LEY
“Precepto dictado por la suprema autoridad, en que se manda o prohíbe una cosa en consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados [...]. Conjunto de las leyes, o cuerpo del derecho civil [...]. Todo aquello que es arreglado a la voluntad divina y recta razón.” (Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española.) “Nombre abstracto aplicado al conjunto de normas creadas por los hombres para regular sus relaciones.” (Diccionario de Uso del Español, de María Moliner.) “Conjunto de preceptos que provienen de la voluntad de Dios y que han sido manifestados por una revelación.” (Nueva Enciclopedia Larousse.)
En las Escrituras Hebreas, la palabra “ley” se traduce principalmente del término hebreo toh·ráh, término relacionado con el verbo ya·ráh, que significa “dirigir; enseñar; instruir en”. En algunos casos se traduce de la voz aramea dath. (Da 6:5, 8, 15.) Otros términos que se traducen por “ley” en la Versión Moderna son misch·pát (decisión judicial; juicio) y mits·wáh (mandamiento). En las Escrituras Griegas se traduce por “ley” la palabra nó·mos, que proviene del verbo né·mō (repartir; distribuir”).
Se dice que Jehová Dios es la Fuente de la ley, el Legislador Supremo (Isa 33:22), el Soberano que delega autoridad (Sl 73:28; Jer 50:25; Lu 2:29; Hch 4:24; Rev 6:10) y sin cuyo permiso o concesión no se puede ejercer la autoridad o mando. (Ro 13:1; Da 4:35; Hch 17:24-31.) Su trono está establecido sobre la justicia y el juicio. (Sl 97:1, 2.) La voluntad expresada de Dios llega a ser ley para sus criaturas. (Véase CAUSA JUDICIAL.)
Leyes dadas a los ángeles. Los ángeles, superiores al hombre, están sujetos a la ley y a los mandamientos de Dios. (Heb 1:7, 14; Sl 104:4.) Jehová incluso dio órdenes y restringió a su adversario Satanás. (Job 1:12; 2:6.) El arcángel Miguel acató la posición de Jehová como Juez Supremo cuando dijo, al disputar con el Diablo: “Que Jehová te reprenda”. (Jud 9; compárese con Zac 3:2.) Jehová Dios ha colocado a todos los ángeles bajo la autoridad del glorificado Jesucristo. (Heb 1:6; 1Pe 3:22; Mt 13:41; 25:31; Flp 2:9-11.) Por mandato de Jesús, a Juan se le envió un mensajero angélico. (Rev 1:1.) En 1 Corintios 6:3 el apóstol Pablo dice que los hermanos espirituales de Cristo ‘juzgarán a ángeles’, lo que debe responder al hecho de que participarán de algún modo en la ejecución de juicio sobre los espíritus inicuos.
La ley de la creación divina. Otra definición de la palabra “ley”, que aparece en la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana (Espasa-Calpe), es la siguiente: “Cada uno de los principios invariables por que se rige el mundo físico”. Como Creador de todas las cosas en el cielo y en la Tierra (Hch 4:24; Rev 4:11), Jehová ha establecido leyes que rigen todas las cosas creadas. En Job 38:10, se hace mención de una “disposición reglamentaria” sobre el mar; en Job 38:12, de ‘dar órdenes a la mañana’, y en Job 38:31-33, se dirige la atención a las constelaciones estelares y a “los estatutos de los cielos”. Este último capítulo también menciona que Dios gobierna la luz, la nieve, el granizo, las nubes, la lluvia, el rocío y los relámpagos. En los capítulos 39 al 41 se muestra el cuidado de Dios por el reino animal, y se atribuyen el nacimiento, los ciclos de la vida y los hábitos de los animales a las leyes que Dios ha dictado, no a ninguna “adaptación” evolutiva. De hecho, cuando Dios creó las diversas formas de vida, las sujetó a la ley de reproducirse “según su género”, lo que excluía la evolución. (Gé 1:11, 12, 21, 24, 25.) El hombre también produjo hijos “a su semejanza, a su imagen”. (Gé 5:3.) En el Salmo 139:13-16 se habla del crecimiento embrionario de un niño en la matriz y se dice que todas sus partes están escritas en el “libro” de Jehová antes de que ninguna de ellas viniera a la existencia. En Job 26:7 se dice que Jehová es Aquel que está “colgando la tierra sobre nada”. En la actualidad, los científicos atribuyen la posición de la Tierra en el espacio fundamentalmente a la interacción de la ley de la gravedad y la fuerza centrífuga.
Leyes dadas a Adán. En el jardín de Edén, Adán y Eva recibieron algunos mandatos de Dios relacionados con sus deberes: 1) llenar la Tierra, 2) sojuzgarla y 3) tener en sujeción a todas las otras criaturas terrestres, marinas y voladoras. (Gé 1:28.) También se les dieron leyes en cuanto a su dieta: podrían comer la vegetación que da semilla y la fruta. (Gé 1:29; 2:16.) Sin embargo, Adán recibió un mandato que prohibía comer del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo (Gé 2:17), y este mandato se le transmitió a Eva. (Gé 3:2, 3.) A Adán se le presenta como un transgresor, debido a que violó una ley explícita. (Ro 5:14, 17; 4:15.)
Las leyes dadas a Noé y la ley patriarcal. A Noé se le dieron mandamientos relacionados con la construcción del arca y la salvación de su familia. (Gé 6:22.) Después del Diluvio, también recibió leyes, según las cuales el hombre podía incluir carne en su dieta alimentaria; se declaraba la santidad de la vida y de la sangre, en donde radica la vida; se prohibía comer la sangre; se condenaba el asesinato, y se instituía la pena capital por este delito. (Gé 9:3-6.)
El patriarca era a la vez cabeza de familia y gobernante. Se dice que Jehová es el gran Cabeza de Familia o Patriarca: “El Padre, a quien toda familia en el cielo y en la tierra debe su nombre”. (Ef 3:14, 15.) Noé, Abrahán, Isaac y Jacob son ejemplos sobresalientes de patriarcas. Jehová trató con ellos de manera especial. A Abrahán se le dio el mandato de circuncidar a todos los varones de su casa como una señal del pacto que Dios había hecho con él. (Gé 17:11, 12.) Abrahán observó los “mandatos”, “estatutos” y “leyes” de Jehová. Conocía cómo hacía justicia y juicio Jehová, y ordenó que los miembros de su casa guardasen esos estatutos. (Gé 26:4, 5; 18:19.)
Por lo general, las leyes que rigieron la vida de los patriarcas también eran reconocidas y hasta cierto grado estaban reflejadas en las leyes de las naciones de aquel tiempo, naciones que provenían de los tres hijos del patriarca Noé. Por ejemplo: el Faraón de Egipto sabía que era impropio tomar la esposa de otro hombre (Gé 12:14-20), como hicieron los reyes de los filisteos en los casos de Sara y Rebeca. (Gé 20:2-6; 26:7-11.)
En los días de Moisés, los israelitas eran esclavos en Egipto. Se habían trasladado voluntariamente a Egipto en tiempos de Jacob, pero una vez muerto José, el hijo de Jacob y primer ministro del país, se les esclavizó. De hecho, se les vendió en esclavitud sin ninguna compensación a cambio. De acuerdo con la ley patriarcal de redención y la ley de la primacía del primogénito, Jehová le dijo al Faraón por boca de Moisés y Aarón: “Israel es mi hijo, mi primogénito. Y yo te digo: Envía a mi hijo para que me sirva. Pero si rehúsas enviarlo, ¡mira!, voy a matar a tu hijo, a tu primogénito”. (Éx 4:22, 23.) Para esta redención no era necesario que se pagase un precio, y nada se le dio a Egipto a cambio. Cuando finalmente los israelitas abandonaron a sus amos egipcios, “Jehová dio favor al pueblo a los ojos de los egipcios, de modo que estos les concedieron lo que se pidió; y ellos despojaron a los egipcios”. (Éx 3:21; 12:36.) Habían entrado en Egipto con la aquiescencia del Faraón, como un pueblo libre, no como prisioneros de guerra sometidos a esclavitud. Dado que su esclavizamiento había sido injusto, Jehová se había asegurado de que al salir se les retribuyese por todo su duro trabajo.
A toda la familia se la consideraba responsable de las violaciones de la ley que cometiera alguno de sus miembros. El cabeza patriarcal era el representante responsable, a quien se culpaba por los errores de su familia y de quien se requería que castigase a cualquier malhechor de su familia. (Gé 31:30-32.)
El matrimonio y la primogenitura. Los padres eran los que concertaban el matrimonio tanto de sus hijos como de sus hijas. (Gé 24:1-4.) Era común pagar un precio por la novia. (Gé 34:11, 12.) Entre los adoradores de Jehová, el casarse con idólatras era mostrar desobediencia e ir en contra de los intereses de la familia. (Gé 26:34, 35; 27:46; 28:1, 6-9.)
La primogenitura le correspondía al hijo mayor, y a él le pertenecía por herencia. Además, la primogenitura conllevaba recibir una porción doble de los bienes. Sin embargo, el padre, como cabeza de familia, podía transferirla. (Gé 48:22; 1Cr 5:1.) Por lo general, el hijo mayor se convertía en el cabeza patriarcal cuando moría el padre. Después de casarse, los hijos podían fundar sus propias casas fuera de la jefatura del padre y llegar a ser ellos mismos cabezas de familia.
Moralidad. La fornicación era vergonzosa y se castigaba, especialmente en los casos de personas prometidas o casadas (adulterio). (Gé 38:24-26; 34:7.) Se practicaba el matrimonio de levirato cuando un hombre moría sin tener descendiente varón. En ese caso, su hermano tenía la responsabilidad de tomar por esposa a la viuda, y el primogénito de esa unión heredaría los bienes del hombre muerto y conservaría su nombre. (Dt 25:5, 6; Gé 38:6-26.)
Propiedad. En líneas generales, parece que no se tenía propiedad privada, aparte de unas pocas pertenencias personales, pues los rebaños y los enseres de la casa eran posesión común de la familia. (Gé 31:14-16.)
Sobre la base de algunos testimonios históricos relacionados, hay doctos que opinan que cuando se realizaba la venta de un terreno, existía la costumbre de mostrarle la tierra al comprador desde un lugar elevado y señalarle desde allí las lindes exactas. En el momento en que el comprador decía “la veo”, daba su conformidad legal. Cuando Jehová le prometió a Abrahán que le daría la tierra de Canaán, primero le dijo que mirara en dirección a los cuatro puntos cardinales. Abrahán no dijo “la veo” quizás porque Dios le había dicho que daría la Tierra Prometida más tarde a su descendencia. (Gé 13:14, 15.) A Moisés, el representante legal de Israel, se le dijo “ve con tus ojos” la tierra, lo que indicaría —si la costumbre aquí expuesta responde a la realidad— que aquella tierra se le entregaba a Israel, una tierra que ellos ocuparían bajo el acaudillamiento de Josué. (Dt 3:27, 28; 34:4; considérese también el ofrecimiento que Satanás le hizo a Jesús en Mt 4:8.) Otra acción que al parecer también tenía un carácter legal parecido era atravesar la tierra o entrar en ella con el objeto de significar que se tomaba posesión. (Gé 13:17; 28:13.) Hay documentos antiguos en los que se hace constar el número de árboles que había en un determinado terreno cuya compra se efectuaba. (Compárese con Gé 23:17, 18.)
Custodia. Cuando un individuo prometía cuidar o ‘guardar’ a una persona, un animal o una cosa, recaía sobre él responsabilidad legal. (Gé 30:31.) En el caso de la desaparición de José, Rubén, como primogénito de Jacob, fue el responsable. (Gé 37:21, 22, 29, 30.) El que quedaba al cuidado tenía que mostrar suficiente interés por aquello que se había dejado a su cargo. Por ejemplo: debía restituir los animales robados, pero no los que morían de muerte natural o se habían perdido por razones ajenas a su control, como en el caso de que ladrones armados robasen ovejas. Si un animal moría despedazado por una fiera, tenían que presentarse pruebas de que el animal había sido despedazado para librar de responsabilidad al guardián. (Gé 37:12-30, 32, 33; Éx 22:10-13.)
Esclavitud. Los esclavos podían ser comprados para tal propósito, o simplemente serlo por haber nacido de padres esclavos. (Gé 17:12, 27.) Como ocurrió en el caso de Eliezer, el siervo de Abrahán, podían ser muy estimados en la casa patriarcal. (Gé 15:2; 24:1-4.)
La Ley de Dios dada a Israel: la Ley de Moisés. En 1513 a. E.C., Jehová le dio a Israel la Ley por medio de Moisés en el desierto de Sinaí. Cuando se inauguró el pacto de la Ley en el monte Horeb, hubo una impresionante demostración del poder de Jehová. (Éx 19:16-19; 20:18-21; Heb 12:18-21, 25, 26.) Se dio validez al pacto con la sangre de toros y cabras. El pueblo presentó ofrendas de comunión y escuchó la lectura del libro del pacto, después de lo cual concordaron en obedecer todo lo que Jehová había hablado. Muchas de las leyes patriarcales anteriores se incorporaron en la Ley dada por mediación de Moisés. (Éx 24:3-8; Heb 9:15-21; véase PACTO.)
A menudo a los primeros cinco libros de la Biblia (de Génesis a Deuteronomio) se les llama la Ley. En otras ocasiones, este término se usa con referencia a todas las Escrituras Hebreas inspiradas. Sin embargo, los judíos normalmente consideraban que todas las Escrituras Hebreas se componían de tres secciones: “la ley de Moisés”, “los Profetas” y “los Salmos”. (Lu 24:44.) Asimismo, en Israel también eran obligatorios los mandatos que transmitían los profetas.
En la Ley se reconocía a Jehová como Soberano absoluto y también como Rey de una manera especial. Por consiguiente, puesto que Jehová era Dios y Rey de Israel, la desobediencia a la Ley era una ofensa religiosa y un delito de lesa majestad, es decir, una afrenta contra el Cabeza del Estado: el Rey Jehová. Se dijo de David, de Salomón y de los sucesores al trono de Judá que se sentaban en el “trono de Jehová”. (1Cr 29:23.) Los reyes humanos y los gobernantes de Israel estaban bajo la Ley, y aquellos que se volvían déspotas, eran violadores de la Ley y tenían que rendir cuentas a Dios. (1Sa 15:22, 23.) La monarquía y el sacerdocio estaban separados, lo que permitía que hubiese un equilibrio de poder y protegía al pueblo de la tiranía. Este hecho recordaba a los israelitas que Jehová era su Dios y su verdadero Rey. La Ley determinaba la relación que cada individuo mantenía con Dios y con su prójimo, y toda persona podía acercarse a Dios por medio del sacerdocio.
La Ley dio a los israelitas la oportunidad de convertirse en un “reino de sacerdotes y una nación santa”. (Éx 19:5, 6.) El que la Ley exigiese devoción exclusiva a Jehová, la prohibición absoluta de cualquier forma de unión de fes y las regulaciones concernientes a la limpieza religiosa y a la dieta alimentaria, constituían un “muro” para mantener a la nación bien separada de las otras naciones. (Ef 2:14.) Difícilmente un judío podría entrar en una tienda o casa gentil, o comer con gentiles, sin hacerse inmundo religiosamente. De hecho, cuando Jesús estuvo en la Tierra, se creía que con solo entrar en una casa o edificio gentil, un judío ya quedaba inmundo. (Jn 18:28; Hch 10:28.) Se protegía la santidad de la vida y la dignidad y el honor de la familia, del matrimonio y de la persona. Otros efectos de la separación religiosa que produjo el pacto de la Ley eran los siguientes: beneficios en la salud y protección de enfermedades comunes a las naciones vecinas. El obedecer las leyes de limpieza moral, higiene física y dieta alimentaria sin duda tenía efectos muy saludables.
Pero el verdadero propósito de la Ley era, como dijo el apóstol Pablo, “poner de manifiesto las transgresiones, hasta que llegara la descendencia”. La Ley era un ‘tutor que conducía a Cristo’, y señaló hacia él como objetivo principal: “Cristo es el fin de la Ley”. También reveló que todos los humanos, lo que obviamente no excluía a los judíos, eran pecadores y que la vida no se podía obtener por medio de “obras de ley”. (Gál 3:19-24; Ro 3:20; 10:4.) La Ley era “espiritual” y “santa”. (Ro 7:12, 14.) En Efesios 2:15 se le llama la “Ley de mandamientos que consistía en decretos”. En realidad, era una norma de perfección, y señalaba como perfecto y merecedor de vida a aquel que pudiera guardarla. (Le 18:5; Gál 3:12.) El hecho de que los humanos imperfectos no pudiesen cumplir la Ley demostró que “todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios” (Ro 3:23); solo Jesucristo la cumplió intachablemente. (Jn 8:46; Heb 7:26.)
La Ley también era “una sombra de las buenas cosas por venir”, y las cosas relacionadas con ella eran “representaciones típicas”, de manera que tanto Jesús como los apóstoles a menudo hicieron referencia a ellas para explicar cosas celestiales y asuntos concernientes a la doctrina y conducta cristianas. Por lo tanto, la Ley proporciona un campo de estudio esencial y necesario para el cristiano. (Heb 10:1; 9:23.)
Jesús dijo que toda la Ley pendía de dos mandamientos: amar a Dios y amar al prójimo. (Mt 22:35-40.) Es interesante el hecho de que en el libro de Deuteronomio (donde se modificó un poco la Ley para tener en cuenta las nuevas circunstancias del pueblo de Israel cuando se establecieran en la Tierra Prometida) las palabras hebreas que se traducen “amor”, “amado”, etc., aparecen más de veinte veces.
Las Diez Palabras (Éx 34:28) o Diez Mandamientos constituían la parte básica de la Ley, pero estaban combinados con unas 600 leyes más, cuya observancia era de igual obligatoriedad para los israelitas. (Snt 2:10.) Los cuatro primeros de los Diez Mandamientos definían la relación del hombre con Dios; el quinto, con Dios y con los padres, y los últimos cinco, con el prójimo. Estos últimos cinco se mencionan en orden de gravedad en función del daño causado al prójimo: asesinato, adulterio, robo, dar falso testimonio y codicia o deseo egoísta. El décimo mandamiento hace que la Ley sea única en comparación con las leyes de todas las demás naciones, pues prohíbe el deseo egoísta, algo que únicamente Dios puede sancionar. En realidad, este mandamiento revela la causa por la que se violan los otros mandamientos. (Éx 20:2-17; Dt 5:6-21; compárese con Ef 5:5; Col 3:5; Snt 1:14, 15; 1Jn 2:15-17.)
La Ley contenía muchos principios y estatutos orientadores. No obstante, los jueces tenían libertad para investigar y analizar los motivos y la actitud de los transgresores, así como las circunstancias relacionadas con la transgresión. Un transgresor que obraba de manera deliberada y que era irrespetuoso o no estaba arrepentido recibía la pena máxima. (Nú 15:30, 31.) En otros casos, se podía dictar una sentencia más liviana. Por ejemplo, mientras que se debía ejecutar sin falta a un asesino, se podía mostrar misericordia a un homicida involuntario. (Nú 35:15, 16.) En el caso de que un toro que tuviese la costumbre de acornear matase a un hombre, su dueño debería morir o pagar el rescate que le impusiesen los jueces. (Éx 21:29-32.) Parece ser que la diferencia de castigos que se puede apreciar al comparar Éxodo 22:7 con Levítico 6:1-7 dependía de que el individuo en cuestión fuese un ladrón deliberado o un malhechor que confesaba voluntariamente.
La ley de la conciencia. Esta se debe a que las personas tienen la ‘ley escrita en el corazón’. Aquellos que no están bajo una ley directa de Dios, como la Ley dada por medio de Moisés, son “una ley para sí mismos”, pues sus conciencias hacen que sean “acusados o hasta excusados” en sus propios pensamientos. (Ro 2:14, 15.) Muchas leyes justas de las sociedades paganas reflejan esta conciencia con la que se dotó originalmente a Adán, nuestro antepasado común, y que se transmitió por medio de Noé. (Véase CONCIENCIA.)
En 1 Corintios 8:7 el apóstol Pablo menciona que la falta de conocimiento cristiano exacto puede resultar en una conciencia débil. La conciencia puede ser para la persona tanto una buena guía como una guía pobre, todo dependerá del conocimiento y la formación que la persona reciba. (1Ti 1:5; Heb 5:14.) La conciencia puede corromperse y, en consecuencia, descarriar a la persona. (Tit 1:15.) Debido a que obran constantemente en contra del dictado de su conciencia, algunos terminan insensibilizándola, como el tejido cicatrizal, y su conciencia deja de ser una guía fiable. (1Ti 4:1, 2.)
“La ley del Cristo.” Pablo escribió: “Sigan llevando las cargas los unos de los otros, y así cumplan la ley del Cristo”. (Gál 6:2.) Mientras que el pacto de la Ley terminó en Pentecostés de 33 E.C. (“ya que se está cambiando el sacerdocio, por necesidad llega a haber también un cambio de la ley”, Heb 7:12), los cristianos llegan a estar “bajo ley para con Cristo”. (1Co 9:21.) Esta ley se llama la “ley perfecta que pertenece a la libertad”, “la ley de un pueblo libre”, “la ley de la fe”. (Snt 1:25; 2:12; Ro 3:27.) Por medio del profeta Jeremías, Jehová predijo esta ley cuando habló de un nuevo pacto y de escribir su ley en los corazones de su pueblo. (Jer 31:31-34; Heb 8:6-13.)
Al igual que Moisés, el mediador del pacto de la Ley, Jesucristo es el mediador del nuevo pacto. Moisés escribió la Ley en forma de código; pero Jesús no puso por escrito personalmente ninguna ley. Él habló y puso su ley en la mente y en el corazón de sus discípulos, quienes tampoco pusieron por escrito leyes en forma de código para los cristianos, ni clasificaron las leyes en categorías y subdivisiones. Sin embargo, las Escrituras Griegas Cristianas están llenas de leyes, mandamientos y decretos preceptivos para el cristiano. (Rev 14:12; 1Jn 5:2, 3; 4:21; 3:22-24; 2Jn 4-6; Jn 13:34, 35; 14:15; 15:14.)
Jesús mandó a sus discípulos que predicasen las ‘buenas nuevas del reino’. Su mandato se halla en Mateo 10:1-42 y en Lucas 9:1-6; 10:1-12. En Mateo 28:18-20 dio un nuevo mandamiento a sus discípulos: ir, no solo a los judíos, sino a todas las naciones, para hacer discípulos y bautizarlos con un nuevo bautismo, “en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado”. Por consiguiente, con autorización divina, Jesús enseñó y dio mandamientos, tanto cuando estuvo en la Tierra (Hch 1:1, 2) como después de su resurrección. (Hch 9:5, 6; Rev 1:1-3.) Todo el libro de Revelación se compone de profecías, mandamientos, admoniciones e instrucciones para la congregación cristiana.
La “ley del Cristo” abarca todos los aspectos de la vida y el trabajo de un cristiano. Con la ayuda del espíritu de Dios, el cristiano puede apegarse a sus mandatos, a fin de ser juzgado favorablemente por esa ley, pues es “la ley de ese espíritu que da vida en unión con Cristo Jesús”. (Ro 8:2, 4.)
La “ley de Dios”. El apóstol Pablo habla de la lucha que sostiene el cristiano al verse influido por dos factores: por un lado, la “ley de Dios” —o la “ley de ese espíritu que da vida”—, y por otro, la “ley del pecado” —o la “ley del pecado y de la muerte”—. Pablo describe el conflicto diciendo que la carne caída, infectada con el pecado, está esclavizada a la “ley del pecado”. “El tener la mente puesta en la carne significa muerte”, pero “Dios, al enviar a su propio Hijo en la semejanza de carne pecaminosa y tocante al pecado, condenó al pecado en la carne”. Gracias a la ayuda del espíritu de Dios, el cristiano puede ganar la pelea, ejerciendo fe en Cristo, dando muerte a las prácticas del cuerpo y viviendo en armonía con la dirección del espíritu. Con este proceder conseguirá la vida. (Ro 7:21–8:13.)
La ley del pecado y de la muerte. El apóstol Pablo dice que debido al pecado de Adán, el padre de la humanidad, “la muerte reinó” desde Adán hasta el tiempo de Moisés (cuando se dio la Ley), y que la Ley puso de manifiesto las transgresiones, al hacer a los hombres culpables de pecado. (Ro 5:12-14; Gál 3:19.) Como esta regla o ley del pecado obra en la carne imperfecta, ejerce poder sobre ella y hace que tienda a violar la ley de Dios. (Ro 7:23; Gé 8:21.) El pecado provoca la muerte. (Ro 6:23; 1Co 15:56.) La ley de Moisés no podía vencer el dominio de estos dos reyes: el pecado y la muerte. Sin embargo, la libertad y la victoria vienen por medio de la bondad inmerecida de Dios dada a través de Jesucristo. (Ro 5:20, 21; 6:14; 7:8, 9, 24, 25.)
La “ley de la fe”. La “ley de la fe” se contrasta con “la de obras”. El hombre no puede alcanzar la justicia mediante sus propias obras o las de la ley de Moisés, como si consiguiese la justicia como pago por su proceder, sino que la justicia viene por la fe en Jesucristo. (Ro 3:27, 28; 4:4, 5; 9:30-32.) No obstante, Santiago dice que esta fe va acompañada de obras, que en realidad son el resultado de esa fe y que están en armonía con ella. (Snt 2:17-26.)
La ley del esposo. La mujer casada está sujeta a la “ley de su esposo”. (Ro 7:2; 1Co 7:39.) El principio de la jefatura del esposo aplica en toda la organización de Dios y ha estado en vigor entre sus adoradores y en otros muchos pueblos. Dios ocupa la posición de esposo de su “mujer”, la “Jerusalén de arriba”. (Gál 4:26, 31; Rev 12:1, 4-6, 13-17.) La organización nacional judía estaba en una relación de esposa de Jehová, su esposo. (Isa 54:5, 6; Jer 31:32.)
En la ley patriarcal, el esposo era el cabeza incuestionable de la familia, y la esposa estaba en sumisión, aunque podía hacer recomendaciones, que estaban supeditadas a la aprobación del esposo. (Gé 21:8-14.) Sara llamó a Abrahán “señor”. (Gé 18:12; 1Pe 3:5, 6.) La mujer llevaba una cobertura sobre la cabeza como señal de sujeción a su cabeza marital. (Gé 24:65; 1Co 11:5.)
Bajo la Ley dada a Israel, la esposa estaba en sujeción. Cuando hacía un voto, el esposo podía aprobarlo o invalidarlo. (Nú 30:6-16.) Ella no heredaba, sino que se la consideraba parte de la herencia de la tierra, y en caso de que un pariente recomprase la herencia, también quedaba incluida. (Rut 4:5, 9-11.) Aunque no se podía divorciar de su esposo, este tenía el derecho de divorciarse de ella. (Dt 24:1-4.)
En la congregación cristiana la mujer debe reconocer la posición del hombre y no usurparla. El apóstol Pablo dice que la mujer casada se encuentra bajo la ley de su esposo mientras él vive, pero añade que queda libre cuando él muere, de modo que no es una adúltera si se casa de nuevo. (Ro 7:2, 3; 1Co 7:39.)
La “ley real”. La “ley real” ocupa con toda justicia entre todas las demás leyes que gobiernan las relaciones humanas, el lugar prominente que ocuparía un rey entre sus súbditos. (Snt 2:8.) El tema fundamental del pacto de la Ley era el amor. El segundo de los mandamientos de los que pendía toda la Ley y los Profetas decía: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo” (la ley real). (Mt 22:37-40.) Aunque los cristianos no están bajo el pacto de la Ley, se encuentran bajo el nuevo pacto y están sujetos a la ley del Rey Jehová y de su Hijo, el Rey Jesucristo.
[Recuadro de las páginas 219-225]
ASPECTOS DEL PACTO DE LA LEY
GOBIERNO TEOCRÁTICO
Jehová Dios es el Soberano Supremo (Éx 19:5; 1Sa 12:12; Isa 33:22)
El rey se sienta en el “trono de Jehová” en representación de Dios (1Cr 29:23; Dt 17:14, 15)
Se escoge a otros hombres responsables (principales de las tribus, jefes sobre millares, centenas, cincuentenas y decenas) en función de su temor reverente a Dios, confiabilidad e integridad (Éx 18:21, 25; Nú 1:44)
Todo aquel a quien Dios ha conferido autoridad merece respeto: funcionarios, sacerdotes, jueces, padres (Éx 20:12; 22:28; Dt 17:8-13)
OBLIGACIONES RELIGIOSAS
(El mandamiento más importante de la Ley resume estas obligaciones: amar a Jehová con todo el corazón, mente, alma y fuerzas; Dt 6:5; 10:12; Mr 12:30)
Solo se puede adorar a Jehová (Éx 20:3; 22:20; Dt 5:7)
En la relación de la persona con Dios, el amor debe ser el motivo dominante (Dt 6:5, 6; 10:12; 30:16)
Todos deben temer a Dios a fin de no desobedecerle (Éx 20:20; Dt 5:29)
No se debe tomar el nombre de Dios de manera indigna (Éx 20:7; Dt 5:11)
Solo es posible acercarse a Dios de la manera que Él aprueba (Nú 3:10; Le 10:1-3; 16:1)
Todos están obligados a guardar el sábado (Éx 20:8-11; 31:12-17)
El pueblo debe congregarse para adorar (Dt 31:10-13)
Todos los varones han de reunirse tres veces al año: con ocasión de la Pascua y la fiesta de las tortas no fermentadas, de la fiesta de las semanas y de la fiesta de las cabañas (Dt 16:16; Le 23:1-43)
El hombre que desatendiera deliberadamente la observancia de la Pascua tenía que ser “cortado” (Nú 9:13)
Manutención del sacerdocio
Las demás tribus daban a los levitas el diezmo de los productos de la tierra (Nú 18:21-24)
Los levitas tenían que darle al sacerdocio una décima parte de lo más selecto del diezmo que recibían (Nú 18:25-29)
Presentación de sacrificios (Heb 8:3-5; 10:5-10)
La Ley determinó la presentación de diversas ofrendas: ofrendas quemadas periódicas (Le 1; Nú 28), ofrendas de comunión (Le 3; 19:5), ofrendas por el pecado (Le 4; Nú 15:22-29), ofrendas por la culpa (Le 5:1–6:7), ofrendas de grano (Le 2), libaciones (Nú 15:5, 10) y ofrendas mecidas (Le 23:10, 11, 15-17)
Prácticas de la religión falsa que estaban prohibidas
Idolatría (Éx 20:4-6; Dt 5:8-10)
Hacerse cortaduras en la carne por un alma difunta o tatuajes (Le 19:28)
Plantar un árbol como poste sagrado (Dt 16:21)
Introducir en el hogar propio cosas detestables que hubiesen sido dadas por entero a la destrucción (Dt 7:26)
Instar a la sublevación en contra de Jehová (Dt 13:5)
Abogar por la adoración falsa (Dt 13:6-10; 17:2-7)
Desviar a otros a la adoración falsa (Dt 13:12-16)
Entregar a los hijos como ofrendas a deidades falsas (Le 18:21, 29)
Espiritismo, hechicería (Éx 22:18; Le 20:27; Dt 18:9-14)
DEBERES DEL SACERDOCIO
(Los levitas ayudaban a los sacerdotes en el cumplimiento de sus deberes; Nú 3:5-10)
Enseñar la Ley de Dios (Dt 33:8, 10; Mal 2:7)
Servir de jueces, aplicando la ley divina (Dt 17:8, 9; 19:16, 17)
Ofrecer sacrificios a favor del pueblo (Le 1–7)
Inquirir de Jehová mediante el Urim y el Tumim (Éx 28:30; Nú 27:18-21)
PERTENENCIA A LA CONGREGACIÓN DE ISRAEL
Ser parte de la nación de Israel no está limitado a los que nacen en el territorio nacional
Las personas de otras naciones pueden hacerse adoradores circuncisos
Los residentes forasteros estaban obligados a cumplir con todas las condiciones del pacto de la Ley (Le 24:22)
No se podía admitir en la congregación de Israel a:
Los varones a los que se hubiese castrado, aplastándoles los testículos o que tuviesen amputado el órgano viril (Dt 23:1)
Los hijos ilegítimos o sus descendientes, hasta la “décima generación” (Dt 23:2)
Los varones ammonitas o moabitas, por tiempo indefinido, debido a que no recibieron hospitalariamente a Israel, sino que se le opusieron al tiempo del éxodo de Egipto (Dt 23:3-6)
Los hijos de egipcios podían ser aceptados a partir de la “tercera generación” (Dt 23:7, 8)
SISTEMA JUDICIAL
(Las leyes que regulan los casos judiciales ponen de relieve la justicia y misericordia de Jehová. A los jueces se les concede la libertad de mostrar misericordia, según las circunstancias. Estas leyes contribuyen a mantener a la nación incontaminada, así como a proteger el bienestar de todos y cada uno de los israelitas)
Jueces
Sacerdotes, reyes y otros varones del pueblo sirven en calidad de jueces nombrados (Éx 18:25, 26; Dt 16:18; 17:8, 9; 1Re 3:6, 9-12; 2Cr 19:5)
Comparecer ante un juez es como comparecer ante Jehová (Dt 1:17; 19:16, 17)
Audiencias
Los jueces atienden los casos ordinarios (Éx 18:21, 22; Dt 25:1, 2; 2Cr 19:8-10)
Si un tribunal inferior no puede decidir sobre un caso judicial, lo trasladará a uno superior (Éx 18:25, 26; 1Re 3:16, 28)
Los casos excepcionales o muy difíciles se llevan ante los sacerdotes:
Casos de celos o infidelidad de una esposa (Nú 5:12-15)
Acusación de sublevación contra otro (Dt 19:16, 17)
Casos de violencia, de derramamiento de sangre o de decisión difícil (Dt 17:8, 9; 21:5)
Cuando se encuentra el cadáver de una persona en el campo, pero no se puede determinar quién le dio muerte (Dt 21:1-9)
Testigos
Es preciso que la verdad se establezca por boca de al menos dos testigos (Dt 17:6; 19:15; compárese con Jn 8:17; 1Ti 5:19)
Las manos de los testigos serán las primeras en ejecutar la sentencia de muerte contra la persona culpable. Esta medida podía disuadir al que intentara dar testimonio falso, precipitado o inexacto (Dt 17:7)
Falso testimonio
Se prohíbe rigurosamente el perjurio (Éx 20:16; 23:1; Dt 5:20)
Si alguien acusa falsamente a otro, recibirá el mismo castigo que pretendía para el acusado (Dt 19:16-19)
Soborno y parcialidad en el juicio
Se prohíbe el soborno (Éx 23:8; Dt 27:25)
Se prohíbe cualquier intento de pervertir la justicia (Éx 23:1, 2, 6, 7; Le 19:15, 35; Dt 16:19)
Solo se puede retener en custodia a una persona cuando el caso es difícil y la decisión depende de Jehová (Le 24:11-16, 23; Nú 15:32-36)
Castigos
Varazos: se limitan a 40 con el fin de evitar un daño irreparable (Dt 25:1-3; compárese con 2Co 11:24)
Lapidación: se puede colgar el cadáver en un madero en señal de que ha sido declarado maldito (Dt 13:10; 21:22, 23)
Retribución: el castigo de pagar ojo por ojo (Le 24:19, 20)
Daños a la propiedad: si el animal de una persona ocasiona daños en una propiedad ajena (Éx 22:5; 21:35, 36); si una persona prende un fuego que daña una propiedad ajena (Éx 22:6); si alguien mata el animal doméstico de otro (Le 24:18, 21; Éx 21:33, 34); si alguien se apropia involuntariamente de algo “santo” para uso personal, como diezmos o sacrificios (Le 5:15, 16); si una persona engaña a su compañero respecto a algo que se le ha encargado o respecto a un depósito puesto a su cuidado o por un robo o por algo que ha sido hallado y jura falsamente respecto a estas cosas (Le 6:2-7; Nú 5:6-8)
Ciudades de refugio
El homicida involuntario puede huir a la ciudad más cercana (Nú 35:12-15; Dt 19:4, 5; Jos 20:2-4)
El juicio ha de celebrarse en el lugar del incidente
El homicida involuntario tiene que permanecer en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote (Nú 35:22-25; Jos 20:5, 6)
El asesino tiene que ser ejecutado (Nú 35:30, 31)
MATRIMONIO, RELACIONES FAMILIARES, MORALIDAD SEXUAL
(La Ley protege a Israel al proteger la santidad del matrimonio y de la vida familiar)
Jehová celebra el primer matrimonio (Gé 2:18, 21-24)
El marido es dueño de su esposa, pero es responsable ante Dios por cómo la trate (Dt 22:22; Mal 2:13-16)
Se permite la poligamia, pero queda regulada con el fin de proteger a la esposa y a su prole (Dt 21:15-17; Éx 21:10)
El matrimonio es obligatorio en casos de seducción (a menos que el padre de la muchacha lo prohíba) (Éx 22:16, 17; Dt 22:28, 29)
El matrimonio de levirato hace posible que la mujer que enviude sin haber tenido hijos pueda casarse con el hermano de su esposo; el hombre que no cumpla con esta responsabilidad será repudiado (Dt 25:5-10)
Se prohíben las alianzas matrimoniales con extranjeros (Éx 34:12-16; Dt 7:1-4), si bien está permitido casarse con una cautiva (Dt 21:10-14)
Las mujeres que son herederas solo pueden casarse con alguien de su propia tribu (Nú 36:6-9)
Divorcio
Solo al esposo le está permitido divorciarse (si la esposa incurriese en un comportamiento indecente); es preceptivo que le entregue un certificado de divorcio (Dt 24:1-4)
No se permite el divorcio si el matrimonio es consecuencia de una seducción (Dt 22:28, 29)
Un hombre no puede casarse de nuevo con una mujer de la que se ha divorciado si esta se casa de nuevo y su segundo marido se divorcia de ella o muere (Dt 24:1-4)
El adulterio se sanciona con la pena de muerte para ambos transgresores (Éx 20:14; Dt 22:22)
Incesto
Un israelita no puede casarse con: su madre, madrastra o esposa secundaria de su padre (Le 18:7, 8; 20:11; Dt 22:30; 27:20); una hermana o medio hermana (Le 18:9, 11; 20:17; Dt 27:22); una nieta (Le 18:10); una tía (Le 18:12, 13, 14; 20:19, 20); una nuera (Le 18:15; 20:12); una hija, una hijastra, una hija de su hijastra, una hija de su hijastro, su suegra (Le 18:17; 20:14; Dt 27:23); la esposa de un hermano (Le 18:16; 20:21), salvo en el caso del matrimonio de levirato (Dt 25:5, 6); una hermana de su esposa, en tanto viva su esposa (Le 18:18)
Una israelita no puede casarse con: un hijo o un hijastro (Le 18:7, 8; 20:11; Dt 22:30; 27:20); un hermano o un medio hermano (Le 18:9, 11; 20:17; Dt 27:22); su abuelo (Le 18:10); un sobrino (Le 18:12, 13, 14; 20:19, 20); su suegro (Le 18:15; 20:12); su padre, padrastro, el padrastro de su madre o de su padre, un yerno (Le 18:7, 17; 20:14; Dt 27:23); un hermano de su esposo (Le 18:16; 20:21), salvo en el caso de matrimonio de levirato (Dt 25:5, 6); el esposo de su hermana, en tanto viva su hermana (Le 18:18)
La condena por incesto es la muerte (Le 18:29; 20:11, 12, 14, 17, 20, 21)
El acto sexual durante la menstruación
Si una pareja tiene relaciones sexuales deliberadamente durante la menstruación, ambos han de ser ejecutados (Le 18:19; 20:18)
El esposo que tenga relaciones sexuales con su esposa durante la menstruación involuntariamente (tal vez debido a que el período menstrual se ha adelantado inesperadamente), debe permanecer inmundo por siete días (Le 15:19-24)
La relación entre padres e hijos
La enseñanza de la Ley de Dios a los hijos recae sobre los padres (en particular sobre el padre) (Dt 6:6-9, 20-25; 11:18-21; Isa 38:19)
Los hijos deben honrar a sus padres (Éx 20:12; 21:15, 17; Le 19:3; Dt 5:16; 21:18-21; 27:16)
Se prohíbe que una persona se vista con ropa del sexo opuesto (con fines inmorales) (Dt 22:5)
La sodomía está castigada con la muerte (Le 18:22; 20:13)
Tanto el animal como la persona que participen en un acto de bestialidad deben ser ejecutados (Éx 22:19; Le 18:23, 29; 20:15, 16; Dt 27:21)
Ha de amputarse la mano de la mujer que agarre a un hombre por sus genitales (por hallarse este luchando con su esposo); no se le hará pagar igual por igual debido al respeto de Jehová por sus facultades reproductoras y el derecho de su esposo a tener hijos con ella (Dt 25:11, 12)
PRÁCTICAS COMERCIALES
(La Ley propugna tanto la honradez en las relaciones comerciales como el respeto al hogar y la propiedad ajenos)
La propiedad de la tierra
Se asigna la tierra por familias (Nú 33:54; 36:2)
La tierra no se puede vender a perpetuidad, sino que tiene que ser devuelta en el Jubileo; el precio de la venta temporal se determina en función de la cantidad de cosechas que pueda producir la tierra hasta el Jubileo (Le 25:15, 16, 23-28)
Si una tierra sale a venta, el pariente más cercano tiene derecho a comprarla (Jer 32:7-12)
El Estado no puede apropiarse de una herencia de tierra para destinarla a fines públicos, simplemente pagando una compensación (1Re 21:2-4)
La herencia de los levitas consiste en ciudades con sus dehesas
De las cuarenta y ocho ciudades asignadas, trece son sacerdotales (Nú 35:2-5; Jos 21:3-42)
La dehesa de una ciudad levita no puede venderse; pertenecía a la ciudad, no a las personas (Le 25:34)
Si un hombre santifica (aparta el producto o dispone del uso de) una parte de su campo para Jehová (para el uso del santuario o del sacerdocio), el criterio para evaluar el valor del campo es el siguiente: una extensión de terreno que pueda ser sembrado con un homer de cebada tendrá un valor de 50 siclos de plata; el valor disminuirá en proporción al número de años que resten para el siguiente Jubileo (Le 27:16-18)
Si el hombre quiere recomprarlo, tiene que pagar un 20% más sobre el valor estimado (Le 27:19)
Si no lo recompra, sino que lo vende a otra persona, llegará a ser propiedad del sacerdocio en el Jubileo como algo santificado, apartado para Jehová (Le 27:20, 21)
Si un hombre santifica a Jehová parte de un campo que ha comprado, se le devuelve en el Jubileo a su primer propietario (Le 27:22-24)
Si un hombre ‘da por entero’ algo de su propiedad (las cosas ‘dadas por entero’ eran para el uso exclusivo y permanente del santuario o se destinaban a la destrucción; Jos 6:17; 7:1, 15; Eze 44:29), no puede venderlo ni recomprarlo; es de Jehová (Le 27:21, 28, 29)
La redención de la propiedad
En el Jubileo se devuelven a sus propietarios originales todas las herencias (salvo las excepciones ya comentadas) (Le 25:8-10, 15, 16, 24-28)
Los levitas pueden redimir sus casas, ubicadas en ciudades levitas, en cualquier tiempo (Le 25:32, 33)
El año del Jubileo comienza con el Día de Expiación del año quincuagésimo; se cuenta a partir del año de entrada de los israelitas en Canaán (Le 25:2, 8-19)
Herencia
El primogénito heredará dos partes de toda la herencia familiar (Dt 21:15-17)
Si un hombre no tiene hijos varones, la herencia ha de pasar a sus hijas. (Nú 27:6-8.) Si tampoco tiene hijas, la herencia ha de pasar a sus hermanos, tíos paternos o al pariente consanguíneo más próximo (Nú 27:9-11)
Balanzas, pesos y medidas
Jehová exige honradez y exactitud (Le 19:35, 36; Dt 25:13-15)
Jehová detesta el fraude (Pr 11:1)
Deudas
Cada siete años se ha de exonerar de sus deudas al hermano hebreo (Dt 15:1, 2)
Es lícito apremiar al extranjero para que pague sus deudas (Dt 15:3)
Fianzas en los préstamos
Si una persona deja en fianza por un préstamo una prenda exterior de vestir, no se le debe retener durante la noche (la persona pobre solía dormir con sus prendas de vestir debido a que carecía de ropa de cama) (Éx 22:26, 27; Dt 24:12, 13)
Una persona no puede entrar en la casa de otra con el fin de coger algo en prenda o fianza por un préstamo, sino que debe permanecer fuera de la casa y esperar a que se la lleven (así se protege la inviolabilidad de la propiedad ajena) (Dt 24:10, 11)
No se puede tomar en prenda un molino de mano o su muela superior (la persona no podría moler grano para alimentarse a sí misma y a su familia) (Dt 24:6)
LEYES MILITARES
(Estas leyes regulaban las guerras que Israel libró en la Tierra Prometida por mandato divino. Estaban terminantemente prohibidas las guerras motivadas por el egoísmo o el afán de conquista más allá de los límites dados por Dios)
Guerras
Solo se pueden librar las guerras de Jehová (Nú 21:14; 2Cr 20:15)
El soldado se ha de santificar antes de ir a la batalla (1Sa 21:1-6; compárese con Le 15:16, 18)
Edad del soldado
De veinte años en adelante (Nú 1:2, 3; 26:1-4)
Según Josefo (Antigüedades Judías, libro III, cap. XII, sec. 4), eran aptos para ir a la guerra hasta la edad de cincuenta años
Exenciones:
Los levitas, por ser ministros de Jehová (Nú 1:47-49; 2:33)
El hombre que aún no ha inaugurado su casa recién construida o cosechado su viña recién plantada (Dt 20:5, 6; compárese con Ec 2:24; 3:12, 13)
El hombre que se ha comprometido con una mujer y no la ha tomado; el recién casado puede continuar exento por un año (no se le debe privar del derecho de tener descendencia y llegar a verla) (Dt 20:7; 24:5)
El hombre que tenga miedo (puede debilitar la moral de los demás soldados) (Dt 20:8; Jue 7:3)
El campamento debe mantenerse limpio (pues los soldados han sido santificados para la guerra) (Dt 23:9-14)
Las mujeres no pueden acompañar al campamento; las relaciones sexuales no están permitidas durante el período de campaña. Esta medida garantiza la limpieza física y religiosa (Le 15:16; 1Sa 21:5; 2Sa 11:6-11)
No se permite violar a las mujeres de pueblos enemigos, pues equivale a incurrir en fornicación; tampoco está permitido casarse con ellas durante el período de la campaña. De este modo se mantiene la limpieza religiosa y se persuade al enemigo a rendirse, pues se les da la garantía de que sus mujeres serán respetadas (Dt 21:10-13)
Métodos militares contra ciudades enemigas
Si la ciudad pertenece a una de las siete naciones de Canaán (mencionadas en Dt 7:1), todos sus habitantes tienen que ser dados por entero a la destrucción. (Dt 20:15-17; Jos 11:11-14; Dt 2:32-34; 3:1-7.) Si se les dejara en la tierra, pondrían en peligro la relación de Israel con Jehová Dios. Él ya les ha dejado permanecer en la tierra hasta completar su iniquidad (Gé 15:13-21)
Si la ciudad no pertenece a una de las siete naciones, primero se le anunciarán condiciones de paz. (Dt 20:10, 15.) Si la ciudad se rinde, se destinará a sus habitantes a trabajos forzados. De lo contrario, todo hombre y mujer que no sea virgen será ejecutado; el resto quedará en cautividad. (Dt 20:11-14; compare Nú 31:7, 17, 18.) La ejecución de todos los varones elimina el peligro de una posterior rebelión y de que se casen con las mujeres israelitas. Estas medidas contribuyen a evitar la adoración fálica y el contagio de enfermedades entre los israelitas
No se pueden talar los árboles frutales con el fin de utilizar la madera para construir muros de asedio (Dt 20:19, 20)
Se han de quemar los carros; los caballos se desjarretarán a fin de inutilizarlos para el combate, y luego se les matará (Jos 11:6)
LEYES DIETÉTICAS E HIGIÉNICAS
(Servían para mantener a los israelitas separados de las naciones paganas, fomentar la limpieza y la buena salud y recordar al pueblo que era santo para Dios; Le 19:2)
Uso de la sangre
Se prohíbe rigurosamente tomar sangre. (Gé 9:4; Le 7:26; 17:12; Dt 12:23-25.) La violación de este mandato se sanciona con la muerte (Le 7:27; 17:10)
La vida (el alma) está en la sangre (Le 17:11, 14)
La sangre de un animal degollado tiene que derramarse sobre la tierra como agua y cubrirse con polvo (Le 17:13; Dt 12:16)
No se puede comer la carne de un animal que muera de muerte natural o se le encuentre muerto (pues es inmundo y no ha sido desangrado apropiadamente) (Dt 14:21)
Únicos usos que la Ley prescribe: derramarla sobre el altar para expiación de pecados; para propósitos de purificación prescritos (Le 17:11, 12; Dt 12:27; Nú 19:1-9)
Uso de la grasa
No se puede comer ninguna clase de grasa; pertenece a Jehová (Le 3:16, 17; 7:23, 24)
Comer la grasa de una ofrenda se castiga con la muerte (Le 7:25)
Los animales degollados
Durante la estancia en el desierto: los animales domésticos que se degüellen tienen que llevarse al tabernáculo y se comerán como un sacrificio de comunión (Le 17:3-6)
La violación de este precepto se sanciona con la muerte (Le 17:4, 8, 9)
Los animales salvajes limpios capturados en cacería pueden matarse en el acto; se debe derramar la sangre (Le 17:13, 14)
En la Tierra Prometida: si la persona vive lejos del santuario, puede degollar un animal en su propia casa para comer su carne, pero deberá derramar la sangre sobre la tierra (Dt 12:20-25)
Animales que pueden servir de alimento:
Todo animal rumiante, de pezuña partida y hendida (Le 11:2, 3; Dt 14:6)
Todo animal marino con aletas y escamas (Le 11:9-12; Dt 14:9, 10)
Insectos y criaturas enjambradoras aladas que andan sobre cuatro patas y tienen zancas por encima de sus patas: la langosta migratoria, la langosta comestible, el grillo y el saltamontes (todos según su género) (Le 11:21, 22)
Mamíferos, peces, aves y criaturas enjambradoras que no estaban permitidos como alimento:
Mamíferos: el camello, el damán, la liebre, el cerdo (Le 11:4-8; Dt 14:7, 8)
Peces y otros animales marinos que no tienen aletas o escamas (Le 11:10)
Aves y criaturas voladoras: el águila, el águila pescadora, el buitre negro, el milano, el milano real y el negro, el cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el halcón, el mochuelo, el búho chico, el cisne, el pelícano, el buitre, el cuervo marino, la cigüeña, la garza, la abubilla, el murciélago y toda criatura alada enjambradora que anda sobre cuatro patas (es decir, como los cuadrúpedos). No se indican en la Biblia los criterios que determinan qué criaturas aladas son ‘inmundas’ ceremonialmente. Si bien la mayoría de las aves ‘inmundas’ son carroñeras, no es así en todos los casos (Dt 14:12-19; Le 11:13-20; véanse PÁJAROS y los artículos sobre las respectivas aves)
Criaturas enjambradoras de la tierra: la rata topo, el jerbo, el lagarto, el geco de raquetas, el lagarto grande, la salamandra acuática, la lagartija, el camaleón y toda otra criatura que se arrastra, que anda sobre cuatro patas o de un gran número de patas (Le 11:29, 30, 42)
Animales que mueren de muerte natural o que son encontrados muertos o desgarrados por las fieras (Le 17:15, 16; Dt 14:21; Éx 22:31)
Si se ofrece un animal debido a un voto o se trata de una ofrenda voluntaria, el sacrificio de comunión se ha de comer en el mismo día o al día siguiente, pero no al tercer día, bajo pena de muerte. Los sacrificios de acción de gracias se deben comer en el mismo día, no se puede dejar nada para la mañana (del día siguiente). No se pueden dejar restos de la Pascua; lo que no se coma ha de quemarse (Le 7:16-18; 19:5-8; 22:29, 30; Éx 12:10)
Causas de inmundicia:
Emisión de semen
La persona tiene que bañarse y permanecerá inmunda hasta el atardecer (Le 15:16; Dt 23:10, 11)
La prenda manchada con semen ha de lavarse, y permanecerá inmunda hasta el atardecer (Le 15:17)
La pareja casada que tenga relaciones sexuales deberá bañarse después y quedará inmunda hasta el atardecer (Le 15:18)
Parto
La mujer que da a luz un varón permanecerá inmunda durante los siguientes siete días, además de otros treinta y tres días (durante los primeros siete días estaba en condición de inmunda a todos los efectos, como en la menstruación; los restantes treinta y tres días, solo con relación a tocar las cosas santas, como las comidas sacrificatorias, o entrar en el lugar santo) (Le 12:2-4)
Si da a luz una niña, permanecerá inmunda durante catorce días, además de otros sesenta y seis días (Le 12:5)
La menstruación de la mujer (Le 12:2)
Ha de permanecer inmunda durante el período menstrual normal por siete días; durante todo el tiempo que dure una menstruación irregular prolongada, más otros siete días (Le 15:19, 25, 28)
Cualquier cosa sobre la que se siente o acueste durante su inmundicia quedará inmunda (Le 15:20)
La persona que la toque, toque su cama o cosas sobre las que se ha sentado, tiene que lavar su ropa, bañarse y permanecer inmunda hasta el atardecer (Le 15:21-23)
Si su impureza llega a estar sobre un hombre, permanecerá inmundo por siete días, y contaminará cualquier cama sobre la que se acueste (Le 15:24)
Siempre que ella tenga algún flujo estará inmunda (Le 15:25)
Medidas de protección contra enfermedades
Lepra y otras plagas
El sacerdote determina si se trata de lepra o no (Le 13:2)
Se pone a la persona en cuarentena durante siete días y luego se la examina; si la plaga se ha detenido, se la pone en cuarentena por otros siete días (Le 13:4, 5, 21, 26); si la plaga no rebrota, se la pronuncia limpia (Le 13:6); si se extiende, es lepra (Le 13:7, 8)
El leproso tiene que rasgar sus prendas de vestir, dejarse la cabeza desaseada, taparse el bigote (o el labio superior) y clamar: “¡Inmundo, inmundo!”. Debe permanecer apartado y fuera del campamento hasta que se cure (Le 13:45, 46; Nú 5:2-4)
Flujo genital (tal vez patológico) (Le 15:2, 3)
Tanto la cama como otros lugares donde esa persona se siente o se recline son inmundos (Le 15:4)
Aquel que toque a la persona afectada, su cama o el lugar donde se siente, quedará inmundo; si la persona afectada escupe a otro, este quedará inmundo (Le 15:5-11)
La vasija de barro que toque aquel que tiene flujo debe quebrarse; si la vasija es de madera, debe enjuagarse (Le 15:12)
Una vez que el flujo termina, la persona permanece inmunda por siete días (Le 15:13)
Se protege la limpieza del campamento militar exigiendo que se hagan las necesidades fuera del campamento y se entierren (Dt 23:12, 13)
Normas relacionadas con cadáveres humanos
El que toque un cadáver, hueso o fosa de una persona muerta queda inmundo por siete días (incluso en campo abierto). (Nú 19:11, 16.) La persona que rehúse purificarse debe morir (Nú 19:12, 13) (Véase el procedimiento de purificación prescrito en Nú 19:17-19)
Todo el que se halle en una tienda donde haya un cadáver o entre en ella quedará inmundo; lo mismo sucede con toda vasija destapada que se halle en la tienda (Nú 19:14, 15)
Normas relacionadas con cadáveres animales
La persona que cargue, toque o coma un animal limpio que ha muerto de muerte natural quedará inmunda; todo el que toque el cadáver de un animal inmundo se hace inmundo. Debe purificarse (Le 11:8, 11, 24-31, 36, 39, 40; 17:15, 16)
Si el cadáver de un animal inmundo toca alguna vasija, estante para jarros, horno, prenda de vestir o tela de saco los hace inmundos (Le 11:32-35)
Botín de una ciudad
Fundir todo aquello que pueda ser fundido (metales), luego debe ser purificado por el agua de limpieza; se debe lavar todo lo demás (Nú 31:20, 22, 23)
OTRAS OBLIGACIONES HACIA EL SEMEJANTE
(La Ley especifica: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. [Le 19:18.] Jesús dice que este es el segundo de los dos mandamientos más grandes de la Ley; Mt 22:37-40)
Hacia el israelita
Se debe mostrar amor; el asesinato está prohibido (Éx 20:13; Ro 13:9, 10)
No se debe guardar rencor al semejante ni vengarse de él (Le 19:18)
Atención a los pobres (Éx 23:6; Le 25:35, 39-43)
Atención a las viudas y a los huérfanos (Éx 22:22-24; Dt 24:17-21; 27:19)
Respeto a la propiedad
Se prohíbe robar; la compensación es obligatoria (Éx 20:15; 22:1-4, 7)
Se prohíbe codiciar la propiedad y los bienes ajenos (Éx 20:17)
Consideración a los impedidos
No se puede ridiculizar ni invocar el mal contra un sordo, pues no puede defenderse de comentarios que no le es posible escuchar (Le 19:14)
Será maldito todo aquel que ponga un obstáculo en el camino de un invidente o lo desvíe (Le 19:14; Dt 27:18)
Hacia el residente forastero: no se le debe maltratar (Éx 22:21; 23:9; Le 19:33, 34; Dt 10:17-19; 24:14, 15, 17; 27:19)
Hacia los esclavos
Los esclavos hebreos han de quedar en libertad en el séptimo año de su servidumbre o en el Jubileo, dependiendo de lo primero que llegue. Mientras dure su esclavitud, ha de tratárseles como asalariados, con consideración (Éx 21:2; Dt 15:12; Le 25:10)
Si un hombre llega a estar en esclavitud con su esposa, a ella se la pondrá en libertad al mismo tiempo que a su marido (Éx 21:3)
Si durante el período de esclavitud su amo le da una esposa (seguramente una mujer extranjera), no podrá llevársela cuando se le ponga en libertad; si le da a luz hijos, tanto ella como sus hijos permanecerán como propiedad del amo (Éx 21:4)
Cuando un amo pone en libertad a un esclavo hebreo, debe darle un regalo en proporción a los medios de que disponga (Dt 15:13-15)
Un amo puede azotar a su esclavo. (Éx 21:20, 21.) Si lo mutila, debe dejarlo en libertad (Éx 21:26, 27), pero si muere de la paliza, el amo puede ser condenado a muerte; los jueces deciden la pena (Éx 21:20; Le 24:17)
Hacia los animales
Si alguien encuentra a un animal en peligro, está obligado a prestarle ayuda, aun cuando pertenezca a un enemigo suyo (Éx 23:4, 5; Dt 22:4)
No se debe hacer trabajar en exceso a una bestia de carga ni maltratarla (Dt 22:10; compárese con Pr 12:10)
No se debe poner bozal al toro mientras trilla, pues así puede comer del grano que trilla (Dt 25:4; compárese con 1Co 9:7-10)
No se debe tomar de un nido tanto a la madre como a los huevos que empolla, pues supondría el exterminio de esa unidad familiar (Dt 22:6, 7)
No se debe sacrificar a un toro o a una oveja y sus crías en el mismo día (Le 22:28)
OBJETIVOS QUE CUMPLIÓ LA LEY
Puso de manifiesto las transgresiones; mostró que los israelitas necesitaban el perdón de sus ofensas y que se requería un sacrificio mayor que verdaderamente pudiera expiar los pecados (Gál 3:19)
Como un tutor, salvaguardó y disciplinó a los israelitas, preparándolos para la llegada del Mesías, su instructor (Gál 3:24)
Algunos aspectos de la Ley fueron sombras que representaron cosas mayores por venir; estas sombras ayudaron a los israelitas sinceros a identificar al Mesías, pues pudieron ver cómo cumplía estos modelos proféticos (Heb 10:1; Col 2:17)