Aprenda la obediencia aceptando la disciplina
IMAGÍNESE que está de pie en la cumbre de una montaña elevada, sintiendo como si de verdad estuviera en la cima del mundo. ¡Qué maravillosa sensación de libertad!
Pero esa libertad es realmente muy limitada. La ley de la gravedad restringe completamente todos sus movimientos; un solo paso en falso podría resultar en desastre. Por otro lado, ¡qué agradable es saber que esa misma ley impide que usted sea llevado a la deriva hacia el espacio sideral sin poder evitarlo! Es obvio que dicha ley es para su bien. El que usted acepte los límites que impone sobre sus movimientos allá arriba, en la cima de esa montaña, le beneficia e incluso le permite continuar con vida.
Cierto, a veces las leyes y el obedecerlas pueden limitar nuestra libertad, pero ¿hace eso que la obediencia sea indeseable?
El punto de vista de Dios sobre la obediencia
Puesto que Jehová es el “Magnífico Creador”, él es “la fuente de la vida”. Por tal razón es apropiado que todas sus criaturas le debamos obediencia. El salmista mostró la actitud correcta al escribir: “Adoremos e inclinémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios, y nosotros somos el pueblo de su apacentamiento y las ovejas de su mano”. (Eclesiastés 12:1; Salmo 36:9; 95:6, 7.)
Desde un principio Jehová ha exigido obediencia de sus criaturas. El que Adán y Eva continuaran viviendo en el Paraíso dependía de la obediencia. (Génesis 2:16, 17.) Así mismo, se esperaba que los ángeles fueran obedientes, aun cuando son de naturaleza superior a la humana. Debido a que algunas de estas criaturas celestiales fueron “desobedientes cuando la paciencia de Dios estaba esperando en los días de Noé”, se les castigó entregándoles a “hoyos de densa oscuridad para que fueran reservados para juicio”. (1 Pedro 3:19, 20; 2 Pedro 2:4.)
Dicho sencillamente, Dios considera la obediencia como requisito para obtener su aprobación. Leemos: “¿Se deleita tanto Jehová en ofrendas quemadas y sacrificios como en que se obedezca la voz de Jehová? ¡Mira! El obedecer es mejor que un sacrificio, el prestar atención que la grasa de carneros”. (1 Samuel 15:22.)
Cómo y por qué tiene que aprenderse
La obediencia nos lleva a tener una posición justa delante de Dios; por eso, aprenderla es una necesidad apremiante. El hábito de obedecer se puede aprender cuando se es joven, del mismo modo que aprendemos un idioma extranjero. Por esta razón, la Biblia destaca la importancia de educar a los hijos desde la infancia. (Josué 8:35.)
Algunos modernistas contradicen el punto de vista bíblico y dicen que exigir obediencia de un niño equivale a una violación mental. Sostienen que hay que dejar que los niños desarrollen sus propias ideas y normas personales de conducta sin la interferencia de los adultos.
No obstante, en la década de los sesenta, cuando muchos padres sostenían esta opinión, el conferenciante, editor y profesor de sicología Wilhelm Hansen expresó su desacuerdo. Escribió: “Durante las primeras etapas del desarrollo, cuando la relación del niño con sus padres es todavía decisiva, lo ‘malo’ es aquello que ellos prohíben y lo ‘bueno’ aquello que recomiendan o alaban. Por lo tanto, solo la obediencia guía al niño en el camino de la moralidad y de las virtudes cardinales, de cuya existencia depende su relación con el orden moral”. (Compárese con Proverbios 22:15.)
La Palabra de Dios pone de relieve la necesidad de aprender la obediencia. Leemos: “Ya lo sé, Señor, que el hombre no es dueño de sus caminos, que nadie puede establecer su propio curso”. (Jeremías 10:23, Nueva Biblia Española.) La historia está llena de casos en que los seres humanos han trazado el curso de su vida siguiendo sus normas personales y por ello han tropezado con graves dificultades. ¿Por qué sucede esto con tanta frecuencia? Porque los humanos carecen del conocimiento, la sabiduría y el entendimiento que les permita trazar el curso de su vida sin ayuda. Peor aún, han heredado la tendencia a tomar malas decisiones. Inmediatamente después del Diluvio, Jehová dijo con respecto al hombre: “La inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud”. (Génesis 8:21.)
Por lo tanto, nadie hereda la tendencia a obedecer a Jehová. Tenemos que inculcarla en nuestros hijos y seguir aprendiéndola a lo largo de nuestra vida. Todos debemos cultivar la condición de corazón que tenía el rey David, quien escribió: “Hazme conocer tus propios caminos, oh Jehová; enséñame tus propias sendas. Hazme andar en tu verdad y enséñame, porque tú eres mi Dios de salvación. En ti he esperado todo el día”. (Salmo 25:4, 5.)
Enseñe la obediencia siendo obediente
La madre y el padre adoptivo de Jesús conocían muy bien las circunstancias de su nacimiento. Por lo tanto, comprendían que él habría de desempeñar un papel importante en el cumplimiento de los propósitos de Jehová. (Compárese con Lucas 1:35, 46, 47.) Las palabras “¡Miren! Los hijos son una herencia de parte de Jehová” tenían un significado singular en el caso de ellos. (Salmo 127:3.) Reconocían totalmente la enorme responsabilidad que pesaba sobre ellos y por eso estaban prestos a obedecer las instrucciones divinas, como cuando se les mandó que huyeran a Egipto o, más tarde, que se mudaran a Galilea. (Mateo 2:1-23.)
Los padres de Jesús reconocían también su responsabilidad tocante a la disciplina. Es verdad que Jesús siempre había sido obediente durante su existencia prehumana. Pero mientras estuvo en la Tierra aprendió a ser obediente en medio de circunstancias totalmente nuevas. Por una parte, tenía que obedecer a padres imperfectos, porque hasta un hijo perfecto necesita disciplina en la forma de instrucción y educación. Sus padres se la proveyeron. Por otra parte, la disciplina en forma de castigo era innecesaria. Jesús siempre obedeció; nunca se le tuvo que mandar lo mismo dos veces. Leemos: “Entonces volvió con ellos [sus padres] a Nazaret, donde vivió obedeciéndoles en todo”. (Lucas 2:51, Versión Popular.)
José y María también supieron enseñar a Jesús por medio del ejemplo. Así, leemos que “sus padres acostumbraban ir de año en año a Jerusalén para la fiesta de la pascua”. (Lucas 2:41.) Al hacer planes para llevar consigo a su familia, José demostró que estaba interesado en el bienestar espiritual de ellos y que tomaba en serio la adoración de Jehová. De igual manera, hoy día los padres pueden enseñar obediencia a sus hijos al obedecer ellos mismos en asuntos de adoración.
Como resultado de la excelente labor de disciplinar en justicia que efectuaron José y María, “Jesús siguió progresando en sabiduría y en desarrollo físico y en favor ante Dios y los hombres”. ¡Qué magnífico ejemplo para que los padres cristianos sigan en este tiempo! (Lucas 2:52.)
“Obedientes [...] en todo”
“Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque esto es muy agradable en el Señor.” (Colosenses 3:20.) Jesús pudo ser obediente a sus padres en todo porque la obediencia de estos a Jehová impedía que le mandaran a él —o a sus medio hermanos— hacer algo contrario a la voluntad de Dios.
Muchos padres de hoy también tienen éxito al enseñar a sus hijos a ser obedientes en todo. Escuche las experiencias de tres padres que ya criaron a sus hijos y ahora sirven en una sucursal de la Sociedad Watch Tower.
Theo cuenta cómo él y su esposa criaron a cinco hijos. Dice: “Es importante que los hijos sepan desde el mismo principio que los adultos también cometemos errores. Es triste decirlo, pero incluso los repetimos y tenemos que pedir constantemente a nuestro Padre celestial que nos perdone y ayude. Dejamos a propósito que nuestros hijos vieran que así como ellos luchaban con las inquietudes propias de la juventud, también nosotros luchábamos con las inquietudes de la edad adulta”.
Para que el niño aprenda la obediencia, es sumamente importante que exista una relación de amor entre él y sus padres. Hermann dice sobre su esposa: “No solo era la madre de los muchachos, sino también su amiga. Ellos apreciaban esto, así que no les era difícil obedecer”. Luego añade un consejo práctico sobre cómo mejorar la relación entre padres e hijos: “Durante varios años nos abstuvimos deliberadamente de comprar una máquina lavaplatos, así que teníamos que lavar y secar los platos a mano. Asignábamos a nuestros hijos a secarlos por turnos. Era el mejor momento para disfrutar de conversaciones informales”.
Una relación basada en amor entre los padres y los hijos es un modelo de la relación que un cristiano debe tener con Jehová. Rudolf explica cómo él y su esposa ayudaron a sus dos hijos a establecer tal relación: “Nuestra base fue un estudio de familia regular. Asignábamos a los niños varios temas apropiados para que investigaran. Además, leíamos la Biblia juntos y luego discutíamos la información. Nuestros hijos podían ver que Jehová espera obediencia también de los padres, no solo de los hijos”.
Los padres cristianos comprenden que el texto inspirado “las censuras de la disciplina son el camino de la vida” les aplica a ellos y a sus hijos por igual. De modo que mientras los hijos tienen la obligación de ser obedientes a sus padres en todo, los padres también deben ser obedientes en todo lo que Jehová exige de ellos. Además de fortalecer la relación entre padres e hijos, tanto unos como otros deben fortalecer su relación con Dios. (Proverbios 6:23.)
Vea la obediencia de modo positivo
¡Qué agradecidos podemos estar de que la Palabra de Dios provea tal consejo práctico sobre la crianza de los hijos! (Véase el recuadro.) Los hijos que aprenden la obediencia de padres que los disciplinan en justicia son una verdadera fuente de deleite para toda la hermandad cristiana.
Puesto que la obediencia a Dios significa vida, debemos evitar jugar con la idea de suspender, aunque sea por un instante, las restricciones que los mandamientos de Dios imponen a nuestra libertad personal. Imagínese, por ejemplo, que pudiéramos suspender por un momento la ley de la gravedad. ¡Cómo nos emociona la ilusión de remontarnos al cielo desde la cumbre de una montaña sin nada que estorbe nuestra libertad! Pero ¿qué sucedería tan pronto como las cosas volvieran a la normalidad? ¡Piense en la caída que nos aguardaría!
Aprender la obediencia aceptando la disciplina contribuye al desarrollo de una personalidad equilibrada y nos ayuda a conocer nuestras limitaciones. Nos ayuda a ser menos exigentes y más sensibles a los derechos y las necesidades de otras personas y a evitar la incertidumbre. En pocas palabras, contribuye a la felicidad.
Por lo tanto, sea usted niño o adulto, aprenda la obediencia aceptando la disciplina para que ‘le vaya bien y dure largo tiempo sobre la tierra’. (Efesios 6:1-3.) ¿Quién desea poner en peligro la perspectiva de vivir para siempre por no aprender la obediencia aceptando la disciplina? (Juan 11:26.)
[Fotografía en la página 28]
“Las censuras de la disciplina son el camino de la vida”
[Recuadro en la página 29]
PADRES, ENSEÑEN LA OBEDIENCIA DISCIPLINANDO EN JUSTICIA
1. Disciplinen sobre la base de las leyes y los principios bíblicos.
2. No disciplinen exigiendo simplemente obediencia, sino explicando por qué la obediencia es el proceder sabio. (Mateo 11:19b.)
3. No disciplinen cuando estén encolerizados ni lo hagan gritando. (Efesios 4:31, 32.)
4. Disciplinen en el marco afectuoso del amor y el cariño. (Colosenses 3:21; 1 Tesalonicenses 2:7, 8; Hebreos 12:5-8.)
5. Disciplinen a los hijos desde la infancia. (2 Timoteo 3:14, 15.)
6. Disciplinen reiteradamente y de manera consecuente. (Deuteronomio 6:6-9; 1 Tesalonicenses 2:11, 12.)
7. Autodisciplínense primero y de ese modo enseñen mediante el ejemplo. (Juan 13:15; compárese con Mateo 23:2, 3.)
8. Disciplinen con plena confianza en Jehová, suplicando su ayuda en oración. (Jueces 13:8-10.)