El punto de vista bíblico
¿En qué consistió el pecado original?
ESTA no es una pregunta de valor puramente intelectual ni mucho menos. ¿Por qué decimos eso? Porque la desobediencia de Adán y Eva ha afectado a todas las generaciones posteriores hasta el día de hoy. La Biblia afirma: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (Romanos 5:12). Pero ¿por qué tuvo consecuencias tan trágicas el simple hecho de tomar una fruta de un árbol y comerla?
Cuando Dios creó a Adán y Eva, los instaló en un hermoso jardín repleto de vegetales comestibles. De todos los árboles frutales solo había uno del que les prohibió comer: el “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”. Como poseían libre albedrío, tenían la opción de obedecer o desobedecer a Dios en este asunto. Sin embargo, él le advirtió a Adán: “En el día que comas [del árbol del conocimiento], positivamente morirás” (Génesis 1:29; 2:17).
Una prohibición razonable
Tal prohibición no los obligaba a pasar privaciones, pues podían comer de todos los demás árboles del jardín (Génesis 2:16). Tampoco los privaba de su dignidad ni daba a entender que tuvieran malas tendencias. Si Dios hubiera prohibido cosas tan abominables como la bestialidad o el asesinato, se podría alegar que los seres humanos perfectos tenían inclinaciones perversas que debían refrenarse. La acción de comer, en cambio, era natural y correcta.
¿Eran las relaciones sexuales el fruto prohibido, como afirman algunos? No hay base en las Escrituras para tal idea. En primer lugar, cuando Dios decretó la prohibición, Adán estaba solo, y por lo visto siguió así por un tiempo (Génesis 2:23). En segundo lugar, Dios les dijo a Adán y Eva: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra” (Génesis 1:28). No es lógico pensar que les mandara así violar su ley y luego los sentenciara a muerte por hacerlo (1 Juan 4:8). Y por último, Eva comió del fruto primero y después le dio de este a su esposo (Génesis 3:6). Está claro que el fruto no podían ser las relaciones sexuales.
Un intento de obtener la independencia moral
El árbol del conocimiento era un árbol literal que simbolizaba el derecho que Dios tiene como Gobernante de decidir lo que está bien y lo que está mal para su creación humana. Comer del árbol, por tanto, constituía no solo un robo —pues estaban tomando algo que pertenecía a Dios—, sino también un intento descarado de obtener la independencia moral, o autodeterminación. Fijémonos en que Satanás, después de asegurarle a Eva que ella y su esposo ‘no morirían’ si comían del fruto, añadió: “Dios sabe que en el mismo día que coman de él tendrán que abrírseles los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo” (Génesis 3:4, 5).
Ahora bien, cuando Adán y Eva comieron del fruto no alcanzaron una comprensión divina del bien y el mal. De hecho, Eva le dijo a Dios: “La serpiente... ella me engañó” (Génesis 3:13). Aun así, Eva conocía el mandato divino, pues hasta se lo repitió a la serpiente, la cual actuaba como portavoz de Satanás (Revelación [Apocalipsis] 12:9). De modo que ella desobedeció a Dios de forma deliberada (Génesis 3:1-3). Adán, en cambio, no fue engañado (1 Timoteo 2:14). Pero en vez de obedecer lealmente a su Creador, escuchó a su esposa e imitó su proceder independiente (Génesis 3:6, 17).
Al independizarse de Jehová, Adán y Eva dañaron para siempre su relación con él, y el pecado se arraigó en su organismo, afectando hasta su misma composición genética. Aunque es cierto que siguieron viviendo cientos de años, “el día” en el que pecaron empezaron a morir, tal como le sucedería a la rama que se cortara de un árbol (Génesis 5:5). Además, por primera vez notaron intranquilidad de espíritu. Se sintieron desnudos e intentaron esconderse de Dios (Génesis 3:7, 8). También experimentaron sentimientos de culpa, inseguridad y vergüenza. Su pecado les produjo una gran agitación interna, y su conciencia los empezó a acusar.
A fin de mantener su palabra y cumplir con sus santas normas, Dios sentenció a Adán y Eva a muerte y los expulsó del jardín de Edén (Génesis 3:19, 23, 24). De ese modo se perdieron el Paraíso, la felicidad y la vida eterna, y se introdujeron el pecado, el sufrimiento y la muerte. ¡Qué tragedia para la familia humana! No obstante, inmediatamente después de sentenciar a nuestros primeros padres, Dios prometió reparar todo el daño que resultara del pecado, sin incumplir sus justas normas.
Jehová decidió tomar medidas para que los descendientes de Adán y Eva fueran liberados del pecado y la muerte, y utilizó para ello a Jesucristo (Génesis 3:15; Mateo 20:28; Gálatas 3:16). Mediante él, Dios eliminará el pecado y todos sus efectos y convertirá toda la Tierra en un paraíso, tal como se propuso en un principio (Lucas 23:43; Juan 3:16).
¿SE HA PREGUNTADO...
◼ ... cómo sabemos que el fruto prohibido no eran las relaciones sexuales? (Génesis 1:28.)
◼ ... qué implicaba comer del fruto prohibido? (Génesis 3:4, 5.)
◼ ... qué medidas ha tomado Dios para reparar el daño causado por el pecado? (Mateo 20:28.)
[Comentario de la página 29]
El fruto prohibido no eran las relaciones sexuales
[Ilustración de las páginas 28 y 29]
Eva deseaba ser como Dios para decidir por sí misma lo que está bien y lo que está mal