La clave del éxito en la familia
“LA FAMILIA está deteriorándose”, señaló un candidato a la presidencia de Estados Unidos el año pasado. En efecto, el grado de deterioro de la familia es pasmoso. La revista Fortune comentó que “de haberse producido cambios de igual magnitud en la economía o en la industria durante el mismo período, nos hubieran dejado boquiabiertos”.
Hasta las familias que procuran seguir los principios bíblicos se ven afectadas a menudo de manera trágica. Hace unos años, un cristiano dijo sinceramente a un padre de seis hijos preadolescentes: “Puedes contar con que cuatro de tus hijos se pierdan en el mundo”. Sin embargo, el padre no creía que esto tuviera que sucederle ni siquiera a uno de sus hijos. Señalando sus razones, dijo:
“Los hijos en realidad no son nuestros. Nos los confió Jehová Dios a mi esposa y a mí; son una ‘herencia’ o regalo suyo. Y él ha dicho que si los educamos en el camino correcto, ‘no se desviarán de él’. Por eso siempre nos esforzamos por cuidarlos como si fueran de Jehová.” (Salmo 127:3; Proverbios 22:6.)
Este padre acertó con la clave del éxito en la vida familiar: que los padres cuiden de los hijos como si estuvieran cuidando la propiedad de Dios. Aunque esto no signifique que los hijos seguirán la buena dirección en todos los casos, los padres tienen la responsabilidad de cuidar de los hijos que Dios les ha confiado.
Una seria responsabilidad
La labor de padres debe efectuarse con solicitud y profundo interés, no a la ligera ni con indiferencia. Hay que poner en ella todo el empeño, sabiendo que Dios pedirá cuentas por su herencia o dádiva. No hace falta que los padres ensayen diversos métodos de crianza de los hijos. Todo lo que tienen que hacer es seguir meticulosamente las instrucciones de Dios recopiladas en su Palabra, la Biblia.
Jehová Dios manda lo siguiente: “Tienes que inculcar [mis palabras] en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes. Y tienes que atarlas como señal sobre tu mano, y estas tienen que servirles de venda frontal entre los ojos; y tienes que escribirlas sobre las jambas de las puertas de tu casa y sobre tus puertas”. La Biblia también exhorta: “Ustedes, padres, [...] sigan criando [a sus hijos] en la disciplina y regulación mental de Jehová”. (Deuteronomio 6:7-9; Efesios 6:4.)
El cuidado de los hijos exige atención diaria. Sí, supone que los padres les den de su tiempo sin escatimar y, ante todo, que les prodiguen amor y cariño. Los padres que satisfacen estas necesidades básicas de sus hijos están haciendo lo que Dios dice que es esencial para la felicidad en la vida familiar.
¿Le parece que esto es pedir demasiado? Las acciones de muchos padres así lo demuestran. Sin embargo, este regalo de Dios, los hijos, verdaderamente merece una atención muy especial.
Cómo cuidar de ellos
Conviene que examinemos el ejemplo de aquellos que han tenido buenos resultados en la crianza de los hijos. En el artículo de portada de una revista, titulado “Familias maravillosas”, se indicaron cuatro elementos importantes para la buena educación de los jóvenes, a saber: “[1] Conversaciones a la hora de cenar que estimulen el intelecto, [2] lectura de buenos libros, [3] modelos creativos que sirvan de inspiración y [4] una tradición familiar que mantener”. (U.S.News & World Report, 12 de diciembre de 1988.)
Por lo que se refiere a las “conversaciones a la hora de cenar”, recuerde que Dios manda enseñar a los hijos cuando se sienten en la casa. ¿Se sienta su familia junta a la hora de comer, proporcionando así la oportunidad de disfrutar de compañerismo y conversación animadora? Esos momentos memorables son de máxima importancia para los hijos, pues les transmiten una sensación de estabilidad y seguridad. Un niño de 6 años dijo que le gustaba la hora de las comidas “porque nadie tiene que preocuparse por los demás”, ya que todos están juntos.
¿De qué calidad son sus conversaciones a la hora de comer? ¿Se centran, por lo general, en los “buenos libros”, como son la Biblia y las publicaciones que tratan de nuestro servicio divino o de asuntos relacionados con la creación de Dios? Además de propiciar esta clase de conversaciones, los padres deben cultivar en el corazón de los hijos el amor a Jehová y a sus justos preceptos mediante un programa fijo de estudio.
“Comer juntos con regularidad no nos planteaba ningún problema —explicó el padre antes mencionado—. Era lo natural, y servía para unirnos. Sin embargo, tener un programa constante de estudio bíblico sí nos resultaba difícil.” Después de un arduo día de trabajo, el padre estaba tan agotado que a veces se dormía durante el estudio. A pesar de todo, nunca dejó de estudiar con sus hijos regularmente, y a menudo hablaba a solas con cada uno de ellos y los escuchaba durante largos ratos.
Además de ser el primero en estimular la conversación significativa a la hora de comer y dar a los hijos buenos libros, ¿procura usted que tengan “modelos creativos que [les] sirvan de inspiración”? La verdad es que si sus hijos han de triunfar cuando sean adultos, es fundamental que frecuenten la compañía de personas que imiten al mayor hombre que jamás ha existido, Jesucristo.
Por último, ¿qué se puede decir en cuanto a ‘mantener la tradición familiar’? Los hijos deben entender que la familia tiene normas que ellos deben guardar, que ciertos tipos de conducta, habla, vestimenta, modales, etc., son inaceptables y violan la tradición familiar. Es necesario que comprendan la gravedad de violar esa tradición, que sepan el inmenso dolor que le causaría a usted, tal como la conducta de los hijos del antiguo patriarca Jacob hizo que él fuera “un hedor a los habitantes del país”. (Génesis 34:30.)
El padre al que ya hemos aludido, que consideraba a sus hijos como la propiedad de Dios, recalcaba en particular la importancia de la “tradición familiar”. Razonaba con sus hijos constantemente para hacerles ver que las normas de la familia sobre el arreglo personal y el separarse de los caminos mundanos armonizaban con el espíritu y la dirección del Creador, Jehová Dios. Todo ese tiempo, amor y cariño que les brindó para educarlos en el camino en que habían de andar, hizo que los seis hijos ‘no se desviaran del camino para ellos’. (Proverbios 22:6.)
En todo el mundo existen millares de familias tan fuertes como esta. Son una honra para su Creador y una recompensa para los padres abnegados y amorosos. Con el transcurso de los años aumenta la estimación que los hijos les tienen a padres de esta clase, de cuyos esfuerzos se han beneficiado. Sírvase leer el siguiente relato de una mujer que fue criada por padres devotos y observe las valiosas lecciones que se pueden aprender de él.