¿Lo sabía?
¿Cómo era el “tribunal” mencionado en Hechos 18:12, 13 adonde se llevó al apóstol Pablo?
▪ El pasaje de Hechos 18:12, 13 dice que los judíos de la ciudad de Corinto acusaron a Pablo de realizar propaganda religiosa ilegal y lo condujeron al “tribunal” (en griego, béma, término que literalmente significa “lugar para asentar el pie”). En la antigua Corinto había una plataforma al aire libre cerca del centro de la plaza de mercado, o ágora. Este lugar, que tal vez estaba ubicado a tan solo unos pasos de la sinagoga, era ideal para que un orador se dirigiera al pueblo. La plataforma, minuciosamente decorada con finos grabados, era de mármol blanco y azul. Contaba con dos áreas de espera con suelos de mosaico y bancos de mármol.
Al parecer, ese podio fue el tribunal adonde llevaron a Pablo para comparecer ante el procónsul Galión, gobernador romano de Acaya. Desde ahí, los magistrados escuchaban casos judiciales y dictaban sentencias ante la multitud reunida.
En las ciudades estado griegas era común que la gente se congregara frente a estos tribunales, pues allí se administraban todos los asuntos oficiales. En relación con el juicio de Jesús, los textos griegos tanto de Mateo 27:19 como de Juan 19:13 emplean el término béma para referirse al tribunal desde el que Poncio Pilato se dirigió a la multitud (compárese con Hechos 12:21).
¿Por qué el modo en que murió Jesús fue un obstáculo para que algunos judíos se hicieran cristianos?
▪ Refiriéndose a los primeros cristianos, el apóstol Pablo declaró: “Nosotros predicamos a Cristo fijado en el madero; para los judíos causa de tropiezo, pero para las naciones necedad” (1 Corintios 1:23). ¿En qué sentido fue el modo en que murió Jesús una causa de tropiezo, u obstáculo, para algunos judíos?
Situándonos en el ámbito cultural de Oriente Medio en el siglo primero, el comentarista bíblico Ben Witherington III describe la ejecución de Jesús como “la manera más vergonzosa de morir de su sociedad. No se consideraba una muerte digna de un mártir”. Lo que es más, explica: “La gente de aquel entonces creía que la forma en que alguien moría revelaba la clase de persona que había sido. De acuerdo con esto, Jesús era un vil criminal, un hombre culpable de traición contra el Estado, un hombre que merecía el castigo de los esclavos rebeldes”. Puesto que este era el criterio común en aquella sociedad, sería absurdo concluir que los primeros cristianos se inventaron los relatos sobre la muerte y resurrección de Jesucristo.