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“Dios aprobó sus ofrendas”La adoración pura de Jehová: ¡por fin restaurada!
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“Dios aprobó sus ofrendas”
IDEA PRINCIPAL: Los requisitos que Jehová estableció para la adoración pura
1-3. a) ¿Qué preguntas responderemos? (Vea el dibujo del principio). b) ¿De qué cuatro requisitos fundamentales de la adoración pura vamos a hablar?
ABEL revisa sus ovejas con mucha atención. Son los animales que con tanto cariño ha cuidado desde que nacieron. Y ahora elige unos cuantos, los sacrifica y se los presenta a Dios como una ofrenda. ¿Aceptaría Dios este acto de adoración de un ser humano imperfecto?
2 Hablando de Abel, el apóstol Pablo escribió por inspiración: “Dios aprobó sus ofrendas”. Pero la ofrenda de Caín, Jehová la rechazó (lea Hebreos 11:4). Esta situación da lugar a algunas preguntas que debemos analizar: ¿por qué aceptó Dios la adoración de Abel pero no la de Caín?, ¿qué lecciones podemos aprender de la historia de Caín y Abel? y ¿qué nos enseña el ejemplo de otros hombres mencionados en el capítulo 11 de Hebreos? Las respuestas nos ayudarán a comprender mejor lo que implica la adoración pura.
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“Dios aprobó sus ofrendas”La adoración pura de Jehová: ¡por fin restaurada!
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¿Por qué rechazó Dios la adoración de Caín?
4, 5. ¿Qué llevó a Caín a pensar que el destinatario de su ofrenda debía ser Jehová?
4 Lea Génesis 4:2-5. Caín sabía que el destinatario de su ofrenda sería Jehová. Él había tenido tiempo y oportunidades de sobra para conocer más a Jehová. Tanto él como su hermano Abel tal vez rondaban los cien años de edad para cuando presentaron sus ofrendas.a Desde niños, los dos sabían de la existencia del frondoso jardín de Edén, hasta es posible que pudieran verlo a lo lejos. Seguro que vieron a los querubines bloqueando el paso (Gén. 3:24). Sus padres tuvieron que haberles contado que Jehová había creado a todos los seres vivos y que su propósito original para la humanidad era muy distinto de lo que estaban sufriendo: un lento desgaste que los llevaría a la muerte (Gén. 1:24-28). Es probable que toda esa información llevara a Caín a pensar que debía presentarle una ofrenda a Dios.
5 ¿Qué más pudo haber impulsado a Caín a ofrecer su sacrificio? Jehová había profetizado que surgiría una “descendencia”, alguien que aplastaría la cabeza de “la serpiente”, el ser que había engañado a Eva para que tomara una decisión desastrosa (Gén. 3:4-6, 14, 15). Como Caín era el primer hijo, tal vez pensaba que él era la “descendencia” prometida (Gén. 4:1). Por otro lado, Jehová no había cortado por completo la comunicación con los humanos imperfectos. De hecho, hasta habló con Adán —seguramente por medio de un ángel— después de que él pecara (Gén. 3:8-10). Y también habló con Caín después de que ofreciera su sacrificio (Gén. 4:6). No hay duda de que Caín sabía que Jehová merece ser adorado.
6, 7. Explique si había algún problema con la calidad de la ofrenda de Caín o con el método que usó al presentarla.
6 Entonces, ¿por qué no le hizo ninguna gracia a Jehová la ofrenda de Caín? ¿Sería porque no era de buena calidad ? La Biblia no lo dice. Solo afirma que Caín “presentó algunos productos de la tierra”. Más adelante, en la Ley dada a Moisés, Jehová indicó que aceptaba ese tipo de sacrificios (Núm. 15:8, 9). Además, tengamos en cuenta las circunstancias. En ese momento de la historia, los seres humanos solo comían productos de la tierra (Gén. 1:29). Y, como Dios había maldecido el terreno que quedaba fuera del Edén, Caín tuvo que sudar la gota gorda para cultivar los productos que presentó (Gén. 3:17-19). ¡Lo que Caín ofreció era su propio sustento! Y eso solo se conseguía trabajando muy duro. Con todo, Jehová no aprobó la ofrenda de Caín.
7 ¿Será que había algún problema con el método que siguió Caín? ¿Presentó su ofrenda de una manera incorrecta? Eso es poco probable. ¿Por qué? Porque, cuando Jehová rechazó la ofrenda de Caín, no le echó en cara el método que siguió. En realidad, la Biblia no menciona cómo presentaron sus ofrendas Caín y Abel. Entonces, ¿dónde estaba el problema?
8, 9. a) ¿Por qué no estaba contento Jehová con la ofrenda de Caín? b) ¿Qué destacaría usted sobre la información que la Biblia aporta de Caín y Abel?
8 Las palabras que Pablo les escribió a los Hebreos por inspiración muestran que los motivos de Caín para presentar su ofrenda no eran puros. Le faltaba fe (Heb. 11:4; 1 Juan 3:11, 12). Por eso Jehová no estaba contento con Caín; el problema era el propio Caín, no su ofrenda (Gén. 4:5-8). Como Jehová es un padre cariñoso, trató de corregir a su hijo con bondad; por decirlo así, le tendió la mano. Pero Caín le dio la espalda. Dejó que las obras de la carne, como “las enemistades, las peleas, los celos”, echaran raíces en su corazón (Gál. 5:19, 20). Los demás aspectos positivos de su adoración quedaron completamente eclipsados por culpa de su malvado corazón. Su mal ejemplo nos enseña que la adoración pura no puede limitarse a una muestra externa de devoción a Jehová.
9 La Biblia nos aporta muchos detalles sobre Caín. Podemos escuchar lo que Jehová le dijo y lo que él le contestó. Hasta podemos saber el nombre de sus descendientes y algunas de las cosas que hizo (Gén. 4:17-24). Pero de Abel, la Biblia no dice si tuvo hijos ni incluye nada de lo que él dijo. A pesar de eso, las acciones de Abel todavía nos hablan. ¿En qué sentido?
Abel da el ejemplo para los que practican la adoración pura
10. ¿Qué ejemplo les dejó Abel a los que practican la adoración pura?
10 Abel le presentó su ofrenda a Jehová, pues sabía que solo Jehová merece ser el destinatario de nuestra adoración. Su ofrenda era de la mejor calidad, ya que seleccionó “algunos primogénitos de su rebaño”. Y, aunque el relato no indica si la ofreció sobre un altar o no, está claro que Dios no tuvo ningún inconveniente con el método que utilizó. Ahora bien, lo que destaca de la ofrenda de Abel son sus motivos. Tanto es así que Abel todavía “habla”, es decir, su ejemplo nos sigue enseñando mucho, incluso unos seis mil años después de su muerte. Su fe en Dios y su amor por las justas normas de Jehová lo impulsaron a presentar su ofrenda. ¿Cómo lo sabemos?
11. ¿Por qué Jesús calificó de justo a Abel?
11 En primer lugar, veamos lo que Jesús dijo sobre Abel, a quien conocía bien. Él lo había observado desde los cielos y había estado muy pendiente de este hijo de Adán (Prov. 8:22, 30, 31; Juan 8:58; Col. 1:15, 16). Por eso, como testigo de su conducta, Jesús calificó a Abel de hombre justo (Mat. 23:35). La persona justa reconoce que es Jehová quien pone las normas sobre lo que está bien y lo que está mal. Pero, además de eso, demuestra con palabras y acciones que está de acuerdo con dichas normas (compare con Lucas 1:5, 6). Uno no se gana la reputación de ser justo de la noche a la mañana. Así que es probable que Abel fuera conocido por vivir según las normas de Jehová desde antes de presentarle su ofrenda a Dios. Pero hacer eso no debió ser pan comido. Caín, que era el mayor, no sería una buena influencia, porque su corazón se había hecho malvado (1 Juan 3:12). Su madre había desobedecido un mandato específico de Dios y su padre se había rebelado contra Jehová; quería decidir por sí mismo lo que está bien y lo que está mal (Gén. 2:16, 17; 3:6). ¡Qué valiente fue Abel al seguir un rumbo tan distinto al de su familia!
12. ¿Cuál era la diferencia principal entre Caín y Abel?
12 En segundo lugar, fijémonos en cómo el apóstol Pablo relacionó la fe con la justicia. Él escribió: “Por la fe, Abel le ofreció a Dios un sacrificio de mayor valor que el de Caín. Por medio de esa fe recibió testimonio de que era justo” (Heb. 11:4). Las palabras de Pablo indican que, a diferencia de Caín, lo que motivaba a Abel a actuar era su fe en Jehová y en su manera de hacer las cosas; una fe que lo acompañó toda la vida y que brotaba del corazón.
13. ¿Qué nos enseña el ejemplo de Abel?
13 El ejemplo de Abel nos enseña que la adoración pura solo puede brotar de corazones con motivos puros, de corazones que están llenos de fe en Jehová y en completa sintonía con sus normas justas. Y, por otro lado, aprendemos que la adoración pura implica más que un solo acto de devoción. Tiene que ver con toda nuestra vida, con todo lo que hacemos.
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