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  • Los juegos de azar, fascinación universal
    ¡Despertad! 2002 | 22 de julio
    • Los juegos de azar, fascinación universal

      JOHN, criado en Escocia, soñaba con que le tocara un premio de la lotería. “Compraba un billete todas las semanas —dice—. Costaba poco dinero, pero me daba la esperanza de conseguir todo lo que siempre había deseado.”

      A Kazushige, que reside en Japón, le encantaban las carreras de caballos. “Era muy divertido apostar en el hipódromo con mis amigos, y a veces ganaba mucho dinero”, recuerda.

      “Mi juego favorito era el bingo —comenta Linda, que vive en Australia—. Me gastaba unos 30 dólares a la semana, pero me fascinaba la emoción de ganar.”

      John, Kazushige y Linda consideraban los juegos de azar un pasatiempo relativamente inofensivo, opinión que comparten cientos de millones de personas de todo el mundo. Una encuesta Gallup efectuada en 1999 indicó que dos tercios de la población de Estados Unidos estaban a favor del juego. En 1998, los estadounidenses gastaron 50.000 millones de dólares en juegos de azar legales, más del total que dedicaron a ir al cine, comprar grabaciones musicales y videojuegos, así como a acudir a acontecimientos deportivos y parques temáticos.

      En el espacio de un año, más del 80% de la población de Australia jugó dinero por lo menos una vez, y el 40% lo hizo todas las semanas, según una investigación reciente. Los adultos de este país gastan un promedio superior a los 400 dólares al año en juegos de azar, casi el doble que los europeos o los estadounidenses, lo que sitúa a los australianos entre los jugadores más ávidos del mundo.

      Numerosos japoneses son adictos al pachinko, juego que se practica en máquinas recreativas y en el que apuestan miles de millones de dólares al año. Los brasileños dedican un mínimo de 4.000 millones de dólares anuales al juego, en su mayoría a la lotería, aunque no son los únicos a quienes cautiva esta modalidad. La revista Public Gaming International calculó hace poco que existen “306 loterías en 102 países”. Lo cierto es que los juegos de azar ejercen una fascinación universal, fascinación que, según algunos, reporta grandes beneficios.

      Sharon Sharp, representante del Public Gaming Research Institute (Instituto de investigación sobre los juegos públicos), afirma que entre 1964 y 1999, la recaudación en concepto de lotería en Estados Unidos “represent[ó] 125.000 millones de dólares del presupuesto del Estado, la mayoría de los cuales se ingresaron a partir de 1993”. Gran parte de ese dinero se destinó a programas de educación pública, parques estatales y la creación de instalaciones deportivas. El juego proporciona muchos puestos de trabajo; tan solo en Australia emplea a 100.000 personas distribuidas en más de siete mil establecimientos.

      De modo que sus defensores arguyen que, además de ofrecer entretenimiento, el juego legal genera empleos, aporta ingresos a la nación mediante los impuestos y sanea las economías en mal estado.

      Es lógico, pues, que muchos lectores se pregunten: “¿Qué tiene de malo el juego?”. La respuesta, que se ofrecerá en los artículos siguientes, probablemente les haga cambiar de opinión.

      [Ilustración de la página 3]

      John

      [Ilustración de la página 3]

      Kazushige

      [Ilustración de la página 3]

      Linda

  • ¿Qué tiene de malo el juego?
    ¡Despertad! 2002 | 22 de julio
    • ¿Qué tiene de malo el juego?

      “Los cerca de doscientos noventa mil jugadores habituales que hay en Australia generan pérdidas superiores a 3.000 millones de dólares al año. No solo es desastroso para ellos mismos, sino también para el millón y medio de personas que se ven directamente afectadas por su quiebra, divorcio, suicidio y desperdicio de tiempo en el empleo.”—J. Howard, primer ministro de Australia (1999).

      A JOHN, mencionado en el artículo anterior, lo dominaba el juego.a Tras su mudanza a Australia, se casó con Linda, quien también jugaba. La adicción de John fue de mal en peor. “Pasé de comprar billetes de lotería —cuenta— a apostar a las carreras de caballos y a jugar en los casinos. Acabé jugando casi todos los días. A veces perdía todo el sueldo y no me quedaba nada para pagar la hipoteca ni mantener a mi familia. Aunque ganara mucho dinero, seguía jugando. Era la pasión por ganar lo que me entrampaba.”

      Casos como el de John no son infrecuentes; parece que la fiebre del juego aflige a sociedades enteras. La revista USA Today publicó que entre 1976 y 1997 hubo un espectacular aumento del 3.200% en la cantidad de dinero gastado en juegos legales en Estados Unidos.

      “Antes se consideraba un mal moral y social, pero hoy día el juego es un pasatiempo socialmente admisible”, dice el periódico canadiense The Globe and Mail. Y a continuación señala una de las razones del cambio de actitud: “El nuevo concepto es consecuencia directa de lo que quizá constituya la campaña propagandística —financiada por el Estado— más costosa y larga de la historia de Canadá”. ¿Qué repercusiones ha tenido en algunas sociedades la promoción de los juegos de azar?

      Una epidemia de adictos al juego

      Según un cálculo del Departamento de Investigación sobre las Adicciones de la Facultad de Medicina de Harvard, en 1996 hubo en Estados Unidos “7.500.000 adultos adictos al juego en mayor o menor grado”, y otros “7.900.000 adolescentes con el mismo problema”. La Comisión Nacional sobre el Impacto del Juego incluyó tales cifras en un informe presentado ante el Congreso Estadounidense, en el cual se advertía que la cantidad de jugadores podría ser en realidad considerablemente más alta que la indicada.

      Se calcula que la adicción patológica al juego, llamada ludopatía, pasa una factura de miles de millones de dólares al año a la sociedad estadounidense en concepto de pérdida de empleos, problemas de salud, subsidios de desempleo y programas de rehabilitación. Tal cantidad, sin embargo, no refleja en absoluto el sufrimiento que ocasiona el juego a familiares, amigos y compañeros de trabajo, como consecuencia de robos, desfalcos, suicidios, violencia doméstica y maltrato infantil. Un informe australiano indicó que cada jugador puede llegar a perjudicar directamente a diez personas. Hasta “el 50% de los cónyuges y el 10% de los hijos son víctimas de malos tratos por parte del ludópata”, según el Consejo Nacional de Investigación, de Estados Unidos.

      Adicción contagiosa

      Al igual que ciertas enfermedades, parece que la adicción al juego se transmite de una generación a otra. “Los hijos de jugadores patológicos son más propensos a actividades [consideradas] delictivas [en Estados Unidos], como fumar, beber y consumir drogas, además de correr un riesgo mayor de caer en la ludopatía”, afirma el informe de la Comisión Nacional sobre el Impacto del Juego. Asimismo advierte que “los jugadores adolescentes tienen más probabilidades de convertirse en ludópatas que los adultos”.

      El doctor Howard J. Shaffer, director del Departamento de Investigación sobre las Adicciones de la Facultad de Medicina de Harvard, dice: “Cada vez existen más pruebas de que el juego ilegal entre la juventud aumenta a un ritmo, como mínimo, proporcional a la oferta de juego legal”. En cuanto a la posibilidad de que los ludópatas den mal uso a la tecnología de Internet, el doctor Shaffer agrega: “Creo que tal como el fumar crack cambió la forma de tomar cocaína, la electrónica cambiará la forma de jugar”.

      Aunque suele decirse que el juego ofrece una diversión inocente, para los adolescentes puede ser tan adictivo como cualquier otra droga ilegal y puede llevarlos a conductas delictivas. Un sondeo realizado en el Reino Unido entre jugadores jóvenes reveló que “el 46% robaba dinero a sus familiares” para mantener el vicio.

      Pese a todo lo expuesto, una influyente asociación de la industria de los juegos de azar justifica su labor promotora diciendo que “la gran mayoría de los estadounidenses que disfrutan del juego no sufren problema alguno”. Aun cuando pensemos que el juego no tiene ninguna repercusión negativa en nuestra economía o en nuestra salud, ¿cómo influye en nuestra espiritualidad? ¿Existen buenas razones para no jugar? Examinaremos estas cuestiones en el siguiente artículo.

      [Nota]

      a Véase el recuadro “¿Soy adicto al juego?”, en las págs. 4, 5.

      [Ilustraciones y recuadro de las páginas 4 y 5]

      ¿Soy adicto al juego?

      La lista de síntomas de la página 5, elaborada por la Asociación Americana de Psiquiatría, puede servir de base para diagnosticar la ludopatía (a veces llamada juego compulsivo). La mayoría de las autoridades médicas consideran que alguien es adicto al juego si manifiesta varios de los patrones de conducta expuestos a continuación, y que se encuentra entre la población de riesgo si experimenta uno de ellos.

      Obsesión por el juego Interés excesivo por revivir experiencias pasadas de juego, planificar la próxima ocasión o pensar formas de conseguir dinero con el que jugar.

      Tolerancia Necesidad de apostar cantidades crecientes de dinero para conseguir el grado de excitación deseado.

      Síndrome de abstinencia Inquietud o irritabilidad cuando se intenta jugar menos o abandonar el juego por completo.

      Válvula de escape Se recurre al juego para escapar de los problemas o para aliviar sentimientos de impotencia, culpa, ansiedad o depresión.

      Intentos de recuperar el dinero Después de perder dinero en el juego, se vuelve otro día para intentar recuperarlo.

      Engaño Se engaña a los familiares, terapeutas u otras personas con tal de ocultar el grado de implicación en el juego.

      Pérdida del control Fracaso repetido de los esfuerzos por dejar, controlar o reducir el juego.

      Conducta ilegal Se cometen actos ilegales, como fraudes, robos o desfalcos para mantener el vicio.

      Se arriesgan relaciones importantes Se arriesgan o pierden relaciones interpersonales significativas, trabajos y oportunidades educativas o profesionales.

      Se espera ayuda monetaria Se confía en que los demás proporcionen dinero que alivie la desesperada situación económica causada por el juego.

      [Reconocimiento]

      Fuente: National Opinion Research Center de la Universidad de Chicago, Gemini Research y The Lewin Group.

      [Ilustración y recuadro de la página 7]

      El verdadero mensaje de los anuncios de loterías

      “La promoción de las loterías [...] quizá pudiera verse como una manera de inculcar valores, de enseñar que el juego es bueno o que incluso promueve la virtud”, dice un grupo de investigadores de la Universidad Duke (EE.UU.), en un informe presentado ante la Comisión Nacional sobre el Impacto del Juego. ¿Qué efecto real produce la propaganda de la lotería en la comunidad? El informe aclara: “Puede que no sea una exageración decir que el mensaje transmitido por los anuncios de loterías, a saber, que el éxito en la vida estriba en elegir el número acertado, corrompe a la población. Es posible que esta perversa iniciativa ‘pedagógica’ promulgada por las administraciones de lotería tenga a la larga el irónico efecto de reducir los ingresos estatales al disminuir el crecimiento económico. En concreto, si la propaganda socava la inclinación a trabajar, ahorrar e invertir dinero en la formación profesional propia, las consecuencias acabarán frenando el aumento de la productividad. De todos modos, confiar en un milagro no es la manera de triunfar que solemos enseñar a nuestros hijos”.

      [Ilustración y recuadro de la página 8]

      Un casino en cada hogar

      Con una fracción de lo que cuesta edificar un nuevo establecimiento de juego, se crean ahora páginas de Internet capaces de convertir en un casino virtual cualquier hogar que cuente con una computadora conectada a la Red. A mediados de la década de 1990 había unos veinticinco sitios de apuestas en Internet. En 2001 se contabilizaron más de mil doscientos, y los ingresos del juego virtual han ido multiplicándose cada año: en 1997 ascendieron a 300 millones de dólares; en 1998, a 650 millones; en 2000, a 2.200 millones, y “se espera que alcancen los 6.400 millones” para el año 2003, informa la agencia de noticias Reuters.

      [Ilustración de la página 6]

      Entre las consecuencias de la adicción al juego figura la falta de dinero para mantener a la familia

      [Ilustración de la página 7]

      La popularidad de los juegos de azar crece a un ritmo alarmante entre los jóvenes

      [Ilustración de la página 8]

      Los hijos de los jugadores patológicos corren mayor riesgo de convertirse en adictos al juego

  • Huya de la trampa del juego
    ¡Despertad! 2002 | 22 de julio
    • Huya de la trampa del juego

      “Los juegos de azar no afectaron mi salud física, y siempre controlé cuánto me gastaba. Pero admito que cada vez que jugaba a la lotería, elegía los que yo creía que eran mis números de la suerte.”—Linda.

      INFINIDAD de jugadores confían en sus números de la suerte o en amuletos. Tal vez opinen que no toman muy en serio las supersticiones, pero siguen con ellas de todos modos.

      Incluso hay quienes piden a Dios que les ayude a ganar. No obstante, la Biblia indica que Dios condena a quienes afirman adorarlo, pero que “arreglan una mesa para el dios de la Buena Suerte” (Isaías 65:11). En efecto, Dios aborrece las prácticas que promueven las creencias supersticiosas en la suerte. Y de por sí los juegos de azar fomentan una confianza ciega en la llamada diosa Fortuna.

      El juego también aviva con descaro el amor al dinero. En la sociedad actual cada vez menos religiosa, el dinero se ha convertido en una especie de dios, y el juego, en una forma popular de rendirle culto. Las nuevas catedrales son los grandiosos casinos, y el nuevo credo es que la avaricia es buena. Las encuestas revelan que la gran mayoría de los clientes de los casinos no solo acuden por la diversión o el ambiente, sino con la intención de ganar “una enorme suma de dinero”. Las Santas Escrituras advierten, no obstante, que “el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y, procurando realizar este amor, algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores” (1 Timoteo 6:10).

      En 1 Corintios 6:9, 10 se dice sin ambages: “No se extravíen. [...] Ni idólatras [...] ni personas dominadas por la avidez [...] heredarán el reino de Dios”. La avaricia no solo es un debilitante mal social, sino una enfermedad espiritual mortífera; pero, eso sí, una enfermedad curable.

      Obtuvieron fortaleza para cambiar

      “Traté de dejar el juego muchas veces —recuerda Kazushige, mencionado en el primer artículo—. Me di cuenta de que el vicio de apostar a los caballos con mis amigos estaba destrozando a mi familia. Siempre perdía lo que ganaba. Incluso me jugué el dinero que mi esposa había ahorrado para el nacimiento de nuestro segundo hijo, y acabé usando fondos de la empresa en la que trabajaba. Perdí la autoestima por completo. Mi esposa lloraba y me rogaba que dejara el juego, pero yo sencillamente no podía parar.”

      Más adelante, Kazushige comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Él dice: “Cuanto más leía las Escrituras, más me convencía de que existe un Dios y de que me beneficiaría obedecerle. Decidí que, con la ayuda de Dios, no volvería a apostar. Para mi asombro, no solo he dejado el juego, sino que, además, he aprendido a odiarlo. Siento pesar cuando recuerdo la angustia que sufrió mi familia por culpa de este vicio. Le agradezco a Jehová Dios que me haya dado la ayuda necesaria para vencer la adicción al juego y llevar una vida satisfaciente” (Hebreos 4:12).

      John, también mencionado en el primer artículo, igualmente empezó a estudiar la Biblia. Él recuerda: “El estudio bíblico contribuyó a que reconsiderara mis circunstancias. Por primera vez fui consciente del daño que la adicción causaba a mi familia y del que me hacía a mí mismo. Llegué a comprender que el juego genera egoísmo y avaricia en las personas, actitudes que Jehová odia. Conforme avanzaba en el estudio, el amor a Dios me dio la fortaleza para librarme de la adicción. Yo empecé a jugar porque soñaba con una vida mejor. Ahora que he dejado el juego y sirvo a Jehová con alegría, mi sueño se ha hecho realidad”.

      La esposa de John, Linda, también decidió dejar el juego. “No fue fácil —dice—. Pero después que mi marido y yo iniciamos un estudio bíblico con los testigos de Jehová, comencé a centrarme en las cosas más importantes de la vida. Aprendí no solo a amar lo que Dios ama, sino también a odiar lo que él odia, incluido todo tipo de avaricia. Aparte de disfrutar de una vida con más sentido, tengo más dinero en el bolsillo.” (Salmo 97:10.)

      Si el lector cultiva una relación con Jehová Dios, también podrá hallar la fuerza y la sabiduría necesarias para huir de la trampa de los juegos de azar. Al hacerlo, mejorarán su economía y su salud emocional y espiritual. Tendrá el placer de comprobar por sí mismo la veracidad de las palabras de Proverbios 10:22: “La bendición de Jehová... eso es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella”.

      [Comentario de la página 11]

      La avaricia no solo es un debilitante mal social, sino una enfermedad espiritual mortífera

      [Ilustraciones y recuadro de la página 9]

      El juego y lo sobrenatural

      En un informe enviado a la Comisión Nacional sobre el Impacto del Juego, unos investigadores de la Universidad Duke señalaron que existe una conexión entre el estilo de los anuncios del juego y la creencia en lo sobrenatural. El informe declara: “Gran parte de la propaganda [de las loterías] es descaradamente materialista [...]. Pero no es el materialismo del trabajo arduo y la perseverancia, sino el de genios y lámparas maravillosas, fundado en esperanzas, sueños y supersticiones. Y todo administrador de loterías sabe que muchos de sus mejores clientes juegan basándose en supersticiones personales, cartas astrales, supuestos videntes y los venerados ‘libros de interpretación de sueños’ que asignan números a los nombres, fechas y sueños. En vez de hacer hincapié en que todos los números tienen la misma probabilidad de salir elegidos y en que optar por los más populares reducirá los anhelados beneficios en las apuestas mutuas, las administraciones de lotería han preferido animar a los jugadores a que escojan sus números favoritos y se aferren a ellos”.

      [Ilustraciones de la página 10]

      “El amor a Dios me dio la fortaleza para librarme de la adicción.”—John

      “Aparte de disfrutar de una vida con más sentido, tengo más dinero en el bolsillo.”—Linda

      [Ilustraciones de la página 10]

      “Para mi asombro, no solo he dejado el juego, sino que, además, he aprendido a odiarlo.”—Kazushige

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