Preguntas de los lectores
◼ ¿Deberíamos concluir por lo que dicen Mateo 7:13, 14 y Lucas 13:24 que aun durante la resurrección la mayoría de los humanos rechazarán la adoración verdadera?
No; esos versículos no apoyan esa conclusión. Más bien, se relacionan particularmente con alcanzar vida en el Reino celestial.
Las palabras de Jesús en Mateo 7:13, 14 forman parte del Sermón del Monte. Dijo: “Entren por la puerta angosta; porque ancho y espacioso es el camino que conduce a la destrucción, y muchos son los que entran por él; mientras que angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la vida, y pocos son los que la hallan”.
Mucho de lo que dijo Jesús en aquella ocasión se relacionaba especialmente con el Reino celestial. Por ejemplo, comenzó con las palabras: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos”. Dijo que los de corazón puro ‘verían a Dios’ y que “el reino de los cielos” pertenece a los que son “perseguidos por causa de la justicia”. (Mateo 5:3, 8, 10.) Posteriormente, en el mismo discurso, Jesús habló del camino ancho que conduce a la destrucción y del camino estrecho que conduce a la vida. En parte, añadió: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. (Mateo 7:13, 14, 21.)
El significado de Lucas 13:24 es parecido, como lo indica el contexto. Jesús dio dos ilustraciones sobre “el reino de Dios”. Después alguien le preguntó: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?”. Jesús contestó: “Esfuércense vigorosamente por entrar por la puerta angosta, porque muchos, les digo, tratarán de entrar, pero no podrán”. La palabra “muchos” se refiere a los que pedían que se les dejara entrar después que la puerta se había cerrado y asegurado con cerradura. Estos eran “obradores de lo injusto” y no calificaban para unirse a “Abrahán y a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios”. Los “muchos” habían creído que serían primeros “en el reino de Dios”, pero en realidad serían últimos, lo cual evidentemente significaba que de ninguna manera estarían en él. (Lucas 13:18-30.)
El contexto muestra que Jesús hablaba sobre entrar en el Reino celestial de Dios. Los líderes judíos de aquel entonces habían disfrutado por mucho tiempo de una posición privilegiada por tener la Palabra de Dios a la mano. Creían que eran ricos en sentido espiritual y justos a la vista de Dios, en comparación con la gente común, a la cual tenían en poca estima. (Juan 9:24-34.) Sin embargo, Jesús dijo que los recaudadores de impuestos y las rameras que aceptaban su mensaje y se arrepentían podían recibir la aprobación de Dios. (Compárese con Mateo 21:23-32; Lucas 16:14-31.)
Los de la gente común que se hicieron discípulos de Jesús estaban encaminados a aceptación como hijos espirituales cuando empezó la llamada celestial en el Pentecostés de 33 E.C. (Hebreos 10:19, 20.) Aunque grandes multitudes oyeron a Jesús, los que lo aceptaron y más tarde alcanzaron la esperanza celestial fueron pocos. Pero al rebaño pequeño de humanos engendrados por espíritu que recibiría aquella recompensa se le podía comparar con Jacob reclinado a la mesa en el cielo con Jehová (el Abrahán Mayor) y su Hijo (representado por Isaac). Aquello ciertamente hacía que valiera la pena esforzarse vigorosamente, pero la mayoría de los que oyeron a Jesús no hicieron tal esfuerzo.
Por consiguiente, por el contexto de ambos casos podemos ver que los comentarios de Jesús (sobre unos pocos que estaban en el camino estrecho que conduce a la vida y que se salvaban) se referían principalmente a recibir la aprobación de Dios cuando Él diera la esperanza de vida celestial. Relativamente pocos de los que oyeron el mensaje de la verdad y se enteraron de lo que se requería respondieron de modo favorable y resultaron fieles. (Mateo 22:14; 24:13; Juan 6:60-66.)
Es interesante notar que aun hoy día, cuando la Biblia completa es asequible y vemos el cumplimiento de un gran número de profecías divinas acerca de los últimos días, comparativamente pocos responden de modo favorable al mensaje cristiano y perseveran en servir a Jehová. Esto concuerda con la ilustración de Jesús sobre diferentes tipos de tierra. Él dijo que algunos oirían “la palabra del reino”, pero Satanás arrebataría lo que se sembrara. Otros aceptarían la palabra con gozo, pero con el tiempo no seguirían adelante debido a tribulación o persecución. Otros se harían infructíferos por “la inquietud de este sistema de cosas y el poder engañoso de las riquezas”. (Mateo 13:18-23.)
Podemos estar seguros de que la situación será muy diferente cuando millones y millones de personas sean resucitadas durante el Día del Juicio. En ese tiempo Satanás no estará libre para arrebatar las semillas de la verdad que se siembren en el corazón de esas personas. Ellas no tendrán que hacer frente a la persecución ni a las inquietudes del sistema inicuo actual. Recibirán instrucción en un ambiente justo, rodeadas de la obra milagrosa de Dios, que incluirá la resurrección de los muertos y la curación de las naciones. Claro, algunas no responderán favorablemente ni siquiera entonces. (Compárese con Juan 11:45-53.) Pero hay buena razón para pensar que la mayoría de ellas captarán el sentido de la palabra, responderán favorablemente a ella y se salvarán.