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Una relación estrecha y preciadaLa Atalaya 1962 | 1 de agosto
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27. (a) ¿Por qué deberían asistir a la cena del Señor todos los de disposición de oveja? (b) ¿Qué verdades vitales se recalcan entonces para provecho de todos?
27 Habiendo repasado brevemente los beneficios maravillosos recibidos y los beneficios compartidos por los que están en el nuevo pacto, también la relación estrecha y preciada en la cual entran, podemos apreciar más plenamente cuan maravilloso privilegio tienen, además de una gran responsabilidad. Las “otras ovejas” también deberían aprender con respecto a estas verdades importantes, que forman una parte vital del propósito de Dios, aunque no puedan entrar en ellas en el sentido de experimentarlas ellos mismos. Verdaderamente, entonces, la reunión anual en que se incorpora la cena del Señor de veras es singular. Todas las personas que sinceramente se interesan en ella son bienvenidas y deberían esforzarse por asistir. Tal reunión es una expresión de adoración verdadera, porque puede decirse que todos los presentes asisten a la “mesa de Jehová,” en un sentido simbólico, aunque solo participan de los emblemas de pan sin levadura y el vino los que tienen el testimonio del espíritu de Dios de que ellos son sus hijos espirituales, ‘herederos de Dios y coherederos con Cristo.’ Mas al escuchar lo que se dice esa noche todos comprenden otra vez la importancia de servir a Jehová en los intereses de su reino con el espíritu de adoración indivisa y exclusiva, la importancia de mantenerse limpios de cualquier derrotero que los identificara como estando sirviendo a la “mesa de los demonios,” y la importancia de mantenerse en unidad estrecha con la sociedad del nuevo mundo de testigos dedicados de Jehová, porque éste es el tiempo en que Jehová ha congregado a todas las ovejas “en unidad . . . cual manada en el aprisco.”—Miq. 2:12; Juan 10:16.
28. ¿Qué cumplimiento tuvo el Salmo 116 con respecto a Jesús, y cómo aplica a todos los que están en el nuevo pacto?
28 Sin embargo, los que saben que la esperanza celestial es suya y que tienen el testimonio del espíritu como se acaba de mencionar, deberían participar de los emblemas, pero teniendo cuidado de hacerlo dignamente, “después de un escrutinio.” Estos hijos espirituales deben recordar bien todo lo que está envuelto para mantener su unidad preciada y estrecha unos con otros, con su Señor y Cabeza y, sobre todo, con Jehová. Apreciando todo lo que han recibido de sus manos, su oración debería ser igual a la de Jesús, como la conocemos de cierto salmo profético: “¿Qué le pagaré de vuelta a Jehová por todos sus beneficios para mí?” La determinación inmutable de ellos igualmente debe ser igual a la de él, como se expresa en ese mismo salmo: “A ti [Jehová] ofreceré el sacrificio de agradecimiento, y el nombre de Jehová invocaré. Mis votos pagaré a Jehová.” Fielmente cumpliendo su derrotero sacrificatorio, ‘probándose fieles aun hasta la muerte,’ ellos son sostenidos por la gloriosa promesa de Jesús: “Te daré la corona de la vida.” ¡Qué confortación y qué fuerte seguridad debe haberle dado a Jesús en su hora de necesidad, igualmente a los que siguen el mismo derrotero sacrificatorio, leer la palabra que Jehová hizo que fuera registrada hace tanto tiempo para provecho de ellos: “Preciada a los ojos de Jehová es la muerte de sus leales”!—1 Cor. 11:28; Apo. Rev. 2:10; Sal. 116:12-19.
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La durabilidad de la BibliaLa Atalaya 1962 | 15 de julio
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La durabilidad de la Biblia
El profesor Oscar Paret, en su libro The Bible, Its Preservation in Print and in Writing, atribuye la conservación de la Biblia al cumplimiento de la propia promesa de Dios: “El dicho de Jehová dura para siempre.”—1 Ped. 1:25.
“Brevemente, éstos son los resultados de nuestra consideración: La Biblia es, entre los libros de la antigüedad, el que mejor se ha conservado. Es cierto que las Escrituras de la Biblia fueron escritas por hombres y transmitidas por ellos y por lo tanto han sido afectadas por errores e imperfecciones humanas. Pero, como cristianos, percibimos la mano dirigidora de Dios tras los destinos humanos de la Biblia, pues a pesar de todos los ataques de los hombres, ésta ha conservado la Biblia por dos mil años a través de un período de las clases más severas de persecución. Innumerables creaciones valiosas de mentes humanas se han perdido y olvidado. La Biblia, no obstante, que hoy está todavía a la delantera en marcha victoriosa por todo el mundo y todavía se imprime y distribuye por millones de ejemplares anualmente y se traduce toda o en parte en mil cien idiomas, ni se perderá ni se olvidará, pues, como testigo a la revelación de Dios, subsiste bajo la promesa: La Palabra del Señor dura para siempre. Debido a que esta Palabra de Dios encierra, como si dijéramos, deleitables tesoros dentro de vasijas de barro, lo que explica la mucho más grande influencia que ha tenido en la civilización humana en toda su extensión y amplitud que cualquier otro libro de la literatura mundial, expresada en los campos de la poesía (cánticos por Lutero y Pablo Gerhardt, el lenguaje de los clásicos), o el arte pictórico (Grünewald, Dürer, Riemenschneider) y de la música (Juan Sebastián Bach), además, ¡la Biblia ha durado y siempre durará como EL LIBRO DE LOS LIBROS!”
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