GÉNESIS, LIBRO DE
Primer libro del Pentateuco (voz griega que significa “cinco rollos” o “volumen quíntuplo”). “Génesis” (cuyo significado es “Origen; Nacimiento”) es el nombre que recibe el primero de estos cinco libros en la Versión de los Setenta, mientras que su título hebreo Bereʼ·schíth (En el Principio) se toma de la primera palabra de la frase de apertura.
Cuándo y dónde se escribió. El libro de Génesis era parte de un único escrito original (la Torá), y Moisés posiblemente lo terminó en el desierto del Sinaí en el año 1513 a. E.C. Después de Génesis 1:1, 2 (que refiere la creación de los cielos y la Tierra), el libro cubre un período de miles de años, que abarcan la preparación de la Tierra para ser habitada por el ser humano (véanse CREACIÓN; DÍA), y a partir de ahí narra la historia desde la creación del hombre hasta la muerte de José, en 1657 a. E.C. (Véase CRONOLOGÍA [Desde la creación del hombre hasta el presente].)
Escritor. En la actualidad por lo general se descarta la objeción que levantaron algunos escépticos, que decían que en la época de Moisés no se conocía la escritura. P. J. Wiseman indica en su libro New Discoveries in Babylonia About Genesis (1949, pág. 35) que la investigación arqueológica prueba exhaustivamente que “el arte de la escritura empezó en los albores de la historia conocida”. Prácticamente todos los doctos modernos reconocen que ya existía la escritura mucho antes del tiempo de Moisés, que vivió en el II milenio a. E.C. Expresiones como las que se hallan en Éxodo 17:14 —“Escribe esto como memoria en el libro”—, demuestran con claridad que la escritura era común en los días de Moisés. Como Dios le dio al hombre perfecto Adán un idioma, que él sería capaz de dominar a la perfección, cabe pensar que Adán ideara algún medio de ponerlo por escrito, pero la Biblia no da ninguna prueba de que lo hiciera. (Gé 2:19, 23.)
¿De dónde obtuvo Moisés la información que incluyó en el Génesis?
Toda la información contenida en el libro de Génesis narra acontecimientos que ocurrieron antes del nacimiento de Moisés. Pudo recibirla directamente por revelación divina. Es obvio que alguien tenía que recibir de esa manera todos los datos relacionados con lo que sucedió antes de la creación del hombre, ya fuera Moisés o alguien anterior a él. (Gé 1:1-27; 2:7, 8.) Sin embargo, tanto esta información como la restante pudo haberle llegado a Moisés por tradición oral. Debido a la longevidad de los hombres de aquel tiempo, la transmisión pudo haberse efectuado desde Adán hasta Moisés mediante solo cinco eslabones humanos: Matusalén, Sem, Isaac, Leví y Amram. Una tercera posibilidad es que Moisés obtuviese mucha de la información para escribir Génesis de documentos o escritos ya existentes. Ya en el siglo XVIII de nuestra era, el docto holandés Campegius (Kempe) Vitringa sostuvo este mismo punto de vista, apoyándose en el hecho de que en el texto de Génesis aparece unas diez veces la expresión “estas son las generaciones de” (Mod), y una vez, “este es el libro de las generaciones de”. (Gé 2:4; 5:1; 6:9; 10:1; 11:10, 27; 25:12, 19; 36:1, 9; 37:2.) La palabra hebrea que en estas dos expresiones se traduce por “generaciones” es toh·le·dhóhth, un término que se traduciría mejor por “historias” u “orígenes”. Por ejemplo, no parece propio hablar de las “generaciones de los cielos y la tierra”, pero sí de la “historia de los cielos y la tierra”. (Gé 2:4.) Por esa razón, varias traducciones modernas emplean la palabra “historia” en todos los versículos citados anteriormente (NM), o al menos en algunos de ellos (BC; CI; Ga; MK; NBE; Str; Val, 1989; VP). En cualquier caso, no cabe duda de que tal como el hombre hoy está interesado en guardar un registro histórico exacto de los acontecimientos, también lo estuvo desde un principio.
Aunque no existen pruebas bíblicas para sustentarlo, tanto Vitringa como otros estudiosos han entendido que cada vez que en el texto de Génesis se emplea toh·le·dhóhth, se hace referencia a documentos escritos diferentes que obraban en poder de Moisés y en los que se basó para escribir gran parte del libro. Han entendido que los nombres a los que se refiere la expresión “historia de” (Adán, Noé, los hijos de Noé, Sem, Taré, Ismael, Isaac, Esaú y Jacob) fueron los autores del documento o bien sus depositarios. Claro que esta explicación deja sin aclarar cómo llegaron estos documentos a las manos de Moisés y por qué tuvo que valerse de información que procedía de hombres que no se distinguieron por ser adoradores fieles de Jehová (como Ismael y Esaú) para escribir una buena parte de Génesis. Por otra parte, es del todo posible que la expresión “esta es la historia de” sea tan solo una frase introductoria para dividir convenientemente en secciones un relato que en conjunto resulta largo. Mateo hace en su evangelio un uso similar de este recurso. (Mt 1:1; véase ESCRITURA.)
Por lo tanto, no se pueden ofrecer conclusiones categóricas respecto a las fuentes de información que Moisés tuvo a su alcance. En lugar de suponer que fue solo por una de las tres vías comentadas, cabe pensar que la información pudo haberle llegado por las tres: revelación directa, transmisión oral y documentos escritos. Lo realmente importante es que Jehová Dios guió al profeta Moisés de manera que escribiera por inspiración divina. (2Pe 1:21.)
El contenido tenía que servir de guía inspirada para las generaciones futuras. Había que leerlo con regularidad al pueblo (Dt 31:10-12; 2Re 23:2, 3; Ne 8:2, 3, 18), y los reyes de Israel tenían que seguir sus instrucciones. (Dt 17:18, 19.)
La “hipótesis documental” de la crítica. Un grupo moderno de críticos de la Biblia ha cuestionado que una sola persona, Moisés, hubiese escrito o compilado Génesis. Afirman que el libro tuvo varios escritores, algunos de los cuales vivieron mucho después de Moisés. Aduciendo variaciones estilísticas y léxicas, han formulado la llamada “hipótesis documental”, según la cual el primer libro de la Biblia se nutrió de tres fuentes principales, que se designan así: “J” (Jahvista o Yavista), “E” (Elohísta) y “P” (Priesterkodex o sacerdotal). Como algunos acontecimientos narrados en Génesis parecen estar repetidos o son similares a otros que figuran en el mismo libro, hay quienes van aún más lejos y creen distinguir hasta catorce fuentes de información distintas. Afirman que estas varias fuentes o escritores sostenían puntos de vista y enfoques teológicos diferentes y que, pese a esa amalgama, Génesis guarda cierta coherencia como un todo. Con el objeto de defender su hipótesis, recurren a muchas explicaciones absurdas, algunas de las cuales se mencionan a continuación.
El soporte principal de la hipótesis documental es el empleo de títulos diferentes para referirse a Dios; según su punto de vista, esto indica que hubo distintos escritores. Sin embargo, lo irrazonable de ese criterio se puede demostrar con solo una pequeña porción de Génesis, en la que figuran los títulos siguientes: “Dios Altísimo” (ʼEl ʽEl·yóhn, Gé 14:18), “Productor de cielo y tierra” (14:19), “Señor Soberano” (ʼAdho·nái, 15:2), “Dios de la vista” (16:13), “Dios Todopoderoso” (ʼEl Schad·dái, 17:1), “Dios” (ʼElo·hím, 17:3), “Dios verdadero” (ha·ʼElo·hím, 17:18) y “Juez de toda la tierra” (18:25). Si se intentase aplicar este criterio para atribuir cada una de estas secciones a escritores diferentes, las dificultades que se originarían serían insalvables y se rayaría en el absurdo. La verdad del caso es que la variedad de títulos que en el libro de Génesis se aplican a Dios se emplean debido a su significado y revelan a Jehová en sus diferentes atributos, obras y tratos con su pueblo.
Aún hay otros ejemplos: debido al uso que recibe la palabra hebrea ba·ráʼ en Génesis 1:1, se ha dicho que esta sección debió proceder de la fuente “P”. Sin embargo, la misma palabra se emplea en Génesis 6:7, una sección atribuida a la fuente “J”. Se ha afirmado que la expresión “la tierra de Canaán”, que figura en varios pasajes del texto de Génesis (por ejemplo, en Gé 12:5; 13:12a; 16:3; 17:8), es una peculiaridad de un escritor que pertenece a la fuente “P”, por lo que los críticos que defienden la hipótesis documental sostienen que esos pasajes los escribió un autor vinculado a esa fuente. Pero la misma expresión aparece en los capítulos 42, 44, 47 y 50, capítulos que los mismos críticos atribuyen a las fuentes “J” y “E”. Por consiguiente, hay que reconocer que, aunque los críticos aducen que las aparentes incoherencias del texto solo se pueden entender tomando en cuenta su hipótesis, un estudio detenido de sus explicaciones demuestra que la hipótesis documental misma está plagada de incoherencias.
Si las secciones que se atribuyen a cada una de las hipotéticas fuentes del texto se entresacasen parte por parte y oración por oración, y luego se recompusiesen, tendríamos un conjunto de narraciones ilógicas e incoherentes. Si aceptásemos que más tarde un compilador las tomó de sus supuestas fuentes y las entremezcló en un solo libro, nos veríamos obligados a creer que esas narraciones, de por sí incoherentes, fueron aceptadas como históricas y utilizadas en Israel durante siglos, antes de ser compiladas en un solo texto. ¿Pero qué escritor —en particular, qué historiador— pretendería siquiera hilvanar relatos tan inconexos? Y aun en el caso de que lo hiciese, ¿qué nación aceptaría el producto como la historia de su pueblo?
El siguiente comentario del egiptólogo K. A. Kitchen pone de manifiesto la insensatez de quienes abogan a favor de la “hipótesis documental”. Dice: “En la crítica del Pentateuco se ha tenido por costumbre dividir el todo en documentos separados o ‘manos’. [...] Pero la costumbre de los críticos del Antiguo Testamento de atribuir estas características a ‘manos’ o documentos diferentes cae en el absurdo cuando se aplica a otros manuscritos orientales antiguos en los que se da un fenómeno muy similar”. Luego, K. A. Kitchen pone como ejemplo una biografía egipcia. Si se aplicara el mismo método de la hipótesis documental que han seguido los críticos de Génesis, podría atribuirse a ‘manos’ diferentes, si bien esto no sería posible, pues se ha podido probar que la biografía “fue ideada, compuesta, escrita y grabada en muy pocos meses, semanas o, tal vez, hasta en menos tiempo. Las diferencias de estilo no pueden deberse a la intervención de varias ‘manos’, pues las variaciones de estilo dependen del tema y de su tratamiento”. (The New Bible Dictionary, edición de J. Douglas, 1980, pág. 349.) La propia debilidad de la hipótesis de los críticos refuerza la idea de que fue un solo hombre, Moisés, quien escribió el bien trabado y coherente registro de Génesis por inspiración divina.
Carácter histórico de Génesis. Génesis es la única fuente que el ser humano conoce que provee una historia lógica y coherente de los sucesos, remontándose hasta el mismo principio. Sin esta historia real del primer hombre y la primera mujer, solo quedarían las narraciones fantásticas o explicaciones alegóricas de los orígenes del hombre que se hallan en los relatos de la creación de las naciones paganas. Una comparación del libro de Génesis con los relatos paganos de la creación muestra claramente la superioridad del relato bíblico.
Por ejemplo, el principal mito babilonio dice que el dios Marduk —el dios principal de Babilonia— mató a la diosa Tiamat, luego tomó su cadáver y “la partió, como a un marisco, en dos: La mitad erigió y techó por firmamento”. Así llegaron a existir la tierra y su firmamento. En cuanto a la creación de la vida humana, este mito declara que los dioses capturaron al dios Kingu y “le impusieron la condena y sajaron sus (vasos) de sangre. De su sangre formaron la humanidad”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, págs. 40, 43.) Del mismo modo, los mitos egipcios de la creación registran las actividades de varios dioses, y no concuerdan en cuanto al dios de qué ciudad (Menfis o Tebas) concibió la creación. Un mito egipcio relata que Ra —el dios-sol— creó a la humanidad a partir de sus lágrimas. Los mitos griegos son comparables a los de los babilonios. Los registros chinos antiguos son ante todo calendarios y cálculos cronológicos, o tratan sobre asuntos de interés meramente local o temporal.
Ninguna de esas fuentes antiguas contienen un registro histórico, genealógico y cronológico como el que se encuentra en el libro de Génesis. Los escritos de las naciones de la antigüedad por lo general reflejan incertidumbre y hasta confusión al intentar explicar quiénes fueron los padres fundadores de sus respectivos pueblos. La precisión y el detalle que se aprecia en la narración de la historia primitiva de Israel difiere notablemente de otros escritos. Lo cierto es que cuando se tiene en cuenta lo que Dios tenía previsto para su pueblo, no podía ser de otro modo. La Biblia explica que Dios gobernó directamente sobre la nación de Israel y que trató con sus antepasados, muy en particular, con Abrahán, Isaac y Jacob. Más tarde, Jehová utilizó a Moisés de un modo muy especial: por medio de él le dio a Israel la Ley que los constituía en nación. La historia de la nación israelita se halla en forma escrita no solo para el beneficio de ese pueblo, sino para el de todos aquellos que adquieran conocimiento de los caminos y tratos del Dios verdadero con el fin de servirle.
Respondiendo a aquellos que rechazan muchas porciones del Génesis como fábulas o folclor, Wilhelm Möller dice: “No me parece admisible que en alguna raza las fábulas y los mitos con el transcurso del tiempo lleguen a tener cada vez más aceptación como hechos reales, a menos que ahora queramos aceptar como verdades históricas el Cantar de los Nibelungos o Caperucita Roja. Pero según los críticos, esto es lo que debe haber sucedido en Israel”. (The International Standard Bible Encyclopaedia, edición de J. Orr, 1960, vol. 2, pág. 1209.) Después continúa señalando que los profetas aceptaron el relato de la destrucción de Sodoma y Gomorra como verdadero (Isa 1:9; Am 4:11), y que tomaron a Abrahán, Isaac, Jacob y José como personas reales. (Isa 29:22; Miq 7:20.) A este respecto, Salo W. Baron menciona lo siguiente en su libro Historia social y religiosa del pueblo judío (vol. 1, págs. 48 y 49): “Es más probable que la vívida descripción de las virtudes y debilidades humanas de Abraham, Isaac, Jacob y José, que encontramos en el libro del Génesis, refleje auténticas individualidades históricas y no simples personificaciones de tribus hebreas posteriores. Pocos historiadores bíblicos se confesarían turbados por una afirmación tan extrema como la siguiente: ‘Ya no se puede discutir que detrás del Abraham bíblico se manifiesta una eminente personalidad histórica’”. No solo eso, sino que en muchos lugares de las Escrituras Griegas Cristianas se hace referencia a Abrahán, incluso el mismo Jesucristo lo menciona al argumentar sobre la resurrección en Mateo 22:32. Si Abrahán, Isaac y Jacob no hubiesen vivido realmente, Jesús, que era un maestro consumado, habría usado otra ilustración. (Mt 22:31-33.)
Valor del libro. El libro de Génesis nos informa acerca de cómo llegó a existir el universo. Describe en términos realistas el milagro de la creación, sin que esto oscurezca el propósito principal del libro. En ello difiere de los relatos de la creación de pueblos paganos, que hacen del milagro creativo el tema central de la explicación, cayendo en el absurdo y en obvias mentiras a fin de realzarlo. En Génesis se explican los diversos aspectos de la creación y el propósito de Dios al crear al hombre, así como la relación del hombre con Dios y con la creación animal. Explica el porqué de la muerte y de los problemas posteriores que experimentaría el género humano, así como la esperanza de liberación. Muestra que la humanidad desciende de un hombre, Adán, quien por su pecado sacrificó el derecho a la vida para su posteridad, y, en consecuencia, nos permite entender cómo el rescate sacrificatorio de un solo hombre, Jesucristo, podía tener valor expiatorio por los pecados de toda la humanidad. Además, nos muestra cómo la simbólica serpiente, Satanás el Diablo, puso en tela de juicio la legitimidad de la soberanía de Dios. También garantiza que Satanás será destruido y la humanidad liberada de su opresión. Ya en el período postdiluviano, explica el origen de Babilonia y, por ende, de la religión falsa, una explicación que contribuye al esclarecimiento de la identidad de Babilonia la Grande, mencionada en el libro de Revelación. (Véase BABILONIA LA GRANDE.)
Jesús dijo que todo el que sirviese a Dios tenía que hacerlo con espíritu y verdad. (Jn 4:24.) El relato de Génesis expone la verdad en cuanto a los orígenes del hombre y los tratos de Dios con él. Puesto que todo lo que está registrado en Génesis es cierto y no mítico, es posible conocer la verdad acerca de la historia del hombre. Podemos ver que hasta el tiempo del Diluvio los hombres conocían la verdad del relato bíblico acerca de Edén, puesto que el jardín estaba allí, con la espada llameante en su puerta. (Gé 3:24.) Pero aquellos que deseaban seguir sus propios deseos pasaban por alto los hechos que estaban delante de ellos. Noé, en cambio, sirvió a Dios de acuerdo con el propósito original del Creador, según aprendió de la historia verdadera. Después del Diluvio, los patriarcas de la línea de Sem se apegaron al verdadero modo de vivir, a pesar de que Nemrod dirigió una rebelión contra Dios en la Torre de Babel. Cuando llegó el tiempo fijado por Dios para organizar a Israel como nación y darles la Ley, no les llegó como algo completamente desconocido o como si se tratase de un cambio drástico en su manera de vivir. No, pues en la sociedad patriarcal habían hecho muchas de las cosas registradas en la Ley. Tal como declara la Cyclopædia de M’Clintock y Strong (1881, vol. 3, pág. 782) bajo “Génesis”, “esta teocracia no pudo haber entrado en la historia sin acontecimientos preparatorios. Los hechos que llevaron a la introducción de la teocracia están contenidos en los relatos de Génesis”.
Esto, a su vez, preparó el camino para el Mesías y la introducción del cristianismo. Cuando llegó Jesucristo, aquellos que habían estado viviendo de acuerdo con la Ley hasta el grado que les era posible pudieron identificarlo rápidamente. No apareció de improviso ni se anunció como un gran salvador y líder sin antecedentes o credenciales históricos. Los antecedentes provistos desde Génesis en adelante permitieron a las personas de buen corazón reconocerle y seguirle. Por lo tanto, pudo crearse una organización estable de cristianos de origen judío a modo de núcleo preparado para llevar a las naciones un mensaje evangélico convincente. Los miembros de estas naciones se habían desviado de la verdad por causa de sus antepasados. Estaban “alejados del estado de Israel y extraños a los pactos de la promesa, y no tenían esperanza, y estaban sin Dios en el mundo”. (Ef 2:12.) Por lo tanto, tuvieron que aprender los principios de Dios desde el comienzo antes de que pudiesen llegar a ser cristianos.
De esta forma, Génesis proporciona una base valiosa para entender todos los otros libros de la Biblia y resulta indispensable para el cristianismo. Expone el tema de la Biblia: la vindicación de la soberanía de Jehová y el cumplimiento definitivo de su propósito para la Tierra por medio de su Reino bajo la prometida Descendencia. Además de la primera y básica profecía de Génesis 3:15, contiene numerosas profecías, gran parte de las cuales ya se han cumplido.
[Recuadro de la página 1015]
PUNTOS SOBRESALIENTES DE GÉNESIS
Registro de la creación y preparación de la Tierra para la habitación del hombre, así como del papel de la humanidad en el propósito divino y de la relación de Dios con los hombres de fe en el transcurso de unos dos mil trescientos años de la historia humana primitiva
Abarca el período que transcurre desde la creación material hasta la muerte de José en Egipto (1657 a. E.C.)
Creación de los cielos físicos y de la Tierra, y preparación de esta para que la habite el hombre (1:1–2:25)
El pecado y la muerte entran en el mundo; se predice que una “descendencia” traerá liberación (3:1–5:5)
La serpiente engaña a la mujer; ella y Adán toman del fruto prohibido
Se sentencia a la serpiente, a la mujer y a Adán; la descendencia de la mujer aplastará a la serpiente
Caín, el primogénito de Adán y Eva, asesina a su hermano Abel
Adán muere a la edad de novecientos treinta años, en cumplimiento de la sentencia divina
Ángeles y hombres inicuos arruinan la Tierra; Dios trae el Diluvio universal (5:6–11:9)
Nace Noé en el linaje de Set, hijo de Adán; en sus días, ángeles desobedientes se casan con mujeres, de cuya unión nacen los nefilim, quienes generan un clima de violencia
Jehová decreta la destrucción mediante las aguas de un diluvio, pero da instrucciones a Noé para que construya un arca, en la que se salven tanto él como su familia y los géneros básicos de la vida animal
El Diluvio inunda toda la Tierra; perecen todos los seres humanos, aves y fauna terrestre que se hallan fuera del arca
Terminado el Diluvio, Jehová prohíbe que se coma carne con su sangre, autoriza la pena de muerte por asesinato y hace el pacto del arco iris con la promesa de no traer jamás otro Diluvio
Durante la segunda generación postdiluviana, la gente empieza a edificar una torre en abierto desafío al propósito de Dios de dispersarlos; Jehová confunde sus lenguas y los dispersa
Jehová se relaciona con Abrahán (11:10–25:26)
Abrán, descendiente de Sem, abandona Ur en obediencia a la llamada de Dios
Abrán recibe en Canaán la promesa de que su descendencia heredará aquella tierra
Lot se separa de su tío Abrán y fija su residencia cerca de Sodoma; es llevado cautivo, y luego Abrán lo libera; Melquisedec bendice a Abrán
Abrán toma a Agar por concubina y ella le da a luz a Ismael
Jehová cambia el nombre de Abrán por el de Abrahán y el de Sarai, por el de Sara; celebra el pacto de la circuncisión
El ángel de Jehová le comunica a Abrahán que Sara le dará a luz un hijo: Isaac
Abrahán es informado del juicio sobre Sodoma e intercede ante Jehová por alguna persona justa
Los ángeles instan a Lot y a su familia a abandonar Sodoma; la esposa de Lot perece por su desobediencia
Nace Isaac; se despide a Ismael por burlarse de Isaac cuando este era destetado
En obediencia al mandato de Jehová, Abrahán se dispone a sacrificar a Isaac, y como resultado recibe la confirmación de las promesas del pacto
Después de la muerte de Sara, Abrahán hace los preparativos para buscarle esposa a Isaac
Rebeca, la esposa de Isaac, da a luz a Esaú y a Jacob
Jacob (Israel) y sus doce hijos; traslado a Egipto con el fin de conservar la vida (25:27–50:26)
Jacob parte hacia Padán-aram en busca de una esposa después de haberle comprado a Esaú el derecho a la primogenitura por un plato de lentejas y de, más tarde, a instancias de Rebeca, haber obtenido la bendición de Isaac que le estaba reservada a Esaú
Labán, el hermano de Rebeca, consigue con engaño que Jacob se case con Lea; luego Jacob se casa con Raquel; antes de abandonar Padán-aram con su familia, Jacob llega a tener once hijos y una hija, Dina, de sus dos esposas y de las dos siervas de estas
Jacob lucha con un ángel y este le saca el hueso de la coyuntura del muslo; se ase desesperadamente del ángel con el fin de conseguir que lo bendiga, y se le cambia el nombre a Israel
Después de un pacífico encuentro con Esaú, Jacob reside en Sucot y, más tarde, en Siquem, donde violan a su hija Dina
Raquel muere al dar a luz al duodécimo hijo de Jacob, Benjamín
Movidos por el odio que sentían hacia su medio hermano José, el primogénito de Raquel, lo venden a unos mercaderes; José llega a ser esclavo de Potifar en Egipto
Después de que José es encarcelado por falsos cargos, Faraón llega a conocer su facultad de interpretar sueños
José interpreta los sueños de Faraón respecto a un hambre que le sobrevendría al país, y se convierte en el segundo gobernante de Egipto
El hambre en Canaán obliga a los hijos de Jacob a buscar alimentos en Egipto; con el tiempo, José revela su identidad a sus hermanos
Jacob y su casa se trasladan a Egipto; José se encarga de su cuidado
Jacob muere en Egipto después de pronunciar bendiciones proféticas sobre los dos hijos de José, Efraín y Manasés, y sobre sus propios doce hijos