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Se impone silencio a una tormenta aterradoraLa Atalaya 1987 | 1 de mayo
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No es difícil comprender que Jesús está cansado. Por eso, poco después de embarcarse se recuesta en una almohada, en la parte trasera de la barca, y queda profundamente dormido. Varios de los apóstoles son marinos duchos, con mucha experiencia de pesca en el mar de Galilea. Por eso, toman el control de la barca.
Pero este viaje no va a ser fácil. Debido a que la temperatura en la superficie del lago —que está a unos 210 metros (700 pies) bajo el nivel del mar— es caliente, y el aire de las montañas cercanas es frío, a veces bajan vientos fuertes que de repente crean violentos ventarrones en el lago. Esto es lo que ocurre ahora. En poco tiempo las olas empiezan a azotar la barca, y el agua entra en ella, de modo que la barca está en peligro de hundirse. Sin embargo, ¡Jesús sigue durmiendo!
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Se impone silencio a una tormenta aterradoraLa Atalaya 1987 | 1 de mayo
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[Ilustración de la página 8 (completa)]
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