La visita al paciente. Cómo lograr que sea útil
UNA amiga ha ingresado en el hospital y usted desea hacerle una visita: ¿Qué debería decir y hacer? ¿Qué podría llevar? ¿Qué sería especialmente útil? ¿Hay algo que no debería hacer o decir?
Usted desea que su visita merezca la pena, que no sea un simple “Hola, ¿cómo estás?” y después un “Adiós” rápido y quizás un “¡Que te pongas pronto bien!” por cumplir. Así que, ¿cómo hacer esa visita?
Una advertencia inicial: sea discreto respecto al horario de visita. Pudiera preguntar a la paciente o a su familia cuál es la mejor hora, por ejemplo cuando no está ocupada con otras visitas o familiares cercanos. Probablemente será mejor visitarla la tarde antes de la operación, cuando la enferma pueda beneficiarse de conversación alegre y distraerse un poco, en vez de hacer la visita justo después de la operación, cuando quizás esté aturdida o dolorida.
Palabras sabias
Podríamos considerar la expresión “conversación alegre”. Se espera que usted tome la iniciativa durante la visita y que mantenga la conversación razonablemente animada. La persona que se halla en la cama de un hospital no tendría que preocuparse de ser un buen anfitrión. Usted puede asumir esa carga de forma agradable y amigable. Pero, ¿qué decir y qué no decir?
No vaya con cara seria o melancólica aunque el estado de salud del paciente no sea bueno. “Un corazón que está gozoso hace bien como sanador —dijo el sabio escritor de Proverbios— pero un espíritu que está herido seca los huesos.” (Proverbios 17:22.) Por eso, recuerde que tiene la responsabilidad de hacer que la conversación sea animadora y agradable. (Proverbios 25:11; compárese con Isaías 41:13.)
Las últimas noticias sobre la familia del paciente o los hermanos en la congregación podrían ser interesantes y edificantes, en especial si son positivas. Además, no olvide la influencia que un poco de buen humor tiene en la recuperación; busque oportunidades para hacer que el enfermo se alegre o sonría. No obstante, hay que ser equilibrado, pues la visita no es para gastar bromas o hacer el payaso sino para mostrar interés y preocupación genuinos.
Además, el paciente necesita sentirse seguro. Así que, procure no hacer comentarios negativos sobre el médico o el hospital. Por lo general es mejor no comparar el estado o problema del paciente con algo que usted haya padecido personalmente o que otros hayan experimentado, a no ser que el resultado haya sido positivo. Todos somos diferentes y la situación de cada paciente es única. (Proverbios 18:13.)
Un último consejo sobre su conversación: ¿Ha tenido la molesta y agotadora experiencia de estar con alguien cuyas palabras son como disparos de ametralladora, como torrentes de agua que rugen en las cataratas del Iguazú? ¿Verdad que le agotó? Por favor, no se comporte de esa manera cuando visite a un amigo o pariente hospitalizado. Aunque su habla debería ser alegre y estimulante, controle la cantidad y velocidad de sus palabras. No hay necesidad de ponerse nervioso, como si hubiera que llenar cada segundo con palabras. Pasar algún tiempo tranquilo juntos también podría ser consolador. Por lo tanto, asegúrese de no contribuir al agotamiento del enfermo debido a una corriente interminable de visitantes que lo obliguen a escuchar una retahíla más interminable de palabras.
¿Cuánto tiempo ha de durar la visita?
En algunas partes del mundo, la familia prácticamente vive en el hospital con el paciente. Se espera que se ocupen de la alimentación del paciente, que lo bañen, por lo que quizás tales visitas tengan que alargarse. Pero en la mayoría de los hospitales, las horas de visita están limitadas para que el paciente no se canse demasiado y el personal médico pueda efectuar sus tareas. Por esa razón, en la mayoría de los casos la visita no debería durar más de una hora si es usted un pariente o un amigo muy íntimo del paciente y una media hora si es solo un conocido. ¿Y si el enfermo le pide que se quede más tiempo? Aun así, sería aconsejable limitar el tiempo de su visita, porque posiblemente esté cansado y tenga la mente embotada. Sin duda, debe usar su propia discreción, pero el punto es que no debe permanecer más tiempo del necesario.
Ese consejo cobra especial importancia si el paciente parece que tiene ya más visitantes de los que serían necesarios para él mismo o para la rutina del hospital. En realidad, es preferible hacer varias visitas cortas, pues mostrará más su interés que haciendo una sola visita de larga duración. Recuerde también que se necesita tacto si el paciente tiene parientes que parecen algo antagonistas o incluso se molesten por su presencia. (Compárese con Proverbios 25:17.)
Ayuda práctica
Incluso antes de hacer la visita puede hacer otro preparativo. ¿Puede llevarle algo útil? ¿Por qué no llevar algo nuevo para leer? Puede que ese mismo día haya recibido por correo el último número de una revista que al paciente también le guste. Puede que el paciente se conmueva por su disposición a compartir el último número de la revista que ambos aprecian. Incluso podría ofrecerse para leerle un artículo o dos que le hayan parecido especialmente interesantes.
¿Qué más cosas pudiera llevar? Un pequeño recuerdo, como flores o fruta, quizás le alegre el día. Otro detalle podría ser llevar el dulce favorito del paciente o incluso alguna comida preparada en casa, si está permitido. Podría preguntar a la familia o a las enfermeras sobre esos alimentos antes de traerlos a la habitación.
También puede preguntar al médico o las enfermeras si hay otra cosa que pueda traer al paciente u ofrecerse para hacer algo por él que aligere el trabajo de los médicos o haga que el paciente se sienta más cómodo. Quizás agradezcan su ayuda.
¿Quiere ayudar de otras maneras? Pregunte al paciente sobre asuntos prácticos cotidianos. ¿Quién recoge o le lleva el correo? ¿Pudiera ofrecerse para cuidar su casa o apartamento, quizás incluso conseguir que algunos amigos le ayuden a limpiar antes de que el paciente vuelva a casa? ¿Hay que quitar la nieve de la entrada de la casa, regar las plantas, o tomar medidas para que parezca que la casa está habitada y así no atraiga a los ladrones? ¿Está preocupado por el cuidado de algún animal de compañía? Estos y otros asuntos pudieran inquietar al paciente pero no lo expresará a menos que usted le pregunte. Sus preguntas amables le mostrarán que usted sí se preocupa.
También convendría hablar un poco sobre el decoro apropiado al visitar un hospital. Aunque parezca extraño, su forma de vestir y actuar puede influir en la forma en que el personal de hospital trata al paciente. Puede que saquen una buena impresión si se dan cuenta de que un paciente recibe visitantes que visten con decoro. Si ven a varios visitantes de este tipo preguntando sobre el bienestar del paciente, el personal podría llegar a la conclusión de que debe ser una persona respetable, lo que sin duda es. La Biblia explica que debemos adornarnos de forma apropiada ‘a personas que profesan reverencia a Dios’ y al hacerlo, podría animar al personal a tratar al paciente de forma similar. (1 Timoteo 2:9, 10.)
Si hay un problema grave
Puede que el paciente al que visita tenga un serio problema para comunicarse con el personal del hospital. Una buena pregunta que podríamos tener preparada, sin entrometernos en la intimidad del paciente, es: “¿Cómo dice el médico que te encuentras?”. Si las cosas no marchan bien y usted es el responsable familiar o el ministro religioso, quizás pueda prestar ayuda. Por el bienestar del paciente, quizás tenga que tomar la iniciativa en pedir más información al personal del hospital o pudiera ofrecerse para acompañar a la familia, la cual por alguna razón quizás se retenga de hablar con el médico.
Cuando sea este el caso, lo primero a tener en cuenta es no dejarse intimidar por el ambiente o personal del hospital. Puede que el paciente se encuentre en la unidad de cuidados intensivos, rodeado por todo tipo de máquinas y enfermos graves; o puede que el personal parezca muy ocupado o quizás sea brusco. La tendencia normal es tener miedo a interrumpirles o decir cualquier cosa que pudiera parecer un desafío. No obstante, si usted es de verdad el abogado del paciente, usted (y él) merecen respuestas y alternativas claras. No debería darse por vencido hasta lograr su objetivo. Aunque nos preocupamos por no ser una molestia, recuerde que hasta Jesús en una ilustración subrayó que a veces es necesario seguir pidiendo atención o información a la que uno tiene derecho. (Lucas 18:1-6.)
Resumen de su visita
Después de completar la visita, y dejar una impresión agradable, puede repasar lo que dijo e hizo. Tal reflexión le ayudará a discernir cómo su próxima visita a este o a otro paciente pudiera ser incluso más satisfactoria y efectiva.
En conjunto, puede conseguir mucho con una visita al hospital. Tenga presente la necesidad de hacer planes y el deseo de ser útil. Si aprovecha las oportunidades, podría sacar el mejor partido de esta visita, y ser “un amigo más apegado que un hermano [carnal]”. (Proverbios 18:24.)
[Recuadro en la página 10]
Una visita útil para el paciente
1. Esté preparado.
2. Tome en cuenta el estado del paciente. No permanezca más tiempo del permitido.
3. Vista de forma apropiada.
4. Tome la iniciativa en la conversación, pero limite la cantidad de palabras.
5. Lleve cosas útiles u ofrézcase para hacerlas.
6. Sea afectuoso y edificante.
7. Vuelva a hacer otra visita breve.