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Se canta una canción nueva de victoriaApocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!
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“Estos son los que no se contaminaron con mujeres; de hecho, son vírgenes. Estos son los que van siguiendo al Cordero no importa adónde vaya. Estos fueron comprados de entre la humanidad como primicias para Dios y para el Cordero,
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El que los 144.000 ‘sean vírgenes’ no significa que los miembros de esta clase necesariamente son personas no casadas en la carne. El apóstol Pablo escribió a cristianos que esperaban ir a los cielos y les dijo que, aunque la soltería cristiana tiene ventajas, el matrimonio es preferible en medio de ciertas circunstancias. (1 Corintios 7:1, 2, 36, 37.) Lo que caracteriza a esta clase es una virginidad espiritual. Han evitado entrar en adulterio espiritual con la política mundana y con la religión falsa. (Santiago 4:4; Revelación 17:5.) Como la novia prometida de Cristo, se han mantenido puros, “sin tacha en medio de una generación torcida y aviesa”. (Filipenses 2:15.)
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Cuando Jesús estuvo en la Tierra, invitó a los de corazón recto a seguirle. (Marcos 8:34; 10:21; Juan 1:43.) Los que respondieron imitaron su modo de vivir y obedecieron sus enseñanzas. Así, durante su carrera terrestre “van siguiendo al Cordero no importa adónde vaya” mientras él los guía por el mundo de Satanás.
14. a) ¿De qué manera son los 144.000 “primicias para Dios y para el Cordero”? b) ¿En qué sentido son también primicias los de la gran muchedumbre?
14 Los 144.000 son “comprados de la tierra”, “comprados de entre la humanidad”. Son adoptados para ser hijos de Dios, y después de su resurrección ya no serán simplemente humanos de carne y sangre. Como se menciona en el versículo 4, llegan a ser las “primicias para Dios y para el Cordero”. Es verdad que allá en el primer siglo Jesús fue “las primicias de los que se han dormido en la muerte”. (1 Corintios 15:20, 23.) Pero los 144.000 son las “ciertas primicias” de la humanidad imperfecta, comprados por medio del sacrificio de Jesús. (Santiago 1:18.) No obstante, la recolección de fruto de entre la humanidad no termina con ellos. El libro de Revelación ya ha señalado a la siega o cosecha de una gran muchedumbre sin número que clama con voz fuerte: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero”. Esta gran muchedumbre sobrevivirá a la gran tribulación, y al continuar refrescándose mediante “fuentes de aguas de vida” serán elevados a la perfección humana en la Tierra. Algún tiempo después de la gran tribulación el Hades será vaciado, y otros innumerables millones de humanos serán resucitados y tendrán la oportunidad de beber de esas mismas aguas de vida. Si se tiene presente esto, sería correcto llamar a la gran muchedumbre unas primicias de las otras ovejas... son los primeros que ‘lavan sus ropas largas y las emblanquecen en la sangre del Cordero’ con la esperanza de vivir para siempre en la Tierra. (Revelación 7:9, 10, 14, 17; 20:12, 13.)
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