El punto de vista bíblico
Por qué no está la solución en la teología de la liberación
LA TEOLOGÍA de la liberación es una idea relativamente nueva. La desarrollaron hace veinte años unos sacerdotes católicos romanos de Sudamérica que se sentían frustrados por la opresiva pobreza en la que estaban sumidos muchos miembros de su rebaño. Llegaron a la conclusión de que con solo hablar de cosas espirituales a los que viven en la miseria, no estaban realmente ayudándolos. Ellos, el clero, sintieron la necesidad de promover cambios sociales radicales si querían que la gente progresara en sentido espiritual. Algunos hasta abogaron en favor de la revolución.
Por supuesto, no hay nada malo en querer mejorar la suerte de los pobres. Jesús mismo sintió gran compasión por las personas de su tiempo. Leemos: “Al ver las muchedumbres, se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor”. (Mateo 9:36.) De hecho, a los que respondieran a su mensaje, Jesús les prometió liberación: “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará”. (Juan 8:32.) Entonces, ¿es la teología de la liberación la manera bíblica que tiene un ministro cristiano de ayudar a los pobres?
Una teoría errónea
No, y por muchas razones. Por un lado, la principal responsabilidad de un ministro cristiano es el bienestar espiritual de su rebaño, y no hay ninguna evidencia de que si mejora el nivel de vida de una persona pobre, esta se sentirá más inclinada a progresar espiritualmente. En realidad, los países más ricos de América del Norte y Europa, a pesar de su elevado nivel de vida, padecen graves dificultades espirituales. Abundan en ellos problemas como la falta de honradez, la inmoralidad, el maltrato de niños y ancianos y la codicia, tan solo por nombrar algunos. Y hay lugares donde el interés en lo relacionado con Dios casi ha desaparecido por completo. (2 Timoteo 3:1-5.)
Además, la teología de la liberación no fue el método que Jesús utilizó para ayudar a los pobres, y él es el Gran Ejemplo para los verdaderos cristianos. (1 Pedro 2:21.) Cuando estuvo en la Tierra, Jesús vivió entre gentes sometidas a una potencia colonizadora y que sufrían los abusos de fraudulentos recaudadores de impuestos. Los más indefensos solían ser víctimas de la rapacidad de la clase dirigente. (Mateo 22:21; Lucas 3:12, 13; 20:46, 47.) Pero él no promovió teorías políticas ni agitación social para intentar mejorar su situación. Más bien, lo que hizo fue predicar “las buenas nuevas del reino”. (Mateo 4:23.)
Por último, los ministros religiosos que promueven la teología de la liberación están buscando una solución política a un problema que solo puede ser solucionado a la manera de Dios. Aunque su teoría lleva el nombre de teología, no se basa en la Biblia. Jesús dijo a sus discípulos: “Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo”. (Juan 17:16.) Es imposible fomentar el activismo político sin ser “parte del mundo”. (Santiago 4:4.)
¿Qué ayuda de verdad a los pobres?
En realidad, si los teólogos de la liberación no tienen un mensaje espiritual que aplique directamente a los pobres, hemos de decir que están predicando un mensaje erróneo. Jesús ayudó mucho a los pobres de su día que mostraron interés en su mensaje, y los testigos de Jehová hacen lo mismo hoy día a medida que participan en la predicación de las “buenas nuevas del reino”. (Mateo 24:14.)
¿Qué son estas buenas nuevas? En nuestros tiempos son la verdad de que el Reino de Dios ha sido establecido en los cielos y pronto eliminará toda la iniquidad y opresión de esta Tierra. (Revelación 11:15, 18.) De este modo, el Reino de Dios solucionará para siempre los problemas de la pobreza y la opresión. Hablando de los efectos que producirá la gobernación del Reino de Dios, la Biblia dice: “Limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. (Revelación 21:4.) ¡Qué magnífica perspectiva para las personas de buen corazón!
Pero, ¿cómo ayuda actualmente a los pobres esta verdad acerca del Reino de Dios? Pues bien, recordemos que Jesús dijo: “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará”. (Juan 8:32.) La verdad ayuda a la persona a verse libre de una conciencia culpable, del temor al futuro y de las supersticiones religiosas.
Además, la persona que aprende esta verdad consigue dos Amigos muy poderosos. Uno es Cristo Jesús, quien ahora gobierna como Rey del Reino de Dios. El otro es el propio Jehová Dios, de quien la Biblia dice: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo”. (Salmo 55:22.) Aun si una persona pobre vive bajo la opresión de cierto sistema político o económico, estos dos Amigos compasivos pueden ayudarle a salir adelante mediante la congregación cristiana.
Por otra parte, a medida que una persona responde a la verdad acerca del Reino de Dios, esta le ayuda a librarse de malos hábitos y aprovechar al máximo los recursos que tenga. No, una persona pobre no se vuelve necesariamente rica al vivir una vida cristiana. Pero si pone en primer lugar el Reino de Dios y vive en armonía con Sus justas normas, Dios le proveerá de una manera u otra las necesidades físicas de la vida. Es tal como Jesús prometió: “Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios, y todas estas otras cosas les serán añadidas”. (Mateo 6:33.)
En tiempos antiguos, el rey David dio un conmovedor testimonio sobre cómo Dios se interesa por los suyos. Dijo: “Un joven era yo, también he envejecido, y sin embargo no he visto a nadie justo dejado enteramente, ni a su prole buscando pan”. (Salmo 37:25.) Entre los testigos de Jehová de hoy día existen innumerables ejemplos que demuestran la veracidad de estas palabras.
Por consiguiente, en lugar de buscar alivio temporal mediante teorías y teologías humanas, se anima a todos, incluyendo a los pobres, a disfrutar de los verdaderos beneficios que resultan de servir a Dios. Los que lo hacen concuerdan con el apóstol Pablo en que “la devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir”. (1 Timoteo 4:8.)
[Fotografía en la página 23]
La gobernación del Reino de Dios es la única solución a la pobreza mundial