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  • “¡Estáte quieto y atiende!”
    ¡Despertad! 1997 | 22 de febrero
    • “¡Estáte quieto y atiende!”

      Cuando el niño padece trastorno de hiperactividad y déficit de atención

      “Jim siempre había dicho que Cal tan solo estaba consentido y que si fuésemos más duros con él —queriendo decir que si yo lo fuera—, se comportaría mejor. Y ahí estaba el médico diciéndonos que no era yo, ni nosotros, ni los maestros de Cal, sino que a nuestro niño realmente le pasaba algo.”

      CAL sufre el trastorno de hiperactividad y déficit de atención (THDA), cuyos síntomas característicos son la falta de concentración, el comportamiento impulsivo y la hiperactividad. Se calcula que este trastorno afecta a entre el 3 y el 5% de los niños de edad escolar. “Su mente es como un televisor con el seleccionador de canales defectuoso —dice Priscilla L. Vail, especialista en este campo—. Un pensamiento conduce a otro, sin orden ni concierto.”

      Analicemos brevemente tres síntomas importantes del THDA.

      Falta de concentración: El niño con THDA no puede aislarse de los detalles sin importancia y centrarse en algo específico. Por ello, se distrae fácilmente con solo ver, oír u oler algo ajeno a lo que le ocupa en ese momento.a Sí presta atención, pero no hay nada concreto que despierte su interés. No es capaz de determinar en qué debe concentrarse principalmente.

      Comportamiento impulsivo: El niño con THDA actúa antes de pensar, sin considerar las consecuencias. No planea mucho las cosas ni posee muy buen juicio. A veces se comporta de manera peligrosa. “Corre a la calle, se sube a las barandas, trepa a los árboles —escribe el doctor Paul Wender—. Debido a ello, los cortes, moretones, rasguños y visitas al médico son más frecuentes.”

      Hiperactividad: Los niños hiperactivos se mueven continuamente. No son capaces de quedarse sentados y quietos. “Aun de mayores —escribe el doctor Gordon Serfontein en su libro The Hidden Handicap (La minusvalía oculta)— se observa en ellos, si se presta atención, algún tipo de movimiento continuo de piernas, pies, brazos, manos, labios o lengua.”

      No obstante, algunos niños impulsivos y con dificultades para concentrarse no son hiperactivos. Su problema recibe a veces el nombre de trastorno por déficit de atención, o TDA. El doctor Ronald Goldberg explica que el TDA “puede presentarse sin que exista ningún tipo de hiperactividad. O tal vez con cierto grado de hiperactividad: desde apenas perceptible, hasta bastante molesto o incluso incapacitante en grado sumo”.

      ¿Cuál es la causa del THDA?

      Con el paso de los años, los problemas de atención se han achacado a muchas cosas, desde la crianza inadecuada hasta la luz fluorescente. Ahora se cree que el THDA obedece a alteraciones en ciertas funciones cerebrales. En 1990 el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos examinó a veinticinco adultos con síntomas de THDA y descubrió que metabolizaban la glucosa más despacio justo en las zonas del cerebro que controlan el movimiento y la atención. En aproximadamente el 40% de los casos de THDA, parece que influye la composición genética del individuo. Según la obra The Hyperactive Child Book (El libro del niño hiperactivo), otros factores que pueden estar relacionados con el THDA son el consumo de alcohol o drogas durante la gestación, la intoxicación por plomo y, en casos aislados, la dieta.

      El adolescente y el adulto con THDA

      En los últimos años los médicos han comprobado que el THDA no afecta solo durante la infancia. “Es bastante típico —dice el doctor Larry Silver— que los padres traigan a un niño para que reciba tratamiento, y digan: ‘A mí me pasaba lo mismo cuando era pequeño’. Luego admiten que sigue siéndoles difícil hacer fila, quedarse sentados sin moverse en una reunión y terminar las tareas que empiezan.” Actualmente se cree que alrededor de la mitad de los niños con THDA arrastran por lo menos algunos de sus síntomas hasta la adolescencia y la vida adulta.

      Durante la adolescencia, los que padecen THDA quizás pasen del comportamiento peligroso a la delincuencia. “Solía preocuparme el hecho de que no llegara a entrar en la universidad —dice la madre de un adolescente con THDA—. Pero ahora solo pido que no lo encierren en la cárcel.” Estos temores no son exagerados, como bien indica un estudio en el que se comparaba a 103 jóvenes hiperactivos con un grupo de control de 100 niños que no sufrían ese trastorno. “Para cuando los jóvenes del grupo hiperactivo llegaron a los 20 años —dice la revista Newsweek—, había dos veces más probabilidades de que hubieran sido arrestados, cinco veces más de que hubieran cometido delitos graves y nueve veces más de que hubieran cumplido alguna pena de prisión.”

      A un adulto, el THDA le plantea una serie de problemas muy particulares. La doctora Edna Copeland dice: “El muchacho hiperactivo puede convertirse en un adulto que cambia con frecuencia de empleo, es despedido muchas veces, se pasa el día perdiendo el tiempo y es inquieto”. Cuando no se entiende la causa de estos síntomas, la relación matrimonial se resiente. “En una simple conversación —dice la esposa de un hombre con THDA—, ni siquiera oía todo lo que yo le decía. Era como si estuviera siempre en otro lugar.”

      Por supuesto, estos rasgos de personalidad son comunes entre muchas personas, al menos hasta cierto grado. “Hay que preguntar si la persona siempre ha tenido esos síntomas”, dice el doctor George Dorry. Por ejemplo, él indica que si un hombre es olvidadizo solo desde que perdió el empleo o desde que su esposa dio a luz, no se trata de un trastorno.

      Además, si alguien realmente padece THDA, los síntomas están siempre presentes, es decir, afectan casi todo aspecto de la vida de la persona. Así era el caso de Gary, un hombre de 38 años, inteligente y enérgico, que parecía incapaz de terminar una sola tarea sin distraerse. Ha ocupado ya más de ciento veinte puestos de trabajo. “Terminé resignándome a creer que nunca lograría nada”, dijo. Pero Gary, al igual que muchos otros —niños, adolescentes y adultos—, ha recibido ayuda para sobrellevar el THDA. ¿Cómo?

  • Cómo sobrellevar el problema
    ¡Despertad! 1997 | 22 de febrero
    • Cómo sobrellevar el problema

      CON el paso de los años se han propuesto varios tratamientos para el THDA. Algunos se centran en la dieta. Sin embargo, ciertos estudios indican que los aditivos alimentarios no suelen provocar hiperactividad, y que las soluciones dietéticas muchas veces no surten efecto. Otros tratamientos para el THDA son la medicación, la modificación del comportamiento y la educación cognitiva.a

      Medicación. Como parece ser que el THDA implica alguna disfunción cerebral, a muchos les han beneficiado los fármacos para restablecer el equilibrio químico.b Sin embargo, la medicación no sustituye al aprendizaje. Solo ayuda al niño a concentrarse, proporcionándole un fundamento para adquirir nuevas destrezas.

      La medicación también ha ayudado a muchos adultos con THDA. Pero hay que tener cuidado —tanto en el caso de jóvenes como de adultos—, pues algunos estimulantes que se recetan para tratar el THDA pueden crear adicción.

      Modificación del comportamiento. El THDA de un niño no exime a los padres de su obligación de disciplinarlo. Aunque el niño tenga necesidades especiales al respecto, la Biblia da este consejo a los padres: “Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él”. (Proverbios 22:6.) En el libro Your Hyperactive Child (Cuando su hijo es hiperactivo), Barbara Ingersoll comenta: “El padre que se limita a darse por vencido y deja a su hijo hiperactivo ‘a rienda suelta’, no le hace ningún favor. Como cualquier otro niño, el hiperactivo necesita disciplina firme y que se le muestre respeto como persona. Esto significa que hacen falta límites claros y recompensas y castigos apropiados”.

      Por consiguiente, es importante que los padres aporten un sentido de estructura a la vida. Además debe establecerse un orden estricto para las actividades cotidianas. Al confeccionar dicho horario —que abarcaría un tiempo para hacer los deberes, estudiar, bañarse, etc.—, los padres tal vez quieran conceder al niño cierta libertad. Hecho esto, siga siempre la misma secuencia. Asegúrese de que las labores diarias se efectúen en el debido orden. La revista Phi Delta Kappan dice: “Los médicos, psicólogos, autoridades escolares y maestros tienen la obligación, ante el niño y los padres, de explicar que el diagnóstico de TDA o de THDA no da licencia al muchacho para salirse con la suya, sino que es un dato necesario para dar la ayuda debida al niño en cuestión”.

      Educación cognitiva. Abarca ayudar al niño a cambiar su opinión de sí mismo y de su trastorno. “Las personas con trastorno por déficit de atención se ven ‘feas, tontas y malas’ aunque sean atractivas, inteligentes y buenas”, comenta el doctor Ronald Goldberg. Por consiguiente, el niño con TDA o THDA necesita tener un punto de vista apropiado de su valía, y saber que sus problemas de concentración son controlables. Esto reviste particular importancia durante la adolescencia. Para cuando un muchacho con THDA alcance esa etapa de la vida, posiblemente haya sufrido muchas críticas de parte de compañeros, maestros, hermanos y quizás hasta de sus padres. De modo que necesita ponerse metas realistas y juzgarse con justicia, no con dureza.

      Los métodos terapéuticos mencionados también sirven para adultos con THDA. “Hay que hacer algunos cambios según la edad —escribe el doctor Goldberg—, pero los fundamentos de la terapia —medicación cuando es necesaria, modificación del comportamiento y [educación] cognitiva— siguen siendo válidos a lo largo de toda la vida.”

      Cómo ayudar

      John, padre de un adolescente con THDA, dice lo siguiente a los padres que se encuentran en circunstancias similares: “Infórmense cuanto puedan sobre este problema. Tomen decisiones bien fundadas. Sobre todo, amen a su hijo y fomenten su amor propio. La falta de autoestima es mortal”.

      Para que el niño con THDA reciba la ayuda adecuada, el padre y la madre deben cooperar. El doctor Gordon Serfontein escribe que un niño con THDA necesita “saber que en el hogar se le ama y que ese amor viene del que existe entre los padres”. (Cursivas nuestras.) Lamentablemente, no siempre se demuestra ese amor. El doctor Serfontein continúa: “Está comprobado que en las familias donde hay [un niño con THDA], los casos de discordia y ruptura matrimoniales son casi un 33% más elevados que en la población normal”. Para evitar tal discordia, el padre debe desempeñar un papel importante en la crianza del niño con THDA. La responsabilidad no debería recaer únicamente en la madre. (Efesios 6:4; 1 Pedro 3:7.)

      Los amigos íntimos, aunque no son parte de la familia, también pueden ayudar mucho. ¿Cómo? “Sea bondadoso —dice John, citado anteriormente—. Mire más allá de lo que ven los ojos. Llegue a conocer al niño. Hable también con los padres. ¿Cómo les va? ¿A qué tienen que enfrentarse día a día?” (Proverbios 17:17.)

      Los miembros de la congregación cristiana pueden hacer mucho para ayudar tanto al niño con THDA como a los padres. ¿Cómo? Siendo razonables en sus expectativas. (Filipenses 4:5.) A veces, un niño con THDA es problemático. En lugar de hacer comentarios insensibles como “¿por qué no controlan a su hijo?”, o “¿por qué no lo disciplinan?”, el compañero de creencia perspicaz reconocerá que los padres tal vez ya estén agobiados con las exigencias cotidianas de criar a un niño con THDA. Aunque, por supuesto, los padres deben hacer todo lo posible por restringir el comportamiento problemático del niño, los demás miembros de la congregación, en lugar de mostrarse irritados, deberían esforzarse por manifestar “sentimientos como compañeros” y ‘conferir una bendición’. (1 Pedro 3:8, 9.) En efecto, muchas veces es por medio de los compañeros de creencia compasivos que Dios “consuela a los abatidos”. (2 Corintios 7:5-7.)

      Los estudiantes de la Biblia reconocen que toda imperfección humana, incluidos los trastornos de aprendizaje y el THDA, son herencia del primer hombre, Adán. (Romanos 5:12.) También saben que el Creador, Jehová, cumplirá su promesa de instaurar un nuevo mundo justo en el que ya no existirán las penosas enfermedades. (Isaías 33:24; Revelación [Apocalipsis] 21:1-4.) Esta garantía es un ancla de apoyo para los que sufren trastornos como el THDA. “El paso de los años, la educación y la experiencia están ayudando a nuestro hijo a entender su trastorno y controlarlo —dice John—. Pero en este sistema de cosas nunca estará totalmente curado. Lo que nos consuela día a día es pensar que en el nuevo mundo Jehová corregirá el trastorno de nuestro hijo y le permitirá gozar de la vida a plenitud.”

      [Notas]

      a ¡Despertad! no favorece ningún tratamiento en particular. Los cristianos deben tener cuidado de que la terapia que elijan no contravenga los principios bíblicos.

      b En algunas personas, los fármacos tienen efectos secundarios no deseados, como ansiedad y otros problemas emocionales. Además, los estimulantes pueden agravar los tics en el caso de los trastornos caracterizados por movimientos espasmódicos, como el síndrome de Tourette. De ahí que solo deban administrarse medicamentos por prescripción facultativa.

      [Recuadro de la página 8]

      Una advertencia para los padres

      CASI todos los niños son a veces distraídos, impulsivos y demasiado activos. La presencia de estos rasgos de personalidad no siempre es indicio de THDA. En su libro Before It’s Too Late (Antes de que sea demasiado tarde), el doctor Stanton E. Samenow comenta: “He visto innumerables casos en los que se exime a un niño de algo que no quiere hacer porque se cree que padece algún impedimento o trastorno sobre el que no tiene control”.

      El doctor Richard Bromfield también ve la necesidad de ejercer cautela. “Desde luego, algunas personas a las que se ha diagnosticado THDA tienen problemas neurológicos y necesitan medicación —escribe—. Pero también se achaca al trastorno todo tipo de abusos, hipocresías, negligencias y demás males sociales que en la mayoría de los casos no guardan relación alguna con el THDA. En realidad, la falta de valores que caracteriza a la vida moderna —la violencia gratuita, el consumo de drogas y, aunque no sea algo tan terrible, los hogares en los que reina el caos y la indisciplina— promueve más inquietud comparable al THDA que cualquier otra debilidad neurológica.”

      Por eso, el doctor Ronald Goldberg aconseja prudentemente que no se utilice el THDA como “un concepto general”. Dice que “antes de emitir un diagnóstico, hay que asegurarse de que no quede ninguna piedra importante por mover”. Los síntomas que parecen ser de THDA tal vez indiquen la presencia de alguno de los muchos problemas físicos o emocionales que existen. De modo que, para obtener un diagnóstico acertado, se necesita el asesoramiento de un médico con experiencia.

      Aun en los casos en que se diagnostique THDA, los padres deben analizar los pros y los contras de administrar medicación al niño. El Ritalin puede eliminar los síntomas no deseados, pero también puede provocar efectos secundarios desagradables, como insomnio, ansiedad acrecentada y nerviosismo. De ahí que el doctor Richard Bromfield aconseje que nadie se apresure a medicar a un niño tan solo para eliminar los síntomas. “A demasiados niños, y cada vez a más adultos, se les receta Ritalin indebidamente —dice—. De lo que he podido comprobar, parece que el uso de Ritalin depende mucho de la capacidad que tengan los padres y maestros de tolerar el comportamiento del niño. Sé de niños a quienes se les da el fármaco para calmarlos, no porque lo necesiten.”

      De modo que los padres no deberían pensar enseguida que un hijo suyo tiene THDA o un trastorno de aprendizaje. Es mejor que sopesen con cuidado todos los síntomas, con la ayuda de un profesional competente. Si finalmente se establece que el niño tiene un trastorno de aprendizaje, o tal vez THDA, es aconsejable que los padres dediquen tiempo a informarse bien del problema para poder decidir lo que sea mejor para su hijo.

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