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Seguridad durante “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”La Atalaya 1961 | 1 de abril
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48. (a) ¿Por qué el buscar a Jehová hoy significa más que en el día de Sofonías? (b) ¿Qué significa el buscar ahora la justicia?
48 El buscar a Jehová hoy no significa hacerse un prosélito del sionismo político ni del judaísmo con sus tradiciones de hombres. En el día de Sofonías el judaísmo ni siquiera había sido introducido. El buscar a Jehová ahora significa más que en el día de Sofonías; porque en el día del profeta el reino típico todavía funcionaba con reyes de la línea de David en “el trono de Jehová en la Jerusalén o Sión terrestre. (Sof. 1:1) El buscar a Jehová hoy significa también dar pasos para entrar en armonía con el Hijo de Dios que se sienta como Rey en el trono de Jehová, a la mano derecha de Jehová en los cielos muy por encima de nuestra Tierra. Después que Jesús dio a los que seguían sus pisadas el padrenuestro en el cual oramos: “Venga tu reino,” Jesús les dijo: “Sigan, pues, buscando primero el reino [de Dios] y su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas.” (Mat. 6:9-13, 33) Todos sus seguidores judíos dejaron el judaísmo y emprendieron el buscar el reino del Cristo de Jehová. (Gál. 1:13-17) Buscaron la justicia que proviene de Jehová Dios por medio de su Hijo Jesucristo, que murió como sacrificio humano perfecto para librar a los hombres y mujeres creyentes de su pecado y de su castigo la muerte.
49. (a) ¿Por qué tenemos hoy muchísima más razón para obrar como obraron los discípulos personales de Jesús? (b) ¿Por qué podemos buscar a Jehová únicamente por medio de su reino?
49 Hoy nosotros tenemos muchísima más razón para obrar como ellos obraron, pues hoy el reino celestial del Cristo está establecido. Ha estado en operación desde el fin de los siete tiempos de los gentiles en 1914. Ahora Jehová está procediendo a poner a todos los enemigos de Cristo debajo de sus pies como si fuesen un banco. Nosotros no deseamos ser puestos debajo de sus pies para ser aplastados y morir como enemigos suyos; pues está escrito tocante a la acción de batalla de Cristo en la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” que “él pisa, también, el lagar del vino de la cólera de la ira de Dios el Todopoderoso. Y en su vestidura exterior, aun sobre su muslo, tiene un nombre escrito, Rey de los reyes y Señor de los señores.” (Apo. 19:15, 16) Su reino es el medio para vindicar la soberanía de Jehová Dios por lo que es: universal, suprema. También es el medio para bendecir a todas las familias de la Tierra. Es el reino de la Simiente de bendición de Abrahán. Nosotros queremos la bendición, pues eso significa vida eterna en el nuevo orden de cosas bajo el Reino. No podemos buscar a Jehová hoy salvo por medio del reino de su Hijo, el Medianero entre Dios y los hombres.
50. ¿Dónde, entonces, está el lugar de seguridad, y qué profecía que está de acuerdo con ese hecho citó el apóstol Pedro en el Pentecostés?
50 Aquí, entonces, está el lugar de seguridad, a saber, de parte de Dios el Todo poderoso y de su Cristo, y bajo su protección. Cuando Dios elevó a Cristo a su propia mano derecha después de resucitarlo de entre los muertos, Dios dio a Cristo una cantidad o medida del espíritu santo para que lo derramara sobre sus discípulos en la Tierra. Este derramamiento de espíritu comenzó el día del Pentecostés en mayo de 33 d. de J.C. El apóstol Pedro, uno que recibió el espíritu ese día, dijo a la muchedumbre de testigos oculares que éste era el principio del cumplimiento de la profecía de Joel para los últimos días. Entonces Pedro citó estas palabras adicionales de la profecía de Joel: “Daré prodigios en los cielos y sobre la Tierra, sangre y fuego y columnas de humo. El sol mismo será convertido en tinieblas, y la luna en sangre, antes de la venida del día grande e inspirador de temor de Jehová. Y debe suceder que todo el que invoque el nombre de Jehová saldrá salvo; porque en el monte Sión y en Jerusalén resultarán estar los escapados, así como Jehová ha dicho, y entre los sobrevivientes, a quienes Jehová está llamando.”—Joel 2:28-32; Hech. 2:1-36.
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¿Qué significa el reino de Dios para usted?La Atalaya 1961 | 15 de abril
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Jesús usó ilustraciones para impresionar en sus oyentes el lugar que el reino de Dios debe tener en su vida. Él dijo: “El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que un hombre halló y escondió, y por el gozo que tiene va y vende las cosas que tiene y compra aquel campo.” (Mat. 13:44) ¡Cuán emocionante el hallar riquezas escondidas! ¿No venderíamos todo lo que tuviéramos para comprar la propiedad que nos haría ricos por toda la vida? El hombre de la ilustración hizo exactamente eso. Concentró su atención en la cosa más valiosa. Todo lo demás era secundario. ¡Qué ilustración más a propósito de lo que el reino de Dios debe significar para el que busca vida eterna!
Jesús dio otra ilustración: “Otra vez, el reino de los cielos es semejante a un comerciante viajero que busca perlas finas. Hallando una perla de gran valor, se fue y prontamente vendió todo lo que tenía y la compró.” (Mat. 13:45, 46) ¡Una perla de gran valor estaba al alcance! Ninguna otra cosa podía aproximársele en valor. Este hombre “prontamente” vendió sus posesiones para reunir el precio de esta perla. Sin duda le costó tiempo, esfuerzo y trabajo efectuar las transacciones necesarias. ¡Cuán inconveniente el tener que arreglar sus asuntos y propiedad personales para hacer esto! Pero no importaba. Buscaba perlas finas, y ahora había hallado una que excedía con mucho a todas las demás en valor. ¡Él tenía que obrar ahora, antes de perder la oportunidad! La perla inapreciable compensaría la incomodidad. Así sería con el Reino. Tal vez nos sea difícil al principio darle el lugar de primera importancia en nuestra vida. El hacerlo pudiera hacer surgir problemas y presentar incomodidad hasta cierto grado. ¡Pero considere el galardón —el Reino de los cielos! ¿Qué otra cosa podría compararse con tan extraordinario premio?
Tan importante fue el Reino que Jesús dijo: “Dejen de estar ansiosos acerca de su alma en cuanto a qué comerán o qué beberán, o acerca de su cuerpo en cuanto a qué se pondrán. . . . Sigan, pues, buscando primero el reino y su justicia, y todas estas otras cosas les; serán añadidas.” (Mat. 6:25, 33) ¿Quiso decir Jesús que no debemos trabajar ni planear nuestra vida? No. Jesús trabajó. Quería que otros trabajaran. Lo que indicó fue que nuestra subsistencia no debiera ser una obsesión al grado de excluir las cosas más importantes. El Reino debe ocupar el lugar de primera importancia en nuestra vida, luego las otras consideraciones. Si, debido a dedicarnos a los intereses del Reino, tuviéramos dificultad para ganarnos la vida, entonces Dios nos ayudará.
Cuán imprudente es el gastar nuestra energía vital en cosas que no conduzcan a la vida bajo el Reino. El esforzarnos furiosamente para ganar dinero, construir grandes bienes, o hacernos prominentes no añadirá un solo día a nuestra vida. Tanto esfuerzo se hace para proveerle seguro a una familia para gozar de seguridad económica. No obstante, ¿cuánto esfuerzo se hace para el seguro más importante: el labrar un buen nombre con Dios para que podamos vivir para siempre bajo su reino?
Para indicar de manera potente cuánto debe significar el Reino, Jesús dijo: “Si alguna vez tu mano te hace tropezar, córtatela; porque te es más excelente entrar manco en la vida que con dos manos irte al Gehena, al fuego que no puede ser apagado. Y si tu pie te hace tropezar, córtatelo; te es más excelente entrar lisiado en la vida que con dos pies ser arrojado en el Gehena. Y si tu ojo te hace tropezar, tíralo; te es más excelente entrar con un ojo en el reino de Dios, que con dos ojos ser arrojado en el Gehena.”—Mar. 9:43-47.
El reino de Dios es premio tan deseable que nada, sin importar cuán querido sea, ya sean posesiones, amistades, o aun miembros de nuestro cuerpo, debe impedir el que vayamos en pos de él. Si nuestra ocupación estorba, debemos hacer un reajuste. Si las tareas domésticas ocupan todo nuestro tiempo, se necesita planear mejor o una casa más pequeña. Si nuestras aficiones limitan nuestra búsqueda del reino primero, debemos reducir el tiempo que gastamos en ellas. En suma, ¡cualquier cosa que nos estorbe tiene que ser relegada al último término! Esto no significa desistir de todo trabajo, aficiones o esparcimiento. Significa poner las cosas en su lugar apropiado. Las cosas más importantes deben ocupar el primer lugar. El eliminar o reducir al mínimo algunas cosas o hábitos arraigados por mucho tiempo puede ser doloroso, pero considérelo de esta manera: Si hubiera necesidad de una operación dolorosa, que posiblemente requiriera la pérdida de una mano o un pie, ¿no nos someteríamos a ella para salvar nuestra vida? Igualmente, puede ser doloroso al principio sumergir nuestros deseos egoístas a la voluntad de Dios, pero ¡la operación es vital si deseamos que Dios guarde nuestra vida!
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