Jesús: la clave para tener una vida con sentido
¿REALMENTE tuvo Jesús una vida con sentido? Como bien sabemos, Jesús creció en un ambiente humilde y tuvo pocas pertenencias a lo largo de su vida; de hecho, ni siquiera tenía “donde recostar la cabeza” (Lucas 9:57, 58). Además, sus enemigos lo odiaron, lo difamaron y al final lo mataron.
“Eso no es lo que yo llamaría una vida con sentido”, quizás diga alguien. Bueno, hay otros aspectos de la vida de Jesús que también nos conviene examinar. Veamos cuatro de ellos.
1. JESÚS TENÍA UN PROPÓSITO EN LA VIDA: HACER LA VOLUNTAD DE DIOS.
“Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió.” (Juan 4:34.)
Jesús procuró cumplir la voluntad de su Padre celestial, Jehová, tanto de palabra como de obra.a Según lo indica este pasaje, hacerlo le producía una gran satisfacción, como si de alimento se tratara. Es interesante notar en qué circunstancias puso esta comparación.
Era mediodía cuando Jesús pronunció esas palabras (Juan 4:6). Había estado caminando toda la mañana por la región montañosa de Samaria y seguramente tenía hambre. De hecho, sus discípulos le habían insistido: “Rabí, come” (Juan 4:31). Con su comparación, Jesús indicó que cumplir la misión que Dios le había confiado era algo que lo nutría y fortalecía. ¿No le parece que la vida de Jesús tenía propósito?
2. JESÚS AMABA A SU PADRE CON TODO EL CORAZÓN.
“Yo amo al Padre.” (Juan 14:31.)
Jesús tenía una relación muy íntima con su Padre cuando estaba en el cielo. El profundo amor que sentía por él hizo que diera a conocer su nombre, sus propósitos y sus cualidades. Jesús reflejó a la perfección la imagen de Dios por medio de sus palabras, hechos y actitudes. De hecho, podemos decir que es el vivo retrato de su Padre. Por esa razón, cuando Felipe le pidió: “Muéstranos al Padre”, Jesús le respondió: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también” (Juan 14:8, 9).
Jesús amaba tanto a su Padre que estuvo dispuesto a obedecerlo hasta la muerte (Filipenses 2:7, 8; 1 Juan 5:3). Ese amor llenó su vida de significado.
3. JESÚS AMABA A LA GENTE.
“Nadie tiene mayor amor que este: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos.” (Juan 15:13.)
Como todos somos pecadores, nuestro futuro no es muy alentador. La Biblia declara: “Por medio de un solo hombre [Adán] el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (Romanos 5:12). Es imposible escapar por nuestros propios medios de la consecuencia del pecado: la muerte (Romanos 6:23).
Afortunadamente, Jehová, en su amor, proporcionó una solución. A fin de rescatarnos del pecado y la muerte, permitió que su Hijo —quien era perfecto y estaba libre de pecado— sufriera y muriera por nosotros. Jesús, impulsado por el amor a su Padre y a los seres humanos, cumplió gustoso su misión y entregó su vida humana perfecta por nosotros (Romanos 5:6-8). Ese amor tan sacrificado le dio sentido a su vida.b
4. JESÚS SABÍA QUE CONTABA CON EL AMOR Y LA APROBACIÓN DE SU PADRE.
“Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado.” (Mateo 3:17.)
Estas palabras las pronunció Jehová desde el cielo al momento del bautismo de Jesús. Con ellas expresó abiertamente que amaba y aprobaba a su Hijo; de ahí que Jesús pudiera decir con tanta seguridad: “El Padre me ama” (Juan 10:17). Saber que contaba con el amor y la aprobación de su Padre le dio a Jesús el valor para hacer frente a la hostilidad y las críticas de sus adversarios. Ni siquiera al verse cara a cara con la muerte perdió el equilibrio y la estabilidad emocional (Juan 10:18). La certeza de que su Padre le tenía cariño y lo aprobaba le dio aún mayor sentido a su vida.
No hay duda de que Jesús vivió una vida plena. Y nosotros podemos aprender muchísimo de él. En el siguiente artículo se exponen varios consejos claros que él dio a sus discípulos sobre cómo llevar una vida con propósito.
a La Biblia indica que Jehová es el nombre de Dios.
b Para aprender más sobre el rescate que pagó Jesús, consulte el capítulo 5 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, editado por los testigos de Jehová.