La vida y el ministerio de Jesús
No pueden entrampar a Jesús
JESÚS ha estado enseñando en el templo y acaba de dirigir a sus enemigos religiosos tres ilustraciones que muestran lo inicuos que son. Los fariseos se encolerizan y entran en consejo para entramparlo, para hacerle decir algo por lo cual se le pueda arrestar. Se juntan para tramar y envían discípulos suyos, junto con partidarios de Herodes, para ver si lo pescan en algo.
Aquellos hombres dicen: “Maestro, sabemos que eres veraz y enseñas el camino de Dios en verdad, y no te importa nadie, porque no miras la apariencia exterior de los hombres. Dinos, por lo tanto: ¿Qué te parece? ¿Es lícito pagar la capitación a César, o no?”.
Los halagos de aquellos hombres no engañan a Jesús. Él sabe que si dice: ‘No, no es lícito ni correcto pagar esta capitación’, será culpable de sedición contra Roma. Sin embargo, si dice: ‘Sí, uno debe pagar esta capitación’, entonces los judíos, quienes desdeñan el dominio de Roma sobre ellos, lo odiarán. Por eso contesta: “¿Por qué me ponen a prueba, hipócritas? Muéstrenme la moneda de la capitación”.
Cuando se la traen, pregunta: “¿De quién es esta imagen e inscripción?”.
“De César”, responden.
“Por lo tanto, paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios.”
Pues bien, cuando aquellos hombres oyen la respuesta magistral de Jesús, se maravillan. Y se van y lo dejan tranquilo.
Al ver que los fariseos no pueden acusar de nada a Jesús, los saduceos, que dicen que no hay resurrección, se acercan y le preguntan: “Maestro, Moisés dijo: ‘Si alguien muere sin tener hijos, su hermano tiene que tomar a su esposa en matrimonio y levantar prole a su hermano’. Pues había con nosotros siete hermanos; y el primero se casó y falleció, y, no teniendo prole, dejó su esposa a su hermano. Les pasó lo mismo también al segundo y al tercero, hasta el último de los siete. Con posterioridad a todos, murió la mujer. Por consiguiente, en la resurrección, ¿de cuál de los siete será ella esposa? Porque todos la tuvieron”.
En respuesta, Jesús dice: “¿No es por esto por lo que están equivocados, por no conocer ni las Escrituras ni el poder de Dios? Porque cuando se levantan de entre los muertos, ni se casan los hombres ni se dan en matrimonio las mujeres, sino que son como los ángeles en los cielos. Mas concerniente a los muertos, de que son levantados, ¿no leyeron en el libro de Moisés, en el relato acerca de la zarza, cómo Dios le dijo: ‘Yo soy el Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob’? Él no es Dios de muertos, sino de vivos. Ustedes están muy equivocados”.
Las muchedumbres de nuevo quedan atónitas con la respuesta de Jesús. Hasta algunos escribas reconocen: “Maestro, hablaste bien”.
Cuando los fariseos ven que Jesús ha acallado a los saduceos, vienen a él en grupo. Para someterlo a otra prueba, uno de ellos pregunta: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?”.
Jesús contesta: “El primero es: ‘Oye, oh Israel, Jehová nuestro Dios es un solo Jehová, y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es este: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’. No hay otro mandamiento mayor que estos”. De hecho, Jesús añade: “De estos dos mandamientos pende toda la Ley, y los Profetas”.
Uno de los escribas concuerda: “Maestro, bien dijiste de acuerdo con la verdad: ‘Uno Solo es Él, y no hay otro fuera de Él’; y esto de amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y esto de amar al prójimo como a uno mismo, vale mucho más que todos los holocaustos y sacrificios”.
Al discernir que el escriba ha contestado inteligentemente, Jesús le dice: “No estás lejos del reino de Dios”.
Jesús ha estado enseñando en el templo por tres días (domingo, lunes y martes). La gente lo ha escuchado con gusto; no obstante, los líderes religiosos, frustrados, quieren matarlo. (Mateo 22:15-40; Marcos 12:13-34; Lucas 20:20-40.)
◆ ¿Qué traman los fariseos para entrampar a Jesús, y qué sucedería si él contestara sí o no a la pregunta que le hacen?
◆ ¿Cómo frustra Jesús también los esfuerzos de los saduceos por entramparlo?
◆ ¿A qué otra prueba someten a Jesús los fariseos, y con qué resultado?
◆ Durante su ministerio final en Jerusalén, ¿por cuántos días enseña Jesús en el templo, y con qué efecto?