¿Quiénes nacen de nuevo?
¿VAN todos los buenos al cielo? Aunque esa es una creencia muy difundida, Jesucristo no concordó con ella. Él dijo lo siguiente a Nicodemo, gobernante judío que, amparado por la noche, fue a verle en secreto: “Ningún hombre ha ascendido al cielo”. (Juan 3:13.)
Ahora bien, Jesús le explicó a Nicodemo que llegaría el tiempo en que algunos tendrían la oportunidad de entrar en el Reino de los cielos, pero respecto a estos dijo: “A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de la carne, carne es, y lo que ha nacido del espíritu, espíritu es. No te maravilles a causa de que te dije: Ustedes tienen que nacer otra vez”. Nicodemo, no obstante, se preguntó cómo podía alguien nacer de nuevo. (Juan 3:1-9.)
Puede que usted también se pregunte qué quiso decir Jesús. ¿Acaso aludía a las conversiones súbitas de muchos que creen haberse llenado del espíritu santo de Dios?
Las emociones y la mente
Hay quien afirma que lo que determina si una persona ha nacido de nuevo es sentir la fuerza del espíritu. Sin embargo, el corazón y la mente pueden engañarnos, sobre todo cuando una emoción intensa influye en ellos. (Jeremías 17:9.)
William Sargant, que estudia el efecto que tienen las emociones en la mente, cita la necesidad de “guardarnos de las creencias admitidas en un estado de excitación emocional en el que el cerebro pueda traicionarnos”. Sargant da como ejemplo el efecto de las campañas para el despertar religioso y las amenazas de condenarse al infierno. Si la única alternativa es padecer tormentos eternos, ¿quién no va a querer nacer de nuevo para ir al cielo? Sargant explica que bajo tal tensión emocional “la razón pierde las riendas, se inhabilita el funcionamiento normal de la computadora cerebral y se admiten nuevas ideas y creencias sin someterlas al juicio crítico” (The Mind Possessed [La mente poseída]).
Por ello, ¿cómo se puede saber si se ha aceptado una creencia relativa a nacer de nuevo ‘sin someterla al juicio crítico’? Lo más prudente es aceptar todo lo que los escritores bíblicos registraron por impulso del espíritu santo de Dios como nuestra guía. A los cristianos se les insta a adorar a Dios “con su facultad de raciocinio”, de modo que deben asegurarse de que sus creencias sean ciertas. (Romanos 12:1, 2; 1 Tesalonicenses 5:21.)
Nacer de nuevo es el comienzo de uno de los más grandiosos privilegios que jamás se han brindado al hombre. Tiene que ver con un hecho de suma importancia en la realización del propósito divino. Ahora bien, surgen preguntas como estas: ¿Quiénes nacen de nuevo? ¿Cómo ocurre el nacimiento? ¿Qué perspectivas tienen estas personas? ¿Solo se salvarán ellas?
[Ilustración en la página 3]
Nicodemo se preguntó cómo podía alguien nacer de nuevo