LOS JÓVENES PREGUNTAN
¿Me considero una persona resiliente?
¿Has tenido que superar alguno de estos problemas?
La muerte de alguien a quien querías.
Una enfermedad crónica.
Un desastre natural.
Todos necesitamos ser resilientes cuando pasamos por problemas graves. Eso está claro. Pero los expertos dicen que también tenemos que serlo con los problemas de todos los días. ¿Por qué? Porque incluso esos pequeños problemas pueden afectar nuestra salud. Por eso, sean cuales sean tus problemas, es importante que aprendas a ser resiliente.
¿Qué es la resiliencia?
La resiliencia es la capacidad de sobreponerte a los cambios y problemas de la vida. Las personas resilientes tienen problemas como todo el mundo, pero salen adelante. Tal vez les queden cicatrices, pero no se hunden. Se hacen más fuertes.
¿Por qué necesitas ser resiliente?
Porque los problemas son parte de la vida. La Biblia dice que “los veloces no siempre ganan la carrera, [...] ni siempre les va bien a los que tienen conocimiento, ya que a todos les llega algún mal momento y algún suceso imprevisto” (Eclesiastés 9:11). ¿Y qué quiere decir eso? Pues que hasta las personas buenas sufren, aunque no hayan hecho nada malo.
Porque la resiliencia te protege. Un consejero escolar dice que a su oficina vienen cada vez más alumnos con crisis nerviosas por no conseguir la calificación que esperaban o porque los han criticado por algo en las redes sociales. Es verdad que parecen problemas sin importancia, pero, según él, si no saben manejar sus emociones, pueden desarrollar “trastornos emocionales o mentales de todo tipo”.a
Porque ser resiliente también te ayudará de adulto. El doctor Richard Lerner dice sobre las decepciones que uno sufre en la vida: “Reponerse de esas situaciones, ponerse nuevas metas y encontrar nuevas formas de conseguir lo que quieres es parte de ser un adulto maduro y competente”.b
¿Cómo se aprende a ser más resiliente?
Intenta ver las cosas tal como son. Aprende a diferenciar entre los problemas importantes y los que no lo son. La Biblia dice que “el tonto muestra enseguida su irritación, pero el hombre prudente pasa por alto un insulto” (Proverbios 12:16). No puedes dejar que todo te afecte.
“Mis compañeros de clase hacían un drama de cualquier cosa. Luego en las redes sociales sus amigos les daban la razón. Total, que terminaban todavía peor y ya no eran capaces de ver las cosas como son” (Joanne).
Aprende de otros. Hay un proverbio bíblico que dice: “Así como el hierro afila el hierro, un hombre hace mejor a su amigo” (Proverbios 27:17). Puedes aprender mucho de otras personas que han logrado superar situaciones muy difíciles.
“Cuando hables con otros, verás que han pasado por momentos supercomplicados, pero que ahora ya están bien. Aprovecha y pregúntales qué hicieron y qué no hicieron” (Julia).
Ten paciencia. La Biblia dice: “Aunque el justo caiga siete veces, volverá a levantarse” (Proverbios 24:16). Toma su tiempo superar los problemas, así que es normal que tengas días malos. Lo importante es volver a levantarse.
“Cuando estás saliendo de un bache, tu corazón y tus emociones necesitan curarse, y eso lleva tiempo. Es un proceso. Me he dado cuenta de que poco a poco te vas recuperando y las cosas se hacen menos cuesta arriba” (Andrea).
Agradece lo que tienes. La Biblia dice: “Demuestren su agradecimiento” (Colosenses 3:15). Sin importar lo dura que sea la situación por la que estás pasando, siempre hay cosas por las que dar las gracias, cosas por las que vale la pena vivir. Intenta pensar en tres de ellas.
“Cuando te pasa algo malo, lo más fácil es pensar ‘¿Por qué a mí?’. Pero, si eres resiliente, no le darás demasiadas vueltas a todo. Serás positivo y estarás agradecido por lo que tienes y por lo que sí puedes hacer” (Samanta).
Es cuestión de actitud. El apóstol Pablo dijo: “He aprendido a estar contento sean cuales sean mis circunstancias” (Filipenses 4:11). Pablo no podía controlar las cosas malas que le pasaban, pero sí podía controlar su reacción. Estaba decidido a tener siempre una buena actitud.
“Me he dado cuenta de que mi primera reacción ante los problemas no siempre es la mejor. Me estoy esforzando por tener una actitud positiva pase lo que pase. Eso me ayudará a mí y también a la gente que tengo cerca” (Matthew).
Cuéntaselo a Jehová. La Biblia te dice: “Arroja tu carga sobre Jehová, y él te sostendrá. Jamás permitirá que caiga el justo” (Salmo 55:22). Orarle a Jehová no es una simple forma de autoayuda, no es algo que haces solo para sentirte mejor. Cuando oras, estás teniendo una conversación real con tu Creador, que te quiere y se preocupa por ti (1 Pedro 5:7).
“No tengo por qué luchar solo. Me desahogo con Jehová, le cuento mis cosas y le doy las gracias por todo lo que ha hecho por mí. Así me quito de encima los sentimientos negativos y me centro en lo bueno. ¡Orar es importantísimo!” (Carlos).
a Del libro Disconnected, de Thomas Kersting.
b Del libro The Good Teen—Rescuing Adolescence From the Myths of the Storm and Stress Years.