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Hablemos siempre de forma edificante“Manténganse en el amor de Dios”
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La tercera razón para controlarnos al hablar es la responsabilidad que tenemos ante Jehová. Lo que decimos no solo influye en la convivencia con los demás, sino también en nuestra relación con Dios. Así lo indica Santiago 1:26: “Si a un hombre le parece que es [un buen] adorador [...], y con todo no refrena su lengua, sino que sigue engañando su propio corazón, la forma de adoración de este hombre es vana”.b Como se explicó en el capítulo anterior, existe una estrecha relación entre el uso que hacemos del lenguaje y nuestra adoración. Si diéramos rienda suelta a la lengua e hiciéramos comentarios hirientes y llenos de veneno, el servicio que rendimos a Dios no tendría ningún valor. Sin duda, esto debería darnos mucho que pensar (Santiago 3:8-10).
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Hablemos siempre de forma edificante“Manténganse en el amor de Dios”
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b La palabra griega traducida “vana” también se vierte “inútil” e “infructuosa” (1 Corintios 15:17; 1 Pedro 1:18).
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