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Los animales, un regalo de Dios¡Despertad! 2004 | 22 de febrero
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Los animales, un regalo de Dios
¿HA IDO usted alguna vez al zoológico o al circo? ¿Sintió ganas de abrazar o acariciar a alguno de los hermosos animales que vio, quizás a un majestuoso león o a un enorme tigre siberiano? Puede que se haya emocionado al ver cómo lo hacía algún adiestrador o cuidador. De hecho, un escritor bíblico afirmó hace casi dos mil años: “Toda especie de bestias salvajes así como de aves y de cosas que se arrastran y de criaturas marinas ha de ser domada y ha sido domada por el género humano” (Santiago 3:7).
Los animales, sean del tipo que sean, responden al cuidado y al trato tierno, y puede resultar un verdadero placer ver cómo se relacionan con quienes los han domado. El autor romano Plinio el Viejo, contemporáneo del escritor bíblico Santiago, habló de diversos especímenes que habían sido adiestrados, como elefantes, leones, tigres, águilas, cocodrilos, serpientes e incluso peces.
En realidad, la domesticación de animales salvajes se originó mucho antes de que nacieran Plinio el Viejo y Santiago, pues los egipcios ya conocían esta técnica. En nuestros días, a muchos animales a los que se contempla en los zoológicos también se les puede encontrar en algunos hogares.
Primeros contactos con los humanos
La Biblia, el más antiguo documento escrito referente a la historia humana, explica que fue Adán, el primer ser humano, quien puso nombre a los animales. “Lo que el hombre la llamaba, a cada alma viviente —relatan las Escrituras—, ese era su nombre. De modo que el hombre iba dando nombres a todos los animales domésticos y a las criaturas voladoras de los cielos y a toda bestia salvaje del campo.” (Génesis 2:19, 20.) Es obvio que para elegir el nombre adecuado, Adán tuvo que familiarizarse bien con la fauna. Pero no necesitó protección, ni siquiera de las criaturas salvajes, pues se comportaban de forma pacífica, y no cabe duda de que él disfrutaba de su compañía.
Dios encargó tanto a Adán como a su esposa, Eva, que cuidaran de Su creación. Según el propósito divino, expuesto en la Biblia, los seres humanos debían tener “en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y los animales domésticos y toda la tierra y todo animal moviente que se mueve sobre la tierra” (Génesis 1:26).
Relación estrecha y duradera
Cuando se ejerce un dominio apropiado sobre los animales, los resultados pueden ser muy positivos. Algunas personas quieren tanto a su mascota que llegan a considerarla como parte de la familia. Tal relación se observa desde hace miles de años, como lo atestigua un relato bíblico acerca de un hombre pobre y “una cordera, una pequeña”. Según le contó el profeta Natán al rey David, la cordera “comía” del “bocado” del hombre pobre y “de su copa bebía, y en su seno yacía, y vino a serle como una hija” (2 Samuel 12:1-3).
Hoy día, muchas personas concuerdan en que un animal a veces se convierte en un compañero querido, un miembro más de la casa. Veamos lo que le sucedió a una familia que vive cerca de Harare, la capital de Zimbabue. Los padres le compraron a cada hijo un cachorro para que les hiciera compañía. Cierto día, uno de los niños, que tenía ocho años, salió a pasear con su perro. De repente bajó de un árbol una gran serpiente venenosa, una mamba, que se quedó frente a él. Cuando se lanzó a atacar al pequeño, el perro intervino como un rayo y salvó la vida del niño. ¿Se puede usted imaginar el cariño que la familia sentía por esa mascota?
Para los sordos son especialmente valiosos los perros adiestrados para brindarles ayuda. Una mujer explica: “Cuando Twinkie escucha el timbre, viene, me da un golpecito en la pierna y me lleva a la puerta. Cuando oye el timbre del reloj del horno, también acude corriendo a donde estoy y me hace seguirla. Si hubiera humo o sonara la alarma de fuego, Twinkie está entrenada para llamar mi atención y acostarse para indicarme el peligro”.
Particularmente interesante es la valiosa relación que se establece entre los ciegos y sus perros guía. Michael Tucker, autor del libro The Eyes That Lead (Los ojos que dirigen) y adiestrador de perros lazarillos, cree que estos abren un universo de posibilidades a los invidentes, dándoles “libertad, independencia, movilidad y compañía”. Siempre es un placer contemplar la compenetración existente entre esos animales y sus dueños.
Sucede lo mismo con otras personas que padecen ciertas discapacidades. Una mujer confinada a una silla de ruedas tiene un perro entrenado para llevarle el teléfono y lamer los sellos de correos. Otro ejemplar es capaz de responder a 120 órdenes e incluso puede recoger latas y paquetes de las estanterías del supermercado. Su propietario, que es discapacitado, solo tiene que señalar con un puntero láser los artículos que desea que el animal le lleve.
La compañía de las mascotas también beneficia a las personas mayores. Un veterinario aseguró que la relación con los animales (los perros, por ejemplo) “da propósito y sentido a [la vida de] las personas de edad avanzada en una etapa en la que por lo general viven aisladas de la sociedad”. Y el diario The Toronto Star afirmó: “La compañía de los animales guarda relación con la disminución del estrés y las visitas al médico, e incluso mejora las tasas de supervivencia después de ataques al corazón”.
The New Encyclopædia Britannica hace esta interesante observación: “El cuidado de las mascotas permite enseñar a los niños la estrecha relación que hay entre privilegios y responsabilidades, y también algo sobre la sexualidad. No se tarda en observar el proceso de apareamiento, seguido por los períodos de gestación y las dificultades que suponen el nacimiento y la atención de los cachorros”.
Devoción a las mascotas
La verdad es que la notable lealtad de los animales provoca que algunas personas los quieran más que a sus familiares. En casos de divorcio, la custodia de la mascota a veces forma parte del acuerdo de reparto de bienes. Incluso hay quienes le han dejado en herencia fortunas fabulosas.
No sorprende que los animales de compañía generen un gran negocio en la actualidad. Existen multitud de libros y revistas que aconsejan al respecto. Sabiendo que algunos dueños están dispuestos a suministrar lujos extravagantes a sus mascotas, los comerciantes ofrecen cualquier cosa que se pudiera desear.
Por ejemplo, es posible consultar a médicos altamente especializados que tratan todo tipo de enfermedades que afectan a los animales de compañía, e incluso psiquiatras que les prescriben antidepresivos. También ofrecen sus servicios abogados y agentes de seguros, así como salones de belleza y escuelas de adiestramiento para animales. Se celebran funerales especiales, y hay centros donde los clonan, aunque, por supuesto, todo eso tiene su precio.
Es obvio que el amor por los animales es algo muy común. En su libro The Animal Attraction, la doctora Jonica Newby expresa lo siguiente: “Cuando un perro se nos acerca corriendo, meneando la cola y lamiéndonos como si nuestra vuelta a casa fuera lo mejor que le ha ocurrido en todo el día, parece razonable llamar ‘amor’ a ese comportamiento”. Sin duda, resulta comprensible que muchos dueños de mascotas se sientan motivados a devolver ese “amor”.
No obstante, los intentos de tratar a los animales domésticos igual que a las personas pueden tener efectos negativos. Al fin y al cabo, una mascota no es capaz de satisfacer nuestras necesidades del mismo modo que los humanos. Por otra parte, la urbanización de los animales de compañía —es decir, su adaptación a los ambientes propios de la ciudad— les crea problemas tanto a ellos como a sus dueños. Examinaremos estos asuntos en el siguiente artículo.
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Las mascotas: una actitud equilibrada¡Despertad! 2004 | 22 de febrero
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Las mascotas: una actitud equilibrada
COMO se mencionó en el artículo anterior, al hombre se le encargó el cuidado de la Tierra y de los animales. La Biblia dice: “Todo lo has puesto debajo de sus pies: ganado menor y bueyes, todos ellos, y también las bestias del campo abierto, los pájaros del cielo y los peces del mar” (Salmo 8:6-8; 115:16).
Es importante que los seres humanos cumplan con su responsabilidad para con los animales. La Palabra de Dios declara: “El justo está cuidando del alma de su animal doméstico” (Proverbios 12:10). En realidad, las leyes que Jehová le dio a Israel enfatizaron una y otra vez la necesidad de tratarlos con consideración (Deuteronomio 22:4, 10; 25:4). Con el tiempo, las personas han disfrutado de la compañía de los animales domésticos, e incluso han logrado domar a los salvajes y convivir con ellos (Génesis 1:24).
Sin embargo, conviene recordar que la Biblia pone de relieve la distinción que existe entre el hombre y los animales. Son los humanos, no los animales, los que fueron hechos a la “imagen” y “semejanza” de Dios (Génesis 1:26). Además, mientras que los animales fueron creados con una expectativa de vida limitada, a la humanidad se le brindó la perspectiva de vivir en la Tierra para siempre (Génesis 3:22, 23; Salmo 37:29). Jesucristo dijo que para disfrutar de “vida eterna”, debemos ejercer fe y adquirir conocimiento de Dios, algo imposible para cualquier especie del reino animal (Juan 3:36; 17:3). En esa misma línea, en la Biblia se compara a quienes son indignos de la resurrección con “animales irracionales nacidos naturalmente para ser atrapados y destruidos” (2 Pedro 2:9-12).
Creados para el bien del hombre
Los animales fueron creados por Dios para el beneficio del ser humano, pues pueden ayudarle en su trabajo y hacerle compañía. También sirven para magnificar el amor y la sabiduría de Dios. No hay duda de que es un placer observar la belleza que poseen y aprender más sobre el Creador estudiando su maravillosa sabiduría instintiva (Salmo 104:24; Proverbios 30:24-28; Romanos 1:20). En el mundo de los insectos se puede apreciar uno de los muchos ejemplos de tal sabiduría. No deja de sorprender la forma en que las abejas se comunican entre sí y siguen instrucciones para llegar a donde hay alimento, por no mencionar cómo construyen sus complejos panales.
Otra característica útil de los animales es que pueden usarse para la alimentación. En un principio, la vegetación fue la única fuente de alimento que Jehová suministró a los humanos. Pero más de mil seiscientos años después —tras el Diluvio de los días de Noé— les dijo: “Todo animal moviente que está vivo puede servirles de alimento. Como en el caso de la vegetación verde, de veras lo doy todo a ustedes” (Génesis 1:29; 9:3). De esa forma, Dios autorizó a los humanos a comer carne animal. Evidentemente, esta concesión fue para el bien del hombre, aunque en un principio Dios no la había incluido en su dieta.
Problemas actuales
Al parecer, la historia revela que los animales no solían vivir en el hogar, y ese sigue siendo el caso en la mayor parte del mundo. Sin embargo, a medida que la gente se ha mudado a las ciudades y su nivel económico ha mejorado, se ha vuelto más común tener mascotas en casa. Esto ha creado algunos problemas en los países industrializados.
De los 500 millones de animales que hay en los hogares de todo el mundo, un sorprendente 40% se encuentra en Estados Unidos, país que cuenta con 59.000.000 de perros y 75.000.000 de gatos domésticos. No obstante, en Londres y París hay más mascotas por vivienda que en la ciudad de Nueva York.
París contrató hace algunos años 70 equipos motorizados para aspirar los excrementos caninos de las aceras. Se calcula que los 250.000 perros de la capital francesa producen 25 toneladas diarias de desperdicios, menos de la mitad de los cuales son recogidos por las máquinas. Según se informa, cientos de personas resultan heridas y hospitalizadas cada año tras resbalar sobre dichos excrementos.
Existe además el problema del ruido. Hay quienes les toleran a sus perros comportamientos que nunca admitirían en la gente. Según The Pet Care Forum (un sitio de Internet dedicado al cuidado de las mascotas), “los dueños de perros que ladran en exceso parecen desarrollar la capacidad de no escuchar el ruido”. Algunos, por ejemplo, no hacen nada para evitar los ladridos, ni siquiera cuando resulta difícil escuchar una conversación importante.
Por otra parte, hay perros que se comportan apaciblemente mientras están con su dueño, pero cuando este se ausenta, se convierten en una pesadilla para el vecindario. Es cierto que hay personas que les tienen cariño a sus mascotas y les soportan pacientemente esos defectos, pero un vecino que trabaje por turnos o una madre que esté tratando de dormir a su hijo en la vivienda de al lado quizás no sean tan comprensivos. Además, cuando los animales se aburren, pueden desarrollar conductas destructivas, volverse intranquilos e incluso ponerse agresivos.
La rapidez con la que se reproducen los animales genera otro problema, evidente sobre todo en las ciudades. Se ha calculado que en Estados Unidos nacen anualmente 17.000.000 de perros y 30.000.000 de gatos, gran parte de los cuales acaban en centros de protección, en los que cada año, tan solo en ese país, se da muerte a entre 4.000.000 y 6.000.000 de ellos.
¿Por qué van a parar tantos animales a estos centros? A menudo se debe a que el cariño que se les tenía dura poco tiempo. El encantador perrito o el simpático gatito crece y se convierte en un animal más grande que necesita que se lo atienda. Pero quizás nadie de la casa tenga el tiempo o la paciencia necesarios para adiestrarlo o jugar con él. La doctora Jonica Newby, escritora y experta en animales, dice: “Al contrario de lo que se cree, estudios realizados en todo el mundo muestran repetidamente que la mitad de los perros que llegan a los centros de protección no han sido abandonados: sus propios dueños los llevan porque no soportan los ladridos, los destrozos que hacen o su inagotable energía”.
Una hoja informativa sobre la superpoblación de mascotas resume la situación de la siguiente manera: “Las criaturas vivas se han convertido en artículos desechables que se abrazan cuando son simpáticos y se abandonan cuando se convierten en una molestia. Esa indiferencia por la vida animal invade y erosiona nuestra cultura”.
Factores importantes que deben analizarse
Si uno vive en la ciudad, debe pensárselo bien antes de decidir tener mascotas. Los animales activos necesitan ejercicio físico a diario para su bienestar. Una encuesta nacional sobre personas y animales de compañía realizada en Australia reveló: “Las caminatas y el ejercicio son tanto una necesidad física como un estímulo mental para los perros. Cuando no hacen suficiente ejercicio, pueden volverse difíciles de controlar”. No obstante, muchos dueños están demasiado cansados después de un día de trabajo para llevar a su perro a dar un paseo a fin de que libere toda la energía acumulada.
Por ello, quienes estén pensando en traer un animal a casa hacen bien en plantearse estas preguntas: “¿Podré darle la atención adecuada? ¿O tendré que dejarlo desatendido durante la mayor parte del día debido al estilo de vida que llevo? ¿Tendré tiempo de sacarlo a pasear o de jugar con él? Si mi perro necesita adiestramiento, ¿estoy dispuesto a dárselo o llevarlo a un centro especializado? ¿Me quitará tiempo de actividades más importantes?”.
Otro factor que debe tenerse en cuenta es el alto costo implicado en su mantenimiento. Una encuesta realizada entre dueños de mascotas reveló que, como promedio, la factura anual del veterinario en Estados Unidos asciende a 196 dólares para los perros y 104 en el caso de los gatos. Eso, por supuesto, no incluía la comida ni otras necesidades diarias. Además, en algunas comunidades hay que pagar tasas de registro.
Mantener una actitud equilibrada resulta un desafío
Nuestro Creador sin duda se alegra de que nos deleitemos en su creación animal y le mostremos consideración. Todos concordaríamos en que no sería apropiado someter a los animales a un trato cruel, ¿verdad? Sin embargo, y como forma de entretenimiento, los seres humanos permiten que se abuse brutalmente de toros, perros y gallos, y que se los mate en corridas y peleas. Es triste decirlo, pero la gente no siempre trata a los animales con la compasión que Dios deseaba.
Por otra parte, la preocupación de algunas personas por sus mascotas tiene prioridad sobre asuntos más importantes. De hecho, cuando el cariño a los animales no se rige por lo razonable, la vida de estos puede llegar a considerarse incluso más importante que la de los humanos. Por ejemplo, durante un incendio que se produjo en un hospital veterinario, algunos dueños que estaban afuera “trataron de romper el cordón de seguridad, gritando que deseaban morir con sus queridos animales”.
Por supuesto, puede resultar triste, incluso trágico, ver morir a un animal al que se le tiene cariño, pero incluso en ese caso hace falta mostrar equilibrio. Como se mencionó anteriormente, los animales no fueron creados a la imagen de Dios, ni tampoco para vivir para siempre como las personas. Respecto a la forma en que Dios hizo a los humanos, la Biblia declara: “Puso también la eternidad en la mente del hombre” (Eclesiastés 3:11, Magaña). No obstante, no se afirma nada parecido de los animales.
Por ello, las Escrituras no dicen que esté mal matar animales. De hecho, en la actualidad son una fuente habitual de alimento para millones de personas. Pero ¿qué hay de sacrificar a una mascota que, por ejemplo, esté enferma y sufriendo? ¡Qué decisión tan difícil y dolorosa! No obstante, alguien que ama a los animales podría llegar a la conclusión de que poner fin de forma rápida e indolora a la vida de su fiel compañero es mejor que suministrarle un tratamiento caro que tan solo prolongue su sufrimiento y que quizás suponga una carga para la economía familiar.
En vista de que Dios ama profundamente a su creación humana, ¿no deberíamos nosotros también mostrar cariño y consideración por los animales que él ha confiado a nuestro cuidado y supervisión? Quienes muestran dicho amor a menudo se sienten atraídos por la maravillosa perspectiva de disfrutar de la compañía de los animales tal como nuestro Creador se propuso en un principio. El último artículo de esta serie tratará sobre dicho propósito.
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Los animales siempre nos deleitarán¡Despertad! 2004 | 22 de febrero
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Los animales siempre nos deleitarán
¡QUÉ enorme variedad de animales existe, y cada uno parece tener su propia personalidad y sus atributos particulares! Sentir amor y compasión por ellos puede ser un factor que nos acerque al Creador. Así lo ilustra el caso de Maria.
Hace unos tres años, cuando Maria vivía en Lisboa (Portugal), su querido perro se extravió, por lo que ella puso un anuncio en la radio. Una testigo de Jehová, que estaba segura de haber visto uno que encajaba con la descripción dada, se puso en contacto con la señora. Entre las dos lo encontraron, y la Testigo comentó que puesto que a Maria le gustaban tanto los animales, sin duda disfrutaría de vivir en el nuevo mundo que Dios ha prometido, un lugar donde humanos y animales vivirían en paz.
Maria aceptó una invitación para asistir a una reunión de los Testigos. Lo que vio y escuchó allí estimuló su interés al grado que solicitó un curso personal de la Biblia. A medida que estudiaba, se sentía profundamente motivada por lo que aprendía de Jehová Dios y por su promesa de vida eterna en la Tierra en un nuevo mundo de justicia (Salmo 37:29; Juan 17:3). Con el tiempo, el 16 de febrero de 2002, simbolizó su dedicación a Jehová mediante el bautismo en agua.
El propósito original de Dios
Al igual que Maria, muchas personas se emocionan al comprobar que en el futuro se cumplirá el propósito original de Dios de que los humanos vivan para siempre en un paraíso terrestre y cuiden de todos los animales (Génesis 1:28). La Biblia dice que Dios no “creó [la Tierra] sencillamente para nada” sino que “la formó aun para ser habitada”. Según esta declaración, la humanidad habría de disfrutar de nuestro planeta y de los animales para siempre (Isaías 45:18).
Las Escrituras vuelven a enfatizar la decisión de Dios de llevar a cabo su propósito original de contar con una Tierra paradisíaca. Jehová declara: “Hasta lo he hablado”, y añade: “También lo haré”. Además establece: “Así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado, y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado” (Isaías 46:11; 55:11).
Está claro que el propósito original de Dios era que los humanos disfrutaran para siempre de un paraíso terrestre. Podemos estar absolutamente seguros de que ese propósito se cumplirá en el futuro. Examinemos las breves descripciones que suministra la Biblia respecto a cómo será la vida en el nuevo mundo de Dios. Veremos que, de hecho, todos los animales, tanto domésticos como salvajes, estarán en paz entre sí y con la humanidad (Isaías 65:17, 21-25; 2 Pedro 3:13).
Los animales en el nuevo mundo
En el nuevo mundo de Jehová, la gente podrá tocar la espesa melena del león, acariciar la piel rayada del tigre, e incluso dormir en el bosque sin temer el ataque de ningún animal. Fíjese en esta promesa de Dios: “Y de veras haré que la bestia salvaje dañina cese de la tierra, y [los humanos] realmente morarán en el desierto en seguridad, y dormirán en los bosques” (Ezequiel 34:25; Oseas 2:18).
De hecho, los animales salvajes serán sumisos, incluso a los niños pequeños. La Biblia dice: “Y el lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos”.
Pero eso no es todo. El texto sigue diciendo: “Y la vaca y la osa mismas pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. Y el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra; y sobre la abertura para la luz de una culebra venenosa realmente pondrá su propia mano un niño destetado. No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar” (Isaías 11:6-9).
En el nuevo mundo que traerá Jehová no existirá el problema de tener que vivir apiñados en grandes ciudades que resulten inhóspitas tanto para nosotros como para los animales de compañía. Lo cierto es que, incluso en la actualidad, muchas personas disfrutan de tener mascotas y muestran equilibrio en su actitud hacia ellas y en el cuidado que les brindan. Pero piense en la maravillosa perspectiva de disfrutar de la compañía de los animales para siempre en un nuevo mundo justo. El cuidado amoroso que se les brinde sin duda honrará al Gran Creador de todos los seres vivos.
Si usted aún no sabe cuáles son los maravillosos propósitos de Dios —como hasta hace poco le sucedía a Maria, mencionada al principio—, lo invitamos cordialmente a ponerse en contacto con los publicadores de esta revista o con cualquier testigo de Jehová, quienes con gusto le ayudarán a aprenderlos.
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