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Los Rollos del Mar Muerto... el preciado hallazgoLa Atalaya 1991 | 15 de abril
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Los Rollos del Mar Muerto... el preciado hallazgo
UNOS 24 kilómetros (15 millas) al sudeste de Jerusalén, el uadi en-Nar —un cauce desolado y seco— corre hacia el este y desciende hacia el mar Muerto. Una línea interrumpida de riscos se extiende tras la llanura que bordea el agua. En esta llanura, durante las cálidas horas diurnas y las contrastantes horas frías de las noches otoñales, los beduinos de la tribu ta‘amireh vigilan sus rebaños de ovejas y cabras.
En 1947 un joven pastor beduino que cuidaba sus rebaños lanzó una piedra hacia una pequeña abertura en la cara desmoronadiza de un risco. Le sobresaltó el ruido que oyó entonces, pues parecía que la piedra había roto una jarra de barro. Huyó atemorizado, pero dos días después regresó y subió unos 100 metros (300 pies) para entrar por una abertura mayor más arriba. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, vio diez jarras altas puestas en fila junto a las paredes de la cueva, y muchísimos pedazos de vasijas de barro entre las rocas desprendidas que cubrían el suelo.
La mayoría de las jarras estaban vacías, pero una contenía tres rollos, dos de los cuales estaban envueltos en tela. El pastor regresó con los manuscritos al campamento de los beduinos y los dejó allí como por un mes, en una bolsa, colgando de un poste en una tienda. Finalmente varios beduinos llevaron los rollos a Belén para ver por cuánto podían venderlos. Los beduinos, a quienes se dijo que los rollos no tenían ningún valor, fueron despedidos sin cortesía de un monasterio. Cierto negociante dijo que los manuscritos no tenían mérito arqueológico, y sospechaba que habían sido robados de una sinagoga judía. ¡Qué equivocado estaba! Al fin, con la ayuda de un zapatero sirio que sirvió de intermediario, se estableció correctamente lo valioso de los rollos. Poco tiempo después se evaluaron otros manuscritos.
Algunos de aquellos escritos antiguos permitieron nuevo entendimiento de la actividad de grupos religiosos judíos de aproximadamente el tiempo de Cristo. Pero fue un manuscrito bíblico de la profecía de Isaías lo que entusiasmó al mundo. ¿Por qué?
El gran galardón
El rollo de Isaías recién descubierto medía originalmente unos 7,5 metros (25 pies) de largo. Constaba de 17 láminas de piel de animal preparada cuidadosamente, casi tan pulida como el pergamino. El rollo estaba compuesto en 54 columnas de 30 líneas cada una como promedio, y las rayas de las líneas se habían trazado con cuidado. En estas rayas el hábil calígrafo había puesto las letras del texto, escrito en párrafos. (Véase la fotografía.)
El rollo no se había enrollado en varillas de madera, y estaba mucho más oscuro en el centro, por donde muchas manos lo habían sostenido durante la lectura. Estaba desgastado, y era evidente que había sido reparado y reforzado con destreza. Se había conservado bien debido a que había sido encerrado hermética y cuidadosamente en una jarra. ¿Cuán valioso es este rollo para el escriturario y, por extensión, para todos nosotros?
Este manuscrito de la profecía de Isaías sobrepasa en antigüedad por mil años a toda otra copia existente; con todo, su contenido no es muy diferente. El profesor Millar Burrows, quien preparó para publicación el texto presentado al público en 1950, dijo: “El texto de Isaías de este manuscrito, con diferencias significativas en ortografía y gramática y muchas lecturas variantes de más o menos interés e importancia, es sustancialmente el que se presentó muchísimo tiempo después en el TM [texto hebreo masorético]”a. Algo digno de mención es su uso consecuente del Tetragrámaton: יהוה, el santo nombre de Dios, Jehová, en hebreo.
Otros manuscritos valiosos
El nombre divino también aparece en otro manuscrito procedente de la misma cueva, conocida ahora como la Cueva 1. En un comentario sobre el libro de Habacuc, el Tetragrámaton aparece cuatro veces en caracteres paleohebreos, un estilo antiguo que contrasta con las más conocidas letras hebreas cuadradas. (Véase la nota sobre Habacuc 1:9, Biblia con Referencias.)
En la cueva se hallaron porciones de otro rollo de Isaías, junto con fragmentos en piel del libro bíblico de Daniel. Uno de estos conserva el cambio del hebreo al arameo en Daniel 2:4, como se halla en manuscritos de mil años después.
Pequeñas porciones bien conservadas de los rollos se exhiben ahora en Jerusalén, en el museo conocido como el Santuario del Libro. Este museo es subterráneo, y cuando uno lo visita tiene la impresión de que entra en una cueva. La parte superior del museo tiene la forma de la tapa de la jarra de barro en que se descubrió el Rollo de Isaías del Mar Muerto. Sin embargo, uno ve solamente un facsímil del manuscrito de Isaías. El preciado original está protegido en un depósito cercano.
[Nota a pie de página]
a Algunas de sus lecturas más importantes se indican en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (Con Referencias) en Isaías 11:1; 12:2; 14:4; 15:2; 18:2; 30:19; 37:20, 28; 40:6; 48:19; 51:19; 56:5; 60:21. El rollo se identifica como 1QIsa en las notas a pie de página.
[Reconocimiento en la página 11]
Israel Antiquities Authority; The Shrine of the Book, Israel Museum; D. Samuel y Jeanne H. Gottesman Center for Biblical Manuscripts
[Reconocimientos en la página 10]
Pictorial Archive (Near Eastern History) Est.
Cortesía de The British Museum
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Los Rollos del Mar Muerto... tesoro sin precedenteLa Atalaya 1991 | 15 de abril
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Los Rollos del Mar Muerto... tesoro sin precedente
AL PIE del uadi Qumrán, en el lado noroeste del mar Muerto, hay unas ruinas antiguas. Puesto que por mucho tiempo se creyó que eran los restos de una fortaleza romana, los arqueólogos no les habían prestado mucha atención. No obstante, el descubrimiento del Rollo de Isaías del Mar Muerto en 1947 hizo que se diera nueva consideración a aquel lugar.
Pronto unos eruditos afirmaron que aquellos edificios habían sido de una comunidad religiosa judía. En aquel tiempo se supuso que aquellas personas habían escondido los rollos en las cuevas de los riscos cercanos. Pero descubrimientos posteriores parecieron poner en duda aquella suposición.
Un hallazgo sin precedente
Los beduinos se enteraron del valor de los manuscritos que ya habían hallado. Por eso, en 1952, cuando un hombre de edad avanzada relató que de joven había perseguido a una perdiz herida hasta que perdió de vista al ave cuando esta se metió por un hueco en la cara rocosa —donde él halló vasijas de barro y una antigua lámpara de aceite—, se emprendió una nueva búsqueda.
Aquel hombre de edad avanzada todavía podía identificar la entrada de la cueva entre las profundas grietas del escarpado risco. Resultó ser una cueva hecha por el hombre, identificada ahora como la Cueva 4. Allí los beduinos hallaron porciones de manuscritos a aproximadamente un metro (unos cuantos pies) bajo el nivel del suelo de entonces. Ninguno de los manuscritos había sido almacenado en alguna jarra, y por eso la mayoría de ellos estaban en muy mala condición, ennegrecidos y muy quebradizos. Con el tiempo se obtuvieron unos 40.000 fragmentos, que representaban casi 400 manuscritos. Todos los libros de las Escrituras Hebreas, a excepción de Ester, se hallaron representados en el centenar de manuscritos bíblicos. Gran parte del material que se obtuvo en la Cueva 4 no se ha publicado aún.
Uno de los manuscritos más significativos fue el de los libros de Samuel, copiados en un solo rollo. Su texto hebreo, conservado en 47 columnas (de probablemente unas 57 originalmente), se parece mucho al que utilizaron los traductores que produjeron la versión griega llamada Septuaginta. También hay fragmentos en griego de Levítico y Números, según la Septuaginta, que datan del siglo I a.E.C. El manuscrito de Levítico usa IAO para el יהוה hebreo, el nombre de Dios, en lugar del griego Ký·ri·os, “Señor”a.
En un fragmento de Deuteronomio, el texto hebreo abarca la porción del Dt capítulo 32, versículo 43, según se halla en la Septuaginta y se cita en Hebreos 1:6: “Y que todos los ángeles de Dios le rindan homenaje”. Esta es la primera vez que se ha encontrado esa línea en un manuscrito hebreo, lo cual revela un texto que evidentemente es la base de la traducción griega. Esto ha dado a los eruditos nuevo entendimiento con relación al texto de la Septuaginta, que se cita con mucha frecuencia en las Escrituras Griegas Cristianas.
Se ha dicho que un rollo de Éxodo data del tercer cuarto del siglo III a.E.C.; uno de Samuel, de fines del mismo siglo; y un rollo de Jeremías, de entre 225 y 175 a.E.C. Se ha encontrado suficiente material de los siglos III a I a.E.C. para determinar cambios en estilos de escritura y letras individuales de los alfabetos hebreo y arameo, algo de gran valor para fechar manuscritos.
La sorpresa de la Cueva 11
Con el tiempo, tanto beduinos de la localidad como arqueólogos habían explorado por completo toda la zona alrededor de Qumrán. Con todo, cierto día de 1956 algunos beduinos se dieron cuenta de que de unas grietas en los riscos al norte de la Cueva 1 salían murciélagos. Subieron allá y hallaron otra cueva, cuya entrada estaba obstruida. Hubo que remover dos toneladas de roca desprendida para que quedara a la vista. Lo que encontraron dentro fue sorprendente: dos manuscritos completos y cinco porciones grandes de otros.
El hallazgo más significativo fue un hermoso rollo de los Salmos. El espesor de la piel indica que probablemente es piel de becerro en vez de piel de cabra. Un total de cinco láminas, cuatro hojas separables y cuatro fragmentos le dan una longitud de más de 4 metros (13 pies). Aunque la parte superior de este rollo está bien conservada, el margen inferior ha sufrido gran deterioro. El rollo data de la primera mitad del siglo I E.C. y contiene partes de 41 salmos. El Tetragrámaton aparece escrito unas 105 veces en antiguos caracteres paleohebreos, y sobresale entre la escritura hebrea cuadrada del contexto.
Otro manuscrito, de Levítico, está escrito en su totalidad en caracteres hebreos antiguos, pero todavía no se ha dado una explicación adecuada de por qué. Es el documento más largo que existe en tal forma de escritura, la cual se usaba cuando los judíos fueron desterrados a Babilonia a fines del siglo VII a.E.C.
La copia de un targum, una paráfrasis aramea del libro de Job, también salió a luz. Está entre los primeros tárgumes puestos por escrito. También se hallaron varios comentarios sobre otros libros bíblicos en diferentes cuevas. ¿Cómo llegaron a estar tan bien escondidos en aquellas cuevas todos aquellos rollos?
Como se ha mencionado, puede que algunos hayan sido ocultados por la comunidad de Qumrán. Pero la prueba disponible hace muy probable que muchos fueran colocados allí por judíos que huían mientras los romanos avanzaban sobre Judea en el año 68 E.C., antes de la destrucción final de Jerusalén dos años después. El desierto de Judea era un lugar natural de seguridad para los preciados manuscritos, no solo en las cuevas cercanas a Qumrán, sino en las que están a muchos kilómetros al norte, alrededor de Jericó, y al sur, cerca de Masada. ¡Cuánto agradecemos el que se les conservara! Estos rollos dan prueba adicional de la inmutabilidad de la Palabra inspirada de Jehová. En verdad, “en cuanto a la palabra de nuestro Dios, durará hasta tiempo indefinido”. (Isaías 40:8.)
[Nota a pie de página]
a Véase la Biblia con Referencias, Apéndice 1C, sección 5, y la nota sobre Levítico 3:12, donde se identifica este manuscrito como 4Q LXX Levb.
[Reconocimiento en la página 12]
Pictorial Archive (Near Eastern History) Est.
[Recuadro en la página 13]
¿HABRÁ MÁS, DENTRO DE POCO?
Aunque se descubrieron hace décadas, muchos fragmentos de los Rollos del Mar Muerto no se han publicado. El periódico The New York Times del 23 de diciembre de 1990 publicó esta crítica: “Hasta sus imágenes fotográficas están en cautiverio a un grupo exclusivista de eruditos que evitan a sus colegas y rehúsan publicar gran parte del material que poseen”. Sin embargo, el periódico informó que recientemente ha habido un cambio en el personal de ese equipo editorial, lo cual tal vez sea un paso hacia eliminar “el exclusivismo que cerca a los rollos [...], y el mundo sabrá más acerca de una era extraordinaria de la historia”.
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