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La fe en Dios remunerada por preservaciónLa Atalaya 1975 | 1 de octubre
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“De veras amo, porque Jehová oye mi voz, mis súplicas. Porque ha inclinado a mí su oído, y durante todos mis días llamaré. Las sogas de la muerte me rodearon y las circunstancias angustiosas del Seol mismas me hallaron. Angustia y desconsuelo seguí hallando. Pero el nombre de Jehová procedí a invocar: ‘¡Ah, Jehová, de veras provéele escape a mi alma!’ Jehová es benévolo y justo; y nuestro Dios es Uno que muestra misericordia. Jehová está guardando a los inexpertos. Me hallé empobrecido, y él procedió a salvarme aun a mí.”—Sal. 116:1-6.
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La fe en Dios remunerada por preservaciónLa Atalaya 1975 | 1 de octubre
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El salmista no quería morir. Y sin embargo la muerte parecía cosa segura para él. Era como si ya la muerte hubiera atado firme e irrompiblemente sus sogas alrededor de él, impidiendo cuanto movimiento él pudiera hacer para escaparse. Era como si ya estuviera en el Seol (el sepulcro común de la humanidad), sintiendo las angustiosas circunstancias de ser apretado por las estrechas paredes de un hoyo de entierro. Pero clamó a Jehová y fue librado. Por esta benevolencia, justicia y misericordia de Dios, el salmista se sintió impelido a expresar su profundo amor a su Creador y Preservador.
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