ILUSTRACIONES
La voz griega pa·ra·bo·lḗ (literalmente, “colocación al lado; yuxtaposición”) tiene un significado más amplio que las palabras españolas “proverbio” y “parábola”. El término “ilustración”, sin embargo, tiene un significado amplio, que puede englobar la “parábola” y, en muchos casos, el “proverbio”. Un “proverbio” encierra una verdad en lenguaje expresivo, a menudo de manera metafórica, y una “parábola” es una comparación o símil, una narración corta, generalmente ficticia, de la que se puede obtener una verdad moral o espiritual.
Las Escrituras emplean pa·ra·bo·lḗ en un sentido más amplio que la palabra española “parábola”, como lo muestra Mateo 13:34, 35, donde Mateo señala que se había predicho que Jesucristo hablaría en “ilustraciones” (NM), “parábolas” (BJ, CI). El Salmo 78:2, citado por Mateo, se refiere a un “dicho proverbial” (heb. ma·schál), y para esta expresión el evangelista empleó la palabra griega pa·ra·bo·lḗ. Tal como indica el sentido literal de la voz griega, la pa·ra·bo·lḗ era un medio de enseñar o comunicar una idea, un método para explicar una cosa ‘colocando al lado’ algo semejante. (Compárese con Mr 4:30.) Muchas versiones se limitan a traducir el término griego por la forma españolizada “parábola”. Sin embargo, esta traducción no siempre transmite el significado pleno.
Por ejemplo, en Hebreos 9:9 y 11:19 muchas versiones ven necesario recurrir a términos diferentes a “parábola”. En el primero de estos textos el apóstol Pablo llama al tabernáculo o tienda que usaba Israel en el desierto “una ilustración [pa·ra·bo·lḗ; “símil”, ENP; “imagen”, EMN; “figura”, NC; “símbolo”, Val] para el tiempo señalado”. En el segundo texto el apóstol dice que Abrahán recibió a Isaac de entre los muertos “a manera de ilustración” (NM) (pa·ra·bo·lḗi; “en sentido figurado”, BAS; Val). Al dicho: “Médico, cúrate a ti mismo”, también se le llama pa·ra·bo·lḗ. (Lu 4:23.) En vista de esto, un término más general, como “ilustración” (NM), sirve para traducir pa·ra·bo·lḗ de manera consecuente en todos los casos.
Otra palabra relacionada es “alegoría” (gr. al·lē·go·rí·a), que consiste en varias metáforas consecutivas en las que una serie de acciones simbolizan otras, mientras que los personajes a menudo son tipos o personificaciones. Pablo emplea el verbo griego al·lē·go·ré·ō (alegorizar) en Gálatas 4:24 con respecto a Abrahán, Sara y Agar, un verbo que se traduce por ‘ser una alegoría’ (Str), ‘estar dicho en forma alegórica’ (CI) y ‘quedar como un drama simbólico’ (NM).
El apóstol Juan usó otra palabra (pa·roi·mí·a) para “comparación” (Jn 10:6; 16:25, 29); se ha traducido: “símil”, “parábola”, “proverbio”, “alegoría”, “semejanza”, “símbolo”, “enigma”, “ejemplo”, “figura”, “lenguaje figurado” y “comparación” (TA, NC, CI, FS, SA, BI, NM). Pedro empleó la misma palabra con respecto al “proverbio” del perro que vuelve a su vómito y la cerda que se revuelca en el fango. (2Pe 2:22.)
Eficacia. Las ilustraciones o parábolas constituyen un método de enseñanza de gran eficacia debido a, por lo menos, cinco razones: 1) Captan y retienen la atención; pocas cosas atraen tanto el interés como una experiencia o un relato. ¿Quién no conoce las ilustraciones del hijo pródigo y de la oveja perdida? 2) Avivan la facultad de pensar; uno de los mejores ejercicios mentales es buscar el significado de una comparación y captar las verdades abstractas que se presentan. 3) Afectan las emociones y, debido a que por lo general el oyente ve la aplicación práctica de las verdades, llegan a la conciencia y al corazón. 4) Ayudan a recordar; posteriormente se puede reconstruir el relato y aplicarlo. 5) Conservan la verdad, puesto que siempre son aplicables y comprensibles, en cualquier momento y época. Mientras que las palabras pueden cambiar de significado, las ilustraciones tratan de la vida y de la naturaleza. Esta es una de las razones por las que las verdades bíblicas conservan hoy la claridad que tuvieron cuando se pronunciaron o escribieron.
Propósitos. Como se ha mostrado anteriormente, el propósito principal de todas las ilustraciones es enseñar. Pero las ilustraciones de la Biblia también tienen otros propósitos:
1) El hecho de que una persona a veces tenga que profundizar para captar su significado completo, profundo y dirigido al corazón, tiende a desanimar a aquellos que no aman a Dios, cuyo interés es solo superficial y por tanto no desean de corazón la verdad. (Mt 13:13-15.) Dios no está recogiendo a tales personas. Las ilustraciones impulsaron a los humildes a solicitar una explicación; los orgullosos rehusaron hacerlo. Jesús dijo: “El que tiene oídos, escuche”, y aunque la mayor parte de las muchedumbres que escuchaban a Jesús siguieron por su camino, los discípulos iban a él y le solicitaban una explicación. (Mt 13:9, 36.)
2) Las ilustraciones ocultan las verdades a aquellos que podrían hacer mal uso de ellas y desean entrampar a los siervos de Dios. Jesús respondió a la pregunta capciosa de los fariseos con la ilustración de la moneda relacionada con el pago del impuesto, y concluyó: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios”. A sus enemigos se les dejó que ellos mismos hiciesen la aplicación; pero los discípulos de Jesús comprendieron plenamente el principio de neutralidad que se enunció. (Mt 22:15-21.)
3) Debido a que se deja que el oyente se aplique los principios de la ilustración, esta puede comunicarle un claro mensaje de advertencia y amonestación, y al mismo tiempo desarmarle, de manera que no tenga ninguna base para tomar represalias contra el orador. En otras palabras: que aquel a quien le aplique, se dé por aludido. Cuando los fariseos criticaron a Jesús por comer con los recaudadores de impuestos y los pecadores, Jesús respondió: “Las personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos sí. Vayan, pues, y aprendan lo que esto significa: ‘Quiero misericordia, y no sacrificio’. Porque no vine a llamar a justos, sino a pecadores”. (Mt 9:11-13.)
4) Incluso cuando se emplean con el fin de corregir a una persona, las ilustraciones se pueden usar para evitar el prejuicio del oyente y que su mente se obceque por causa de dicho prejuicio, con lo que se consigue más de lo que se lograría si se hiciese una exposición directa de los hechos. Tal fue el caso cuando Natán reprendió al rey David por su pecado con Bat-seba y Urías. (2Sa 12:1-14.) Asimismo, el empleo de una ilustración hizo que el inicuo rey Acab, sin darse cuenta, sopesase los principios implicados en su propio caso —cuando desobedeció al perdonarle la vida al rey Ben-hadad de Siria, un enemigo de Dios— y profiriese un juicio condenándose a sí mismo. (1Re 20:34, 38-43.)
5) Las ilustraciones pueden mover a las personas a proceder en un sentido o en otro, a ‘quitarse la máscara’, mostrando si son o no siervos verdaderos de Dios. Cuando Jesús dijo: “El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”, “muchos de sus discípulos se fueron a las cosas de atrás, y ya no andaban con él”. De esta manera Jesús ‘eliminó’ a todos aquellos que verdaderamente no creían de corazón. (Jn 6:54, 60-66.)
Lectura y enfoque apropiados. Las ilustraciones bíblicas tienen más de un aspecto. Fijan e iluminan ciertos principios, y a menudo tienen un significado y aplicación proféticos. Por otra parte, algunas tuvieron un significado profético para el tiempo en que se pronunciaron o, para un poco más tarde, y algunas tenían, además, un cumplimiento en el futuro distante.
Hay dos conceptos erróneos generales que pueden dificultar el entendimiento de las ilustraciones de la Biblia. Uno es el punto de vista de que tan solo son buenas historias, ejemplos o lecciones. Por ejemplo, muchos creen que la parábola del hijo pródigo no es más que una excelente composición literaria, y la ilustración del hombre rico y Lázaro, un ejemplo de recompensa y castigo después de la muerte.
Puede mencionarse a este respecto que aunque las ilustraciones se extraen de la vida y de la naturaleza, no necesariamente acontecieron en realidad. Si bien algunas ilustraciones empiezan con expresiones como: “Una vez”, “Un hombre tenía”, “Había un hombre”, “Cierto hombre era”, u otras similares, se concibieron bajo la influencia del espíritu de Dios, y no eran más que lo que se les llamó: ilustraciones o parábolas. (Jue 9:8; Mt 21:28, 33; Lu 16:1, 19.) Sobre Jesucristo se dice: “Todas estas cosas habló Jesús a las muchedumbres por ilustraciones. En verdad, sin ilustración no les hablaba”. (Mt 13:34; Mr 4:33, 34.)
Un segundo obstáculo para el entendimiento es: hacer una aplicación demasiado minuciosa de la ilustración, tratando de que cada detalle literal de la narración encaje simbólicamente por medio de una aplicación o interpretación arbitraria.
El enfoque apropiado se consigue en primer lugar leyendo el contexto y averiguando el marco en el que se pronunció la ilustración, preguntándose: ¿cuáles eran las condiciones y las circunstancias? Por ejemplo, cuando se llama a los gobernantes y al pueblo de Israel “dictadores de Sodoma” y “pueblo de Gomorra”, se nos hace pensar en pecadores impenitentes contra Jehová. (Isa 1:10; Gé 13:13; 19:13, 24.) Cuando el salmista le ora a Jehová para que a los enemigos de Dios y de Su pueblo les haga “como a Madián”, se nos hace recordar la derrota completa de estos opresores del pueblo de Dios, en la que 120.000 fueron muertos. (Sl 83:2, 3, 9-11; Jue 8:10-12.)
Además, es útil tener un conocimiento de la Ley, las costumbres y prácticas y el lenguaje de la época. Por ejemplo, un conocimiento de la Ley nos ayuda a entender la ilustración de la red barredera. (Mt 13:47-50.) El hecho de que en Palestina los árboles frutales estuviesen gravados con impuestos en aquel tiempo y se talasen los árboles improductivos, nos ayuda a entender mejor por qué Jesús hizo que la higuera infructífera se marchitase, a fin de usarla a modo de ilustración. (Mt 21:18-22.)
Finalmente, a los elementos de una ilustración no se les debería dar un significado arbitrario, basado en un punto de vista personal o en la filosofía. La regla enunciada para los cristianos es: “Nadie ha llegado a conocer las cosas de Dios, salvo el espíritu de Dios. Ahora bien, nosotros recibimos, no el espíritu del mundo, sino el espíritu que proviene de Dios, para que conozcamos las cosas que Dios nos ha dado bondadosamente. De estas cosas también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el espíritu, al combinar nosotros asuntos espirituales con palabras espirituales”. (1Co 2:11-13.)
La aplicación de esta regla puede demostrarse con la ilustración profética que se halla en el capítulo 6 de Revelación, donde se mencionan cuatro caballos, el primero de los cuales es blanco. (Rev 6:2). ¿Qué representa? Para entender su significado, es necesario examinar otros pasajes de la Biblia, así como el contexto. Proverbios 21:31 dice: “El caballo es algo preparado para el día de la batalla”. Por otra parte, el blanco se usa con frecuencia para representar la rectitud y la justicia. El trono de juicio de Jehová es blanco, y los ejércitos celestiales cabalgan sobre caballos blancos y están vestidos de fino lino blanco y limpio. (Rev 20:11; 19:14; compárese con Rev 6:11; 19:8.) Sobre esta base se puede concluir que el caballo blanco representa guerra justa.
El jinete del caballo negro sostiene una balanza en la que se pesan ciertos alimentos. (Rev 6:5, 6.) Parece que esta imagen representa el hambre, pues en la profecía de Ezequiel sobre el hambre, a él se le dijo: “Tu alimento que comerás será por peso [...] y tendrán que comer pan por peso y con solicitud ansiosa, y será por medida y con horror que beberán el agua misma”. (Eze 4:10, 16.) El entendimiento de los simbolismos bíblicos como en el caso de los animales mencionados en determinadas ilustraciones, suele ser de ayuda e iluminación espiritual. (Véase BESTIAS SIMBÓLICAS.)
Hay un buen número de ilustraciones cuyo significado se da en la propia Biblia, acompañadas a menudo de una relación de acontecimientos que confirman su cumplimiento. Entre estas están por mencionar solo dos: la acción de Ezequiel de horadar un muro y salir con su rostro cubierto (Eze 12:1-16; 2Re 25:1-7, 11; Jer 52:1-15) y el intento de Abrahán de ofrecer a su hijo Isaac en sacrificio, que Dios impidió (ilustraciones que fueron hechos reales y tuvieron un valor alegórico). (Gé 22:9-13; Heb 11:19.) Hubo otras, en particular muchas de las que expuso Jesucristo, que después el mismo Jesús explicó. En muchos otros casos, la evolución misma de los acontecimientos actuales facilita la comprensión de las ilustraciones.
En las Escrituras Hebreas. Movidos por el espíritu de Jehová, los profetas y escritores hebreos de la Biblia registraron un número considerable de ilustraciones ingeniosas. En Génesis, por ejemplo, se expresa en símiles la promesa de Jehová de multiplicar la descendencia de Abrahán “como las estrellas de los cielos y como los granos de arena que hay en la orilla del mar”. (Gé 22:15-18.) Con el fin de realzar el lastimoso estado en el que había caído Judá por causa del pecado, Jehová movió a Isaías a comparar esa condición con un estado de enfermedad e inmundicia física, al decir: “Toda la cabeza está en condición enferma, y todo el corazón está endeble [...]. Heridas y magulladuras y contusiones frescas... no han sido exprimidas ni vendadas, ni ha habido ablandamiento con aceite”. (Isa 1:4-6.) Jehová transmitió mensajes proféticos al rey Nabucodonosor por medio de las visiones de una imagen pavorosa y de un árbol inmenso, y Daniel pudo ver a determinados gobiernos del hombre representados por bestias de aspecto extraño. (Da 2, 4, 7.)
Los profetas emplearon a menudo palabras y expresiones con un valor metafórico al referirse a una persona o a un grupo de personas. Por ejemplo, a Jehová se le llama “la Roca de Israel”, un “peñasco” y una “plaza fuerte”, obviamente para transmitir la idea de que es una fuente estable de seguridad. (2Sa 23:3; Sl 18:2.) Se dijo que Judá era un “cachorro de león” (Gé 49:9) y que los asirios eran “la vara” con la que Dios expresaría su cólera. (Isa 10:5.)
En numerosas ocasiones los profetas hacían una representación del mensaje que se les había comisionado entregar, y así reforzaban el impacto de la palabra hablada. Jeremías profetizó calamidad para Jerusalén, y la puso de relieve quebrando una vasija delante de los ojos de los hombres de mayor edad del pueblo que estaban congregados y de los sacerdotes. Profetizó servidumbre a Babilonia, y la representó enviando ataduras y varas de yugo a varios reyes. (Jer 19, 27.) Isaías anduvo desnudo y descalzo para recalcar a los israelitas que de esta manera se llevaría al exilio a los egipcios y los etíopes, aquellos a quienes ellos se estaban dirigiendo en busca de ayuda. (Isa 20.) Ezequiel grabó sobre un ladrillo una representación de Jerusalén, construyó un cerco de sitiar contra ella, puso una tartera de hierro entre él y la representación y se acostó sobre su costado frente a esta para representar el sitio venidero de la ciudad. (Eze 4.)
A veces se narraban relatos con el fin de subrayar el punto que quería comunicarse. Jotán hizo eso para mostrar a los terratenientes de Siquem su insensatez al escoger como rey a un hombre tan vil como Abimélec. (Jue 9:7-20.) Uno de los relatos del libro de Ezequiel gira en torno a dos águilas y una vid, para ilustrar el derrotero de Judá con relación a Babilonia y Egipto. (Eze 17.) En otro relato, Ezequiel usó a dos hermanas que se hicieron prostitutas, Oholá y Oholibá, para ilustrar el proceder de Samaria (el reino de diez tribus de Israel) y Jerusalén (Judá). (Eze 23.)
Las ilustraciones mencionadas aquí son solo algunas de las muchas que hay en las Escrituras Hebreas. Prácticamente todos los escritores y profetas bíblicos usaron ilustraciones: unas se las dio Dios directamente en forma de visiones; otras, verbalmente. También se dieron por medio de cosas reales, como, por ejemplo, el tabernáculo, del que se dice que es “una ilustración”. (Heb 9:9.)
En las Escrituras Griegas. Las Escrituras Griegas Cristianas también están llenas de ilustraciones vívidas. Jesucristo, de quien se dijo: “Jamás ha hablado otro hombre así”, poseía el mayor caudal de conocimiento al que recurrir, mayor que el de cualquier otro hombre que haya vivido jamás en la Tierra. (Jn 7:46.) Dios lo hizo todo por medio de él. (Jn 1:1-3; Col 1:15-17.) Jesús estaba bien familiarizado con toda la creación. Se comprende, pues, que sus comparaciones fuesen tan idóneas y que la descripción que hizo de las emociones humanas reflejase un profundo conocimiento. Fue como el hombre sabio de la antigüedad, que dijo: “Y además de haberse hecho sabio el congregador, también enseñó de continuo conocimiento a la gente, y meditó e hizo un escudriñamiento cabal, a fin de arreglar muchos proverbios ordenadamente. El congregador procuró hallar las palabras deleitables y la escritura de palabras correctas de verdad”. (Ec 12:9, 10.)
Jesús dijo apropiadamente que sus discípulos eran “la sal de la tierra” y “la luz del mundo”. (Mt 5:13, 14.) Los instó a que observaran “atentamente las aves del cielo” y a que aprendiesen “una lección de los lirios del campo”. (Mt 6:26-30.) También se comparó a sí mismo a un pastor dispuesto a entregar su vida a favor de las ovejas. (Jn 10:11-15.) Dijo respecto a Jerusalén: “¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne sus pollitos debajo de sus alas! Pero ustedes no lo quisieron”. (Mt 23:37.) A los líderes religiosos hipócritas los llamó “¡guías ciegos, que cuelan el mosquito pero engullen el camello!”. (Mt 23:24.) Por último, al referirse a personas cuyo comportamiento podría hacer tropezar a otros, dijo: “Más ventajoso le sería que le suspendieran del cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar”. (Lu 17:1, 2.)
Aunque las ilustraciones usadas por Jesús podían ser expresiones cortas, concisas, similares a los dichos proverbiales que se hallan en las Escrituras Hebreas, por lo general eran más largas, y a menudo se asemejaban a una historia por su carácter y duración. Jesús solía sacar sus ilustraciones de la creación misma, de costumbres de la vida cotidiana, de sucesos ocasionales o situaciones probables y de acontecimientos recientes que sus oyentes conocían bien.
Algunas de las ilustraciones importantes de Jesucristo. En los siguientes párrafos se hallará información útil concerniente al fondo histórico y al contexto de treinta de las ilustraciones que usó Jesucristo durante su ministerio terrestre y que registraron los escritores de los evangelios:
1) Los dos deudores (Lu 7:41-43). El propósito y la aplicación de la parábola de los dos deudores, uno de los cuales debía diez veces más que el otro, se hallan en el contexto: Lucas 7:36-40, 44-50.
Jesús dio esta ilustración debido a la actitud de su anfitrión —un hombre llamado Simón— hacia una mujer que había entrado y le había untado los pies con aceite perfumado. La presencia de la mujer, que no había sido invitada, no se consideró fuera de lo corriente, puesto que al parecer en algunas ocasiones personas que no habían sido invitadas podían entrar en la habitación durante una comida y sentarse junto a la pared, conversando desde allí con los que se reclinaban a la mesa en el centro de la habitación. Jesús hizo una aplicación conveniente de la situación de los dos deudores, señalando que Simón no había hecho que le lavaran los pies, no le había saludado con un beso y no le había untado la cabeza con aceite; estas eran cortesías que se acostumbraban a ofrecer a un huésped. Pero la mujer que tenía muchos pecados mostró más amor y hospitalidad a Jesús, a pesar del hecho de que no era su anfitriona. Luego le dijo a ella: “Tus pecados son perdonados”.
2) El sembrador (Mt 13:3-8; Mr 4:3-8; Lu 8:5-8). No hay ninguna clave en la ilustración para poder interpretarla, pero la explicación se expresa claramente en Mateo 13:18-23; Marcos 4:14-20 y Lucas 8:11-15. La atención se centra en las circunstancias que afectan la tierra, o corazón, y las influencias que pueden estorbar el crecimiento de la semilla, o palabra del Reino.
En aquellos días las semillas se sembraban de diferentes maneras. Era corriente que el sembrador llevase la semilla en una bolsa que colgaba del hombro y ataba a la cintura —otros la llevaban recogida en el faldón de su prenda exterior de vestir—, y la fuese arrojando a su paso. Se procuraba cubrir la semilla cuanto antes para evitar que los cuervos y las urracas se la comiesen, pero si el labrador se dejaba algún tramo de tierra sin arar o la semilla caía en tierra dura junto al camino, las aves se la comían. Los “pedregales” no eran porciones del suelo llenos de pedruscos, sino, como dice Lucas 8:6, una “masa rocosa” o lajas de roca en el subsuelo sobre las que había muy poca tierra. El sol chamuscaría en seguida las plantas que brotasen de las semillas que cayesen en esa tierra. El suelo lleno de espinos debió ser también terreno arado, pero no totalmente limpio de malas hierbas, de modo que estas crecieron y ahogaron la semilla que cayó en él. El fruto obtenido de la siembra de la semilla en la buena tierra —de a ciento, sesenta y treinta por uno— entra dentro de lo razonable. La siembra de semillas y la diversidad de suelos eran conceptos que conocían bien los que escuchaban a Jesús.
3) Mala hierba en medio del trigo (Mt 13:24-30). Jesús facilita la explicación, como se registra en Mateo 13:36-43, contrastando el “trigo”, o los “hijos del reino”, con la “mala hierba”, o los “hijos del inicuo”.
La acción de sobresembrar un campo con mala hierba era un gesto de enemistad no del todo desconocido en el Oriente Medio. Se cree que la “mala hierba” mencionada en la parábola es la cizaña (Lolium temulentum), cuyas propiedades venenosas tal vez se deban a un hongo que crece en la semilla. En sus fases de desarrollo y crecimiento se asemeja mucho al trigo, pero cuando madura es posible distinguirla con facilidad. Si se come, puede ocasionar mareos, y, en determinadas circunstancias, la muerte. Como las raíces de esta planta se entretejen con las del trigo, cualquier intento de arrancarla antes de la siega ocasionaría una pérdida importante de la cosecha del trigo.
4) El grano de mostaza (Mt 13:31, 32; Mr 4:30-32; Lu 13:18, 19). Se dice que el tema es “el reino de los cielos”. Como se desprende de otros pasajes, esta parábola puede referirse a algún aspecto relacionado con el Reino. En este caso, la parábola resalta dos ideas: en primer lugar, el sorprendente crecimiento en la cantidad de personas que han aceptado el mensaje del Reino; y en segundo lugar, la protección que estas reciben.
El grano de mostaza es diminuto, de modo que podía usarse para aludir a algo extremadamente pequeño. (Lu 17:6.) Algunas plantas de mostaza alcanzan una altura de 3 a 4,5 m. cuando están plenamente desarrolladas, y tienen ramas gruesas, por lo que se asemejan a “un árbol”, como dijo Jesús. De forma parecida, la congregación cristiana tuvo un comienzo modesto en el Pentecostés del año 33 E.C. Pero en el siglo I E.C. creció rápidamente y, en nuestros tiempos, las ramas del simbólico árbol de mostaza se han extendido mucho más allá de lo esperado. (Isa 60:22.)
5) La levadura (Mt 13:33). El tema es de nuevo “el reino de los cielos”. Las “tres grandes medidas” son tres sá·ta, es decir, tres seas, que equivalen a un total de aproximadamente 22 l. de harina. La cantidad de levadura sería pequeña en comparación, pero puede afectar a toda la masa. ¿Qué faceta del Reino se ilustra en esta parábola? Al igual que la levadura, el crecimiento espiritual relacionado con el Reino no siempre es visible a los ojos humanos, pero es constante y tiene lugar por toda la Tierra. Como la levadura en una gran cantidad de harina, la predicación, que da origen al crecimiento espiritual, se ha extendido hasta el punto de que hoy las buenas nuevas del Reino se predican “hasta la parte más distante de la tierra”. (Hch 1:8.)
6) El tesoro escondido (Mt 13:44). Jesús no la dirigió a las muchedumbres, sino a sus propios discípulos. (Mt 13:36.) Tal como se dice en el texto, el tema es “el reino de los cielos”, que causa gozo a quien lo encuentra, hace que realice cambios y ajustes en su vida y busque primero el Reino, dejando todo atrás para conseguirlo.
7) El comerciante buscador de perlas (Mt 13:45, 46). Jesús la dirigió a sus discípulos. Compara el Reino de los cielos a una perla excelente de tal valor, que un hombre vende todas sus posesiones para adquirirla.
Las perlas son gemas preciosas que se hallan en el interior de la concha de ciertos moluscos. No todas son de calidad “excelente”; algunas no son blancas traslúcidas, sino amarillas u oscuras, o de superficie ligeramente áspera. En el antiguo Oriente Medio eran muy preciadas, y complacían a su propietario. En la ilustración, el mercader que buscaba perlas tuvo la sagacidad de reconocer la excelencia de esta, estuvo dispuesto a hacer todo lo necesario y vender cuanto tenía, para adquirirla. (Compárese con Lu 14:33; Flp 3:8.)
8) La red barredera (Mt 13:47-50). Con esta ilustración Jesús representa la acción de separar o escoger a los que no son dignos del Reino de los cielos. El versículo 49 indica que su cumplimiento culmina “en la conclusión del sistema de cosas”.
Una red es un aparejo hecho con hilos o cuerdas trabados o anudados en forma de malla, que se sumerge en un cuerpo de agua y puede recoger toda clase de peces. La ilustración no podía ser más idónea para los discípulos de Jesús, algunos de los cuales habían sido pescadores. Sabían muy bien que la ley mosaica estipulaba que algunos peces, por no tener aletas y escamas, eran inmundos y no se podían comer. (Le 11:9-12; Dt 14:9, 10.)
9) El esclavo despiadado (Mt 18:23-35). La situación que llevó a que Jesús pronunciase la ilustración se expone en Mateo 18:21, 22, y la aplicación aparece en el versículo 35. Pone de relieve lo pequeñas que son las deudas de nuestros semejantes en comparación con lo que nosotros le debemos a Dios. La ilustración graba en nosotros, humanos pecadores a los que Dios perdona una deuda tan grande por medio del sacrificio de Cristo, la necesidad de ser misericordiosos con los pecados relativamente insignificantes que nuestro prójimo comete contra nosotros.
Un denario equivalía al jornal de un día de trabajo, por lo que cien denarios —la deuda menor— equivaldrían a una tercera parte del jornal de un año. Diez mil talentos de plata —la deuda mayor— equivalían a sesenta millones de denarios, una cantidad que costaría miles de años de vida recaudarla. Se puede apreciar la enormidad de lo que se debía al rey si se piensa que, según Josefo, los impuestos que pagaban en conjunto los territorios de Idumea, Judea y Samaria, así como otras ciudades, en su día ascendían a seiscientos talentos al año; Galilea y Perea pagaban doscientos. El propio Jesús expresa en el versículo 35 el principio que encierra la parábola: “Del mismo modo también tratará mi Padre celestial con ustedes si no perdonan de corazón cada uno a su hermano”.
10) El buen samaritano (Lu 10:30-37). El contexto, Lucas 10:25-29, muestra que la ilustración se dio en respuesta a la pregunta: “¿Quién, verdaderamente, es mi prójimo?”. La conclusión apropiada que puede sacarse de la ilustración se muestra en los versículos 36 y 37.
El camino de Jerusalén a Jericó pasaba a través de un terreno agreste y solitario, y era escenario de frecuentes robos. Era tan peligroso que con el tiempo se apostó allí una guarnición para proteger a los viajeros. La Jericó del primer siglo estaba a unos 21 Km. al ENE. de Jerusalén. Con el fin de identificar al “prójimo” al que la Ley mandaba que se manifestase amor, Jesús indicó cómo reaccionaron un sacerdote y un levita cuando vieron al hombre que había sido asaltado, golpeado y abandonado medio muerto en el camino. Los sacerdotes tenían la asignación de ofrecer los sacrificios en el templo de Jerusalén y los levitas los ayudaban. Los samaritanos aceptaban la Ley tal como estaba expresada en el Pentateuco, pero los judíos no los consideraban su prójimo, de hecho, no se trataban con ellos. (Jn 4:9.) Sentían un gran desprecio hacia los samaritanos (Jn 8:48), y algunos judíos los maldecían en público en sus sinagogas y diariamente le oraban a Dios que los samaritanos no fuesen partícipes de la vida eterna. El aceite y el vino, derramados sobre las heridas del hombre de la ilustración, se solían usar con propósitos curativos. Los dos denarios que el samaritano le dejó al mesonero para que cuidase del hombre eran aproximadamente el salario de dos días. (Mt 20:2.)
11) El amigo persistente (Lu 11:5-8). La ilustración fue parte de la respuesta que Jesús dio a sus discípulos cuando le pidieron que les enseñase a orar. (Lu 11:1-4.) Como se muestra en los versículos 9 y 10, la lección que debe extraerse no es que Dios se moleste por nuestras peticiones, sino que Él espera que sigamos pidiendo.
La hospitalidad es un deber con el que las personas de Oriente Medio cumplen de manera sobresaliente. Aun si el huésped llegaba inesperadamente a medianoche, quizás debido a lo imprevisible de los viajes en aquel entonces, su anfitrión se sentía impelido a darle de comer. Puesto que a menudo era difícil determinar con exactitud cuánto pan necesitaría cocer un amo de casa, solían prestárselo entre los vecinos. En este caso, el vecino ya se había acostado. Como algunos hogares, especialmente los de los pobres, tan solo consistían en una habitación grande, levantarse significaba tener que molestar a toda la familia, de ahí que el hombre estuviese remiso a atender la petición.
12) El hombre rico irrazonable (Lu 12:16-21). La ilustración fue parte de la respuesta de Jesús a un hombre que le pidió que mediase en una cuestión de herencia. Como se muestra en el versículo 15, la idea que se hace resaltar es que “hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee”. Compárese con lo que Jesús continuó diciendo a sus discípulos, empezando en el versículo 22.
La Ley prescribía que el hijo primogénito heredase dos partes del patrimonio. (Dt 21:17.) Parece ser que la disputa se había originado por no haber prestado atención a este precepto legal, de ahí que Jesús previniera contra el espíritu de codicia.
13) La higuera improductiva (Lu 13:6-9). Pronunciada a finales del año 32 E.C., tres años completos después del bautismo de Jesús. Se acababa de dar el informe acerca de que Pilato había matado a algunos galileos. Jesús también había citado el caso de la muerte de dieciocho personas sobre las que se había desplomado la torre de Siloam, y le dijo al pueblo que, a menos que se arrepintiesen, todos serían destruidos. (Lu 13:1-5.) Luego pronunció esta ilustración.
Era común plantar higueras y olivos en los viñedos, repartidos a cierta distancia entre sí, de manera que si un año los viñedos no producían suficiente, aun así hubiese algún ingreso. Los árboles nuevos que crecían de esquejes solían producir por lo menos unos cuantos higos a los dos o tres años. El paralelo entre los tres años que se mencionan en la ilustración y los tres años que Jesús había pasado en su ministerio parece ser significativo. Como artículo gravado con impuestos, representaba una carga, de modo que merecía ser cortado.
14) La gran cena (Lu 14:16-24). Los versículos 1 al 15 dan el marco; la ilustración se relató en una comida a un invitado que dijo: “Feliz es el que coma pan en el reino de Dios”.
Era costumbre notificar a los que previamente habían sido previamente invitados a una fiesta en qué momento estaría lista la comida. Los que pidieron que se les dispensara de esta gran cena prefirieron seguir tras otros intereses, que por lo general habrían parecido normales. Sin embargo, sus respuestas mostraron que no tenían un verdadero deseo de estar presentes y que tampoco tenían la consideración apropiada a su anfitrión. Aquellos a quienes se invitó después —pobres, lisiados, cojos, ciegos y otros a los que finalmente se hizo entrar— fueron personas que el mundo en general consideraba indignas. (Compárese con el vs. 13.)
15) La oveja perdida (Lu 15:3-7). Lucas 15:1, 2 muestra que Jesús puso la ilustración debido a que los fariseos y escribas murmuraban porque recibía a pecadores y recaudadores de impuestos. Mateo 18:12-14 registra una ilustración similar dada en una ocasión diferente.
A los recaudadores de impuestos, en particular los que eran judíos, se les odiaba debido a que trabajaban para el sistema tributario de los odiados romanos. Se les trataba con desprecio. Para los que escuchaban a Jesús era fácil relacionar la ilustración de la oveja perdida con sucesos cotidianos. Una oveja perdida está indefensa, y es el pastor el que la busca a fin de recobrarla. El gozo que se produce en el cielo por el pecador que se arrepiente contrasta notablemente con la murmuración de los escribas y fariseos al ver el interés de Jesús por tales personas.
16) La moneda de dracma perdida (Lu 15:8-10). El contexto se halla en Lucas 15:1, 2, y la ilustración sigue a la de la oveja perdida. El versículo 10 indica la aplicación.
Un dracma equivalía casi al sueldo de un día. Sin embargo, puede que esta moneda perdida haya tenido un valor especial, quizás como parte de una colección de diez, o tal vez por ser una herencia o parte de una sarta apreciada que se usaba como ornamento. Era necesario encender una lámpara para buscarla debido a que la abertura para la luz de la casa, si acaso había alguna, solía ser muy pequeña. Además, el barrer facilitaría la búsqueda debido a que por lo general el suelo era simplemente de barro.
17) El hijo pródigo (Lu 15:11-32). Los fariseos y escribas estaban murmurando porque Jesús recibía a los recaudadores de impuestos y pecadores y comía con ellos. Jesús contestó poniendo las ilustraciones de la oveja perdida y la moneda perdida, seguidas de la del hijo pródigo.
De acuerdo con la ley judía, la herencia del hijo más joven era la mitad de la del hermano mayor. (Dt 21:17.) Tal como el hijo más joven se había ido a un país lejano, así veían los judíos a los recaudadores de impuestos: como personas que les habían dejado para ponerse al servicio de Roma. Verse obligado a trabajar de porquerizo era degradante para un judío, puesto que estos animales eran inmundos según la Ley. (Le 11:7.) A su regreso a casa, el hijo más joven pidió que se le aceptase, no como hijo, sino como asalariado. Tal hombre no era ni siquiera parte de la hacienda, como era el caso de los esclavos, sino que era un forastero al que solo se le contrataba por un día. (Mt 20:1, 2, 8.) El padre pidió una vestidura para el hijo más joven, la mejor. No se trataba de una simple prenda de vestir, sino que es probable que fuera una vestidura bordada lujosamente, como la que se ofrecía a un huésped distinguido. El anillo y las sandalias posiblemente eran distintivos de dignidad propios de un hombre libre.
18) El mayordomo injusto (Lu 16:1-8). La lección que puede extraerse de la ilustración se declara en los versículos 9 al 13. Al mayordomo se le encomia, no por su injusticia, sino por su sabiduría práctica.
El mayordomo estaba al cargo de los asuntos de su amo; se trataba de una posición de gran confianza. (Gé 24:2; 39:4.) En la ilustración de Jesús, el que se despidiese al mayordomo significaba que iba a tener que dejar la casa y quedarse sin ningún medio de mantenimiento. El que rebajase las deudas a los deudores de su amo no le proporcionó dinero, pero su propósito era ganar amigos que pudieran favorecerle en el futuro. Cien medidas de bato de aceite equivalían a 2.200 l., y cien medidas de coro de trigo, a 22.000 l.
19) El hombre rico y Lázaro (Lu 16:19-31). El contexto, que se encuentra en Lucas 16:14, 15, muestra que los fariseos, amadores del dinero, estaban escuchando y hacían gestos de desprecio. Pero Jesús les dijo: “Ustedes son aquellos que se declaran a sí mismos justos delante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones; porque lo que entre los hombres es encumbrado, cosa repugnante es a la vista de Dios”.
El atavío de “púrpura y lino” que llevaba puesto el hombre rico era propio de príncipes, nobles y sacerdotes (Est 8:15; Gé 41:42; Éx 28:4, 5), y era muy costoso. El Hades, lugar al que fue el hombre rico, es el sepulcro común de la humanidad. Las palabras de Revelación 20:14 demuestran que el Hades mencionado en la parábola no podía ser un lugar de fuego ardiente, pues allí dice que la muerte y el Hades fueron arrojados al “lago de fuego”. Tanto la muerte del hombre rico como su estancia en el Hades tienen un sentido figurado, y así, en sentido figurado, es como se habla muchas veces de la muerte en las Escrituras. (Lu 9:60; Col 2:13; 1Ti 5:6.) Por consiguiente, el hombre rico experimentó tormento mientras se hallaba en una condición de muerte figurativa, porque de hecho estaba vivo en carne y hueso. El fuego se utiliza en la Palabra de Dios como símbolo de sus mensajes de juicio ardientes (Jer 5:14; 23:29), por lo que la obra de sus profetas al proclamar dichos juicios ‘atormentó’ a los opositores de Dios y de sus siervos. (Rev 11:7, 10.)
El nombre Lázaro es una forma helenizada de su correspondiente hebreo, Eleazar, que significa “Dios Ha Ayudado”. Al parecer, los perros que lamían sus úlceras eran perros que deambulaban por las callejuelas de la ciudad y a los que se consideraba inmundos. El que Lázaro estuviese en la posición del seno de Abrahán indicaba que se hallaba en una posición favorecida (compárese con Jn 1:18), pues esta figura metafórica se toma de la costumbre de reclinarse a la mesa para comer, de tal manera que la persona podía reclinarse y acomodarse en el seno de un amigo. (Jn 13:23-25.)
20) Esclavos que no sirven para nada (Lu 17:7-10). El versículo 10 muestra la lección que se obtiene de la ilustración.
Los esclavos que trabajaban en los campos de su amo con frecuencia también le servían la cena. No solo era normal que esperaran hasta que su amo hubiese comido antes de hacerlo ellos, sino que solían disputarse el honor de servirle. No se veía como una carga adicional, sino como un derecho de su amo.
21) La viuda y el juez (Lu 18:1-8). Tal como dice el versículo 1, la ilustración se puso “respecto a lo necesario que les era orar siempre y no desistir”. Los versículos 7 y 8 también muestran la aplicación. Esta ilustración, que subrayaba la importancia de la oración, fue particularmente apropiada en vista de lo que se menciona en los versículos 20 al 37 del capítulo anterior.
Parece ser que el juez no estaba relacionado con ningún tribunal judío. En el primer siglo había cuatro tribunales judíos. 1) El tribunal del pueblo, compuesto por tres hombres; 2) un tribunal compuesto por siete ancianos del pueblo; 3) los tribunales menores que había en Jerusalén, compuestos por 23 personas cada uno, que también estaban en las ciudades medianamente grandes de toda Palestina, y 4) el tribunal principal, el gran Sanedrín, que se componía de 71 miembros, con su sede en Jerusalén y con autoridad sobre toda la nación. (Véase TRIBUNAL JUDICIAL.) Pero el juez de la ilustración no encaja con el sistema judicial judío, en el que al menos oficiaban tres hombres en el tribunal; por lo tanto, debe corresponder con uno de los jueces o magistrados policiales nombrados por los romanos. Se dice con claridad que este juez ni temía a Dios ni le preocupaba la opinión pública. La ilustración no dice que Dios es como el juez injusto; más bien, contrasta a Dios con el juez. Si este finalmente hizo lo que era justo, ¡con cuánta más razón lo hará Dios! La persistencia de la viuda hizo que el juez injusto actuara; de la misma manera, los siervos de Dios deben persistir en la oración. Dios, que es justo, contestará su oración haciendo que se haga justicia.
22) El fariseo que se creía justo y el recaudador de impuestos arrepentido (Lu 18:9-14). El marco y el objetivo de la ilustración se hallan en los versículos 9 y 14, respectivamente.
Los que iban al templo a orar no entraban en el Santo ni en el Santísimo, pero podían entrar en los patios de alrededor. Los judíos que iban con este fin probablemente permanecían en el patio exterior, llamado atrio de las mujeres. Los fariseos eran orgullosos y se creían de sí mismos que eran justos, por lo que miraban a los demás con desprecio. (Jn 7:47, 49.) Ayunaban dos veces a la semana, aunque no lo exigía la ley mosaica. Se dice que escogían para ayunar los días que había mercado —cuando muchas personas estaban en la ciudad—, también cuando se efectuaban servicios especiales en las sinagogas y se reunía el Sanedrín local; así todos podrían ver su piedad. (Mt 6:16; compárese con 10:7, nota.) A los recaudadores de impuestos judíos se les permitía ir al templo, pero se les odiaba por estar al servicio de Roma.
23) Los trabajadores a los que se les pagó un denario (Mt 20:1-16). La ilustración es parte de la respuesta de Jesús a la pregunta de Pedro registrada en Mateo 19:27: “¡Mira! Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido; ¿qué habrá para nosotros, realmente?”. Nótese también Mt 19:30 y 20:16.
La época de la vendimia es un período de gran inquietud para los propietarios de viñedos. A algunos obreros se les contrataba para todo el tiempo que duraba la cosecha; otros eran contratados dependiendo de la necesidad. El que se pagara el jornal al final del día estaba en armonía con la ley mosaica; era una necesidad para los trabajadores pobres. (Le 19:13; Dt 24:14, 15.) El denario, lo que se pagaba por el trabajo de un día, era una moneda romana de plata cuyo valor actual sería de unos 0,74 centavos (E.U.A.). En el siglo I E.C., los judíos dividían el día desde la salida hasta la puesta del Sol en doce partes iguales; por lo tanto, la hora tercera sería aproximadamente desde las 8 hasta las 9 de la mañana; la hora sexta, desde las 11 hasta el mediodía; la hora nona, desde las 14 a las 15 horas, y la hora undécima, desde las 16 hasta las 17 horas.
24) Las minas (Lu 19:11-27). Pronunciada camino de Jerusalén, adonde Jesús se dirigía por última vez, en el año 33 E.C. (Lu 19:1, 28.) Como se dice en el versículo 11, se pronunció la ilustración porque “ellos se imaginaban que el reino de Dios iba a exhibirse instantáneamente”.
En el Imperio romano era corriente que una persona de nacimiento noble viajase a Roma en busca de poder real. Arquelao, el hijo de Herodes el Grande, viajó a Roma con este propósito, pero los judíos enviaron 50 embajadores a la corte de Augusto con cargos contra él para frustrar su solicitud de poder. La mina de plata que inicialmente se entregó a cada esclavo —cuyo valor actual se cifra en 65,40 dólares (E.U.A.)— equivalía en aquel entonces al sueldo de ochenta y ocho días.
25) Los dos hijos (Mt 21:28-31). Esta ilustración, que se pronunció en el templo de Jerusalén, formaba parte de la respuesta de Jesús a las preguntas del versículo 23: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad?”. Tras darles respuesta, Jesús se valió de algunas ilustraciones para mostrar a los caudillos religiosos qué clase de personas eran realmente.
Jesús da la aplicación de su ilustración en los versículos 31 y 32. Muestra que a los principales sacerdotes y a los ancianos de influencia a los que estaba hablando se les podía comparar al segundo hijo, pues profesaban servir a Dios, pero en realidad no lo hacían. Por otra parte, los recaudadores de impuestos y las rameras que creyeron a Juan el Bautista fueron como el primer hijo; al principio rehusaron tajantemente servir a Dios, pero más tarde les pesó y cambiaron su derrotero.
26) Los cultivadores homicidas (Mt 21:33-44; Mr 12:1-11; Lu 20:9-18). Pronunciada en el templo de Jerusalén solo tres días antes de que se diera muerte a Jesús. También pronunció esta ilustración en respuesta a la pregunta sobre quién le había dado autoridad. (Mr 11:27-33.) Los evangelios dicen que cuando Jesús terminó la ilustración, los líderes religiosos se dieron cuenta de que estaba hablando de ellos. (Mt 21:45; Mr 12:12; Lu 20:19.)
La cerca de la viña tal vez fuese de piedra (Pr 24:30, 31) o quizás un seto de arbustos. (Isa 5:5.) El depósito para el vino se solía excavar en la roca y constaba de dos niveles, de modo que el mosto fluía del superior al inferior. La torre era un lugar de vigilancia para el guarda de la viña, que tenía que protegerla de ladrones y animales. En algunos casos los cultivadores contratados recibían cierta porción de los frutos, y en otros pagaban un alquiler en dinero o concordaban en dar al dueño una cantidad determinada del producto, como parece ser el caso de la ilustración. Al dar muerte al hijo, el heredero, quizás pensaran en apropiarse de la viña, puesto que el que la plantó se hallaba fuera del país. En Isaías 5:1-7 se dice que la “viña de Jehová” es “la casa de Israel”. Como lo muestran los escritores de los evangelios, Jesús citó el Salmo 118:22, 23 como una clave para entender la ilustración.
27) El banquete de bodas del hijo del rey (Mt 22:1-14). Como indica el versículo 1, esta ilustración es una continuación de lo antedicho, y forma parte de la respuesta de Jesús a la pregunta acerca de la autoridad con qué efectuaba su obra. (Mt 21:23-27.) Para su aplicación, nótense los versículos 2 y 14.
Unos meses antes, Jesús había puesto una ilustración parecida: una gran cena a la que se había invitado a muchas personas, pero estas declinaron la invitación alegando diversas ocupaciones, y así menospreciaron al anfitrión. (Lu 14:16-24.) En esta ocasión, unos tres días antes de su muerte, Jesús no solo se refiere al desinterés de los invitados por acudir, sino al espíritu asesino de algunos de ellos. El haber matado a los representantes del rey equivalía a rebelión, por lo que los ejércitos del rey dieron muerte a los asesinos y quemaron su ciudad. Tratándose de una boda real, era de esperar que el anfitrión proporcionase a los invitados una prenda de vestir especial para una ocasión tan señalada. En tal caso, si alguno de los invitados no la llevaba puesta, indicaría que se la había rechazado al rey cuando este se la ofreció.
28) Las diez vírgenes (Mt 25:1-13). Esta ilustración concerniente al “reino de los cielos” forma parte de la respuesta de Jesús a la pregunta de sus discípulos registrada en Mateo 24:3. El propósito de la ilustración se muestra claramente en Mateo 25:13.
En aquellos días, una costumbre muy señalada en las ceremonias de boda era el recorrido solemne que hacía la novia desde la casa de su padre hasta la del novio o la del padre del novio. El novio, vestido con sus mejores galas y acompañado de sus amigos, salía de su casa al atardecer en dirección a la casa de los padres de la novia. Desde allí se encaminaba hacia la que sería su casa, acompañado de músicos, cantores y, por lo general, de personas que portaban lámparas. A lo largo del recorrido, el cortejo nupcial despertaba gran interés en la gente y algunos hasta se sumaban al grupo, en particular las jóvenes vírgenes, que solían llevar lámparas de aceite. (Jer 7:34; 16:9; Isa 62:5.) Como no había prisas, el cortejo podía entretenerse hasta muy tarde, de modo que quienes estuviesen esperando a su paso se quedasen dormidos. Los cantos y la alegría del grupo se podía escuchar a una buena distancia, y quienes oían la algarabía solían gritar: “¡Aquí está el novio!”. Una vez que el novio y su séquito entraban en la casa y cerraban la puerta, era demasiado tarde para cualquier invitado que se hubiese retrasado. El aceite de las lámparas que se llevaban durante el recorrido tenía que reponerse con cierta frecuencia.
29) Los talentos (Mt 25:14-30). Jesús pronunció esta ilustración acerca de un hombre que estaba a punto de viajar al extranjero ante cuatro de sus discípulos solo tres días antes de su muerte; no mucho después ascendió a los cielos. También forma parte de la respuesta de Jesús a la pregunta registrada en Mateo 24:3. (Mr 13:3, 4.)
A diferencia de la ilustración de las minas, en la que a cada esclavo solo se le dio una mina, aquí los talentos se dan “a cada uno según su propia habilidad”. (Lu 19:11-27.) El talento de plata al que parece hacer referencia la ilustración equivalía a lo que un trabajador de aquellos días podía ganar en unos veinte años. Todos los esclavos debían interesarse en la hacienda de su amo y negociar de modo diligente y sabio con los bienes del amo puestos a su cuidado. Si no deseaban aumentar ellos mismos los bienes del amo, debían entregar el dinero a los banqueros para que no fuese completamente improductivo y al menos generase intereses. Pero el esclavo inicuo e indolente ocultó en la tierra el talento que se le encargó, obrando así en contra de los intereses de su amo.
30) Las ovejas y las cabras (Mt 25:31-46). Como se dice en los versículos 31, 32, 41 y 46, lo que se ilustra aquí es la separación y el juicio de las personas de las naciones cuando el Hijo del hombre llega en su gloria. Esta ilustración es parte de la respuesta de Jesús a la pregunta de sus discípulos concerniente a la ‘señal de su presencia y de la conclusión del sistema de cosas’. (Mt 24:3.)
En el Oriente Medio, las ovejas y las cabras solían pacer juntas, y al pastor no le suponía ninguna dificultad separar unas de otras. En las referencias de Jesús a las cabras no hay ninguna intención peyorativa respecto al animal. (En el día anual de expiación se derramaba la sangre de una cabra por los pecados de Israel.) Por consiguiente, se alude a las cabras para representar a una determinada clase de personas, así como las ovejas representan a otra. La “derecha”, donde se coloca a las “ovejas”, es un lugar de honor. (Hch 2:33; Ef 1:19, 20.) La “izquierda”, donde se coloca a las “cabras”, representa un lugar de deshonra. (Compárese con Ec 10:2.) Nótese que las “ovejas”, colocadas a la derecha del entronizado Hijo del hombre, no son los “hermanos” de Jesucristo, pues se dice que las “ovejas” los tratan con bondad. (Mt 25:34-40; Heb 2:11, 12.)
El libro de Revelación. El libro de Revelación concluye las Sagradas Escrituras con una de las más sobresalientes secuencias de ilustraciones de toda la Biblia. Tal como señala el propio escritor, Juan, la Revelación le fue presentada “en señales”. (Rev 1:1.) Por lo tanto, verdaderamente puede decirse que desde el principio hasta el final la Biblia es sobresaliente por su uso de ilustraciones pertinentes.
Ilustraciones de los discípulos de Cristo. Además de registrar las ilustraciones de Jesucristo, los escritores bíblicos cristianos también hicieron buen uso de ellas. Lucas registra en el libro de Hechos las excelentes ilustraciones que utilizó el apóstol Pablo cuando habló a los gentiles en Atenas. Pablo hizo referencia a los objetos de devoción con los que ellos estaban familiarizados y a los escritos de sus propios poetas. (Hch 17:22-31.) Como se observa al leer la carta a los Hebreos, el mismo apóstol (a quien generalmente se atribuye esta carta) empleó muchas ilustraciones extraídas de la historia de la relación de Dios con Israel. En su carta a los Corintios, que estaban familiarizados con los deportes griegos, comparó el derrotero del cristiano a una carrera. (1Co 9:24-27.) Es sobresaliente la ilustración del olivo, con su advertencia en contra de la complacencia y su admonición para que los cristianos efectúen el servicio sagrado a Dios con su facultad de raciocinio. (Ro 11:13-32; 12:1, 2.)
Santiago, el medio hermano de Jesús, entretejió hábilmente en su carta circunstancias comunes de la vida diaria al referirse a un hombre que se mira en un espejo, al freno de un caballo, al timón de un barco, etc., a fin de transmitir con claridad verdades espirituales. (Snt 1:23, 24; 3:3, 4.) Pedro y Judas recurrieron a menudo a escritos inspirados anteriores para citar incidentes con los que ilustrar el mensaje que el espíritu les movió a comunicar. Todas estas excelentes ilustraciones, dirigidas por el espíritu de Dios, cumplieron el propósito de hacer de la Palabra de Dios, la Biblia, un libro vivo.