Veamos la pureza moral como Dios la ve
“Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar.” (ISAÍAS 48:17.)
1, 2. a) ¿Cuál es la opinión predominante sobre la moralidad sexual? b) ¿Desde qué óptica ven los cristianos la moralidad sexual?
LA CONDUCTA moral se considera hoy día, en numerosas partes del mundo, un asunto privado. Muchas personas opinan que las relaciones sexuales son una expresión natural de afecto que pueden permitirse cuando quieran, sin tener que limitarlas al matrimonio. Creen que mientras nadie salga herido, no hay nada malo en que cada uno decida cómo actuar. Les parece que no se debería juzgar a la gente por su moralidad, sobre todo en materia sexual.
2 Quienes ya conocen a Jehová ven el asunto desde una óptica muy distinta. El amor que sienten por él y su deseo de agradarle los impulsa a obedecer de buena gana las pautas bíblicas. Reconocen que Jehová los ama y que sus instrucciones solo pretenden su bien, dado que contribuyen sin ninguna duda a que se beneficien y sean felices (Isaías 48:17). Puesto que Dios es la Fuente de la vida, es lógico que acudan a él para que les indique cómo deben usar su cuerpo, en especial en un ámbito tan estrechamente vinculado a la transmisión de la vida.
El regalo de un Creador amoroso
3. ¿Qué enseñanza se ha difundido con frecuencia en la cristiandad en cuanto a las relaciones sexuales, y cómo difiere de lo que dice la Biblia?
3 En contraste con las tendencias populares en el mundo secularizado de hoy, algunos miembros de la cristiandad han difundido la enseñanza de que las relaciones íntimas son vergonzosas y pecaminosas, y que el “pecado original” perpetrado en el jardín de Edén consistió en que Eva sedujo sexualmente a Adán. Tal punto de vista es contrario a lo que enseñan las Escrituras inspiradas. El relato bíblico llama a la primera pareja humana “el hombre y su esposa” (Génesis 2:25). Estas fueron las palabras con las que Dios les mandó que tuvieran hijos: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra” (Génesis 1:28). No tendría sentido que Dios ordenara a Adán y Eva procrear, y luego los castigara por haberle obedecido (Salmo 19:8).
4. ¿Por qué dotó Jehová a los seres humanos de facultades sexuales?
4 Aquel mandato, dirigido a nuestros primeros padres y repetido más tarde a Noé y sus hijos, pone de relieve el propósito primordial de las relaciones sexuales: tener hijos (Génesis 9:1). Sin embargo, Dios muestra en su Palabra que sus siervos casados no están obligados a hacer de la procreación el único objetivo de las relaciones íntimas. Estas pueden satisfacer de forma apropiada ciertas necesidades emocionales y físicas, así como constituir una fuente de placer para ambos cónyuges y un medio para demostrarse profundo cariño (Génesis 26:8, 9; Proverbios 5:18, 19; 1 Corintios 7:3-5).
Restricciones divinas
5. ¿Qué prohibiciones ha impuesto Dios en materia sexual?
5 Aunque la sexualidad es un don de Dios, no debe expresarse sin restricción alguna. Tal principio es aplicable incluso dentro del matrimonio (Efesios 5:28-30; 1 Pedro 3:1, 7). Fuera de este, las relaciones sexuales están prohibidas. La Biblia es muy explícita al respecto. La Ley que Dios entregó a la nación de Israel estipulaba: “No debes cometer adulterio” (Éxodo 20:14). Jesús señaló posteriormente que entre los “razonamientos perjudiciales” que se originan en el corazón y contaminan al ser humano, figuran “fornicaciones” y “adulterios” (Marcos 7:21, 22). El apóstol Pablo dirigió esta exhortación inspirada a los cristianos de Corinto: “Huyan de la fornicación” (1 Corintios 6:18). Y en su carta a los Hebreos escribió: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros” (Hebreos 13:4).
6. ¿Qué abarca en la Biblia el término fornicación?
6 ¿Qué significa el término fornicación? Esta palabra traduce la voz griega por·néi·a, que a veces hace referencia a las relaciones sexuales entre personas no casadas (1 Corintios 6:9). En otros lugares, como en Mateo 5:32 y 19:9, tiene un significado más amplio, de modo que también abarca el adulterio, el incesto y el bestialismo. Otras prácticas entre individuos no casados, como el coito oral o anal y la manipulación sexual de los genitales de otra persona, constituyen asimismo por·néi·a. Todos estos actos se condenan —sea explícita o implícitamente— en la Palabra de Dios (Levítico 20:10, 13, 15, 16; Romanos 1:24, 26, 27, 32).a
Las leyes morales de Dios nos benefician
7. ¿Qué beneficios obtenemos al mantenernos puros en sentido moral?
7 La obediencia a las instrucciones de Jehová que regulan la sexualidad puede suponer un desafío para los seres humanos imperfectos. Maimónides, célebre filósofo judío del siglo XII, escribió: “Ninguna prohibición de la Torá [o Ley mosaica] es tan difícil de acatar como la de las uniones prohibidas y las relaciones sexuales ilícitas”. Sin embargo, la observancia de tales directrices divinas nos reporta grandes beneficios (Isaías 48:18). Por ejemplo, nos protege de las enfermedades de transmisión sexual, algunas de las cuales son incurables o hasta mortales,b así como de los embarazos extramatrimoniales. Cuando ponemos en práctica la sabiduría divina, esta nos permite disfrutar de una conciencia limpia. Eleva la autoestima y nos gana el respeto de los demás: los parientes, el cónyuge, los hijos, los hermanos cristianos y otras personas. De igual modo, nos infunde una actitud saludable y positiva en cuanto al sexo, actitud que, a su vez, contribuirá a que tengamos un matrimonio feliz. Una cristiana escribió: “La verdad de la Palabra de Dios es la mejor protección. Esperaré hasta que me case, y cuando lo haga, me sentiré orgullosa de decirle al cristiano que sea mi esposo que me he mantenido casta”.
8. ¿De qué modos puede nuestra castidad promover la adoración pura?
8 La castidad también es un medio muy eficaz para corregir algunos conceptos erróneos sobre la religión verdadera y atraer a la gente al Dios que adoramos. El apóstol Pedro lo expresó así: “Mantengan excelente su conducta entre las naciones, para que, en la cosa de que hablan contra ustedes como de malhechores, ellos, como resultado de las obras excelentes de ustedes, de las cuales son testigos oculares, glorifiquen a Dios en el día para la inspección por él” (1 Pedro 2:12). Ahora bien, incluso si las personas que no sirven a Jehová no comprenden ni alaban nuestra conducta casta, de algo podemos estar seguros: nuestro Padre celestial no solo la ve y la aprueba, sino que se regocija por el empeño con que procuramos seguir su dirección (Proverbios 27:11; Hebreos 4:13).
9. ¿Por qué debemos confiar en la dirección divina aun cuando no entendamos plenamente sus razones? Dé un ejemplo.
9 La fe en Dios implica confiar en que él sabe lo que más nos conviene, aun cuando no entendamos plenamente los motivos de sus mandatos. Veamos un ejemplo extraído de la Ley mosaica. Una norma relativa a los campamentos militares requería enterrar el excremento fuera de estos (Deuteronomio 23:13, 14). Es posible que los israelitas se preguntaran la razón, y que algunos lo vieran innecesario. Sin embargo, la ciencia médica llegó a comprender más tarde que aquella ley les permitía preservar la pureza de sus fuentes de agua y los protegía de muchas enfermedades que transmiten los insectos. De igual modo, existen razones espirituales, sociales, emocionales, físicas y psicológicas por las que Dios ha limitado las relaciones íntimas al lecho conyugal. Analicemos algunos ejemplos bíblicos de personajes cuya moralidad fue intachable.
Se bendice a José por su conducta moral
10. ¿Quién intentó seducir a José, y cuál fue su respuesta?
10 Es probable que usted esté familiarizado con el ejemplo bíblico de José, el hijo de Jacob. A los 17 años de edad se vio convertido en esclavo de Potifar, el jefe de la guardia de corps del Faraón egipcio. Jehová bendijo a José, de modo que su amo llegó a otorgarle autoridad sobre toda su casa. A los 20 años era “de hermosa figura y de hermosa apariencia”. Cuando la esposa de Potifar se fijó en él y trató de seducirlo, José dejó bien clara su postura y le explicó que si la complacía, no solo traicionaría a su dueño, sino que también ‘pecaría contra Dios’. ¿Por qué razonó así? (Génesis 39:1-9.)
11, 12. ¿Por qué debió de razonar José como lo hizo aunque Dios no había promulgado todavía una ley escrita que prohibiera la fornicación y el adulterio?
11 Es patente que la decisión de José no se debió al temor a que lo descubrieran. Su familia vivía lejos, y su padre lo daba por muerto. Si cometía algún acto de inmoralidad sexual, sus parientes jamás se enterarían. Es probable que también pudiera ocultar de Potifar y los hombres de la servidumbre un pecado como aquel, pues había ocasiones en las que no se hallaban en la casa (Génesis 39:11). Sin embargo, era consciente de que no podría esconderlo de Dios.
12 José debió de razonar basándose en lo que conocía de Jehová. Sin duda sabía que en el jardín de Edén había declarado: “Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne” (Génesis 2:24). Además, probablemente estaba al tanto de lo que Jehová le había dicho al rey filisteo que pensó en seducir a Sara, la bisabuela de José: “Mira que puedes darte por muerto a causa de la mujer que has tomado, puesto que es poseída por otro dueño como esposa. [...] Yo [...] también estaba deteniéndote de pecar contra mí. Por eso no te permití tocarla” (Génesis 20:3, 6). De modo que, si bien Jehová no había promulgado todavía una ley escrita, su parecer en cuanto al matrimonio estaba claro. El sentido moral de José y su deseo de agradar a Dios lo impulsaron a rechazar la inmoralidad.
13. ¿Por qué, probablemente, no pudo José eludir a la esposa de Potifar?
13 Pero la esposa de Potifar siguió insistiendo, y “día tras día” imploraba a José que se acostara con ella. ¿Por qué no se limitó este a evitar su compañía? Pues bien, en su condición de esclavo tenía deberes que cumplir, y poco podría hacer para cambiar la situación. Los hallazgos arqueológicos indican que el diseño de las viviendas egipcias exigía atravesar las salas principales para llegar a los almacenes. Por consiguiente, puede que le resultara imposible eludir a aquella mujer (Génesis 39:10).
14. a) ¿Qué le sucedió a José después de huir de la esposa de Potifar? b) ¿Cómo bendijo Jehová la fidelidad de José?
14 Llegó el día en que se hallaron solos en la casa. La esposa de Potifar se aferró a José y exclamó: “¡Acuéstate conmigo!”. Él huyó, y ella, por despecho, lo acusó de intentar violarla. ¿Qué consecuencias tuvo aquello? ¿Recompensó Jehová inmediatamente aquel proceder íntegro? No. José acabó en prisión y sujeto con grilletes (Génesis 39:12-20; Salmo 105:18). Jehová observó aquella injusticia, y con el tiempo lo ensalzó sacándolo de la cárcel para ponerlo en un palacio. José llegó a ser la segunda persona más poderosa de Egipto, y fue bendecido con una esposa y con hijos (Génesis 41:14, 15, 39-45, 50-52). Además, el relato de su integridad se puso por escrito hace tres mil quinientos años, para beneficio de los siervos de Dios que han vivido desde entonces. Su obediencia a las justas leyes divinas se vio recompensada con magníficas bendiciones. Hoy, de igual manera, no siempre veremos los beneficios inmediatos de un proceder de integridad moral, pero podemos estar seguros de que Jehová lo ve y nos bendecirá al debido tiempo (2 Crónicas 16:9).
Job hizo ‘un pacto con sus ojos’
15. ¿En qué consistía ‘el pacto con sus ojos’ que había hecho Job?
15 Otro personaje que se mantuvo íntegro fue Job. En medio de las pruebas que le impuso el Diablo, repasó su vida y se declaró dispuesto a sufrir un castigo severo si había violado los principios de Jehová, entre ellos los relativos a la moralidad sexual. Dijo: “Un pacto he celebrado con mis ojos. Por eso, ¿cómo pudiera mostrarme atento a una virgen?” (Job 31:1). Con estas palabras manifestó que se había resuelto a permanecer íntegro y a ni siquiera mirar con lascivia a las mujeres. Claro está que las vería en su vida cotidiana y las ayudaría cuando fuera preciso. Pero consideraba inadmisible dedicarles atenciones con fines románticos. Antes de que comenzaran sus pruebas, él había sido sumamente rico, “el más grande de todos los orientales” (Job 1:3). Sin embargo, fue fiel a su esposa y no utilizó su riqueza para realizar conquistas amorosas. Es evidente que nunca acarició la idea de tener relaciones sexuales ilícitas con mujeres más jóvenes.
16. a) ¿Por qué constituye Job un magnífico ejemplo para los cristianos casados? b) ¿En qué sentido fue el proceder de los varones contemporáneos de Malaquías muy distinto del de Job, y qué puede decirse de hoy día?
16 De modo que Job fue moralmente íntegro, lo mismo en la dicha que en la adversidad. Jehová observó su conducta y lo colmó de bendiciones (Job 1:10; 42:12). Sin duda, Job constituye un magnífico ejemplo para los cristianos casados, hombres y mujeres. No sorprende que Jehová lo amara tanto. En cambio, el proceder que hoy siguen muchas personas nos recuerda lo que sucedió en tiempos del profeta Malaquías, quien censuró la forma en que muchos hombres abandonaban a sus cónyuges, a menudo con el propósito de casarse con mujeres más jóvenes. El altar de Jehová se cubrió con las lágrimas de las esposas abandonadas, y Dios condenó a quienes las habían “tratado traidoramente” (Malaquías 2:13-16).
Una joven casta
17. ¿En qué sentido fue la sulamita como “un jardín cerrado con barras”?
17 Un tercer personaje que se mantuvo íntegro fue una sulamita soltera. De esta hermosa muchacha no solo se enamoró un joven pastor, sino el propio Salomón, el opulento rey de Israel. El Cantar de los Cantares cuenta la historia de esta sulamita que conservó su virtud y se ganó así el respeto de cuantos la rodeaban. Aunque ella rechazó al rey, este puso por escrito el relato inspirado. El pastor al que ella amaba también respetó su castidad. En cierta ocasión la comparó a “un jardín cerrado con barras” (El Cantar de los Cantares 4:12). En el antiguo Israel había bellos huertos y jardines —con una agradable variedad de plantas, flores de exquisita fragancia y árboles majestuosos— que se solían cercar con un seto o un muro cuya única entrada era una puerta con cerradura (Isaías 5:5). A los ojos del pastor, la pureza moral y el encanto de la sulamita la hacían parecerse a un jardín de singular belleza. Era totalmente casta. Solo él, cuando fuera su esposo, disfrutaría de sus más tiernas muestras de cariño.
18. ¿Qué nos recuerdan los relatos de José, Job y la sulamita?
18 La sulamita es un magnífico ejemplo de integridad moral para las cristianas de la actualidad. Jehová vio con aprecio la virtud de aquella joven, y la bendijo tal como había hecho con José y Job. Su historia de integridad se puso por escrito en la Palabra de Dios para que nos sirviera de guía. Aunque el empeño que nosotros ponemos en permanecer íntegros no figure en la Biblia, Jehová guarda “un libro de recuerdo”, en el que inscribe a quienes procuran hacer Su voluntad. Nunca olvidemos que él está “prestando atención” y se regocija cuando ve que luchamos lealmente por mantenernos limpios en sentido moral (Malaquías 3:16).
19. a) ¿Cómo debemos considerar la pureza moral? b) ¿Qué analizará el siguiente artículo?
19 Aunque las personas sin fe se burlen, a nosotros nos llena de alegría obedecer a nuestro Creador amoroso. Tenemos una moralidad más elevada, una moralidad piadosa que debe llenarnos de orgullo y aprecio. Si permanecemos sin tacha en este sentido, disfrutaremos de la bendición divina en la actualidad y mantendremos viva la esperanza de recibir inagotables bendiciones en el futuro. Ahora bien, ¿qué medidas prácticas podemos tomar para preservar nuestra pureza moral? El siguiente artículo analizará esta importante cuestión.
[Notas]
b Por desgracia, en ocasiones un cristiano inocente contrae una enfermedad de transmisión sexual a través de un cónyuge no creyente que no ha acatado las normas divinas.
¿Sabe explicarlo?
• ¿Qué enseña la Biblia sobre las relaciones sexuales?
• ¿Qué abarca en la Biblia el término fornicación?
• ¿Cómo nos beneficia permanecer moralmente puros?
• ¿Por qué constituyen magníficos ejemplos para los cristianos de hoy José, Job y la sulamita?
[Ilustración de la página 9]
José huyó de la inmoralidad
[Ilustración de la página 10]
La joven sulamita fue como “un jardín cerrado con barras”
[Ilustración de la página 11]
Job había hecho ‘un pacto con sus ojos’