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“Los amó hasta el final”“Ven y sé mi seguidor”
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9 Y el día de su muerte, Jesús demostró de forma conmovedora su interés por el bienestar espiritual de los suyos. Imagínese la escena. Jesús estaba clavado en el madero con un dolor muy muy intenso. Para tomar aire, quizá tuviera que empujarse hacia arriba con los pies. Eso le provocaría un dolor terrible, pues el peso del cuerpo le desgarraba las heridas de los pies —que estaban clavados—, y su espalda destrozada por los latigazos rozaba con el poste. Tan solo hablar, algo que exige controlar la respiración, debía resultarle muy difícil y doloroso. Aun así, justo antes de morir pronunció unas palabras que muestran el gran amor que sentía por su madre, María. Al verla junto al apóstol Juan, le dijo con voz suficientemente fuerte como para que lo oyeran: “¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!”. Luego le dijo a Juan: “¡Ahí tienes a tu madre!” (Juan 19:26, 27). Jesús sabía que el fiel apóstol cuidaría del bienestar tanto físico como espiritual de María.b
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