en el cerebro, y por qué son peligrosos?
10 Beber sin moderación nos perjudica no solo física sino también espiritualmente. “Vino y vino dulce son lo que quitan el buen motivo”, advierte la Biblia (Oseas 4:11). Sin duda, el alcohol tiene efectos nocivos en el cerebro. “Cuando alguien se toma una copa —explica una publicación editada por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, de Estados Unidos—, el alcohol pasa al torrente sanguíneo a través del aparato digestivo y rápido llega al cerebro, lo que adormece las áreas que controlan el pensamiento y las emociones. Se pierden las inhibiciones y aumenta la sensación de libertad.” En tal estado, la persona “se descarría” más fácilmente, se toma más libertades y se expone a muchas tentaciones (Proverbios 20:1).
11, 12. ¿Qué perjuicio espiritual puede derivarse del consumo inmoderado de alcohol?
11 Además, la Biblia exhorta: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). Pues bien, ¿acaso glorificamos a Dios cuando ingerimos grandes cantidades de alcohol? Ningún cristiano desearía tener fama de bebedor, pues redundaría en deshonra, y no en gloria, para el nombre de Jehová.
12 ¿Qué sucedería si los excesos en la bebida que cometiera un cristiano escandalizaran a otro, tal vez a un nuevo discípulo? (Romanos 14:21.) A “cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que ponen fe en mí —advirtió Jesús—, más provechoso le es que le cuelguen alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y que lo hundan en alta mar” (Mateo 18:6). Tales excesos también pueden llevar a la pérdida de privilegios en la congregación (1 Timoteo 3:1-3, 8). Y no hay que pasar por alto los problemas que suelen surgir en el seno familiar.
¿Cómo eludir los peligros?
13. ¿Qué es esencial a la hora de evitar el abuso del alcohol?
13 Una buena ayuda para eludir los peligros de la bebida es tener un criterio claro. Es decir, hay que saber distinguir no solo entre el consumo excesivo y la borrachera, sino más bien entre la moderación y los excesos. ¿Quién puede trazar esa línea en el caso de cada persona? Dado que entran en juego muchos factores, no es lícito imponer limitaciones estrictas. Cada cual debe conocer sus límites personales y no sobrepasarlos. ¿Qué nos ayudará a decidir cuánto es demasiado en nuestro caso? ¿Existe algún principio orientador?
14. ¿Qué principio rector nos ayudará a fijar la línea que separa la moderación del exceso?
14 La Biblia dice: “Salvaguarda la sabiduría práctica y la capacidad de pensar, y resultarán ser vida a tu alma y encanto a tu garganta” (Proverbios 3:21, 22). Por consiguiente, el principio rector es este: cualquier cantidad que nuble el juicio y embote la capacidad de pensar es excesiva. Eso sí, hay que ser honrado con uno mismo a la hora de determinar los límites personales.
15. ¿En qué ocasiones una sola copa pudiera ser demasiado?
15 En ocasiones hasta una sola copa pudiera ser demasiado. En vista del riesgo para el feto, la cristiana embarazada quizás decida no beber. ¿No sería también un buen gesto abstenerse del alcohol cuando estemos con alguien que ha tenido problemas de alcoholismo o que, por conciencia, no aprueba la bebida? Jehová mandó lo siguiente a los sacerdotes que oficiaban en el tabernáculo: “No beba[n] vino ni licor embriagante [...] cuando entren en la tienda de reunión, para que no mueran” (Levítico 10:8, 9). Por consiguiente, no tomemos bebidas alcohólicas justo antes de asistir a las reuniones cristianas, cuando participemos en el ministerio o cuando atendamos otras responsabilidades espirituales. Además, hemos de acatar las leyes de los países que prohíben consumir alcohol o que establecen una edad mínima para ello (Romanos 13:1).
16. ¿Qué factores debemos tener en cuenta cuando pongan delante de nosotros bebidas alcohólicas?
16 Cuando nos ofrezcan bebidas alcohólicas o las pongan delante de nosotros, lo primero que debemos preguntarnos es: “¿Debería consumirlas?”. Si optamos por hacerlo, tengamos muy presentes nuestros límites personales y atengámonos a ellos. No nos dejemos persuadir por la generosidad del anfitrión. Extrememos el cuidado cuando haya barra libre y no se ponga límite al consumo de alcohol, como ocurre en algunas recepciones de boda. En muchos lugares, la ley permite que los niños tengan acceso al alcohol. Es deber de los padres educar a sus hijos tocante a su uso y vigilar su conducta (Proverbios 22:6).
Cómo superar el problema
17. ¿Qué nos ayudará a determinar si tenemos problemas con el alcohol?
17 ¿Constituye el consumo de vinos y licores un problema para alguno de nosotros? Podemos estar seguros de que si se ha convertido en un pecado secreto, tarde o temprano saldrá a la luz. De modo que examinémonos honradamente. Para hacer este autoanálisis, preguntémonos: “¿Bebo con más frecuencia que antes? ¿Tomo bebidas más fuertes? ¿Trato de ahogar en el alcohol mis tensiones e inquietudes? ¿Hay algún familiar o amigo a quien le preocupe mi afición a la bebida? ¿Han surgido problemas familiares a raíz de ella? ¿Me cuesta abstenerme de la bebida durante una semana, un mes o varios meses? ¿Procuro ocultar la cantidad de vino o licor que tomo?”. Si la respuesta a alguna de estas preguntas es afirmativa, no seamos como el hombre que “mira su rostro natural en un espejo [...] e inmediatamente olvida qué clase de hombre es” (Santiago 1:22-24). Tomemos medidas correctivas. ¿Qué puede hacerse?
18, 19. ¿Cómo puede abandonarse el consumo inmoderado de alcohol?
18 El apóstol Pablo aconsejó a los cristianos: “No anden emborrachándose con vino, en lo cual hay disolución, sino sigan llenándose de espíritu” (Efesios 5:18). Determinemos qué sería un consumo inmoderado en nuestro caso y fijémonos límites apropiados. Tomemos la firme decisión de no sobrepasarlos y demostremos autodominio (Gálatas 5:22, 23). ¿Tenemos compañeros que nos presionan para que bebamos? Entonces, estemos alerta. “El que está andando con personas sabias se hará sabio —afirma la Biblia—, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal.” (Proverbios 13:20.)
19 En vez de evadir los problemas bebiendo, es mucho mejor afrontarlos directamente, aplicando los consejos de la Palabra de Dios (Salmo 119:105). Si necesitamos ayuda, no dudemos en pedírsela a un anciano cristiano en quien confiemos. Valgámonos de todos los medios que Jehová ha dispuesto para robustecer nuestra espiritualidad. Fortalezcamos nuestra relación con Dios. Orémosle frecuentemente, mencionando en particular nuestras debilidades y haciéndole esta petición: “Refina mis riñones y mi corazón” (Salmo 26:2). Como estudiamos en el artículo anterior, hagamos lo sumo posible por andar en la senda de la integridad.
20. ¿Qué medidas habría que tomar en caso de tener problemas recurrentes con la bebida?
20 Pero ¿y si el problema no mejora pese a nuestros esfuerzos? Entonces, sigamos este consejo de Jesús: “Si en cualquier tiempo tu mano te hace tropezar, córtala; mejor te es entrar manco en la vida que con dos manos irte al Gehena” (Marcos 9:43). En otras palabras, dejemos de beber por completo. Veamos lo que decidió hacer una mujer, a quien llamaremos Irene. “Tras dos años y medio de abstinencia —relata—, comencé a pensar que un trago no me haría daño y que quería ver si lo toleraba. Pero en ese mismo instante oré a Jehová contándole cómo me sentía. He decidido que no voy a probar ni una gota de alcohol hasta el nuevo mundo, y una vez allí, ya veremos.” La abstinencia total no es un precio exagerado para quien desea obtener la vida en el nuevo mundo (2 Pedro 3:13).
“Corran de tal modo que lo alcancen”
21, 22. ¿Qué obstáculo puede impedirnos alcanzar la línea de meta en la carrera por la vida, y cómo podemos sortearlo?
21 Comparando la vida del cristiano a una carrera y a una competencia, el apóstol Pablo dijo: “¿No saben ustedes que los corredores en una carrera todos corren, pero solo uno recibe el premio? Corran de tal modo que lo alcancen. Además, todo hombre que toma parte en una competencia ejerce autodominio en todas las cosas. Pues bien, ellos, por supuesto, lo hacen para obtener una corona corruptible, pero nosotros una incorruptible. Por lo tanto, la manera como estoy corriendo no es incierta; la manera como estoy dirigiendo mis golpes es como para no estar hiriendo el aire; antes bien, aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no llegue a ser desaprobado de algún modo” (1 Corintios 9:24-27).
22 Solo los ganadores reciben el premio. En la carrera por la vida, el abuso del alcohol puede impedirnos alcanzar la línea de meta. Por eso, tenemos que demostrar autodominio. Para que corramos con la certeza de alcanzar el triunfo, es preciso evitar los “excesos con [el] vino” (1 Pedro 4:3). Debemos manifestar autodominio en todas las cosas. En cuanto a la bebida, hacemos bien en “repudiar la impiedad y los deseos mundanos y [...] vivir con buen juicio y justicia y devoción piadosa” (Tito 2:12).
[Nota]
a En este artículo, la palabra alcohol se refiere a toda bebida alcohólica, incluidos el vino y la cerveza.
¿Recordamos?
• ¿Qué significa abusar del alcohol?
• ¿Qué perjuicio ocasiona el abuso de la bebida?
• ¿Cómo pueden evitarse los peligros del abuso del alcohol?
• ¿Cómo pueden superarse los problemas con la bebida?
[Ilustración de la página 19]
El vino “regocija el corazón del hombre mortal”
[Ilustración de la página 20]
Debemos reconocer nuestros límites personales y atenernos a ellos
[Ilustración de la página 21]
Decidamos de antemano cuáles son los límites
[Ilustración de la página 22]
Oremos frecuentemente a Jehová sobre nuestras debilidades
[Ilustración de la página 23]
Los padres tienen el deber de educar a sus hijos tocante al consumo del alcohol