Podemos preservar nuestra pureza moral
“Pues esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos.” (1 JUAN 5:3.)
1. ¿Qué contraste se observa hoy en materia de conducta?
HACE mucho tiempo, el profeta Malaquías predijo por inspiración que llegaría el momento en que el pueblo de Jehová se diferenciaría con toda claridad por su conducta de quienes no sirvieran a Dios. Escribió: “Ustedes ciertamente verán de nuevo la distinción entre uno justo y uno inicuo, entre uno que sirve a Dios y uno que no le ha servido” (Malaquías 3:18). Esta profecía se cumple en la actualidad. La obediencia a los mandatos divinos, entre ellos los que requieren pureza moral, es el proceder sabio y correcto. Sin embargo, no siempre es fácil. Con razón exhortó Jesús a los cristianos a esforzarse vigorosamente a fin de salvarse (Lucas 13:23, 24).
2. ¿Qué presiones externas dificultan mantener la castidad?
2 ¿Por qué es difícil mantenerse casto? Una razón son las presiones externas. El mundo del espectáculo presenta la conducta sexual ilícita como algo sensual, placentero y propio de adultos, a la vez que casi nunca refleja sus malas consecuencias (Efesios 4:17-19). La mayoría de las relaciones íntimas que se representan tienen como protagonistas a parejas no casadas. En el cine y la televisión suele enmarcarse el sexo en el contexto de una relación informal, libre de compromisos. Por lo general, el cariño y el respeto mutuo quedan fuera del cuadro. Mucha gente ha estado expuesta a tales mensajes desde la niñez. Además, quienes no se amoldan a la permisividad moral imperante sufren una fuerte presión de grupo que incluye burlas y hasta insultos (1 Pedro 4:4).
3. Mencione algunas razones por las que muchas personas de este mundo se entregan a la inmoralidad.
3 Las presiones internas también dificultan conservar la castidad. Jehová creó a los seres humanos de modo que tuvieran deseos sexuales, y estos pueden ser intensos. El deseo tiene mucho que ver con lo que pensamos, y la inmoralidad está muy ligada a pensamientos que no armonizan con los de Dios (Santiago 1:14, 15). Por ejemplo, según un reciente sondeo (publicado en la revista British Medical Journal), lo que indujo a muchos encuestados a tener su primera experiencia sexual fue la simple curiosidad. Otros creían que la mayoría de las personas de su edad llevaban una vida sexual activa, así que deseaban dejar de ser vírgenes. Y hubo quienes dijeron que se habían dejado arrastrar por sus sentimientos o que habían tomado “una copa de más”. No podemos pensar así si queremos agradar a Dios. ¿Qué actitud nos ayudará a permanecer puros en sentido moral?
Fortalezcamos nuestras convicciones
4. ¿Qué se requiere de nosotros para permanecer castos?
4 Para preservar la castidad, debemos comprender que tal forma de vivir merece la pena. Esta idea concuerda con lo que escribió el apóstol Pablo a los cristianos de Roma: “Prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios” (Romanos 12:2). No solo es cuestión de saber que la inmoralidad se condena en la Palabra de Dios. Debemos entender las razones para ello y los beneficios de evitarla. Algunas de dichas razones se trataron en el artículo anterior.
5. ¿Cuál es el motivo más poderoso que tienen los cristianos para desear mantenerse castos?
5 Sin embargo, los motivos más poderosos que impulsan al cristiano a rechazar la inmoralidad sexual se derivan, en realidad, de su relación con Dios. Hemos aprendido que él sabe lo que más nos conviene, y el amor que le tenemos nos ayuda a odiar lo que es malo (Salmo 97:10). Dios es la Fuente de “toda dádiva buena y todo don perfecto” (Santiago 1:17). Nos ama. Al obedecerlo demostramos que lo amamos y le agradecemos cuanto ha hecho por nosotros (1 Juan 5:3). Jamás desearíamos decepcionarlo y hacerlo sufrir violando sus justos mandatos (Salmo 78:41). No quisiéramos que nuestra conducta fuera motivo para que se hablara injuriosamente de su adoración santa y recta (Tito 2:5; 2 Pedro 2:2). Si permanecemos castos, el Ser Supremo se regocijará (Proverbios 27:11).
6. ¿Cómo nos ayuda comunicar a los demás nuestras normas morales?
6 Una vez resueltos a mantenernos castos, estaremos más protegidos si se lo comunicamos a los demás. Digámosle a todo el mundo que somos siervos de Jehová y que estamos decididos a regirnos por sus elevadas normas. Se trata de nuestra vida, nuestro cuerpo, nuestra elección. ¿Qué está en juego? La preciosa relación que nos une a nuestro Padre celestial. Por consiguiente, dejemos claro que nuestra integridad moral no admite concesiones. Sintámonos orgullosos de representar a Dios sosteniendo sus principios (Salmo 64:10). Que jamás nos dé vergüenza hablar de nuestras convicciones morales, pues defenderlas nos fortalece y protege, a la vez que estimula al prójimo a seguir nuestro ejemplo (1 Timoteo 4:12).
7. ¿Cómo podemos atenernos a nuestra decisión de permanecer castos?
7 Tras haber decidido regirnos por elevadas normas morales y haber hecho pública nuestra postura, debemos tomar medidas para atenernos a esa resolución. Una de ellas consiste en escoger con cuidado nuestras amistades. “El que está andando con personas sabias se hará sabio”, señala la Biblia. Busquemos la compañía de los que comparten nuestros valores morales, pues ellos nos fortalecerán. El versículo también dice: “Pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal” (Proverbios 13:20). En lo posible, evitemos a quienes puedan minar nuestra resolución (1 Corintios 15:33).
8. a) ¿Por qué debemos hacer que nuestros pensamientos giren en torno a cosas sanas? b) ¿Qué debemos evitar?
8 Es preciso además que nuestros pensamientos giren en torno a asuntos verdaderos, serios, justos, castos, amables, de buena reputación, virtuosos y dignos de alabanza (Filipenses 4:8). Para ello debemos seleccionar lo que vemos y leemos, así como la música que escuchamos. Decir que las publicaciones inmorales no ejercen una influencia corruptora es como afirmar que leer literatura que enseña valores morales no tiene consecuencias positivas. No olvidemos que los seres humanos imperfectos podemos caer fácilmente en la trampa de la inmoralidad. Los libros, las revistas, las películas y la música que avivan los impulsos sexuales provocan deseos impropios, deseos que pueden conducirnos al pecado. Para preservar la pureza moral tenemos que llenar la mente con la sabiduría piadosa (Santiago 3:17).
Pasos que conducen a la inmoralidad
9-11. En el relato de Salomón, ¿qué pasos condujeron a cierto joven a un proceder de inmoralidad?
9 Con frecuencia pueden identificarse varios pasos que conducen a la inmoralidad, y cada uno de ellos hace que sea más difícil volver atrás. Observemos la descripción que se halla en Proverbios 7:6-23. Salomón repara en “un joven falto de corazón” —falto de buenos motivos—, que va “pasando por la calle cerca de la esquina de [una prostituta]; y en el camino a la casa de ella marcha él, en el crepúsculo, al atardecer del día”. He ahí su primer error. Mientras cae la noche, su “corazón” lo dirige, no a una calle cualquiera, sino a donde él sabe que suele hallarse una prostituta.
10 A continuación leemos: “¡Mira!, allí estaba una mujer que salía a su encuentro, con la prenda de vestir de una prostituta, y astuta de corazón”. ¡Ya la ha visto! Podría darse la vuelta y marcharse a casa, pero ahora es más difícil que antes, sobre todo en vista de su debilidad moral. Ella lo agarra y le da un beso. El joven lo acepta y escucha sus palabras seductoras, persuasivas: “Tenía que ofrecer sacrificios de comunión —le dice—. Hoy he pagado mis votos”. Aquellos sacrificios consistían en ofrendas de carne, harina, aceite y vino (Levítico 19:5, 6; 22:21; Números 15:8-10). Tal vez los mencione para insinuar que no le falta espiritualidad y, al mismo tiempo, que en su casa hay en abundancia buena comida y bebida. “De veras ven —le ruega—, saciémonos bebiendo del amor hasta la mañana; sí, gocemos el uno del otro con expresiones de amor.”
11 El final de la historia no es difícil de predecir. “Por la suavidad de sus labios lo seduce.” Él la sigue hasta su casa “como toro que viene aun al degüello” y “tal como un pájaro se mete apresurado en la trampa”. Salomón concluye con unas palabras que nos dan en qué pensar: “No ha sabido que en ello está envuelta su misma alma”. Su alma, su vida, está implicada, pues “Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros” (Hebreos 13:4). Se trata, sin duda, de una impactante lección para hombres y mujeres por igual. No debemos dar ni siquiera los primeros pasos en una senda que nos lleve a incurrir en la desaprobación divina.
12. a) ¿Qué significa la expresión “falto de corazón”? b) ¿Cómo podemos robustecer nuestra fortaleza moral?
12 Observemos que el joven del relato era “falto de corazón”. Esta expresión indica que sus pensamientos, deseos, afectos, emociones y objetivos en la vida no estaban en consonancia con lo que Dios aprueba. Su debilidad moral le acarreó trágicas consecuencias. En estos críticos “últimos días” se requiere esfuerzo para robustecer la fortaleza moral (2 Timoteo 3:1). Dios nos ayuda a lograrlo. Mediante las reuniones de la congregación cristiana nos estimula a seguir andando en la senda recta y nos relaciona con personas que tienen la misma meta que nosotros (Hebreos 10:24, 25). Los ancianos de la congregación nos pastorean y nos enseñan los caminos de la justicia (Efesios 4:11, 12). La Palabra de Dios, la Biblia, nos dirige y nos guía (2 Timoteo 3:16). Y en todo momento podemos pedirle a Jehová la ayuda de su espíritu (Mateo 26:41).
Aprendamos de los pecados de David
13, 14. ¿Cómo llegó David a cometer un pecado grave?
13 Por desgracia, hasta siervos destacados de Dios han sucumbido a la inmoralidad sexual. Uno de ellos fue el rey David, que había servido con lealtad a Jehová durante décadas. No hay duda de que amaba a Dios profundamente, pero aun así se sumió en un proceder pecaminoso. Al igual que el joven del relato de Salomón, David dio pasos que no solo lo condujeron al pecado, sino que luego lo agravaron.
14 David era para entonces un hombre de mediana edad, quizás de poco más de cincuenta años. Desde su azotea vio a la hermosa Bat-seba bañándose, y averiguó quién era. Al enterarse de que su esposo, Urías, participaba en el asedio a la ciudad ammonita de Rabá, hizo que la llevaran al palacio y se acostó con ella. La situación se complicó cuando Bat-seba supo que estaba embarazada de David. Este mandó llamar de la guerra a Urías, con la intención de que pasara la noche con su esposa y así hacer que pareciera que era el padre del hijo de Bat-seba. Pero Urías no fue a su casa. El rey, desesperado por encubrir su error, lo envió de vuelta a Rabá con una carta dirigida al jefe del ejército, en la cual ordenaba que pusieran a Urías en un lugar propicio para que lo mataran. De modo que este perdió la vida, y David se casó con la viuda antes de que se hiciera público que estaba encinta (2 Samuel 11:1-27).
15. a) ¿Cómo se puso al descubierto el pecado de David? b) ¿Cómo reaccionó David a la hábil reprensión de Natán?
15 Todo indicaba que el ardid de David para ocultar su culpa había funcionado. Pasaron los meses y nació el bebé, un varón. Si el rey tenía presentes estos sucesos cuando compuso el Salmo 32, está claro que su conciencia lo atormentaba (Salmo 32:3-5). No obstante, el mal no quedó escondido de la vista de Dios. Dice la Biblia: “La cosa que David había hecho pareció mala a los ojos de Jehová” (2 Samuel 11:27). Jehová envió al profeta Natán, quien hábilmente encaró a David con sus pecados. Este los confesó de inmediato y suplicó el perdón de Jehová. Gracias a su arrepentimiento sincero, pudo reconciliarse con Dios (2 Samuel 12:1-13). En vez de irritarse por la reprensión, David manifestó la actitud que refleja el Salmo 141:5: “Si me golpeara el justo, sería una bondad amorosa; y si me censurara, sería aceite sobre la cabeza, que mi cabeza no querría rehusar”.
16. ¿Qué advertencia y consejo dio Salomón en cuanto a las transgresiones?
16 Es posible que Salomón, el segundo hijo de David y Bat-seba, reflexionara en este triste episodio de la vida de su padre, pues pasado el tiempo escribió: “El que encubre sus transgresiones no tendrá éxito, pero al que las confiesa y las deja se le mostrará misericordia” (Proverbios 28:13). Si cometemos un pecado grave, debemos actuar según esta máxima inspirada, que a la vez es una advertencia y un consejo. Tenemos que confesar el mal a Jehová y pedir ayuda a los ancianos de la congregación, sobre cuyos hombros pesa la importante responsabilidad de asistir a quienes han caído en el pecado (Santiago 5:14, 15).
El pecado tiene consecuencias
17. Aunque Jehová perdona los pecados, ¿de qué no nos exime?
17 Jehová perdonó a David. ¿Por qué? Porque era un hombre íntegro y misericordioso, y porque estaba sinceramente arrepentido. Sin embargo, no lo libró de las terribles consecuencias de su pecado (2 Samuel 12:9-14). Sucede lo mismo hoy día. Aunque Jehová perdona a quienes se arrepienten, no los exime de los efectos naturales de sus malos actos (Gálatas 6:7). La inmoralidad provoca, entre otras cosas, divorcios, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y la pérdida de la confianza y el respeto.
18. a) ¿Qué instrucciones dio Pablo a los cristianos corintios respecto a un caso grave de mala conducta sexual? b) ¿Cómo manifiesta Jehová amor y misericordia a los pecadores?
18 Si hemos caído en un pecado grave, es fácil que nos descorazonemos al sufrir las consecuencias. Aun así, no permitamos que nada nos impida arrepentirnos y reconciliarnos con Dios. En el siglo primero, Pablo indicó a los corintios que expulsaran de la congregación a un hombre que mantenía una relación incestuosa (1 Corintios 5:1, 13). Pero una vez que el transgresor se arrepintió de corazón, el apóstol les dijo: “Deben perdonarlo bondadosamente y consolarlo [...;] los exhorto a que confirmen su amor para con él” (2 Corintios 2:5-8). En este consejo inspirado vemos el amor y la misericordia que Jehová manifiesta a los pecadores que se arrepienten. En el cielo, los ángeles se regocijan por cada uno de ellos (Lucas 15:10).
19. ¿Cómo puede ayudarnos el que sintamos el debido abatimiento por un mal proceder?
19 Aunque estemos abatidos por un mal proceder, el arrepentimiento nos ayudará a ‘mantenernos alerta para que no nos dirijamos a lo que es perjudicial’ (Job 36:21). En realidad, las amargas consecuencias del pecado deberían disuadirnos de volver a cometerlo. Lo que es más, David se valió de su triste experiencia para aconsejar a sus semejantes, pues dijo: “Enseñaré a los transgresores tus caminos, para que los pecadores mismos se vuelvan directamente a ti” (Salmo 51:13).
La felicidad que proviene de servir a Jehová
20. ¿Cómo nos beneficiamos al obedecer los justos mandatos divinos?
20 “¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!”, declaró Jesús (Lucas 11:28). La obediencia a los justos mandatos divinos nos hará felices ahora y por toda la eternidad. Si hemos permanecido puros en sentido moral, sigamos en la misma senda aprovechándonos de todo lo que Jehová nos proporciona para ayudarnos. Si hemos caído en la inmoralidad, animémonos al saber que Jehová está dispuesto a perdonar a quienes se arrepienten sinceramente, y resolvámonos a no reincidir jamás (Isaías 55:7).
21. ¿Qué exhortación del apóstol Pedro nos ayudará a preservar nuestra pureza moral?
21 Este sistema desaparecerá pronto, y junto con él, todas sus actitudes y prácticas inmorales. Si nos mantenemos castos, obtendremos recompensas inmediatas y eternas. El apóstol Pedro escribió: “Amados, ya que están esperando estas cosas, hagan lo sumo posible para que finalmente él los halle inmaculados y sin tacha y en paz. [...] Teniendo este conocimiento de antemano, guárdense para que no vayan a ser llevados con ellos por el error de gente desafiadora de ley y caigan de su propia constancia” (2 Pedro 3:14, 17).
¿Sabe explicarlo?
• ¿Por qué puede resultarnos difícil mantener la pureza moral?
• ¿Cuáles son algunas maneras de fortalecer nuestra determinación de seguir normas morales elevadas?
• ¿Qué lecciones extraemos de los pecados del joven que mencionó Salomón?
• ¿Qué nos enseña el ejemplo de David sobre el arrepentimiento?
[Ilustración de la página 13]
Comunicar a los demás nuestra postura en cuestiones de moralidad constituye una protección
[Ilustraciones de las páginas 16 y 17]
Jehová perdonó a David porque este se arrepintió sinceramente