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Pruebas y zarandeos desde el interiorLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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1914: Las expectativas y la realidad
En 1876 C. T. Russell escribió el primero de muchos artículos en los que indicó que en el año 1914 acababan los Tiempos de los Gentiles a los que se refirió Jesucristo. (Luc. 21:24.) En el segundo tomo de Millennial Dawn, publicado en 1889, el hermano Russell expuso de manera lógica los argumentos que permitirían a los lectores ver la base bíblica de lo que se decía y constatarla ellos mismos. Por casi cuatro décadas hasta 1914, los Estudiantes de la Biblia distribuyeron millones de ejemplares de publicaciones que enfocaban la atención en el fin de los Tiempos de los Gentiles. Otras publicaciones religiosas reconocieron la cronología bíblica que señalaba al año 1914, pero ¿qué grupo, aparte de los Estudiantes de la Biblia, le dio publicidad internacional constante y vivió en conformidad con su convicción de que los Tiempos de los Gentiles terminarían aquel año?
A medida que se acercaba 1914, aumentaban las expectativas. ¿Qué traería consigo? En The Bible Students Monthly ([Mensuario de los Estudiantes de la Biblia], volumen VI, núm. 1, publicado a principios de 1914), el hermano Russell escribió: “Si la fecha y la cronología que tenemos son correctas, los Tiempos de los Gentiles terminarán este año, 1914. ¿Qué significará esto? No lo sabemos con seguridad. Esperamos que el reinado activo del Mesías comience para el tiempo en que expire el otorgamiento temporal de poder a los gentiles. Nuestra esperanza, falsa o verdadera, es que habrá prodigiosas manifestaciones de juicios divinos contra toda clase de injusticia, y que ello significará la disolución de muchas de las instituciones actuales, si no de todas”. El hermano Russell subrayó que no esperaba el “fin del mundo” en 1914 y que la Tierra permanece para siempre, pero que el orden de cosas actual, gobernado por Satanás, ha de desaparecer.
En su número del 15 de octubre de 1913 The Watch Tower había dicho: “Según los mejores cálculos cronológicos que podemos hacer, es aproximadamente en ese tiempo, bien octubre de 1914, o después. Sin dogmatismo, esperamos ciertos acontecimientos: 1) que terminen los Tiempos de los Gentiles —la supremacía de los gentiles en el mundo— y 2) que se inicie el Reinado del Mesías en el mundo”.
¿Cómo sucedería esto? A los Estudiantes de la Biblia les parecía razonable pensar que incluiría la glorificación de cualquiera que hubiera sido escogido por Dios para participar en el Reino celestial con Cristo y aún se hallara en la Tierra. Pero ¿cómo se sintieron cuando aquello no sucedió en 1914? The Watch Tower del 15 de abril de 1916 dijo: “Creemos que las fechas han resultado ser del todo correctas. Creemos que los Tiempos de los Gentiles han concluido”. No obstante, cándidamente agregó: “El Señor no dijo que toda la Iglesia sería glorificada para 1914. Simplemente lo dedujimos y, evidentemente, nos equivocamos”.
En este aspecto, se parecieron hasta cierto grado a los apóstoles de Jesús. Los apóstoles conocían las profecías acerca del Reino de Dios y supuestamente creían en ellas. Pero en varias ocasiones se equivocaron respecto a cómo y cuándo se cumplirían. Esto decepcionó a algunos. (Luc. 19:11; 24:19-24; Hech. 1:6.)
Cuando pasó octubre de 1914 sin que tuviera lugar el esperado cambio a la vida celestial, el hermano Russell sabía que habría un verdadero sondeo de corazones. En The Watch Tower del 1 de noviembre de 1914 escribió: “Recordemos que estamos en una época de pruebas. Los apóstoles vivieron en una época semejante en el intervalo entre la muerte de nuestro Señor y el Pentecostés. Después de su resurrección, nuestro Señor se apareció a sus discípulos unas cuantas veces, y luego ellos dejaron de verlo por muchos días. Entonces se desanimaron y dijeron: ‘No vale la pena esperar’. ‘Me voy a pescar’, dijo uno. ‘Iremos contigo’, respondieron otros dos. Estaban por ingresar en el negocio de la pesca y abandonar la obra de pescar hombres. Fue un período de pruebas para los discípulos. Y lo mismo sucede ahora. Si hay alguna razón que impulse a alguien a dejar al Señor y Su Verdad y a cesar de sacrificarse por Su Causa, entonces lo que suscitó el interés en el Señor no fue solamente el amor a Dios de corazón, sino otra cosa: probablemente la esperanza de que quedaba poco tiempo; la consagración fue solamente por cierto tiempo”.
Por lo visto, ese fue el caso de algunos. Sus pensamientos y sus deseos se habían concentrado principalmente en la perspectiva de ser cambiados a la vida celestial. Como aquello no sucedió cuando lo esperaban, se negaron a ver el significado de los asombrosos acontecimientos que tuvieron lugar en 1914. Perdieron de vista todas las preciosas verdades que habían aprendido de la Palabra de Dios y empezaron a ridiculizar a los que les habían ayudado a aprenderlas.
Con humildad, los Estudiantes de la Biblia volvieron a examinar las Escrituras para dejar que la Palabra de Dios reajustara su punto de vista. Su convicción de que los Tiempos de los Gentiles habían terminado en 1914 no cambió. Gradualmente entendieron mejor cómo había empezado el Reino Mesiánico: había sido establecido en el cielo al conferir Jehová autoridad a Jesucristo, su Hijo; además, para esto no había sido preciso aguardar hasta que se hubiera levantado a los coherederos de Jesús a la vida celestial, ya que estos serían glorificados junto a él más adelante. También comprendieron que para extender la influencia del Reino no había que resucitar primero a los fieles profetas de antaño, sino que el Rey utilizaría a cristianos leales que estuvieran vivos en este tiempo como sus representantes para ofrecer a personas de todas las naciones la oportunidad de vivir eternamente como súbditos terrestres del Reino.
Cuando este espléndido cuadro se abrió ante sus ojos, hubo más pruebas y zarandeos. Sin embargo, los que verdaderamente amaban a Jehová y se deleitaban en servirle agradecieron mucho los privilegios de servicio que se les presentaron. (Rev. 3:7, 8.)
Uno de estos fue A. H. Macmillan, quien más tarde escribió: “Aunque nuestras expectativas sobre el ser llevados al cielo no se cumplieron en 1914, ese año ciertamente vio el fin de los tiempos de los gentiles [...]. No estuvimos perturbados en particular por no haber tenido lugar todo como habíamos esperado, porque estábamos muy ocupados con la obra del Foto-Drama y con los problemas creados por la guerra”. El hermano Macmillan se mantuvo ocupado en el servicio de Jehová y tuvo la satisfacción de ver aumentar el número de proclamadores del Reino a más de un millón durante su vida.
Recordando sus experiencias durante los sesenta y seis años que llevaba en la organización, dijo: “He visto sobrevenir muchas pruebas severas a la organización y someterse a prueba la fe de los que están en ella. Con la ayuda del espíritu de Dios la organización sobrevivió y continuó floreciendo”. En cuanto a ajustes de entendimiento que tuvieran que hacerse, añadió: “Las verdades fundamentales que aprendimos de las Escrituras siguieron siendo las mismas. De modo que aprendí que debemos reconocer nuestros errores y continuar examinando la Palabra de Dios para conseguir más esclarecimiento. Sin importar los ajustes que tuviésemos que hacer de vez en cuando en nuestros puntos de vista, eso no cambiaría la provisión benigna del rescate [ni] la promesa de vida eterna de Dios”.
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Pruebas y zarandeos desde el interiorLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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[Recuadro/Fotografía en la página 634]
C. J. Woodworth
A cierta persona que abandonó el servicio de Jehová porque los seguidores ungidos de Jesucristo no fueron llevados al cielo en 1914, C. J. Woodworth escribió lo siguiente:
Hace veinte años usted y yo creíamos en el bautismo de infantes; en que el clero tenía el derecho divino de administrar dicho bautismo; que el bautismo era necesario para escapar del tormento eterno; que Dios es amor; que Dios creó y sigue creando a Su semejanza a miles de millones de seres que pasarán las incontables eras de la eternidad entre sofocantes emanaciones de azufre humeante y ardiente, suplicando en vano que se les dé una gota de agua que mitigue sus sufrimientos. [...]
Creíamos que el hombre sigue vivo después de morir; creíamos que Jesucristo no había muerto; que no podía morir; que nunca se ha pagado ni se pagará un Rescate; que Jehová Dios y Cristo Jesús, Su Hijo, son la misma persona; que Cristo era Su propio Padre; que Jesús era Su propio Hijo; que el Espíritu Santo es una persona; que uno más uno más uno equivalen a uno; que cuando Jesús colgaba de la cruz y dijo: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?’, simplemente estaba hablando consigo mismo; que los reinos actuales forman parte del Reino de Cristo; que el Diablo, en vez de ejercer dominio sobre los reinos de esta Tierra, ha estado lejos, en un Infierno que nadie ha hallado. [...]
Alabo a Dios por el día que llegó la Verdad Actual a mi puerta. Era tan sana, tan refrescante a la mente y el corazón, que me apresuré a dejar el engaño y la charlatanería del pasado, y Dios me utilizó para también abrir los ojos de usted, que estaba ciego. Juntos nos regocijamos con la Verdad, y trabajamos lado a lado por quince años. El Señor le honró mucho como vocero Suyo; nunca conocí a nadie que pudiera demostrar de manera tan clara lo ridículo de las insensateces de Babilonia. En su carta usted pregunta: ‘¿Y ahora qué? ¡Ah! ahora viene lo triste del caso. Lo que ha sucedido es que usted ha permitido que su corazón se amargue contra aquel cuyas obras de amor y bendición desde lo Alto ha hecho posible que la Verdad llegue a nuestros corazones. Usted ha abandonado la organización y se ha llevado consigo a algunas ovejas. [...]
Puede que yo le parezca ridículo a usted porque no me fui al Cielo el 1 de octubre de 1914, pero usted no me parece ridículo a mí, ¡oh no!
En este momento en el que diez de las principales naciones de la Tierra se retuercen en su agonía, me parece que es particularmente inoportuno tratar de ridiculizar al hombre, al único hombre [Russell], que por cuarenta años ha enseñado que los Tiempos de los Gentiles terminarían en 1914.”
La fe del hermano Woodworth no tambaleó cuando los sucesos de 1914 no resultaron en lo que se esperaba. Sencillamente reconoció que les quedaban cosas por aprender. Debido a su confianza en el propósito de Dios, pasó nueve meses en prisión en 1918-1919. Más tarde fue redactor de las revistas “The Golden Age” (La Edad de Oro) y “Consolation” (Consolación). Permaneció firme en la fe y leal a la organización de Jehová hasta su muerte en 1951, a los 81 años de edad.
[Recuadro/Fotografía en la página 637]
A. H. Macmillan
“He visto la sabiduría de esperar pacientemente en Jehová para aclarar nuestro entendimiento de cosas bíblicas en vez de perturbarnos a causa de un nuevo pensamiento. A veces nuestras expectativas de cierta fecha eran mayores [de] lo que autorizaban las Escrituras. Cuando estas expectativas no se cumplieron, eso no cambió los propósitos de Dios.”
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