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Un padre con hijos rebeldesLas profecías de Isaías, una luz para toda la humanidad I
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11, 12. a) Resuma la deplorable condición de Judá. b) ¿Por qué no deberíamos sentir lástima por Judá?
11 A continuación, Isaías procura que los habitantes de Judá razonen señalándoles la condición enferma en la que se encuentran. Dice: “¿En qué otra parte se los golpeará aún más, puesto que añaden más sublevación?”. Es como si Isaías les preguntara: “¿Es que no han sufrido ya bastante? ¿Por qué se hacen aún más daño persistiendo en su rebelión?”. Entonces prosigue: “Toda la cabeza está en condición enferma, y todo el corazón está endeble. Desde la planta del pie hasta la cabeza misma no hay en él lugar sano” (Isaías 1:5, 6a). Judá se halla en un estado deplorable y malsano, enferma en sentido espiritual de pies a cabeza: un diagnóstico realmente sombrío.
12 ¿Deberíamos sentir lástima por Judá? Ni mucho menos. Siglos antes se advirtió debidamente a toda la nación de Israel del castigo por la desobediencia. Entre otras cosas, se le dijo: “Jehová te herirá con un divieso maligno sobre ambas rodillas y ambas piernas, del cual no podrás ser sanado, desde la planta de tu pie hasta la coronilla de tu cabeza” (Deuteronomio 28:35). Por su terco proceder, Judá está padeciendo en sentido figurado esas mismas consecuencias. Y todo podría haberse evitado si el pueblo tan solo hubiera obedecido a Jehová.
13, 14. a) ¿Qué lesiones se le han causado a Judá? b) ¿Hacen los sufrimientos de Judá que esta recapacite en cuanto a su proceder de rebeldía?
13 Isaías sigue describiendo el lamentable estado de Judá: “Heridas y magulladuras y contusiones frescas... no han sido exprimidas ni vendadas, ni ha habido ablandamiento con aceite”(Isaías 1:6b). El profeta hace alusión a tres tipos de lesiones: heridas (cortaduras, como las infligidas con una espada o cuchillo), magulladuras (verdugones causados por golpes) y contusiones frescas (llagas recientes y abiertas que parecen incurables). La imagen que se presenta es la de un hombre al que se ha castigado con severidad de toda manera imaginable, sin que ninguna parte de su cuerpo haya quedado indemne. Judá está verdaderamente maltrecha.
14 ¿Hace la lamentable condición de Judá que esta se vuelva a Jehová? No. Judá es como el rebelde del que habla Proverbios 29:1: “Un hombre censurado repetidas veces, pero que hace dura su cerviz, de repente será quebrado, y eso sin curación”. La nación no parece tener cura. Como dice Isaías, sus heridas “no han sido exprimidas ni vendadas, ni ha habido ablandamiento con aceite”.b En cierto sentido, toda Judá es una llaga, abierta y sin vendar.
15. ¿Cómo podemos protegernos de la enfermedad espiritual?
15 Lo que pasó con Judá nos enseña que debemos estar en guardia contra la enfermedad espiritual. Al igual que la de índole física, puede afectarle a cualquiera de nosotros. Al fin y al cabo, ¿quién es inmune a los deseos de la carne? La codicia y un deseo excesivo de placeres pueden echar raíces en nuestro corazón. Por lo tanto, hemos de aprender a ‘aborrecer lo que es inicuo’ y ‘adherirnos a lo que es bueno’ (Romanos 12:9). También es preciso que cultivemos en nuestra vida diaria los frutos del espíritu de Dios (Gálatas 5:22, 23). De ese modo evitaremos estar como Judá: espiritualmente enfermos de pies a cabeza.
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Un padre con hijos rebeldesLas profecías de Isaías, una luz para toda la humanidad I
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b Las palabras de Isaías reflejan la práctica médica de su tiempo. El investigador de la Biblia E. H. Plumptre señala: “‘Cerrar’ o ‘apretar’ la herida purulenta, para limpiarla de pus, era lo primero que se intentaba; a continuación se ‘vendaba’ con una cataplasma —como en el caso de Ezequías (Isaías cap. XXXVIII, vs 21)—, y luego se usaba algún aceite tónico o ungüento —probablemente aceite y vino, como en Lucas X, 34— para limpiar la úlcera”.
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