Hizo realidad su mayor deseo
¿ES SU mayor deseo ver el Reino Mesiánico gobernar sobre toda la Tierra? En ese caso, usted anhela las prometidas bendiciones de que se disfrutarán en la Tierra bajo ese Reino celestial y ora por ellas. Tenga paciencia, pues “la cosa deseada es árbol de vida cuando sí viene”. (Proverbios 13:12; Santiago 5:7, 8.)
Hace casi dos mil años vivió en Jerusalén un hombre “justo y reverente” de nombre Simeón. Él tenía fe en las profecías mesiánicas, y con paciencia “esperaba la consolación de Israel”. (Lucas 2:25.)
Las profecías mesiánicas dan esperanza
Jehová dio la primera profecía mesiánica, gracias a la cual la humanidad pecaminosa y moribunda podía tener esperanza. Dios predijo la venida de la Descendencia de su “mujer”, u organización universal. (Génesis 3:15.)
Se identificó a esta Descendencia como la prole de Abrahán, y Jacob predijo su venida. (Génesis 22:17, 18; 49:10.) En los salmos se alaba el esplendor del Reino del Mesías. (Salmo 72:1-20.) Isaías anunció que la Descendencia nacería de una virgen, y Miqueas profetizó que el nacimiento tendría lugar en Belén. (Isaías 7:14; Miqueas 5:2.) Estas son solo algunas de las muchas profecías mesiánicas.
Y el Mesías sigue sin aparecer
Reflexione en el pasado, e imagínese que se acerca el siglo I E.C. Han pasado cuatro mil años desde que Dios dio la primera profecía mesiánica. Los judíos han experimentado la destrucción del templo de Jehová, la desolación de su tierra natal, setenta años de exilio en Babilonia y otros quinientos años de sujeción a gobernantes gentiles. Y el Mesías sigue sin aparecer.
¡Cuánto ansiaban los judíos piadosos la venida del Mesías! De él provendrían bendiciones para los judíos y para todas las naciones.
Un hombre reverente
Uno de los judíos reverentes que anhelan la venida del Mesías y piden que venga es Simeón, un fiel siervo de Jehová de edad avanzada que vive en la capital de Judea. A él le ha ocurrido algo especial.
Dios ha colocado su espíritu santo sobre Simeón y lo ha recompensado con una revelación. No morirá sin ver al que será el Mesías. Pero pasan los días y los meses. Simeón está envejeciendo y no espera vivir mucho más. ¿Se cumplirá la promesa que le hizo Dios?
Un día (en 2 a.E.C.), un matrimonio joven procedente de Belén se presenta en el templo con un bebé. El espíritu santo le revela a Simeón que este es el día tan esperado. Se dirige al templo, donde verá a Aquel de quien escribieron los profetas. Camina tan deprisa como le permite su envejecido cuerpo y allí ve a José, a María y al niño.
¡Con cuánto gozo toma Simeón al niño Jesús en sus brazos! Este será el Mesías prometido, el “Cristo de Jehová”. Debido a su edad tan avanzada, Simeón no espera ver a Jesús cumplir con su misión en la Tierra. Sin embargo, es maravilloso poder verlo como un niño. Comienzan a cumplirse las profecías mesiánicas. ¡Qué feliz está Simeón! Ahora puede dormirse en la muerte hasta el día de la resurrección. (Lucas 2:25-28.)
Las palabras proféticas de Simeón
Cuando Simeón alza la voz para alabar a Jehová, se le puede oír que dice: “Ahora, Señor Soberano, estás dejando que tu esclavo vaya libre en paz, según tu declaración; porque mis ojos han visto tu medio de salvar que has alistado a la vista de todos los pueblos, una luz para remover de las naciones el velo, y una gloria de tu pueblo Israel”. José, el padre adoptivo de Jesús, y su madre, María, se admiran de esas palabras. (Lucas 2:29-33.)
El semblante de Simeón resplandece mientras bendice a José y a María, deseándoles, desde luego, la bendición de Jehová para que cumplan sus responsabilidades con respecto al niño. Luego, el rostro de este hombre de edad avanzada se pone serio. Se dirige a María y añade: “¡Mira! Este es puesto para la caída y el volver a levantarse de muchos en Israel, y para señal contra la cual se hable (sí, a ti misma una espada larga te atravesará el alma), para que los razonamientos de muchos corazones sean descubiertos”. (Lucas 2:34, 35.)
Las palabras de Simeón a María
Imagínese cómo debe haberse sentido María. ¿Qué quiso decirle Simeón? Algunos aceptarían al Cristo y serían levantados de su condición de caídos. En cambio, otros lo rechazarían, tropezarían por causa de él y caerían. Como se predijo, Jesús resultó ser una piedra de tropiezo para muchos judíos. (Isaías 8:14; 28:16.) Las palabras de Simeón no significan que habría israelitas que primero caerían en la incredulidad y luego se levantarían de esa condición al aceptar a Jesús. Más bien, la reacción de la gente ante él variaría, poniendo al descubierto el razonamiento de muchos corazones y resultando en la sentencia de Dios sobre ellos, fuera para bien o para mal. Para los incrédulos él sería como una señal, u objeto de desprecio. Otras personas, por poner fe en él, serían levantadas de un estado de muerte debido a sus faltas y errores, y disfrutarían de una posición justa ante Dios. La manera de reaccionar ante el Mesías demostraría lo que había en sus corazones.
¿Qué se puede decir de las palabras de Simeón: “A ti misma una espada larga te atravesará el alma”? No hay ninguna indicación bíblica de que a María le ocurriera literalmente tal cosa. Sin embargo, le causaría mucha angustia el que la mayoría de la gente rechazara a Jesús. Y ¡cuánto debió dolerle ver a Jesús clavado en el madero! Era como si la atravesaran con una espada.
Simeón hace aplicación de las profecías mesiánicas
El espíritu de Dios impulsó a Simeón a hacer aplicación de las profecías mesiánicas a Jesús. Podía morir en paz, o tranquilidad, ‘porque sus ojos habían visto el medio de Dios para salvar que había alistado a la vista de todos los pueblos, una luz para remover de las naciones el velo, y una gloria de su pueblo Israel’. (Lucas 2:30-32.) ¡Qué bien cuadraba esto con las palabras proféticas de Isaías!
Este profeta predijo: “La gloria de Jehová ciertamente será revelada, y toda carne tendrá que verla juntamente”. “Yo [Jehová] también te he dado [el Mesías] por luz a las naciones, para que mi salvación llegue hasta la extremidad de la tierra.” (Isaías 40:5; 42:6; 49:6; 52:10.) Desde entonces, las Escrituras Griegas Cristianas y los hechos han confirmado que el Mesías, Jesucristo, es la verdadera luz de las naciones, Aquel que ha de remover el velo de oscuridad espiritual y traer salvación al pueblo.
La Palabra de Dios no dice nada más sobre el anciano Simeón. Lo más seguro es que murió antes de que Cristo abriera el camino a la vida celestial. Por eso, dentro de poco, Simeón será resucitado para vivir en la Tierra. ¡Qué feliz estará él —y usted también— en el nuevo mundo bajo la dirección del Reino Mesiánico de Dios!