Capítulo 8
Jehová Dios está en su santo templo
1, 2. a) ¿Cuándo tuvo la visión del templo el profeta Isaías? b) ¿Por qué perdió el rey Uzías la aprobación de Jehová?
“EN EL año que murió el rey Uzías, yo, sin embargo, conseguí ver a Jehová, sentado en un trono excelso y elevado, y sus faldas llenaban el templo.” (Isaías 6:1.) Estas palabras del profeta abren el sexto capítulo de Isaías. Transcurre el año 778 a.E.C.
2 La mayor parte del reinado de cincuenta y dos años de Uzías sobre Judá se vio coronada por el éxito. Mientras hizo “lo que era recto a los ojos de Jehová”, contó con el respaldo divino en sus empresas militares, arquitectónicas y agrícolas. Pero ese mismo éxito también supuso su ruina. Con el tiempo, su corazón se volvió altivo, “de modo que actuó infielmente contra Jehová su Dios y entró en el templo de Jehová para quemar incienso”. A causa de este acto presuntuoso y de la furia con que trató a los sacerdotes que lo censuraron, Uzías murió leproso (2 Crónicas 26:3-22). Isaías llegó a ser profeta por aquel entonces.
3. a) ¿Ve realmente a Jehová Isaías? Explique. b) ¿Qué escena contempla Isaías, y por qué razón?
3 Aunque no se nos revela dónde se encuentra Isaías, evidentemente lo que se abre ante sus ojos físicos no es una vista real del Altísimo, sino una visión, ya que “a Dios ningún hombre lo ha visto jamás” (Juan 1:18; Éxodo 33:20). Así y todo, contemplar al Creador, Jehová, aunque sea en una visión, es una experiencia impresionante. En un trono elevado que simboliza su puesto de Rey y Juez eterno, se halla sentado el Gobernante Universal, Aquel de quien emana todo gobierno legítimo. Las faldas de su vestidura, larga y holgada, llenan el templo. Se llama a Isaías a un servicio profético que ensalzará el poder y la justicia soberanos de Jehová. Con objeto de prepararlo, tendrá una visión de la santidad de Dios.
4. a) ¿Por qué han de ser simbólicas las descripciones que se hacen de Jehová en las visiones que aparecen en la Biblia? b) ¿Qué revela en cuanto a Jehová la visión de Isaías?
4 A diferencia de Ezequiel, Daniel y Juan, Isaías no hace ninguna alusión a la apariencia de Jehová en su visión. Además, todos esos relatos difieren en cuanto a lo que se ve en el cielo (Ezequiel 1:26-28; Daniel 7:9, 10; Revelación [Apocalipsis] 4:2, 3). No obstante, hemos de tener presente la naturaleza de aquellas visiones y su propósito. No son descripciones literales de la presencia de Jehová. El ojo físico no puede ver lo que es espiritual, ni la mente humana, con sus limitaciones, alcanza a comprender la región espiritual. De ahí que las visiones presenten en términos humanos la información que se quiere transmitir (compárese con Revelación 1:1). La visión de Isaías no precisa una descripción de la apariencia de Dios, pues su propósito es que el profeta sepa que Jehová está en Su santo templo, que es santo y que Sus juicios son puros.
Los serafines
5. a) ¿Quiénes son los serafines, y qué significa ese término? b) ¿Por qué se cubren el rostro y los pies?
5 Escuchemos lo que Isaías pasa a decir: “Había serafines de pie por encima de él. Cada uno tenía seis alas. Con dos se cubría el rostro, y con dos se cubría los pies, y con dos volaba de acá para allá” (Isaías 6:2). El capítulo 6 de Isaías es el único lugar de la Biblia donde se menciona a los serafines. Es obvio que son criaturas angélicas al servicio de Jehová que gozan de un rango muy elevado en cuanto a privilegios y honores se refiere, pues están situados junto a Su trono celestial. A diferencia del orgulloso rey Uzías, ocupan su puesto con toda humildad y modestia. Por estar en presencia del Soberano celestial, se cubren el rostro con un par de alas, y con reverencia por el lugar santo, se tapan los pies con otro par. Cerca del Soberano Universal, aún se esfuerzan más por pasar inadvertidos, a fin de que toda la atención se centre en la gloria personal de Dios. El término serafines, que significa “ardientes” o “abrasadores”, indica que irradian brillo; con todo, esconden su rostro del fulgor y la gloria más intensos de Jehová.
6. ¿Cuál es la posición de los serafines en relación con la de Jehová?
6 Los serafines se valen del tercer par de alas para volar y, sin duda, para situarse “de pie”, es decir, para quedarse suspendidos en su lugar (compárese con Deuteronomio 31:15). En cuanto a su posición, el profesor Franz Delitzsch señala: “Los serafines en realidad no destacarían sobre la cabeza del que estaba sentado en el trono, sino que estarían suspendidos por encima de Su túnica, la cual llenaba el salón” (Commentary on the Old Testament). Esta explicación parece razonable. Se hallan “de pie por encima”, no en una posición superior a la de Jehová, sino atendiéndolo, obedientes y preparados para servirle.
7. a) ¿Cuál es la misión de los serafines? b) ¿Por qué proclaman tres veces la santidad de Jehová?
7 Escuchemos ahora a los privilegiados serafines. “Este clamó a aquel y dijo: ‘Santo, santo, santo es Jehová de los ejércitos. La plenitud de toda la tierra es su gloria’.” (Isaías 6:3.) Su misión consiste en encargarse de que se declare la santidad de Jehová y se reconozca Su gloria por todo el universo, incluida la Tierra. Su gloria se observa en toda la creación, y pronto la percibirán todos los habitantes de la Tierra (Números 14:21; Salmo 19:1-3; Habacuc 2:14). La triple declaración “santo, santo, santo” no es prueba de una Trinidad. Su objetivo, más bien, es destacar con triple énfasis la santidad de Dios (compárese con Revelación 4:8). Jehová es santo en grado superlativo.
8. ¿Qué efecto producen las declaraciones de los serafines?
8 Aunque no se menciona la cantidad de serafines, puede que se sitúen en grupos cerca del trono. En una melodiosa canción, uno tras otro repite la proclamación de la santidad y la gloria de Dios. ¿Qué efectos perceptibles producen sus declaraciones? Escuchemos de nuevo a Isaías: “Los quicios de los umbrales empezaron a retemblar a la voz del que clamó, y la casa misma gradualmente se llenó de humo” (Isaías 6:4). En la Biblia, el humo o una nube a menudo constituyen una señal visible de la presencia de Dios (Éxodo 19:18; 40:34, 35; 1 Reyes 8:10, 11; Revelación 15:5-8). Denota una gloria a la que las criaturas humanas no podemos acercarnos.
Limpiado pese a no merecerlo
9. a) ¿Qué efecto tiene la visión en Isaías? b) ¿Qué contraste se hace patente entre Isaías y el rey Uzías?
9 Esta visión del trono de Jehová tiene un profundo efecto en Isaías, pues escribe: “Procedí a decir: ‘¡Ay de mí! ¡Pues puedo darme como reducido a silencio, porque hombre inmundo de labios soy, y en medio de un pueblo inmundo de labios moro; pues mis ojos han visto al mismo Rey, Jehová de los ejércitos!’” (Isaías 6:5). ¡Qué contraste entre Isaías y el rey Uzías! Este último se arrogó las funciones de los sacerdotes ungidos y cometió el sacrilegio de irrumpir en el Santo, uno de los compartimientos del templo. Aunque vio los candelabros y el altar de incienso, hechos de oro, y las mesas del “pan de la Presencia”, no contempló el rostro de Jehová dándole Su aprobación ni recibió de él comisión alguna (1 Reyes 7:48-50, nota). En cambio, el profeta Isaías no menosprecia el sacerdocio ni irrumpe en el templo. Sin embargo, tiene una visión de Jehová en su santo templo y el honor de que Dios mismo le confíe una comisión. Mientras que los serafines no se atreven a mirar al Señor del templo en su trono, a Isaías se le permite contemplar en una visión “al mismo Rey, Jehová de los ejércitos”.
10. ¿Por qué se asusta Isaías al tener la visión?
10 El contraste que Isaías percibe entre la santidad de Dios y su propio estado pecaminoso hace que se sienta totalmente inmundo. El miedo lo invade, y cree que va a morir (Éxodo 33:20). Oye a los serafines alabar a Dios con labios limpios, mientras que los suyos son inmundos, y además están manchados por la inmundicia de los labios de la gente entre la que reside y cuya habla escucha. Jehová es santo, y sus siervos han de reflejar esa cualidad (1 Pedro 1:15, 16). Aunque Dios ya lo ha elegido para que sea su portavoz, Isaías está abrumado, pues es consciente de su condición pecaminosa y de que carece de la limpieza de labios que corresponde a un mensajero del Rey glorioso y santo. ¿Qué respuesta recibirá del cielo?
11. a) ¿Qué hace un serafín, y qué simboliza ese acto? b) Cuando nos sentimos indignos de ser siervos de Dios, ¿cómo puede ayudarnos lo que el serafín le dice a Isaías?
11 En vez de impedir que Isaías, dada su inferioridad, continúe en la presencia de Jehová, los serafines acuden en su ayuda. Dice el relato: “Ante eso, uno de los serafines voló a donde mí, y en su mano había una brasa relumbrante que él había tomado con tenazas del altar. Y él procedió a tocarme la boca y a decir: ‘¡Mira! Esto ha tocado tus labios, y tu error se ha ido y tu pecado mismo queda expiado’” (Isaías 6:6, 7). En sentido simbólico, el fuego purifica. Al tocar los labios de Isaías con la brasa candente tomada del fuego santo del altar, el serafín le asegura que sus pecados han sido expiados hasta el grado necesario como para permitir que Dios le otorgue su favor y una comisión. Este pasaje es muy reconfortante para todos nosotros, pues también somos pecadores e indignos de acercarnos a Dios. No obstante, podemos obtener Su aprobación y acercarnos a él mediante la oración, ya que en virtud del sacrificio de rescate de Jesús se nos ha redimido (2 Corintios 5:18, 21; 1 Juan 4:10).
12. ¿Qué altar ve Isaías, y qué efecto tiene el fuego?
12 La mención del “altar” nos vuelve a recordar que se trata de una visión (compárese con Revelación 8:3; 9:13). En el templo de Jerusalén había dos altares. El pequeño altar del incienso se encontraba justo delante de la cortina del Santísimo, y el gran altar de los sacrificios, en el que el fuego se mantenía ardiendo continuamente, se alzaba frente a la entrada del santuario (Levítico 6:12, 13; 16:12, 13). Ahora bien, aquellos altares terrestres constituían un tipo, es decir, representaban realidades mayores (Hebreos 8:5; 9:23; 10:5-10). Cuando el rey Salomón inauguró el templo, un fuego procedente del cielo consumió la ofrenda quemada que había sobre el altar (2 Crónicas 7:1-3). Ahora, el fuego del altar verdadero, el celestial, elimina la impureza de los labios de Isaías.
13. ¿Qué pregunta formula Jehová, y a quién incluye al decir “nosotros”?
13 Escuchemos junto con Isaías. “Empecé a oír la voz de Jehová que decía: ‘¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?’. Y yo procedí a decir: ‘¡Aquí estoy yo! Envíame a mí’.” (Isaías 6:8.) Puesto que ningún otro profeta humano aparece en la visión, está claro que la pregunta de Jehová busca obtener una respuesta de Isaías. Se trata, sin duda alguna, de una invitación para que sea Su mensajero. Pero ¿por qué formula Jehová su pregunta diciendo “¿quién irá por nosotros?”? Al utilizar ahora el pronombre plural “nosotros”, Jehová incluye por lo menos a otra persona. ¿A quién? ¿No será a su Hijo unigénito, quien posteriormente llegó a ser el hombre Jesucristo? No hay duda de que fue a este mismo Hijo a quien Dios se dirigió cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen” (Génesis 1:26; Proverbios 8:30, 31). En efecto, al lado de Jehová, en la corte celestial, está su Hijo unigénito (Juan 1:14).
14. ¿Cómo responde Isaías a la invitación de Jehová, y qué ejemplo nos da?
14 Isaías no vacila en responder. Sin importarle cuál pueda ser el mensaje, de inmediato contesta: “¡Aquí estoy yo! Envíame a mí”. Tampoco pregunta qué provecho sacará de aceptar la asignación. Su espíritu dispuesto constituye un magnífico ejemplo para todos los siervos de Dios de la actualidad, en vista de la comisión que han recibido de predicar las “buenas nuevas del reino [...] en toda la tierra habitada” (Mateo 24:14). Al igual que Isaías, perseveran fielmente en su asignación y llevan el “testimonio a todas las naciones” pese a la indiferencia generalizada. Y siguen adelante con la misma confianza que el profeta, pues saben que su comisión tiene el respaldo de la autoridad suprema.
La comisión de Isaías
15, 16. a) ¿Qué ha de decir Isaías a “este pueblo”, y qué respuesta encontrará? b) ¿Tiene alguna culpa Isaías de que el pueblo reaccione de ese modo? Explique.
15 Jehová pasa a exponer lo que Isaías debe decir y la respuesta que hallará: “Ve, y tienes que decir a este pueblo: ‘Oigan vez tras vez, pero no entiendan; y vean vez tras vez, pero no consigan conocimiento’. Haz el corazón de este pueblo indispuesto a recibir, y haz sus mismísimos oídos indispuestos a responder, y pégales los mismísimos ojos, para que no vean con los ojos y no oigan con los oídos, y para que su propio corazón no entienda, y para que realmente no se vuelvan y consigan curación para sí” (Isaías 6:9, 10). ¿Significan estas palabras que Isaías ha de ser rudo y desconsiderado, ahuyentando de ese modo a los judíos para que sigan enfrentados con Jehová? ¡Ni mucho menos! Son su propia gente, a quienes se siente vinculado. Sin embargo, las palabras de Jehová revelan cómo responderán a su mensaje, prescindiendo de la fidelidad con que Isaías lleve a cabo su misión.
16 La culpa es del pueblo. Isaías les hablará “vez tras vez”, pero ellos no aceptarán el mensaje ni lo entenderán. En su mayoría serán tercos e indiferentes, como si estuvieran completamente ciegos y sordos. Al dirigirse a ellos una y otra vez, Isaías dejará que “este pueblo” demuestre que no quiere comprender, que cierra su mente y corazón al mensaje que les lleva, sí, al mensaje de Dios. ¡Qué parecida es la situación hoy en día! Muchas personas rehúsan escuchar a los testigos de Jehová cuando estos predican las buenas nuevas del venidero Reino de Dios.
17. ¿A qué se refiere Isaías cuando pregunta “hasta cuándo”?
17 Isaías está preocupado: “Ante esto, dije: ‘¿Hasta cuándo, oh Jehová?’. Entonces él dijo: ‘Hasta que las ciudades realmente caigan estrepitosamente en ruinas, para estar sin habitante, y las casas estén sin hombre terrestre, y el suelo mismo sea arruinado hasta ser una desolación; y Jehová realmente aleje a los hombres terrestres, y la condición desértica de veras llegue a ser muy extensa en medio de la tierra’” (Isaías 6:11, 12). Cuando pregunta “hasta cuándo”, Isaías no se refiere a cuánto tiempo habrá de continuar predicando a un pueblo indiferente. Más bien, es la gente lo que le preocupa, y trata de saber hasta cuándo seguirá esta en su deplorable estado espiritual y hasta cuándo se deshonrará el nombre de Jehová en la Tierra (véase Salmo 74:9-11). Así pues, ¿cuánto se prolongará esta situación sin sentido?
18. Indique hasta cuándo persistirá la triste condición espiritual del pueblo, y si vivirá Isaías para ver el cumplimiento completo de la profecía.
18 La respuesta de Jehová indica que, por desgracia, su triste condición espiritual persistirá hasta que sufran todas las consecuencias de desobedecer a Dios, expuestas en Su pacto (Levítico 26:21-33; Deuteronomio 28:49-68). La nación acabará en la ruina, el pueblo irá al destierro y la tierra quedará desierta. Aunque Isaías profetizará más de cuarenta años, hasta muy adentrado el reinado de Ezequías, bisnieto del rey Uzías, no vivirá para ver la destrucción de Jerusalén y su templo a manos del ejército babilónico, en el año 607 a.E.C. Aun así, cumplirá fielmente su comisión hasta su muerte, acaecida más de cien años antes de que el desastre azote a la nación.
19. A pesar de que la nación será cortada como si fuera un árbol, ¿qué garantiza Dios a Isaías?
19 Si bien nada puede impedir la destrucción que dejará a Judá “arruinad[a] hasta ser una desolación”, no todo está perdido (2 Reyes 25:1-26). Jehová asegura a Isaías: “Todavía habrá en ella un décimo, y de nuevo tiene que llegar a ser algo para quemazón, como un árbol grande y como un árbol macizo en los cuales, cuando hay tala de ellos, hay tocón; una descendencia santa será el tocón de él” (Isaías 6:13). En efecto, quedará “un décimo, [...] una descendencia santa”, justamente como el tocón de un árbol macizo talado. Seguro que Isaías encuentra consuelo en esta garantía: se hallará un resto santo entre su pueblo. Pese a que la nación sufrirá una nueva quemazón, como en el caso de un gran árbol que se corta para leña, del árbol simbólico de Israel quedará un tocón vital. Será una descendencia santa para Jehová. Con el tiempo volverá a brotar, y el árbol crecerá de nuevo (compárese con Job 14:7-9; Daniel 4:26).
20. ¿Qué cumplimiento inicial tuvo la última parte de la profecía de Isaías?
20 ¿Resultó veraz la profecía? Efectivamente. Cuando la tierra de Judá llevaba setenta años desierta, un resto de personas temerosas de Dios volvió del destierro en Babilonia, reconstruyó el templo y la ciudad, y restableció la adoración verdadera en el país. El regreso de los judíos a su tierra natal, la tierra que Dios les había dado, hizo posible un segundo cumplimiento de esta profecía que Jehová transmitió a Isaías. ¿Qué cumplimiento? (Esdras 1:1-4.)
Otros cumplimientos
21-23. a) ¿En quiénes se cumplió la profecía de Isaías en el siglo primero, y de qué manera? b) ¿Quiénes constituyeron la “descendencia santa” en el siglo primero, y cómo se salvó esta?
21 La labor profética de Isaías prefiguró la obra que el Mesías, Jesucristo, efectuaría unos ochocientos años después (Isaías 8:18; 61:1, 2; Lucas 4:16-21; Hebreos 2:13, 14). Aunque Jesús fue mayor que Isaías, se mostró igual de dispuesto a que su Padre celestial lo enviara, pues dijo: “¡Mira! He venido [...] para hacer tu voluntad” (Hebreos 10:5-9; Salmo 40:6-8).
22 Igual que Isaías, Jesús llevó a cabo fielmente el trabajo que se le había asignado, y se topó con la misma reacción. Los judíos de su tiempo no se mostraron más dispuestos a aceptar el mensaje que aquellos a quienes predicó el profeta Isaías (Isaías 1:4). Debido a que las ilustraciones fueron una constante en el ministerio de Jesús, sus discípulos le preguntaron: “¿Por qué les hablas usando ilustraciones?”. Jesús respondió: “A ustedes se concede entender los secretos sagrados del reino de los cielos, mas a aquellos no se les concede. Por esto les hablo a ellos usando ilustraciones, porque, mirando, miran en vano, y oyendo, oyen en vano, ni captan el sentido de ello; y para con ellos se cumple la profecía de Isaías, que dice: ‘Oyendo, oirán, pero de ningún modo captarán el sentido de ello; y, mirando, mirarán, pero de ningún modo verán. Porque el corazón de este pueblo se ha hecho indispuesto a recibir, y con los oídos han oído sin responder, y han cerrado los ojos; para que nunca vean con los ojos, ni oigan con los oídos, ni capten el sentido de ello con el corazón, y se vuelvan, y yo los sane’” (Mateo 13:10, 11, 13-15; Marcos 4:10-12; Lucas 8:9, 10).
23 Al citar de Isaías, Jesús indicó que la profecía tenía un cumplimiento en su tiempo. La gente en general demostró la misma actitud de corazón que los judíos de la época de Isaías. Se hicieron ciegos y sordos a su mensaje, y también a ellos les sobrevino la destrucción (Mateo 23:35-38; 24:1, 2). En 70 E.C., las fuerzas romanas comandadas por el general Tito atacaron Jerusalén y demolieron la ciudad y su templo. No obstante, algunas personas habían escuchado a Jesús y se habían hecho sus discípulos. Jesús las declaró “felices” (Mateo 13:16-23, 51). Les había dicho que cuando vieran “a Jerusalén cercada de ejércitos acampados”, deberían “ech[ar] a huir a las montañas” (Lucas 21:20-22). De modo que la “descendencia santa”, que había tenido fe y formado una nación espiritual, “el Israel de Dios”, se salvóa (Gálatas 6:16).
24. ¿Qué aplicación hizo Pablo de la profecía de Isaías, y qué indica ese hecho?
24 Hallándose bajo arresto domiciliario en Roma, hacia el año 60 E.C., el apóstol Pablo convocó a “los hombres prominentes de los judíos”, así como a otras personas, y les dio un “testimonio cabal respecto al reino de Dios”. Cuando muchos de los presentes no aceptaron el mensaje, Pablo explicó que aquello sucedía en cumplimiento de la profecía de Isaías (Hechos 28:17-27; Isaías 6:9, 10). Vemos, por tanto, que los discípulos de Jesús realizaron una comisión comparable a la del profeta.
25. ¿De qué se dan cuenta hoy los testigos de Jehová, y cómo reaccionan?
25 De la misma manera, los testigos de Jehová se dan cuenta hoy de que Jehová Dios está en su santo templo (Malaquías 3:1). Como Isaías, dicen: “¡Aquí estoy yo! Envíame a mí”. Proclaman celosamente el mensaje de advertencia respecto al fin, cada vez más cercano, de este sistema de cosas perverso. Tal como Jesús indicó, sin embargo, son relativamente pocas las personas que abren los ojos y los oídos para ver y oír y salvarse (Mateo 7:13, 14). Felices, sin duda, son aquellos que inclinan su corazón para escuchar y conseguir “curación para sí” (Isaías 6:8, 10).
[Nota]
a A causa de una revuelta judía, en el año 66 E.C. las fuerzas romanas a las órdenes de Cestio Galo sitiaron Jerusalén y penetraron en ella hasta llegar a los mismos muros del templo. Entonces se retiraron, y los discípulos de Jesús pudieron huir a las montañas de Perea antes de que los romanos regresaran, en el año 70 E.C.
[Ilustración de la página 94]
“¡Aquí estoy yo! Envíame a mí”
[Ilustración de la página 97]
“Hasta que las ciudades [...] caigan estrepitosamente en ruinas, para estar sin habitante”