¡Viva para ver a los bosques regocijarse!
“Creo que nunca veré
un poema tan hermoso como un árbol. [...]
Los poemas los hacen tontos como yo,
pero solo Dios puede hacer un árbol.”
A LA verdad de que “solo Dios puede hacer un árbol”, el poeta americano Joyce Kilmer, cuyo talento se vio truncado por su muerte prematura en la I Guerra Mundial, bien pudiera haber añadido la idea: “Y solo Dios puede mantener vivo a un árbol”.
A pesar del grito de guerra: “Salvemos nuestros bosques”, los esfuerzos humanos por conservar los bosques solo están logrando un éxito limitado. Ni siquiera las “buenas noticias” dadas en un informe de la televisión alemana en el mes de septiembre de 1986 sirven de mucho consuelo. Se habló de “un alto nivel de estabilización”, lo cual, en palabras sencillas, significa que la muerte de los bosques todavía está propagándose, aunque a menos velocidad que en los pasados años.
Según un periódico alemán de renombre, muchos científicos están experimentando un creciente sentimiento de impotencia. Se cita al profesor Peter Schütt, del Instituto de Silvicultura de Múnich, quien recientemente dijo a un auditorio preocupado: “No nos engañemos. Hace tiempo que llegamos a los límites de nuestras posibilidades”. Este profesor advirtió que si los intentos actuales por refrenar la polución atmosférica fracasan, “no nos quedará absolutamente nada más por probar”.
¿Y cómo se podrían describir las perspectivas de solventar el problema de la polución atmosférica? Deprimentes, tristes o sombrías... escoja usted mismo. “La calidad del aire no ha mejorado”, advierte el periódico suizo Die Weltwoche. Mientras que “los fisiólogos botánicos todavía están absortos en lentas y minuciosas investigaciones intentando determinar qué agente contaminante está azotando a qué árbol en particular y hasta qué grado, [...] los conductores que en un tiempo se sentían desconcertados están recuperando su antigua confianza y circulan más deprisa de lo que debieran. La venta de automóviles con convertidores catalíticos se ha estancado [...]. Casi nada ha cambiado, con la excepción de que la racha de profunda preocupación [por la muerte de los bosques] hace mucho que pasó”.
Una solución realista que está muy próxima
El creer que la muerte de los bosques puede solucionarse con éxito utilizando medios humanos no es ser realista. ¿Por qué? Porque a los humanos les falta conocimiento exacto tanto de sus causas como de los métodos eficaces para combatirla. Además, carecen del poder que se precisa para controlar las fuerzas de la naturaleza, como pudieran ser los sistemas climáticos y los ecosistemas. Por otra parte, el egoísmo innato les impide renunciar a sus intereses personales en favor del bien común.
Sin embargo, hay razones para ser optimistas. La cronología bíblica y los acontecimientos actuales indican que el Reino de Dios, por el que se ha orado desde hace tanto tiempo, está muy próximo. El establecimiento de este gobierno fue predicho hace casi diecinueve siglos con las siguientes palabras: “Te damos gracias, Jehová Dios, el Todopoderoso, Aquel que eres y que eras, porque has tomado tu gran poder y has empezado a reinar. Pero las naciones se airaron, y vino tu propia ira, y el tiempo señalado [...] para causar la ruina de los que están arruinando la tierra”. (Revelación 11:17, 18.) Pronto, como se prometió, llegará el “tiempo señalado” para que Dios cause “la ruina de los que están arruinando la tierra”, entre ellos de los que están arruinando Sus bosques.
Bajo la gobernación divina, la humanidad obediente recibirá instrucciones necesarias en cuanto a cómo evitar la polución atmosférica y su secuela: la muerte de los bosques. Imagínese cómo se regocijará la Tierra, hablando simbólicamente, cuando el equilibrio de la naturaleza haya sido sanado, produciendo efectos positivos en el clima, la agricultura y la salud. “Esté gozosa la tierra, y [diga] entre las naciones: ‘¡Jehová mismo ha llegado a ser rey!’. [...] Al mismo tiempo prorrumpan gozosamente en gritos los árboles del bosque.” (1 Crónicas 16:31-33.) Debido a que habrán sido restaurados a una condición de mayor belleza y bienestar que nunca antes, “los árboles del bosque” verdaderamente tendrán toda razón para ‘prorrumpir gozosamente en gritos’.
Pero antes de que llegue ese momento, es posible que la muerte de los bosques empeore. Por ejemplo, en septiembre de 1986 el periódico suizo mencionado anteriormente escribió: “En las tierras bajas las plantas cultivadas están empezando a marchitarse; en la parte noroeste de Suiza los cerezos han perdido su sabor, y los granjeros están acudiendo a los agrónomos por consejo”. Recientemente, una situación similar en Alemania hizo que el estado de Baden-Württemberg empezase a investigar la relación entre la polución atmosférica y los árboles frutales damnificados. Aunque todavía no hay datos disponibles, se dice que los científicos creen que particularmente son las frutas drupáceas las que están en peligro.
Informes como estos pueden recordar a los estudiantes de la Biblia las palabras de Habacuc 3:17. Hablando de nuestros días, dice: “Aunque la higuera misma no florezca, y no haya fruto en las vides; la obra del olivo realmente resulte un fracaso, y los terraplenes mismos realmente no produzcan alimento”.
No obstante, si usted cifra su confianza en Dios y apoya la gobernación de su Reino, usted, al igual que Habacuc, no tendrá razón para temer. (Habacuc 3:18.) Al contrario, tendrá toda razón para mirar al futuro con optimismo y estar gozoso. El problema de la muerte de los bosques está a punto de solventarse... de manera permanente y completa. Usted también puede vivir para ver a los bosques regocijarse... ¡y a toda la humanidad junto con ellos!