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El estudio recompensaBenefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
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Cómo estudiar
En vez de empezar por el párrafo 1 y avanzar hasta el final, mire primero brevemente todo el artículo o capítulo. Comience analizando de qué manera plantea el título el tema de estudio. Acto seguido, observe con atención la relación entre los subtítulos y dicho tema. Fíjese en las ilustraciones, tablas o recuadros de repaso que acompañan al texto. Entonces pregúntese: “En vista de lo observado hasta ahora, ¿qué voy a aprender, y de qué me servirá?”. Así dará orientación al estudio.
Familiarícese con las fuentes de información disponibles en su idioma
A continuación establezca las ideas fundamentales. En los artículos de estudio de La Atalaya, así como en algunos libros, aparecen preguntas a pie de página. Es provechoso señalar las respuestas al ir leyendo los párrafos. Incluso si no hay preguntas de ese tipo, puede marcar los puntos importantes que desee recordar. Si alguna idea es nueva para usted, dedíquele un poco más de tiempo para asegurarse de comprenderla bien. Esté pendiente de las ilustraciones o líneas argumentales que podría utilizar en el ministerio del campo o en algún discurso que tenga asignado. Piense en personas cuya fe se fortalecería si compartiera la información con ellas. Marque los puntos que se propone usar y repáselos al final del estudio.
Busque las citas bíblicas según vaya avanzando, y determine cómo se relacionan con la idea central del párrafo.
Es posible que haya aspectos que le cueste comprender o que le gustaría indagar con más detalle. En vez de entretenerse en ellos, anótelos para estudiarlos en otro momento. Con frecuencia se aclararán en párrafos posteriores, pero si no es así, quizá desee investigarlos más profundamente. ¿Qué podría anotar? Por ejemplo, un pasaje bíblico del que no entienda bien su significado o su relación con el tema. O tal vez le parezca que comprende cierta idea, pero no lo suficiente como para explicarla. En lugar de pasar por alto estos puntos, es prudente que los investigue una vez termine lo que haya empezado a estudiar.
No olvide buscar los pasajes bíblicos
El apóstol Pablo se detuvo en mitad de su detallada carta a los cristianos hebreos para decir: “Este es el punto principal” (Heb. 8:1). ¿Hace usted de tanto en tanto una reflexión parecida mientras estudia? Considere las razones de Pablo. En los capítulos anteriores de su carta inspirada ya había mostrado que Cristo entró en el cielo mismo en calidad de gran Sumo Sacerdote de Dios (Heb. 4:14–5:10; 6:20). Sin embargo, al destacar y subrayar este punto principal al comienzo del capítulo 8, el apóstol preparó a sus lectores para reflexionar en cómo les incumbía. Señaló que Cristo se había presentado ante Dios para interceder por ellos, abriéndoles el camino de entrada a aquel “lugar santo” (Heb. 9:24; 10:19-22). La certeza de su esperanza los motivaría a seguir los demás consejos que les escribió sobre la fe, el aguante y la conducta cristiana. De igual modo nosotros, si al estudiar nos concentramos en los puntos principales, captaremos el desarrollo del tema y grabaremos en la memoria las razones de peso por las que actuar en armonía con lo expuesto.
¿Lo impulsará su estudio a actuar? Esta es una cuestión clave. Cuando aprenda algo, pregúntese: “¿Qué efecto debería tener esta información en mi actitud o mis metas? ¿Cómo la pondré en práctica a la hora de resolver un problema, tomar una decisión o perseguir un objetivo? ¿Cómo la utilizaré en mi vida familiar, en el ministerio del campo o en la congregación?”. Reflexione con oración en estas preguntas y piense en situaciones reales en las que podría aplicar sus conocimientos.
Al final de un capítulo o artículo, dé un breve repaso y vea si recuerda los puntos principales y los argumentos que los apoyan, pues ello le ayudará a retener la información para usarla en el futuro.
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