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¡La palabra de Jehová prevalece!La Atalaya 1990 | 15 de junio
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Finalmente el registrador de la ciudad (que encabezaba el gobierno municipal) dijo que los artífices podían presentar sus cargos a un procónsul, quien estaba autorizado para emitir fallos judiciales, o que su caso pudiera decidirse en “una asamblea formal” de ciudadanos. De otro modo, Roma podía acusar de amotinarse a los que componían aquella asamblea informal. Sin más que decir, despidió a la gente.
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