Personas de todo el mundo ya disfrutan de paz y unidad
¿QUÉ es para usted la paz y la unidad? Para algunas personas es simplemente la ausencia de conflictos o divisiones. Por ejemplo, si varios países llegan a un acuerdo para garantizar la paz, sería de esperar que convivieran pacíficamente y en unidad. Sin embargo, eso no es necesariamente cierto.
Para entender por qué, basta con fijarse en los miles de acuerdos de paz que se han violado a lo largo de la historia. ¿A qué se debe eso? A que a los dirigentes mundiales les preocupa más mantener su liderazgo que alcanzar la paz y la unidad. No sorprende, entonces, que haya naciones que no quieran quedarse atrás en la carrera armamentista.
Por lo tanto, el simple hecho de que dos países no estén en guerra no significa que estén unidos y vivan realmente en paz. Para ilustrarlo: si usted ve a dos hombres apuntándose el uno al otro con una pistola, ¿diría que están en paz solo porque todavía no han apretado el gatillo? Sería ridículo, ¿verdad? Pues bien, en esa situación se encuentran muchas naciones hoy: la desconfianza está creciendo, y se teme que en cualquier momento algún país vaya a “apretar el gatillo”. ¿Qué se está haciendo para impedir semejante catástrofe?
Las armas nucleares: un obstáculo para la unidad
Mucha gente confía en el Tratado de No Proliferación Nuclear, que se aprobó en 1968. Este pacto contiene dos disposiciones fundamentales: por un lado, prohíbe el desarrollo de armas nucleares a los países que aún no las poseen, y por otro, limita su producción a quienes sí disponen de ellas. El objetivo final de este acuerdo, que ya han firmado más de ciento ochenta países, es el desarme total.
Sin duda, dicha meta es muy noble. Sin embargo, hay quien acusa al tratado de ser poco más que una treta para dejar fuera del “club nuclear” a determinados países, es decir, para evitar que consigan armas nucleares. Además, existe el temor de que algunas naciones que ya han firmado el tratado decidan echarse atrás. Por otro lado, ciertos países consideran muy injusto que se les prohíba desarrollar los medios que, en su opinión, necesitan para defenderse.
Algo que complica aún más las cosas —y que posiblemente aumenta el peligro latente— es el hecho de que a ningún país se le impide producir energía nuclear con fines pacíficos. ¿Y qué problema hay con ello? Que se sospecha que algunos están aprovechando esto como excusa para fabricar armas nucleares en secreto.
Por si todo esto fuera poco, existe la posibilidad de que algún país que ya posee armas nucleares incumpla el Tratado de No Proliferación Nuclear. Respecto a esto, los detractores del tratado consideran muy ingenuo creer que las principales potencias nucleares realmente tengan intención de deshacerse de su arsenal, o siquiera de reducirlo. Según cierta fuente, para que eso sucediera “habría que lograr que países que hoy están enfrentados alcanzaran un altísimo nivel de buena voluntad y confianza mutua, lo cual es poco menos que imposible”.
Como vemos, no importa cuánto se esfuerce el hombre por alcanzar la unidad mundial, siempre fracasa. Pero esto no sorprende a quienes estudian la Palabra de Dios, pues esta declara sin rodeos: “No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso” (Jeremías 10:23). La Biblia también afirma: “Existe un camino que es recto delante del hombre, pero los caminos de la muerte son el fin de él después” (Proverbios 16:25). Queda claro, por tanto, que los gobiernos nunca traerán unidad al planeta. Sin embargo, no debemos perder la esperanza.
¿De dónde viene la verdadera unidad?
Dios ha prometido en la Biblia que llegará el momento en que todo el mundo viva en unidad, algo que el hombre por sí solo jamás logrará. Es solamente el Creador quien puede hacerlo posible. Y aunque quizás a algunos les parezca difícil de creer, lo que Dios ha prometido se cumplirá. Desde el mismo principio, él se propuso que la familia humana disfrutara de paz y armonía, y la Biblia indica que ese propósito no ha cambiado.a Los siguientes pasajes bíblicos así lo demuestran:
• “Vengan, contemplen las actividades de Jehová, como ha establecido acontecimientos pasmosos en la tierra. Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego.” (SALMO 46:8, 9.)
• “No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar.” (ISAÍAS 11:9.)
• “Él realmente se tragará a la muerte para siempre, y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro. Y el oprobio de su pueblo quitará de toda la tierra, porque Jehová mismo lo ha hablado.” (ISAÍAS 25:8.)
• “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar.” (2 PEDRO 3:13.)
• “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (REVELACIÓN [APOCALIPSIS] 21:4.)
Podemos confiar plenamente en estas promesas, pues Jehová Dios, como Creador nuestro que es, tiene el poder y la capacidad necesarios para traer paz y unidad al planeta (Lucas 18:27). Lo que es más, sabemos que también tiene el deseo de hacerlo. La Biblia promete que Dios dará con gusto “su beneplácito” para “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas en los cielos y las cosas en la tierra” (Efesios 1:8-10).
La promesa divina de que habrá “una nueva tierra” donde “la justicia habrá de morar” es algo más que un bonito sueño (2 Pedro 3:13). Hablando sobre dicha promesa, Jehová Dios mismo nos asegura: “No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado, y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado” (Isaías 55:11).
Unidos por la Palabra de Dios
Tal como se dijo en el artículo anterior, la religión tiene gran parte de la culpa por las divisiones que hay en la humanidad. Y esto es algo que deja perplejas a muchas personas que creen en un Creador. Al fin y al cabo, ¿no se supone que los siervos de Dios vivan en paz y unidad?
Lo cierto es que ni Jehová Dios ni su Palabra, la Biblia, tienen nada que ver con las divisiones que la religión está causando en el mundo. En realidad, las culpables son todas las religiones que, en lugar de aceptar las enseñanzas de Dios, deciden seguir ideas de origen humano para alcanzar la unidad mundial. Los líderes religiosos del tiempo de Jesús tenían una actitud parecida. Por eso, él los calificó de hipócritas y les dijo: “Aptamente profetizó de ustedes Isaías, cuando dijo: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy alejado de mí. En vano siguen adorándome, porque enseñan mandatos de hombres como doctrinas’” (Mateo 15:7-9).
En cambio, la religión verdadera sí une a las personas. A ese respecto, el profeta Isaías predijo: “En la parte final de los días tiene que suceder que la montaña de la casa de Jehová llegará a estar firmemente establecida por encima de la cumbre de las montañas, y ciertamente será alzada por encima de las colinas; y a ella tendrán que afluir todas las naciones. Y él ciertamente dictará el fallo entre las naciones y enderezará los asuntos respecto a muchos pueblos. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra” (Isaías 2:2, 4).
Hoy día, los testigos de Jehová disfrutan de paz y unidad en más de doscientos treinta países y territorios gracias a que obedecen las enseñanzas de Dios. ¿En qué se basa su unidad? El apóstol Pablo escribió: “Vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión” (Colosenses 3:14). En este versículo, la palabra griega que se traduce “vínculo” también se utiliza para referirse a los ligamentos del cuerpo. Estos ligamentos, que son resistentes como sogas, cumplen una importante función: sostener los órganos en su lugar y mantener unidos los huesos.
Pues bien, el amor funciona de una manera parecida: tiene el poder de unir a las personas. El amor cristiano hace mucho más que impedir que la gente se mate entre sí: logra que personas de antecedentes muy distintos vivan unidas y en paz. Gracias a ese amor, pueden guiar su vida por lo que se conoce como la Regla de Oro: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12). Este principio enunciado por Jesús ha ayudado a mucha gente a vencer sus prejuicios.
“Amor entre sí”
Los testigos de Jehová demuestran que son los verdaderos discípulos de Cristo al cumplir con lo que él dijo: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí” (Juan 13:35). Este amor se ha evidenciado de manera extraordinaria en épocas de disturbios raciales y grave agitación política. Tal fue el caso del genocidio de Ruanda en 1994, durante el cual los testigos de Jehová demostraron cuánto se aman. En aquellas terribles circunstancias, los Testigos de la tribu hutu protegieron a sus hermanos tutsis a pesar del enorme peligro que aquello suponía para sus propias vidas.
Por supuesto, no podemos esperar que los seres humanos logren extender la paz y el amor al prójimo por todo el mundo. Eso es algo que, como enseña la Biblia, Dios hará cuando llegue el momento que él ha designado. Sin embargo, aun hoy podemos disfrutar, en cierta medida, de paz y unidad.
Ejemplo de ello son los testigos de Jehová, quienes dedicaron el año pasado más de mil millones de horas a visitar a la gente para hablar de la Biblia y de su valor práctico. Ese conocimiento exacto de la Palabra de Dios está uniendo hoy día a millones de personas de todo el mundo, enseñándoles a dejar atrás el odio y el prejuicio. Entre ellas se cuentan árabes y judíos, armenios y turcos, alemanes y rusos, por citar solo unos ejemplos.
¿Le gustaría saber más sobre cómo la Palabra de Dios puede unir a las personas? Le animamos a que se ponga en contacto con los testigos de Jehová de su localidad o escriba a una de las direcciones de la página 2 de esta revista.
[Nota]
a Hallará más información sobre el propósito de Dios para la humanidad en el capítulo 3 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, editado por los testigos de Jehová.
[Comentario de la página 4]
Miles de acuerdos de paz se han violado a lo largo de la historia
[Comentario de la página 7]
Los principios bíblicos han conseguido lo que los gobiernos jamás podrán lograr
[Ilustración de la página 5]
La Palabra de Dios nos ayuda a alcanzar la verdadera unidad
[Ilustración de la página 7]
Testigos de Jehová de origen hutu y tutsi construyen juntos un lugar de adoración