Los jóvenes preguntan...
¿Qué daño hace hablar de otros?
“[Los adolescentes] se pasan el tiempo haraganeando por ahí y hablando de otras personas.”—Sócrates, c. 400 a. E.C.
“¿HAS oído la última noticia?” “¡Adivina lo que ha pasado!” “¡Espera a que oigas esto!” “¿Puedes guardar un secreto?” Así se suele empezar a contar asuntos privados, sorprendentes o hasta espectaculares sobre otras personas.
Igual que en los días de Sócrates, a los jóvenes les gusta hablar de otros, un fenómeno universal que según los investigadores no conoce barreras raciales, culturales ni de edad. De acuerdo con la revista Journal of Communication, hasta los niños pequeños hablan de otros, y eso “prácticamente desde que aprenden a hablar y empiezan a reconocer a otros”.
Pero la costumbre de hablar de otras personas solo se da entre mujeres, ¿verdad? ¡No! Los investigadores Levin y Arluke analizaron las conversaciones de un grupo de universitarios de ambos sexos. ¿Qué descubrieron? Los chicos tenían la misma propensión a hablar de otros que las chicas.
¿Por qué nos atrae tanto? ¿Hay buenas razones para tener cuidado?
Habla buena, mala y maliciosa
Puede decirse que hablar de otros es charla ociosa. Sin embargo, no suele enfocarse en cosas, sino en las debilidades, los fracasos, los triunfos y las desgracias de la gente. Este tipo de habla no tiene por qué ser perjudicial o maliciosa, pues al fin y al cabo, forma parte de la naturaleza humana interesarse por otras personas. La Biblia hasta nos exhorta a ‘no vigilar con interés personal solo nuestros propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás’. (Filipenses 2:4.)
De modo que debidamente controlado, el hablar de otros puede limitarse a un intercambio de información útil. Si no fuera por esto, ¿cómo te enterarías, por ejemplo, de que la señora Rodríguez está enferma y necesita que alguien le haga la compra, de que tu amigo Juan se siente deprimido por haber perdido el trabajo que hacía después de la escuela o de que tu vecina Sara se va a vivir a otra parte? ¿Mediante algún anuncio formal? No, lo más normal es que nos enteremos de estas cosas mediante alguna charla informal, este hablar de otros.
No obstante, el hablar de otros puede convertirse en chisme. La palabra griega original utilizada en la Biblia para “chismosas” viene de un verbo que significa “rebosar de palabras”. (1 Timoteo 5:13; A Greek-English Lexicon, de Liddell y Scott.) Esto nos recuerda lo que dice Proverbios 10:19: “En la abundancia de palabras no deja de haber transgresión, pero el que tiene refrenados sus labios está actuando discretamente”. La regla áurea a la hora de conversar es: piensa antes de hablar.
La línea que separa el hablar de otros del chisme puede ser engañosamente fina. Anunciar que “Juan ya no trabaja en el centro comercial” puede convertirse fácilmente en: “Parece que Juan no es capaz de conservar ningún trabajo”, declaración que no está muy lejos de la calumnia. Hasta los intentos por decir algo bonito de alguien a menudo salen mal. La declaración: “Julia es la estudiante más brillante de la clase”, puede fácilmente ampliarse con: “Pero, ¿te has dado cuenta de cómo viste?”. Y con demasiada frecuencia el habla puede ser maliciosa, el vehículo para transmitir mentiras y rumores calumniosos sobre alguien.
¿Por qué se cuentan los chismes?
¿Por qué es tan frecuente contar chismes? Por un lado, ‘el corazón es traicionero’ y el habla negativa suele satisfacer ciertas necesidades emocionales egoístas. (Jeremías 17:9.)
“Cuando sabes algo que otros no saben, te sientes importante”, admite una joven llamada Connie, y muchas veces ese “algo” es un detalle que perjudica la imagen de otra persona. Parece que hay quienes opinan que si se ponen de relieve las faltas y errores de otros, se disimulan los defectos propios. Otros se valen del chisme para promover su propia popularidad. Se esfuerzan por estar enterados de todo a fin de ser los primeros en decirlo a los demás, y son capaces de traicionar la confianza de su mejor amigo por el placer de estar esos breves instantes en el candelero. Recuerda: la persona que te habla de otros por lo general también hablará de ti a otros.
El chisme a veces se utiliza como un medio cómodo de descargar la ira, el dolor y los celos. Hay quienes hasta recurrirán a inventarse mentiras para hacer daño a alguien hacia quien sienten rencor. (Compárese con Proverbios 26:28.) Por ejemplo: una muchacha esparció el rumor de que una compañera de clase estaba embarazada, al parecer porque salía con el chico que a ella le gustaba.
Con frecuencia, el chisme no denota malicia, sino más bien indiscreción. Una adolescente admitió: “A veces me doy cuenta de que lo que estoy a punto de decir probablemente no es al cien por cien la verdad, pero es casi como una adicción. Digo cosas antes de que pueda detenerme, y a menudo después todo se vuelve contra mí”.
El chisme es una espada de dos filos
Sin importar los motivos que haya detrás, el chisme es una espada de dos filos. Por un lado, puede provocar daño irreparable al nombre y la reputación de otra persona. La revista ’Teen dijo al respecto: “Si cuentas chismes de otras personas, criticas, rompes secretos, exageras o hasta mientes abiertamente, es probable que estés poniendo en peligro o destruyendo relaciones amistosas, y es muy posible que también impidas nuevas amistades”. O como lo expresa la Biblia, “el que encubre la transgresión busca amor, y el que sigue hablando de un asunto separa a los que se han familiarizado entre sí”. (Proverbios 17:9; compárese con Proverbios 16:28.)
Por otro lado, el chisme también puede volverse en contra del que lo cuenta y perjudicarle. En lugar de ganar oídos que le escuchen, es posible que engendre desconfianza. “El chismoso revela los secretos”, dice Proverbios 11:13 (Levoratti-Trusso). Y es casi seguro que la persona de quien se habla se disgustará si se entera, o cuando se entere, de que se ha revelado un secreto o se ha hecho pública una falta suya. “Como el viento norte trae la lluvia, la lengua indiscreta deja rostros irritados”, dice Proverbios 25:23 (Ricciardi-Hurault).
La persona que habla con desprecio de otros también corre el riesgo de dañar su relación con Dios, ya que el habla ociosa suele terminar en calumnia, y Jehová solo se asocia con el que “no ha calumniado con su lengua. A su compañero no ha hecho nada malo”. (Salmo 15:1, 3.) Sin embargo, cuando esparcimos un rumor sin fundamento, somos partícipes de una mentira, algo que Jehová Dios odia. (Proverbios 6:16, 17.)
Evita la trampa del chisme
Es casi imposible dejar de hablar de otras personas, al menos por completo. No obstante, se evitarían muchos problemas si se aplicase la regla áurea: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos”. (Mateo 7:12.)
Esto significa rehusar escuchar chismes. “No debes tener compañerismo con uno que se deja seducir con sus labios”, advierte la Biblia. (Proverbios 20:19.) Si escuchas habla maliciosa o perjudicial, la estás disculpando. Una joven llamada Rosalyn se expresó del siguiente modo: “Los que escuchan chismes animan a los chismosos”. Además, siempre hay la posibilidad de que los “detallitos suculentos” que oigas te parezcan demasiado atrayentes para guardártelos y te unas a la dañina cadena de la calumnia.
De modo que trata de acallar el habla negativa. Aunque esto no significa que tengas que dar un sermón sobre lo malos que son los chismes, sí deberías intentar cambiar de tema, dirigiendo la conversación en otra dirección o elogiando a la persona de la que se habla. Si el habla hiriente continúa, es el momento de excusarte y no seguir participando en la conversación.
Sí, algo tal vez sea cierto, por no decir excitante y emocionante, pero ¿es necesario decirlo? ¿Ofenderá, calumniará, insultará o avergonzará a alguien? ¿Lo dirías en la cara de la persona? ¿Cómo te sentirías si alguien lo dijese de ti? “La lengua de los sabios hace el bien con el conocimiento —dice Proverbios 15:2—, pero la boca de los estúpidos hace salir burbujeando la tontedad.”
Así que mantén refrenados tus labios. Se dice que las grandes inteligencias hablan de ideas; las inteligencias medias, de cosas, y las pequeñas, de personas. Añade nuevos temas a tus conversaciones. Hay muchas cosas —incluidos asuntos espirituales— que proporcionarán un incentivo mucho mejor para conversar que los chismes vacíos e hirientes.a
[Nota a pie de página]
a Un artículo futuro tratará de qué hacer cuando uno es víctima del chisme.
[Fotografía en la página 18]
El chismoso suele disfrutar de ser el centro de atención
[Fotografía en la página 19]
Si escuchas habla maliciosa o perjudicial, la estás disculpando