JUDAS
(del heb., una variante del nombre Judá).
1. Antepasado de Jesús por el linaje de María que pertenecía a la línea de Natán; fue hijo de José y padre de Simeón. Constituía la séptima generación desde Natán, el hijo de David, así que vivió antes del exilio en Babilonia. (Lu 3:30, 31.)
2. Judas el galileo, al que se refirió Gamaliel cuando se dirigió al Sanedrín. (Hch 5:37.) En el tiempo de la inscripción que llevó a cabo Quirinio, el gobernador de Siria, en el año 6 E.C., Judas encabezó una sublevación judía. Josefo lo menciona varias veces, e informa que “incitó a la rebelión a los nativos, enrostrándoles la vergüenza de consentir en el pago de un tributo a los romanos y de someterse a otros amos mortales, aparte de Dios. Este sofista fundó una secta particular, que no tenía nada de común con las demás”. (La Guerra de los Judíos, libro II, cap. VIII, sec. 1.) En cierto pasaje de sus escritos, Josefo dijo que Judas era gaulanita, término que algunos relacionan con una zona situada al E. del mar de Galilea. Sin embargo, en otros lugares el mismo historiador dice que Judas era galileo, coincidiendo así con Gamaliel. (Antigüedades Judías, libro XVIII, cap. I, secs. 1, 6.) Estos rebeldes ansiaban la libertad, pero no pudieron conseguirla. Judas “pereció, y todos los que le obedecían fueron esparcidos por todas partes”. (Hch 5:37.) Algunos de sus descendientes también participaron en otras sublevaciones. (La Guerra de los Judíos, libro II, cap. XVII, sec. 8; libro VII, cap. VIII, sec. 1.)
3. Uno de los doce apóstoles, llamado también Tadeo y “Judas hijo de Santiago”. En las listas de los apóstoles registradas en Mateo 10:3 y Marcos 3:18, se menciona juntos a Santiago, el hijo de Alfeo, y a Tadeo; mientras que en Lucas 6:16 y Hechos 1:13 Tadeo no está incluido y en su lugar aparece “Judas hijo de Santiago”, lo que lleva a la conclusión de que Tadeo era otro nombre con el que se conocía al apóstol Judas. Es posible que a veces se emplease el nombre Tadeo para no confundir a los dos apóstoles llamados Judas. Algunos traductores vierten Lucas 6:16 y Hechos 1:13 de la siguiente forma: “Judas hermano de Santiago”, ya que en griego no se indica el grado de parentesco. No obstante, en la Peshitta siriaca se incluye la palabra “hijo”. Como consecuencia, varias versiones optan por la lectura: “Judas, hijo de Santiago [o, Jacobo]” (BAS; BI; FF; HAR; LT; NM; Val, 1989). La única referencia bíblica en la que aparece el nombre de Judas solo es Juan 14:22. Este versículo se refiere a él como “Judas, no el Iscariote”, lo que permite distinguir al Judas del que se habla.
En Mateo 10:3, algunas versiones (Besson; ENP; PNT; TNV; Val; VP, edición de España) incluyen antes de “Tadeo” la expresión “Lebeo, por sobrenombre”, o algo similar. Esta lectura, que concuerda con el “texto recibido”, se omite en el texto más reciente de Westcott y Hort, pues no aparece en algunos manuscritos, como, por ejemplo, el Sinaítico.
4. Judas Iscariote, hijo de Simón y apóstol infame que traicionó a Jesús. La Biblia suministra poca información directa sobre su familia y sus antecedentes. Tanto él como su padre se llamaban Iscariote. (Lu 6:16; Jn 6:71.) Por lo general se ha entendido que este término indicaba que eran de Queriyot-hezrón, un pueblo de Judea. De ser así, entonces Judas era el único de los doce apóstoles que procedía de Judea, ya que los demás eran galileos.
La primera vez que se menciona a Judas en los relatos evangélicos es en la lista de los apóstoles, algún tiempo después de la Pascua de 31 E.C. y alrededor de un año y medio después que Jesús empezó su ministerio. (Mr 3:19; Lu 6:16.) Es lógico pensar que Judas había sido discípulo por cierto tiempo antes de que Jesús le hiciese apóstol. Aunque muchos escritores presentan una imagen totalmente negativa de Judas, es obvio que durante un tiempo fue un discípulo favorecido por Dios y por Jesús, como lo prueba su elección para apóstol. Además, se le confió el cuidado del dinero que tenían en común Jesús y los doce, lo que habla favorablemente de su confiabilidad en aquel tiempo y de sus aptitudes y cultura, pues aunque Mateo tenía experiencia en la administración de dinero y en matemáticas, no recayó en él esta responsabilidad. (Jn 12:6; Mt 10:3.) Sin embargo, Judas se corrompió por completo y sin remisión alguna. Esta debe ser la razón por la que se le coloca el último en la lista de los apóstoles, y se le llama Judas “que más tarde lo traicionó” o “que se volvió traidor”. (Mt 10:4; Lu 6:16.)
Se corrompe. Cuando se acercaba la Pascua de 32 E.C., a Judas y al resto de los apóstoles se les envió a predicar. (Mt 10:1, 4, 5.) Poco después de que Judas regresó y cuando aún no había transcurrido un año desde que se le hizo apóstol, Cristo lo denunció públicamente, aunque no dijo su nombre. Algunos discípulos dejaron a Jesús, escandalizados por sus enseñanzas, pero Pedro dijo que los doce se adherirían a él. En respuesta, Jesús reconoció que él había escogido a los doce, pero dijo: “Uno de ustedes es calumniador [gr. di·á·bo·los, que significa “diablo” o “calumniador”]”. El relato explica que Judas ya era un calumniador y que “iba a traicionarlo, aunque era uno de los doce”. (Jn 6:66-71.)
Juan dice en relación con este incidente: “Jesús supo desde el principio [...] quién era el que lo traicionaría”. (Jn 6:64.) Gracias a las profecías de las Escrituras Hebreas, Cristo sabía que lo traicionaría un asociado íntimo. (Sl 41:9; 109:8; Jn 13:18, 19.) Debido a su presciencia, Dios había visto que tal persona se volvería traidora; pero no concuerda con las cualidades de Dios y con sus tratos en el pasado pensar que Judas tenía que fallar, como si estuviese predestinado. (Véase PRESCIENCIA, PREDETERMINACIÓN.) Antes bien, como ya se ha mencionado, al principio de su apostolado Judas era fiel a Dios y a Jesús. Por consiguiente, cuando Juan dijo que Jesús lo reconoció “desde el principio”, se refería al tiempo en el que Judas comenzó a comportarse mal y a ceder a la imperfección y a las inclinaciones pecaminosas. (Jn 2:24, 25; Rev 1:1; 2:23.) Judas debió saber que él era el “calumniador” al que Jesús había hecho alusión, pero continuó viajando con Jesús y con los apóstoles fieles sin hacer ningún cambio.
La Biblia no entra en detalles en cuanto a los motivos de su proceder corrupto, pero un incidente ocurrido el 9 de Nisán de 33 E.C., cinco días antes de la muerte de Jesús, aclara este aspecto. En Betania, en la casa de Simón el leproso, María, la hermana de Lázaro, ungió a Jesús con un aceite perfumado valorado en 300 denarios, aproximadamente el salario de un año para un trabajador. (Mt 20:2.) Judas protestó con vehemencia, aduciendo que el aceite podía haberse vendido y el dinero “dado a los pobres”. Por lo visto, otros apóstoles simplemente asintieron a lo que parecía ser una razón válida, pero Jesús los reprendió. La verdadera razón de Judas para presentar su objeción era que tenía a su cargo la caja del dinero y “era ladrón [...] y se llevaba el dinero” que se ponía en ella. De manera que para aquel entonces el codicioso Judas ya había hecho del robo una práctica. (Jn 12:2-7; Mt 26:6-12; Mr 14:3-8.)
El precio de la traición. Es muy posible que Judas se sintiera herido por la reprensión de Jesús en cuanto al uso del dinero. En ese momento “Satanás entró en Judas”, probablemente en el sentido de que este apóstol traidor cedió a la voluntad del Diablo y permitió que le utilizase para llevar a cabo sus designios y truncar así el cometido de Cristo. Unos días después, el 12 de Nisán, Judas fue a los principales sacerdotes y a los capitanes del templo para ver cuánto le pagarían por traicionar a Jesús, con lo que volvió a poner en evidencia su avaricia. (Mt 26:14-16; Mr 14:10, 11; Lu 22:3-6; Jn 13:2.) Los principales sacerdotes se habían reunido aquel día con los “ancianos del pueblo”, los hombres influyentes del Sanedrín. (Mt 26:3.) Es posible que se llamase a los capitanes del templo debido a su influencia y con el fin de dar una apariencia legal a la detención que se planeara contra Jesús.
¿Por qué ofrecieron los líderes religiosos judíos solamente 30 piezas de plata por la traición de Jesús?
El precio ofrecido fue 30 piezas de plata (66 dólares [E.U.A.], si eran siclos). (Mt 26:14, 15.) Parece ser que los líderes religiosos fijaron esta cantidad con el propósito de mostrar su desprecio por Jesús y que lo consideraban de poco valor. Según Éxodo 21:32, el precio de un esclavo era de 30 siclos. Esa fue la cantidad que le pagaron a Zacarías, “treinta piezas de plata”, por su labor como pastor del pueblo. Jehová despreció esta cantidad por lo escasa que era, y consideró el salario que se le dio a Zacarías como un exponente del aprecio que el pueblo infiel sentía por Dios mismo. (Zac 11:12, 13.) Por consiguiente, al ofrecer solo 30 piezas de plata por Jesús, los líderes religiosos dieron a entender que no valía mucho. Al mismo tiempo cumplieron Zacarías 11:12, donde se predijo que tratarían a Jehová como de poco valor al tratar así al representante que Él había enviado para pastorear a Israel. El corrupto Judas “consintió [en el precio], y se puso a buscar una buena oportunidad para traicionarlo [a Jesús] a ellos sin que estuviera presente una muchedumbre”. (Lu 22:6.)
La última noche con Jesús. A pesar de haberse vuelto contra Cristo, Judas continuó con él. El 14 de Nisán del año 33 E.C. se reunió con Jesús y los apóstoles para celebrar la Pascua. En el transcurso de la cena de la Pascua, Jesús ministró a sus apóstoles lavándoles humildemente los pies. Hipócritamente, Judas también permitió que Jesús se los lavase a él. Pero Jesús dijo: “No todos ustedes están limpios”. (Jn 13:2-5, 11.) También mencionó que uno de los apóstoles que en aquellos momentos estaba allí, en la mesa, lo traicionaría. Tal vez para evitar dar la impresión de que era el culpable, Judas preguntó si era él. Para identificarle, Jesús mojó un bocado y se lo dio a Judas, diciéndole: “Lo que haces, hazlo más pronto”. (Mt 26:21-25; Mr 14:18-21; Lu 22:21-23; Jn 13:21-30.)
Judas dejó el grupo inmediatamente. Al comparar Mateo 26:20-29 con Juan 13:21-30 se ve que partió antes de que Jesús instituyera la celebración de la Cena del Señor. Es evidente que Lucas no presenta este incidente en estricto orden cronológico, pues Judas sin duda ya había partido para cuando Cristo encomió al grupo por haber continuado con constancia a su lado, un encomio que Judas no merecía, como tampoco merecía el que se le hubiese introducido en el “pacto [...] para un reino”. (Lu 22:19-30.)
Más tarde, Judas halló a Jesús y a sus fieles apóstoles en el jardín de Getsemaní, un lugar que el traidor conocía bien, pues se habían reunido allí en otras ocasiones. Llevaba consigo una gran multitud, entre la que se hallaban soldados romanos y un comandante militar. La chusma portaba garrotes y espadas, así como antorchas y lámparas, que necesitarían en caso de que las nubes cubriesen la luna llena o Jesús se hallara en un lugar oscuro. Los romanos no reconocerían a Jesús, por lo que, según una señal acordada de antemano, Judas saludó a Cristo y, en un acto de hipocresía, “lo besó muy tiernamente”, lo que sirvió para identificarlo. (Mt 26:47-49; Jn 18:2-12.) Algún tiempo después, Judas se sintió abrumado por su culpabilidad. Por la mañana, intentó devolver las 30 piezas de plata, pero los principales sacerdotes rehusaron aceptarlas. Finalmente, arrojó el dinero en el templo. (Mt 27:1-5.)
Su muerte. Según Mateo 27:5, Judas se ahorcó. Sin embargo, Hechos 1:18 dice: “Cayendo de cabeza, reventó ruidosamente por en medio, y todos sus intestinos quedaron derramados”. Mateo dice cómo intentó suicidarse, mientras que en Hechos se registra el resultado. Combinando ambos relatos, parece que Judas intentó ahorcarse sobre algún peñasco, pero la cuerda o la rama se rompió, de modo que cayó y se reventó en las rocas que había debajo. La topografía de los alrededores de Jerusalén permite esta explicación.
En lo que respecta a su muerte, también surge la pregunta en cuanto a quién compró con las 30 piezas de plata el campo donde lo sepultaron. Según Mateo 27:6, 7, los principales sacerdotes decidieron que no podían colocar el dinero en la tesorería sagrada, así que ellos lo usaron para comprar el campo. El relato de Hechos 1:18, 19, dice sobre Judas: “Este mismo hombre, por tanto, compró un campo con el salario de la injusticia”. La respuesta parece ser que los sacerdotes compraron el campo, pero, como Judas aportó el dinero, se le podía atribuir el hecho a él. El doctor A. Edersheim señaló: “No era lícito introducir en la tesorería del templo, para la adquisición de cosas sagradas, dinero obtenido de manera ilegal. En estos casos, la ley judía disponía que se devolviese el dinero al donante, y si este insistía en darlo, había que inducirle a que lo dedicara a algo de beneficio público [...]. Por una ficción legal se entendía que el dinero era de Judas, y que él lo había destinado a la compra del conocido ‘campo del alfarero’”. (The Life and Times of Jesus the Messiah, 1906, vol. 2, pág. 575.) Esta compra sirvió para que se cumpliese la profecía de Zacarías 11:13.
Judas actuó deliberadamente, con maldad, codicia, orgullo, hipocresía e intriga. Después sintió remordimiento bajo el peso de la culpa, como le podría suceder a un asesino ante el resultado de su crimen. Sin embargo, por propia iniciativa, negoció con aquellos de quienes Jesús dijo que hacían prosélitos que estaban sujetos al Gehena dos veces más que ellos mismos y que también estaban expuestos al “juicio del Gehena”. (Mt 23:15, 33.) En la última noche de su vida terrestre, Jesús dijo con relación a Judas: “Le hubiera sido mejor a aquel hombre no haber nacido”. Más tarde, le llamó “el hijo de destrucción”. (Mr 14:21; Jn 17:12; Heb 10:26-29.)
Su sustitución. Entre la ascensión de Jesús y el día del Pentecostés de 33 E.C. Pedro, aplicando la profecía del Salmo 109:8, explicó a un grupo de unos 120 discípulos que se habían reunido, que parecía apropiado seleccionar un sustituto para Judas. Se propusieron dos candidatos y se echaron suertes; resultó escogido Matías, ‘para que tomara el lugar de este ministerio y apostolado, del cual Judas se había desviado para ir a su propio lugar’. (Hch 1:15, 16, 20-26.)
5. “Esclavo de Jesucristo, pero hermano de Santiago.” De esta manera se introduce a sí mismo el escritor de la carta inspirada que lleva su nombre. Al parecer, no era la misma persona que “Judas hijo de Santiago”, uno de los once apóstoles fieles de Jesucristo. (Lu 6:16.) Se llama a sí mismo un “esclavo” de Jesucristo, no un apóstol; también se refiere a los apóstoles en tercera persona como “ellos”. (Jud 1, 17, 18.)
Aunque las Escrituras Griegas Cristianas mencionan a otros Judas, este escritor bíblico se distingue de los demás porque menciona el nombre de su hermano. De ahí se puede deducir que su hermano Santiago era muy conocido entre los cristianos. Únicamente una persona con ese nombre parece haber sido notablemente prominente. El apóstol Pablo se refirió a este Santiago como una de las “columnas” de la congregación de Jerusalén y como “el hermano del Señor”. (Gál 1:19; 2:9; véase también Hch 12:17; 15:13-21.) Por lo tanto, Judas debió ser uno de los cuatro medio hermanos de Cristo Jesús. (Mt 13:55; Mr 6:3.) Sin embargo, no intenta aprovecharse de su relación familiar con el Hijo de Dios, sino que humildemente se llama a sí mismo un “esclavo de Jesucristo”.
Casi no se sabe nada en cuanto a la vida de Judas. Al principio del ministerio de Cristo Jesús puede que estuviera entre los que decían: “Ha perdido el juicio”. (Mr 3:21.) Al parecer se encontraba con su madre, María, y sus tres hermanos, cuando Jesús realizó un milagro en Caná al comienzo de su ministerio; más tarde, viajó con Jesús y sus discípulos a Capernaum, donde permaneció poco tiempo. (Jn 2:1-12.) Parece ser que más de un año después acompañó a María y a sus hermanos en busca de Jesús. (Mt 12:46.) En cualquier caso, en 32 E.C. los hermanos de Jesús, entre ellos Judas, “no ejercían fe en él”. (Jn 7:5.) Momentos antes de su muerte, Jesús encomendó a su madre creyente al cuidado del apóstol Juan, un claro indicio de que para ese tiempo, ni Judas ni sus hermanos eran discípulos. (Jn 19:26, 27.)
Sin embargo, Jesús se apareció a su medio hermano Santiago después de resucitar. (1Co 15:7.) Sin duda este acontecimiento tuvo mucho que ver en que no solo Santiago, sino también Judas y sus otros hermanos, se convencieran de que Jesús era en realidad el Mesías. Por consiguiente, ya antes del Pentecostés de 33 E.C. persistían en la oración con los once apóstoles fieles y otros discípulos en un cuarto superior en Jerusalén. Parece ser que también se hallaban entre las 120 personas reunidas en la ocasión en que Matías fue escogido por medio de echar suertes para reemplazar al infiel Judas Iscariote. (Hch 1:13-26.) De ser así, esto indicaría que recibieron el espíritu santo el día del Pentecostés. (Hch 2:1-4.)
6. Hombre de Damasco domiciliado en la calle Recta. Mientras Saulo (Pablo) estaba ciego, inmediatamente después de su conversión, se alojó en la casa de Judas, y allí lo visitó Ananías para imponerle las manos. (Hch 9:11, 17.) El relato no dice si Judas era un discípulo en aquel entonces, pero no parece probable, pues tanto Ananías como otros discípulos dudaron en acercarse a Pablo a causa de su reputación de perseguidor, mientras que Judas lo aceptó en su casa. (Hch 9:13, 14, 26.)
7. Judas, llamado también Barsabás, fue uno de los dos discípulos enviados por el cuerpo gobernante, que estaba en Jerusalén, para acompañar a Pablo y Bernabé cuando llevaron la carta relacionada con el asunto de la circuncisión (c. 49 E.C.). Tanto a Judas como a su compañero Silas se les tenía por “varones prominentes entre los hermanos”. (Hch 15:22.) La carta se dirigió a “los hermanos de Antioquía y Siria y Cilicia”. Solo se dice que Judas y Silas llegaron a Antioquía, y no hay registro de que fueran más allá. Tenían que confirmar de palabra el mensaje expresado en la carta. Judas era ‘profeta’, y, como orador que visitaba a la congregación, dio muchos discursos a los hermanos en Antioquía, animándolos y fortaleciéndolos. (Hch 15:22, 23, 27, 30-32.)
Hechos 15:33 indica que Judas y Silas volvieron a Jerusalén después de haber “pasado algún tiempo” con los cristianos de Antioquía. Ciertos manuscritos (como el Códice Ephraemi y el de Beza) contienen el versículo 34, que dice: “Pero a Silas le pareció bien permanecer allí más tiempo; sin embargo, Judas partió solo para Jerusalén”. No obstante, los manuscritos antiguos más confiables (Sinaítico, Alejandrino, Vaticano núm. 1209) omiten este versículo. Es probable que se tratase de una nota marginal que intentaba explicar el versículo 40 y que con el tiempo se introdujo en el texto principal.
Algunos comentaristas sugieren la idea de que Judas, a quien también se llamaba Barsabás, era hermano de “José llamado Barsabás”, un discípulo al que se propuso para reemplazar a Judas Iscariote. (Hch 1:23.) Pero aparte de la similitud del nombre, no hay nada que apoye esta idea. Tras su regreso a Jerusalén, la Biblia no vuelve a mencionar a Judas.