¿Quiénes son realmente los escapistas?
“ESTÁS escapándote de la realidad.” Esto fue lo que dijo un pariente de un joven ministro cuando este se mudó a Oceanía con el propósito de ocuparse en la actividad misional. Y hay muchas personas que compartirían este mismo parecer. Por ejemplo, recientemente en Nueva Zelanda un locutor insinuó que cuando las condiciones económicas deterioran, muchas personas se dirigen a Dios como una forma de escapismoa.
Pero ¿son realmente escapistas las personas que dedican su vida a la búsqueda de intereses espirituales? De acuerdo con Jesucristo, no lo son. Él no consideró la creencia en Dios como una ilusión, invención o mero producto de la imaginación. Él dijo, según se registra en Juan 7:28: “Yo no he venido de mi propia iniciativa, pero el que me ha enviado es real”.
En el caso de Jesús, la creencia en Dios no le afectó de manera pasiva. Él se sintió impelido a presentar su vida ante Dios, diciendo: “¡Mira! He venido [...] para hacer tu voluntad, oh Dios”. (Hebreos 10:7.) Así mismo se sienten los cristianos verdaderos hoy día. Para ilustrarlo, note el consejo que Pablo dio a Timoteo, un anciano prominente de la congregación del primer siglo. Pablo sabía que algunos cristianos en la congregación tenían muchas posesiones materiales. Pero debido a que su fe se basaba en la realidad, se sentirían impelidos a emplear bien tales posesiones. Pablo dijo: “A los que tienen riquezas de este mundo, mándales que no sean orgullosos ni pongan su esperanza en sus riquezas, porque las riquezas no son seguras. Antes bien, que pongan su esperanza en Dios, el cual nos da todas las cosas con abundancia y para nuestro provecho. Mándales que hagan el bien, que se hagan ricos en buenas obras y que estén dispuestos a dar y compartir lo que tienen. Así tendrán riquezas que les proporcionarán una base firme para el futuro, y alcanzarán la vida verdadera”. (1 Timoteo 6:17-19, Versión Popular.)
Por lo tanto, el cristianismo no es un medio de huir de la realidad. Implica el encararse valerosamente a la responsabilidad. El Dios que adoramos no es una ilusión; él es real. Nuestra vida en su servicio es significativa y satisfaciente. Más bien que ser una suposición sin base, nuestra esperanza en una recompensa futura tiene un fundamento seguro en las promesas de un Dios que no puede mentir. (Hebreos 6:18.)
¿Qué hay, pues, de aquellos que no creen que es necesario servir a Dios y edifican su vida en torno a las posesiones materiales o a alguna carrera egoísta? ¿Podría ser que estos en realidad sean los escapistas?
El sabio Salomón usó expresiones como “vanidad” y “esforzarse tras viento” para describir una vida en la que las cosas materiales y los placeres carnales ocupan el primer lugar. Él describió el resultado de esto, al decir: “Y nada de lo que mis ojos pidieron mantuve alejado de ellos. No detuve mi corazón de ninguna clase de regocijo, pues mi corazón estaba gozoso a causa de todo mi duro trabajo, y ésta vino a ser mi porción de todo mi duro trabajo. Y yo, yo mismo, me volví hacia todas las obras mías que mis manos habían hecho, y hacia el duro trabajo que yo había trabajado duro para lograr, y, ¡mira!, todo era vanidad y un esforzarse tras viento, y no había nada que sirviera de ventaja bajo el sol”. (Eclesiastés 2:10, 11.)
Es cierto que la vida materialista le produjo algún regocijo. Pero le faltaban la satisfacción verdadera y la felicidad permanente. Tal vida es pura “vanidad”. En realidad, la palabra hebrea para “vanidad” tiene el significado literal de “aliento”, y, por lo tanto, se refiere a lo que carece de estabilidad y permanencia. Por eso, La Nueva Biblia, Latinoamérica usa la frase “esfuerzo vano”.
Por lo tanto, ¿está la persona que lleva una vida como la que Salomón clasificó de “vanidad” en condición de acusar a un cristiano de querer escapar a un estado de contentamiento ilusorio? Difícilmente. De hecho, el apóstol Pablo muestra también que “la escena de este mundo está cambiando”. (1 Corintios 7:31.) Aquí Pablo asemeja al mundo impío a un escenario que siempre está cambiando de escenas. Lo que hoy parece espléndido, hermoso y hasta espectacular podría desaparecer mañana. Los “actores” del día actual son reemplazados por otros con el tiempo. A pesar de todo su esfuerzo, no producen nada de valor permanente en la vida. No tienen ninguna esperanza verdadera para el futuro.
Philip Chesterfield, cortesano y orador inglés del siglo XVIII, dijo correctamente: “He viajado por los ridículos caminos del placer, y los he experimentado todos. He disfrutado de todos los placeres del mundo, y los estimo por lo que verdaderamente valen, en realidad muy poco [...] Cuando reflexiono sobre lo que he visto, [...] y lo que he hecho, difícilmente puedo convencerme a mí mismo de que toda esa precipitación y agitación superficial respecto a los placeres del mundo hayan tenido alguna realidad”.
No obstante, los cristianos son como Abrahán, quien “esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, cuyo edificador y hacedor es Dios”. (Hebreos 11:10.) Debido a que su fe es segura, no tienen que escapar; más bien, llenan su vida con actividad que satisface. ¿Qué hay de la vida de usted? ¿Es meramente un escape, o está firmemente edificada sobre la realidad?
[Nota a pie de página]
a “Escapismo” se define como la “tendencia a evadir la responsabilidad mediante actividades que aparten de la realidad cotidiana”, o “dirección del pensamiento hacia una actividad imaginativa [...] que le aparta de la rutina y la realidad”.