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“Sean pacíficos con todos los hombres”La Atalaya 2009 | 15 de octubre
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En vez de guardarles rencor a quienes nos persiguen, tratamos de darles a conocer la verdad, pues sabemos que algunos de ellos actúan por ignorancia (2 Cor. 4:4). Siempre procuramos seguir este consejo de Pablo: “Sigan bendiciendo a los que los persiguen; estén bendiciendo, y no maldiciendo” (Rom. 12:14). Una manera de bendecir a los opositores es orando por ellos. Jesús dijo en el Sermón del Monte: “Continúen amando a sus enemigos, haciendo bien a los que los odian, bendiciendo a los que los maldicen, orando por los que los insultan” (Luc. 6:27, 28). El apóstol Pablo sabía por experiencia que un perseguidor puede convertirse en fiel discípulo de Cristo y celoso siervo de Jehová (Gál. 1:13-16, 23). A sus hermanos de Corinto escribió lo siguiente: “Cuando se nos injuria, bendecimos; cuando se nos persigue, lo soportamos; cuando se nos infama, suplicamos” (1 Cor. 4:12, 13).
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