Ponderando las noticias
Solución para el delito
A pesar de que políticos en campaña han prometido suministrar mejor legislación sobre el delito en los Estados Unidos, la Asociación Estadounidense de Abogados admitió recientemente que el delito está fuera de control y que en realidad el sistema judicial que combate el delito no puede ponerle freno. Esa asociación calculó que en 1986 se cometieron 34.000.000 de delitos, pero el periódico The New York Times informa que los estudios federales revelan que “solo unos cuantos centenares de miles terminaron en sentencias de prisión”. Además, la asociación alega que la mayoría de los delitos no se informan a la policía. A pesar de eso, las prisiones están repletas, y hay una inundación de casos delictivos en los tribunales. En el estudio se admitió que “no hay esperanza realista de que más juicios y aprisionamientos puedan detener el delito”, declara el Times.
Aunque a un público frustrado esa admisión le parezca escandalosa, no impresiona así a los estudiantes informados de la Biblia. Siglos atrás, el apóstol Pablo predijo que “en los últimos días” del sistema actual “los hombres inicuos [...] avanzarán de mal en peor”. (2 Timoteo 3:1, 13.) Sin embargo, lo que es imposible para el hombre es posible para Dios. Él promete que los inicuos “serán cortados de la mismísima tierra”. (Proverbios 2:22.)
¿Quién tiene la culpa?
Cuando el avión (vuelo 103) de la línea aérea Pan American World Airways estalló en el aire sobre Lockerbie, Escocia, en diciembre pasado, los 258 pasajeros murieron. Once ciudadanos de Lockerbie murieron también cuando pedazos del avión dieron contra algunas residencias. Parientes y amigos de las víctimas del terrible desastre aéreo se lamentaron por sus seres queridos. ¿Tiene Dios la culpa de esta tragedia?
Parece que un obispo católico de Escocia piensa así. Según el periódico The New York Times, él dijo en su sermón en la Iglesia Católica de la Santísima Trinidad: “Padre, si Tú eres el Dios del amor, ¿por qué dejaste que esto sucediera? ¿Por qué permitiste la destrucción de centenares de vidas inocentes? [...] ¿Y por qué permites que tanta gente tenga que sufrir la carga cruel y trágica de la pérdida?”.
¿Tiene Dios en verdad la culpa de tal sufrimiento? Según los investigadores, en los restos del avión se encontró prueba de sabotaje mediante una bomba de terroristas. Cuando los hombres pelean entre sí por sus propios intereses egoístas, ¿debería culparse a Dios por el daño que eso cause a otros? ¡No! No debería esperarse inmunidad para los humanos de las consecuencias de sus obras. El apóstol Pablo escribió: “Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará”. (Gálatas 6:7.) Lo que es más, respecto a las víctimas inocentes de la crueldad y la irresponsabilidad de otros Eclesiastés 9:11 dice que “el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos”. Por eso, puede que alguien sufra daño o hasta pierda la vida, no porque Dios quiera que el hombre sufra, sino porque, por casualidad, esa persona se halla en el lugar no conveniente a un tiempo no conveniente.
El verdadero asesino
Por muchos años los expertos han creído que las personas agresivas y siempre apresuradas eran el blanco principal de los ataques cardíacos. Sin embargo, ahora prueba creciente sugiere que el verdadero asesino pudiera ser la ira, y no la impaciencia. Según el periódico New York Post, el Dr. Redford Williams, hijo, del Centro Médico de la Universidad Duke, explicó que el estar siempre apresurado o el trabajar en exceso “no son necesariamente malos para el corazón”. Williams señaló que “lo malo es tener mucha hostilidad e ira y no molestarse en esconderlo al tratar con otras personas”. Se decía que las personas más propensas a ataques cardíacos eran las que ‘estallaban en ira’ fácilmente y desconfiaban de los motivos de otros. “Se encolerizan frecuentemente y expresan francamente su disgusto, en vez de contenerse”, señala el Post.
Desde hace mucho los estudiantes de la Biblia han conocido los malos efectos de la cólera. Siglos atrás, el sabio rey Salomón escribió: “El que es presto para la cólera comete tontedad” y: “Un hombre enfurecido suscita contienda”. Sin embargo, el que es “tardo para la cólera apacigua la riña”. (Proverbios 14:17; 15:18.) Los que siguen este consejo bíblico son menos propensos a las enfermedades cardíacas. Bien dice la Palabra de Dios: “Un corazón calmado es la vida del organismo de carne, pero los celos son podredumbre a los huesos”. (Proverbios 14:30.)