-
“Dinos: ¿cuándo serán estas cosas?”La Atalaya 1994 | 15 de febrero
-
-
11 En Hechos 2:1-4 y 14-21 leemos que Dios derramó espíritu santo sobre 120 discípulos, tanto hombres como mujeres, en el Pentecostés de 33 E.C. El apóstol Pedro dio a conocer que se había realizado la profecía de Joel. ¿Y qué podemos decir de las palabras de Joel de que ‘el sol se tornaría en oscuridad y la luna en sangre y las estrellas retirarían su resplandor’? No hay indicios de que haya ocurrido algo así en 33 E.C. ni en el período de la conclusión del sistema de cosas judío, que se extendió por más de treinta años.
12, 13. ¿Cómo se cumplió lo que predijo Joel sobre los fenómenos celestes?
12 Por lo visto, la última parte de la predicción de Joel estaba más ligada a “la venida del día de Jehová, grande e inspirador de temor”, la destrucción de Jerusalén. La Atalaya del 15 de mayo de 1967 comentó lo siguiente sobre la tribulación que le sobrevino a Jerusalén en 70 E.C.: “Ciertamente ése fue un ‘día de Jehová’ con referencia a Jerusalén y sus hijos. Y con relación a ese día hubo bastante ‘sangre y fuego y neblina de humo’, el Sol no aclara[ba] la oscuridad de la ciudad de día, y la Luna sug[ería] sangre derramada, no luz de Luna pacífica, plateada, de noche”.c
13 Sí, los fenómenos celestes que predijo Joel, así como las profecías que ya hemos mencionado, se cumplirían cuando Jehová ejecutara su sentencia. En vez de abarcar todo el período de la conclusión del sistema judío, el oscurecimiento del Sol, la Luna y las estrellas aconteció cuando las fuerzas ejecutoras marcharon contra Jerusalén. Lógicamente, podemos esperar un cumplimiento mayor de esta parte de la profecía de Joel cuando Dios dé comienzo a la ejecución del sistema actual.
-
-
“Dinos: ¿cuándo serán estas cosas?”La Atalaya 1994 | 15 de febrero
-
-
c Josefo escribe lo siguiente sobre los sucesos ocurridos entre el primer ataque del ejército romano a Jerusalén (66 E.C.) y su destrucción posterior: “Durante la noche se produjo una gran tormenta, viento violento, mucha lluvia, relámpagos, truenos horrendos y prodigiosas convulsiones de la tierra. Manifiestamente, a causa de los hombres, se había turbado la armonía de los elementos; se podía presagiar que todo esto era el principio de grandes acontecimientos”.
-