Jesucristo
Definición: El unigénito Hijo de Dios, el único Hijo traído a la existencia directamente por Jehová. Este Hijo es el primogénito de toda la creación. Por medio de él fueron creadas todas las otras cosas del cielo y de la Tierra. Es el segundo personaje en cuanto a importancia en el universo. Es el Hijo a quien Jehová envió a la Tierra para que diera su vida como rescate por la humanidad, y así abrió, a los de la prole de Adán que ejercieran fe, la oportunidad de obtener vida eterna. Este mismo Hijo, restaurado a la gloria celestial, gobierna ahora como Rey, y tiene autoridad para destruir a todos los inicuos y efectuar el propósito original de su Padre para con la Tierra. La forma hebrea del nombre Jesús significa “Jehová Es Salvación”; Cristo es el equivalente de la palabra hebrea Ma·shiʹach (Mesías), que significa “Ungido”.
¿Fue Jesucristo un personaje histórico, real?
La Biblia misma proporciona la prueba principal de que Jesucristo es un personaje histórico. El relato escrito de los Evangelios no consiste en una narración vaga de sucesos que hubieran tenido lugar en algún tiempo no especificado y en una localidad sin nombre. Se declaran específicamente, con lujo de detalles, el tiempo y el lugar de los sucesos. Por ejemplo, véase Lucas 3:1, 2, 21-23.
Josefo, historiador judío del primer siglo, se refirió al apedreamiento de “Santiago, hermano de Jesús a quien llamaban el Cristo” (The Jewish Antiquities, [Antigüedades judaicas], Josefo, Libro XX, sección 200). Una referencia directa y muy favorable a Jesús, que se encuentra en el Libro XVIII, secciones 63, 64, ha sido puesta en tela de juicio por algunos que afirman que la misma fue agregada más tarde o fue cambiada por los cristianos para darle realce; pero se reconoce que el vocabulario y el estilo son básicamente los de Josefo, y el pasaje se encuentra en todos los manuscritos disponibles.
Tácito, historiador romano que vivió a fines del primer siglo E.C., escribió: “Christus [forma latina de “Cristo”], del cual el nombre [cristiano] se originó, sufrió la pena capital durante el reinado de Tiberio a manos de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato” (The Complete Works of Tacitus [Obras completas de Tácito], Nueva York, 1942, “The Annals” [“Anales”], Libro 15, pár. 44).
En cuanto a las primeras referencias históricas no cristianas a Jesús, The New Encyclopædia Britannica declara: “Estos relatos independientes demuestran que en tiempos antiguos ni siquiera los adversarios del cristianismo dudaron alguna vez de la historicidad de Jesús, la cual varios autores de a fines del siglo XVIII, del siglo XIX y de a principios del siglo XX pusieron en tela de juicio por primera vez y por razones de poco peso” (1976, Macropædia, tomo 10, pág. 145).
¿Fue Jesucristo sencillamente un hombre bueno?
Es interesante el hecho de que Jesús reprendió a un hombre que se dirigió a él usando el título de “Buen Maestro”, porque Jesús reconocía que él mismo no era el modelo de la bondad, sino su Padre (Mar. 10:17, 18). No obstante, para estar a la altura de lo que las personas generalmente quieren decir cuando dicen que alguien es bueno, Jesús ciertamente ha debido ser una persona que decía la verdad. De hecho, hasta sus enemigos reconocían que era tal clase de persona (Mar. 12:14). Él mismo dijo que había existido antes de haber llegado a ser humano, que era el Hijo unigénito de Dios, que era el Mesías, aquel cuya venida había sido predicha por todas las Escrituras Hebreas. O era lo que afirmaba ser, o era un impostor craso, pero ninguna de las dos opciones dejan margen para que se le considere como sencillamente un hombre bueno. (Juan 3:13; 10:36; 4:25, 26: Luc. 24:44-48.)
¿Fue Jesús tan solo un profeta cuya autoridad fuera semejante a la de Moisés, Buda, Mahoma y otros líderes religiosos?
Jesús mismo enseñó que era el singular Hijo de Dios (Juan 10:36; Mat. 16:15-17), el predicho Mesías (Mar. 14:61, 62), que había existido en el cielo antes de llegar a existir como humano (Juan 6:38; 8:23, 58), que se le daría muerte y que entonces sería resucitado al tercer día, después de lo cual regresaría a los cielos (Mat. 16:21; Juan 14:2, 3). ¿Fueron verídicas estas afirmaciones?, y, por lo tanto, ¿fue él realmente diferente de todos los demás profetas verdaderos de Dios y contrasta marcadamente con todos los supuestos líderes religiosos? La verdad se haría patente al tercer día después de su muerte. ¿Lo resucitó entonces Dios de entre los muertos, y confirmó así que Jesucristo había dicho la verdad y que realmente era el singular Hijo de Dios? (Rom. 1:3, 4.) De hecho, más de 500 testigos vieron a Jesús vivo después de su resurrección, y sus apóstoles fieles fueron testigos oculares cuando él empezó a ascender nuevamente al cielo y entonces desapareció de la vista de ellos en una nube (1 Cor. 15:3-8; Hech. 1:2, 3, 9). Quedaron tan completamente convencidos de que él había sido levantado de entre los muertos que muchos de ellos arriesgaron su propia vida para dar a conocer ese hecho a otros. (Hech. 4:18-33.)
¿Por qué no aceptaron a Jesús como el Mesías los judíos en general?
La Encyclopaedia Judaica dice: “Los judíos del período romano creían que Dios levantaría [al Mesías] para romper el yugo de los paganos y reinar sobre un reino de Israel restaurado” (Jerusalén, 1971, tomo 11, col. 1407). Querían ser liberados del yugo de Roma. La historia judía testifica que, basándose en la profecía mesiánica registrada en Daniel 9:24-27, ciertos judíos esperaban al Mesías durante el primer siglo E.C. (Luc. 3:15). Pero dicha profecía también relacionaba su venida con el “acabar con el pecado”, y el capítulo 53 de Isaías indica que el Mesías mismo moriría a fin de hacer que esto fuera posible. Sin embargo, a los judíos en general no les parecía necesario que alguien muriera por los pecados de ellos. Creían ocupar una posición justa ante Dios por ser descendientes de Abrahán. A Rabbinic Anthology (Una antología rabínica) dice: “Tan grande es el [mérito] de Abrahán que él puede hacer expiación por todas las vanidades cometidas y las mentiras pronunciadas por Israel en este mundo” (Londres, 1938, C. Montefiore y H. Loewe, pág. 676). Al rechazar a Jesús como el Mesías, los judíos cumplieron la profecía en que se había predicho respecto a él: “Fue despreciado, y no lo tuvimos en alta estima”. (Isa. 53:3, JP.)
Antes de morir, Moisés predijo que la nación se apartaría de la adoración verdadera y que, como resultado de esto, le acaecería calamidad. (Léase Deuteronomio 31:27-29.) El libro de Jueces testifica que esto ocurrió repetidas veces. En los días del profeta Jeremías, la infidelidad de la nación resultó en que fuera desterrada a Babilonia. ¿Por qué permitió Dios también que los romanos destruyeran a Jerusalén y su templo en 70 E.C.? ¿De qué infidelidad había sido culpable la nación para que Dios no la protegiera como lo había hecho cuando ella había confiado en Él? Poco antes de esto ellos habían rechazado a Jesús como el Mesías.
¿Es Jesucristo realmente Dios?
Juan 17:3, VV (1977): “[Jesús oró a su Padre:] Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero [“solo Dios verdadero”, TA], y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Note que Jesús no se refirió a sí mismo, sino a su Padre en el cielo, como “el único Dios verdadero”.)
Juan 20:17, VV (1977): “Jesús le dijo [a María Magdalena]: Suéltame, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” (Así que, para el resucitado Jesús, el Padre era Dios, al igual que el Padre era Dios para María Magdalena. Es interesante que no hallamos ni una sola vez en las Escrituras que el Padre haya llamado al Hijo “mi Dios”.)
Véanse también las páginas 403, 404, 409, 410, en la sección titulada “Trinidad”.
¿Prueba Juan 1:1 que Jesús sea Dios?
Juan 1:1 VV (1977): “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios [también GR, CI, Str].” NE dice: “lo que Dios era, la Palabra lo era”. Mo dice: “el Logos era divino”. AT y Sd nos dicen que “la Palabra era divina”. La versión interlineal ED dice: “un dios era la Palabra”. NM dice: “la Palabra era un dios”; NTIV usa las mismas palabras.
¿Qué ven estos traductores en el texto griego que hace que algunos de ellos se abstengan de verterlo: “la Palabra era Dios”? El artículo definido (el) aparece antes de la palabra the·osʹ (Dios) la primera vez que esta se usa, pero no la segunda vez. El uso del sustantivo con el artículo indica una identidad, una personalidad, mientras que el uso de un predicado nominal en singular sin artículo antes del verbo (conforme se construye la oración en griego) indica que se trata de cierta cualidad de alguien. Por eso el texto no está diciendo que la Palabra (Jesús) fuera lo mismo que el Dios con quien estaba, sino que la Palabra era semejante a Dios, divino, un dios. (Véase NM, edición con referencias, de 1984, en inglés, pág. 1579.)
¿Qué quiso decir el apóstol Juan al escribir Juan 1:1? ¿Quiso decir que Jesús mismo es Dios, o acaso que Jesús y el Padre componen un Dios? En el mismo capítulo, versículo 18, Juan escribió: “A Dios nadie [“ningún hombre, KJ, Dy] le ha visto jamás; el unigénito Hijo [“el dios unigénito”, NM], que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (VV [1977]). ¿Había visto algún ser humano a Jesucristo, el Hijo? ¡Claro que sí! Por lo tanto, ¿estaba diciendo Juan que Jesús era Dios? Es obvio que no es así. A fines de su Evangelio, Juan resumió el asunto, diciendo: “Éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, [no Dios, sino] el Hijo de Dios”. (Juan 20:31, VV [1977].)
¿Prueba la exclamación de Tomás en Juan 20:28 que Jesús sea en verdad Dios?
Juan 20:28 (VV [1977]) dice: “Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!”.
No es de ningún modo objetable el referirse a Jesús como “Dios”, si esto era lo que Tomás tenía presente. Esto estaría en armonía con las palabras que Jesús mismo citó de los Salmos, donde a hombres poderosos, a jueces, se les llamó “dioses” (Juan 10:34, 35, VV [1977]; Sal. 82:1-6). Claro, Cristo ocupa una posición mucho más elevada que dichos hombres. Debido a la singularidad de la posición que él ocupa con relación a Jehová, en Juan 1:18 (NM) se llama a Jesús el “dios unigénito”. (Véase también EMN.) Isaías 9:6 (VM) también describe a Jesús proféticamente como “Poderoso Dios”, pero no como el Dios Todopoderoso. Todo esto está en armonía con el que se describa a Jesús como “un dios”, o “divino”, en Juan 1:1 (NM, AT).
El contexto nos ayuda a llegar a la conclusión correcta al respecto. Poco antes de la muerte de Jesús, Tomás había oído la oración de Jesús en la que este se dirigió a su Padre llamándolo “solo Dios verdadero” (Juan 17:3, VM). Después de ser resucitado, Jesús había enviado un mensaje a sus apóstoles, entre ellos a Tomás, en el que había dicho: “Subo [...] a mi Dios y vuestro Dios” (Juan 20:17, VM). Después de escribir lo que Tomás dijo cuando de hecho vio y tocó al resucitado Cristo, el apóstol Juan declara: “Éstas empero han sido escritas, para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31, VM). Por lo tanto, si alguien concluye que la exclamación de Tomás significa que Jesús mismo es “el único Dios verdadero” o que Jesús es un “Dios Hijo” componente de una trinidad, tiene que examinar nuevamente lo que Jesús mismo dijo (versículo 17) y la conclusión que el apóstol Juan claramente expresa (versículo 31).
¿Indica Mateo 1:23 que Jesús cuando estuvo en la Tierra fuera Dios?
Mat. 1:23, VM: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y será llamado Emmanuel; que, traducido, quiere decir: Dios con nosotros [“Dios está con nosotros”, BD]).”
Al anunciar el nacimiento futuro de Jesús, ¿dijo el ángel de Jehová que el niño sería Dios mismo? No; el anuncio fue: “Él será grande, y será llamado Hijo del Altísimo” (Luc. 1:32, 35, VM; las bastardillas son nuestras). Además, Jesús mismo nunca afirmó que él fuera Dios, sino “Hijo de Dios” (Juan 10:36, VM; las bastardillas son nuestras). Dios envió a Jesús al mundo; por eso, mediante este Hijo unigénito, Dios estuvo con la humanidad. (Juan 3:17; 17:8.)
No era raro que los nombres hebreos incluyeran en sí la palabra para Dios o hasta una forma abreviada del nombre personal de Dios. Por ejemplo, Eliatá significa “Dios Ha Venido”; Jehú significa “Jehová Es Él”; Elías significa “Mi Dios Es Jehová”. Pero ninguno de estos nombres implicaba que el que llevaba el nombre fuera Dios mismo.
¿Qué significa Juan 5:18?
Juan 5:18, VM: “A causa de esto los judíos procuraban con mayor empeño matarle; porque no solamente quebrantaba el sábado, sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios.”
Fueron los judíos que no creían quienes razonaron que Jesús estaba tratando de hacerse igual a Dios al afirmar que Dios era su Padre. Aunque Jesús debidamente se refirió a Dios como Padre suyo, nunca afirmó que él fuera igual a Dios. Respondió de manera directa a los judíos: “En verdad, en verdad os digo: No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre” (Juan 5:19, VM; véanse también Juan 14:28 y Juan 10:36). Aquellos judíos no creyentes fueron los que también afirmaron que Jesús quebrantaba el sábado, pero estaban equivocados en cuanto a esto también. Jesús observó la Ley perfectamente, y declaró: “Es lícito hacer bien en día de sábado”. (Mat. 12:10-12, VM.)
¿Prueba que Jesús sea Dios el hecho de que se le rinda adoración?
En Hebreos 1:6 se da a los ángeles la instrucción de que ‘adoren’ a Jesús, de acuerdo con las traducciones FS, VP, VM, VV (1977) y BJ. NM dice que “le rindan homenaje”. En Mateo 14:33 se dice que los discípulos de Jesús “le adoraron”, de acuerdo con la manera de verter el pasaje VV (1977), VM, TA; otras traducciones dicen que “se arrodillaron” (BR), “se pusieron de rodillas delante de Jesús” (VP), “se postraron ante él” (BJ), “le rindieron homenaje” (NM).
La palabra griega que se traduce “adoraron” es pro·sky·neʹo, la cual, de acuerdo con un diccionario bíblico, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, también “se usaba para designar la costumbre de postrarse ante una persona y besarle los pies, el ruedo del vestido, o besar la tierra” (Chicago, 1979, Bauer, Arndt, Gingrich, Danker; segunda edición en inglés; pág. 716). Este es el término que se usa en Mateo 14:33 para expresar lo que los discípulos hicieron para con Jesús; en Hebreos 1:6 para indicar lo que los ángeles deben hacer para con Jesús; en Génesis 22:5 en la Versión de los Setenta en griego para describir lo que Abrahán hizo para con Jehová y en Génesis 23:7 para describir lo que Abrahán hizo, en armonía con la costumbre de aquel entonces, para con las personas con quienes tenía tratos comerciales; en 1 Reyes 1:23, en la Versión de los Setenta, para describir lo que el profeta Natán hizo al acercarse al rey David.
En Mateo 4:10 (VM) Jesús dijo: “Al Señor tu Dios adorarás [de pro·sky·neʹo], y a él solamente servirás”. (En Deuteronomio 6:13, del cual Jesús evidentemente cita aquí, aparece el nombre personal de Dios, el tetragrámaton.) En armonía con eso, tenemos que comprender que es pro·sky·neʹo con una actitud particular de corazón y mente lo que se debe dirigir únicamente a Dios.
¿Prueban los milagros efectuados por Jesús que él sea Dios?
Hech. 10:34, 38, VV (1977): “Pedro, abriendo la boca, dijo: [...] ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y [...] éste pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él.” (Así que Pedro no concluyó, debido a los milagros que observó, que Jesús fuera Dios, sino que Dios estaba con Jesús. Compárese con Mateo 16:16, 17.)
Juan 20:30, 31, VV (1977): “Hizo además Jesús muchas otras señales [“milagros”, BD; “señales milagrosas”, VP] en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” (Así que la conclusión a la que correctamente debemos llegar, basándonos en los milagros que él ejecutó, es que Jesús es “el Cristo”, el Mesías, “el Hijo de Dios”. La expresión “Hijo de Dios” es muy diferente de “Dios Hijo”.)
Los profetas precristianos como Elías y Eliseo efectuaron milagros parecidos a los de Jesús. No obstante, eso ciertamente no era prueba de que ellos fueran Dios.
¿Es Jesús lo mismo que Jehová en el “Antiguo Testamento”?
Véanse las páginas 204, 205, en la sección titulada “Jehová”.
¿Es creer en Jesucristo todo lo que se requiere para la salvación?
Hech. 16:30-32, VV (1977): “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos [Pablo y Silas] dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor [“Dios”, NC, EH (1976), también BJ, nota] a él y a todos los que estaban en su casa”. (En este asunto de ‘creer en el Señor Jesucristo’, ¿bastaba tan solo con que este hombre dijera sinceramente que había creído? Pablo mostró que se requería más que eso; a saber, tener conocimiento y aceptar la Palabra de Dios, así como Pablo y Silas pasaron a predicarla al carcelero. ¿Sería genuina la creencia de alguien en Jesús si no adorara al Dios a quien Jesús adoró, si dicha persona no pusiera en práctica lo que Jesús enseñó en cuanto a la clase de personas que sus discípulos deberían ser, o si no hiciera la obra que Jesús mandó que hicieran sus seguidores? No podemos ganarnos la salvación; solo es posible obtenerla sobre la base de la fe en el valor del sacrificio de la vida humana de Jesús. Pero tenemos que vivir en conformidad con la fe que profesamos, aunque el hacerlo incluya el pasar por dificultades. En Mateo 10:22 [VV (1977)] Jesús dijo: “El que persevere hasta el fin, éste será salvo”.)
¿Tuvo Jesús una existencia celestial antes de llegar a ser humano?
Col. 1:15-17, VV (1977): “El cual [Jesús] es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación [...] Todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas.”
Juan 17:5, VV (1977): “[En oración Jesús dijo:] Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo existiese.” (También Juan 8:23.)
¿Tiene Jesús su cuerpo carnal en el cielo?
1 Cor. 15:42-50, EH (1976): “Así también será la resurrección de los muertos: se siembra en corrupción, se resucita en incorrupción. [...] se siembra cuerpo puramente humano, se resucita cuerpo espiritual. [...] Así también está escrito: El primer hombre, Adán, fue ser viviente; el último Adán, espíritu vivificante. [...] Os digo esto, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.” (Las bastardillas son nuestras.)
1 Ped. 3:18, VV (1977): “También Cristo padeció una sola vez por los pecados, [...] siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu [“en el espíritu”, CI, LT, EMN, BJ].” (Véase la página 327.)
Ilustración: Si un hombre paga una deuda a favor de un amigo, pero entonces inmediatamente toma de vuelta el dinero del pago, obviamente la deuda continúa en vigor. De igual manera, si, al ser resucitado, Jesús hubiera tomado posesión nuevamente de su cuerpo humano de carne y sangre, que había sido dado en sacrificio para pagar el precio del rescate, ¿qué efecto habría tenido esto en los preparativos que había estado haciendo para librar de la deuda del pecado a personas fieles?
Es cierto que Jesús apareció en forma física ante sus discípulos después de su resurrección. Pero en ciertas ocasiones, ¿por qué no lo reconocieron al principio? (Luc. 24:15-32; Juan 20:14-16.) En cierta ocasión, para el provecho de Tomás, Jesús apareció con la prueba física de las marcas de los clavos en las manos y la herida de una lanza en el costado. Pero ¿cómo le fue posible en aquella ocasión aparecer repentinamente en medio de ellos aunque las puertas estaban cerradas con llave? (Juan 20:26, 27.) En dichas ocasiones, Jesús evidentemente materializó cuerpos, como los ángeles lo habían hecho en tiempos pasados cuando aparecieron ante seres humanos. El deshacerse del cuerpo físico de Jesús al resucitarlo no presentó problema alguno para Dios. Es interesante que aunque Dios no dejó el cuerpo físico en la tumba (evidentemente a fin de reforzar la convicción de los discípulos de que Jesús realmente había sido levantado), se dejaron allí los paños de lino en los que había estado envuelto; no obstante, el resucitado Jesús siempre apareció completamente vestido. (Juan 20:6, 7.)
¿Son Jesucristo y Miguel el arcángel la misma persona?
El nombre de este Miguel aparece solo cinco veces en la Biblia. A la gloriosa persona celestial que lleva tal nombre se le llama “uno de los principales príncipes”, “el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo [el de Daniel]”, y “el arcángel” (Dan. 10:13; 12:1; Jud. 9, VV (1977). Miguel significa “¿Quién Es Como Dios?”. El nombre evidentemente designa a Miguel como aquel que toma la delantera en defender la soberanía de Jehová y en destruir a los enemigos de Dios.
En 1 Tesalonicenses 4:16 VV (1977) se declara que el mandato de Jesucristo para que comience la resurrección se da “con voz de arcángel”, y Judas 9 dice que el arcángel es Miguel. ¿Sería apropiado comparar la voz de mando de Jesús a la de alguien que tuviera menos autoridad que él? Es razonable, por lo tanto, concluir que el arcángel Miguel es Jesucristo. (Es interesante que la expresión “arcángel” nunca se encuentra en plural en las Escrituras, lo cual sugiere que hay uno sólo.)
Revelación 12:7-12 dice, con relación al hecho de que se confiriera la autoridad real a Cristo, que Miguel y sus ángeles harían guerra contra Satanás y expulsarían del cielo a él y a sus ángeles inicuos. Luego se describe a Jesús dirigiendo los ejércitos del cielo en una guerra contra las naciones del mundo (Rev. 19:11-16). ¿No es razonable que Jesús también fuera el que toma medidas en contra de aquel a quien se describe como “el gobernante de este mundo”, Satanás el Diablo? (Juan 12:31.) En Daniel 12:1 (VV [1977]) se asocia el ‘levantarse de Miguel’, para actuar con autoridad, con un “tiempo de angustia, cual nunca lo hubo hasta entonces”. Eso ciertamente cuadraría con lo que experimentarían las naciones cuando Cristo como ejecutor celestial tomara medidas contra ellas. Por lo tanto, las pruebas indican que al Hijo de Dios se le conoció como Miguel antes de venir a la Tierra y también se le conoce por dicho nombre desde su regreso al cielo, donde reside como el glorificado Hijo celestial de Dios.
Si alguien dice...
‘Ustedes no creen en Jesús’
Usted pudiera contestar: ‘Evidentemente usted cree en Jesús. Yo también; de no ser así no estaría a su puerta hoy’. Entonces pudiera añadir: ‘De hecho, en nuestras publicaciones se destaca la importancia de ejercer fe en Jesús. (Refiérase a un capítulo apropiado en cualquiera de los libros que esté ofreciendo y úselo como base para entablar una conversación en la que haga resaltar el papel de Jesús como Rey. O lea la declaración de la página 2 de La Atalaya respecto al propósito de la revista)’.
O contestar: ‘¿Me permite preguntarle por qué opina así?’.
Otra posibilidad: ‘Parece que alguien le ha dicho eso a usted, pero permítame decirle que no es así, pues tenemos una fe muy fuerte en Jesucristo’. Entonces pudiera añadir: 1) ‘Pero no creemos todo lo que las personas dicen acerca de Jesús. Por ejemplo, hay quienes dicen que él simplemente fue un hombre bueno, no el Hijo de Dios. Nosotros no creemos eso, ¿lo cree usted?... Eso no es lo que la Biblia enseña’. 2) ‘Tampoco creemos las enseñanzas de grupos que contradicen lo que Jesús mismo dijo acerca de su relación con su Padre (Juan 14:28). Su Padre le ha dado autoridad de gobernante que influye en la vida de todos nosotros hoy (Dan. 7:13, 14)’.
‘¿Acepta usted a Jesús como su Salvador personal?’
Usted pudiera contestar: ‘La Biblia claramente dice... (cite Hechos 4:12). Yo creo en eso. Pero también he aprendido que ello va acompañado de responsabilidades importantes. ¿En qué sentido? Bueno, si realmente creo en Jesús, entonces no puedo creer en él solo hasta el grado que me parezca conveniente’. Entonces pudiera añadir: ‘La vida perfecta que él dio en sacrificio hace posible que obtengamos el perdón de nuestros pecados. Pero también sé que es importante prestar atención a sus instrucciones respecto a nuestras responsabilidades como cristianos (Hech. 1:8; Mat. 28:19, 20)’.
O contestar: ‘(Después de confirmar el hecho de que usted sí cree en Jesús como Salvador, no solo suyo, sino de todos los que ejercen fe en él...) Es importante que respondamos con aprecio no solo por lo que él hizo en el pasado, sino también por lo que está haciendo ahora (Mat. 25:31-33)’.
‘He aceptado a Jesús como mi Salvador personal’
Usted pudiera contestar: ‘Me alegra saber que usted cree en Jesús, porque hoy son muchísimas las personas que no toman en cuenta lo que Jesús hizo por nosotros. Usted sin duda conoce bien el texto bíblico de Juan 3:16, ¿verdad?... Pero ¿dónde vivirán para siempre dichas personas? Algunas estarán con Cristo en el cielo. Pero ¿muestra la Biblia que todas las personas buenas vayan allí? (Mat. 6:10; 5:5)’.