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Siguiendo al Agente Principal de la Gobernación DivinaLa Atalaya 1973 | 15 de mayo
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28. (a) ¿Qué se nos manda hacer por medio del corazón? (b) ¿Qué es la “palabra” que hemos de aceptar por fe? (c) ¿Cómo cultivamos esta fe en nuestro corazón, de modo que hacemos qué?
28 En armonía con nuestra dedicación a Jehová Dios para hacer su voluntad por medio de observar sus mandamientos, obedientemente tenemos que hacer como se nos manda: ‘ejerce fe en tu corazón.’ Sabemos que es del corazón que surge el afecto o amor y que el corazón tiene poder para mover a su dueño. Con él sentimos aprecio. Por eso con el corazón tenemos que ‘ejercer fe’ ¿en qué? En esa “palabra” que Jehová Dios ha puesto cerca de nosotros por medio de Jesucristo. El apóstol Pablo dice que esta “palabra” es, citándolo, “la ‘palabra’ de fe, que predicamos.” La aceptación de esa “palabra” predicada por el apóstol Pablo exige ejercer fe, y tenemos que hacer esto con el corazón. Tenemos que fijar nuestro corazón en esa “palabra” predicada. En nuestro corazón tenemos que desarrollar un amor a esa “palabra.” Con nuestro corazón tenemos que edificar un aprecio sincero a esa “palabra.” Esta condición del corazón nos moverá o impulsará a poner fe en esa palabra y aceptarla y obrar según ella.
29. ¿En cuanto a qué tenemos que ejercer fe en nuestro corazón, y por lo tanto a quién se dirige nuestra acción principal para obtener salvación?
29 ¿En cuanto a qué se requiere que ‘ejerzamos fe en nuestro corazón’? En cuanto a esto: “que Dios lo levantó de entre los muertos.” Ah, aquí vemos que no es solo ‘creer en el Señor Jesús’ para salvarse. (Hech. 16:31) Ante todo, tenemos que ejercer fe en Dios. Todavía sigue siendo verdadero, como nos recuerda Pablo, que “todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo.” (Rom. 10:13) Es a Jehová a quien tenemos que amar con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. Él es el Todopoderoso que levantó a Jesucristo de entre los muertos a vida inmortal. Por lo tanto Jehová es aquel a quien se dirige nuestra acción principal. Es a él que tenemos que dedicarnos para hacer Su voluntad, para observar Sus mandamientos.—Rom. 10:8, 9.
30. (a) Con nuestro corazón, ¿qué tenemos que creer que Dios hizo en cuanto a Jesucristo? (b) Así, ¿en qué sentido es que Dios hizo disponible para nosotros una “palabra” sustancial?
30 Por lo tanto nuestro corazón dedicado, lleno de amor y aprecio, debe movernos a ejercer fe en que Jehová Dios ejecutó el sorprendente milagro de resucitar de entre los muertos a Jesucristo que había sido fijado en un madero. De ese modo Dios hizo posible que Jesucristo ascendiera a la presencia divina en el cielo y allí presentara el valor de su sacrificio de expiación para beneficio de toda la humanidad, así comprándolos a todos. Al morir como sacrificio, Jesucristo bajó al “abismo,” pero el espíritu o fuerza activa de Jehová descendió a ese “abismo” para “hacer subir a Cristo de entre los muertos.” Así, por medio de un Cristo viviente, el Dios Todopoderoso Jehová podía hacer disponible para nosotros la “palabra,” podía dar contenido o sustancia a esa “palabra,” podía hacer que esa “palabra” contuviera el mensaje dador de vida para nosotros. Considerando todas las cosas, pues, es para con Jehová como el principal que debemos tomar acción mediante dedicarnos a él. Pero esto lo tenemos que hacer por medio de su Agente Principal, Jesucristo.—Rom. 10:6, 7; Heb. 2:9, 10; 5:8, 9.
31. Por lo tanto, ¿el nombre de quién tenemos que invocar para salvación, pero por qué también tiene que hacer nuestra boca una confesión en cuanto a Jesucristo?
31 Inevitablemente se desprende que tenemos que ‘invocar el nombre de Jehová’ para ser salvos. (Rom. 10:13; Hech. 2:21; Joel 2:32) Esto exige que la boca, movida por el corazón, haga algo. Con la boca estamos obligados a invocar el nombre de Jehová. Pero ahora, desde que Dios hizo subir a Cristo de entre los muertos, no podemos hacer esta invocación aparte de Jesucristo. Con nuestra boca tenemos que hacer también una confesión en cuanto a Jesucristo. Por eso el apóstol Pablo, al considerar la “palabra” de fe que predicaba, pasa a decir: “Porque si declaras públicamente aquella ‘palabra en tu propia boca,’ que Jesús es Señor, y ejerces fe en tu corazón en que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvado. Porque [1] con el corazón se ejerce fe para justicia, pero [2] con la boca se hace declaración pública para salvación.”—Rom. 10:9, 10.
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33. ¿Qué significa confesión, y qué es lo que tenemos que confesar delante de otros para salvación?
33 Por supuesto, una confesión significa un declarar, revelar, admitir o reconocer algo a otra persona u otras personas. Por consiguiente, ¿qué es lo que tenemos que declarar, o reconocer, verbalmente a otros? Es la “palabra,” por supuesto. Pablo dice: “Si declaras públicamente aquella ‘palabra en tu propia boca,’ que Jesús es Señor, . . . serás salvado.” (Rom. 10:9) En vista de eso, no podemos dejar a Jesucristo fuera de los propósitos y arreglos de Dios, porque Jesús es el “Agente Principal de su salvación.” (Heb. 2:10) Oralmente tenemos que declarar, confesar, admitir, reconocer que Jesús no es solo el “Señor” del rey David, sino también nuestro “Señor” personal. (Sal. 110:1; Hech. 2:34-46) Tenemos que hacer esta declaración delante de otros según la “palabra” que fue inspirada por el espíritu de Dios.
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