¡Usted puede hallar riquezas que valen más que el oro!
LAS verdades bíblicas pueden asemejarse a oro, plata u otros tesoros escondidos. Aunque usted quizás nunca haya buscado oro ni plata literales, probablemente reconozca que tal búsqueda requiere mucho trabajo duro y persistencia. Y en muchas ocasiones el buscador queda decepcionado.
Sin embargo, nunca se sufre tal decepción cuando uno busca tesoros escondidos en la Biblia. Note la siguiente garantía animadora: “Si sigues buscando esto como a la plata, y como a tesoros escondidos sigues en busca de ello, en tal caso entenderás el temor de Jehová, y hallarás el mismísimo conocimiento de Dios”. (Proverbios 2:4, 5.) Pero uno tiene que buscar.
“Escudriña, y ve”
“Escudriña, y ve que de Galilea no ha de ser levantado ningún profeta.” Ese fue el consejo que unos fariseos judíos del primer siglo dieron a Nicodemo, otro fariseo. “Escudriña, y ve.” Ciertamente buen consejo. Era posible escudriñar y hallar la verdad... algo que vale mucho más que el oro.
Pero en aquel caso particular los que dieron el consejo de ‘escudriñar y ver’ no obraron según su propio consejo. ¿Por qué decimos esto?
Los sacerdotes principales y los fariseos habían despachado oficiales para arrestar a Jesucristo. Los oficiales regresaron con las manos vacías porque les impresionó mucho el modo de enseñar de Jesús. Esto hizo que los fariseos les preguntaran: “Ustedes no se han dejado extraviar también, ¿verdad?”. Nicodemo intervino y dijo: “Nuestra ley no juzga a un hombre a menos que primero haya oído de parte de él y llegado a saber lo que hace, ¿verdad?”. Aquellas palabras incitaron a los fariseos a dar el consejo: “Escudriña, y ve”. (Juan 7:32, 45-52.)
¿En qué consistió el error de los sacerdotes y los fariseos? No sabían o no reconocían que, aunque Jesús se había criado en Galilea, había nacido en Belén. El profeta Miqueas había predicho: “De ti [Belén] me saldrá aquel que ha de llegar a ser gobernante en Israel”. (Miqueas 5:2.) De modo que aquellos hombres prominentes no habían escudriñado ni visto lo que acreditaba a Jesús como profeta, el que había de llegar a ser gobernante en Israel. Aquello llevó a consecuencias trágicas, e ilustra lo vital que es escudriñar o buscar y obtener la verdad completa sobre los asuntos. Pero ¿cómo suelen considerar la verdad algunos?
La verdad ha sido adulterada
“Se ha considerado que la verdad pura, como el oro puro, no debe ponerse en circulación, porque los hombres han descubierto que es mucho más conveniente adulterar la verdad que refinarse a sí mismos”, dijo un escritor del siglo XIX. ¡Cuán apropiadas son todavía esas palabras al aplicarlas al campo religioso mundano! “El padre de la mentira”, Satanás el Diablo, está tras ese adulterar de la verdad. (Juan 8:44; Revelación 12:9.) Él usa la religión falsa para adulterar las enseñanzas verdaderas sobre cuestiones tan vitales como las siguientes: ¿Quién es Dios? ¿Qué relación existe entre Jesús y él? ¿Qué les espera a la Tierra y a la humanidad?
Los sacerdotes y los fariseos pudieron haber escudriñado en busca de la verdad hasta encontrarla. Pudieron haber hallado riquezas que valían mucho más que el oro. Sí, pudieron haber obtenido la verdad completa acerca de Jesús mediante ‘oír de parte de él y llegar a saber lo que hacía’, como sugirió Nicodemo. Si hubieran hecho aquello con sinceridad, Jesús de seguro les habría explicado los asuntos como los explicó a sus discípulos. (Marcos 4:34.) Pero ¿dónde podemos hallar la verdad pura hoy día? En realidad, ¿tenemos garantía de alcanzar éxito en cuanto a escudriñar en busca de la verdad completa y hallarla?
[Ilustración en la página 4]
Los líderes religiosos pudieron haber obtenido la verdad completa acerca de Jesús mediante ‘oír de parte de él’