CAPÍTULO DIEZ
Esforcémonos para que nuestra familia honre a Dios
1. ¿Por qué son felices la mayoría de las familias de los testigos de Jehová?
ES BIEN sabido que las familias de los testigos de Jehová son felices. A este respecto, reviste interés el siguiente comentario de Bryan Wilson, profesor de la Universidad de Oxford: “Los Testigos ofrecen una amplia gama de consejos útiles [...] sobre el matrimonio, las cuestiones morales, la crianza de los hijos y otros aspectos prácticos. [...] Pueden hacer una contribución significativa con sus firmes consejos fundados en la Sagrada Escritura e integrados en una filosofía de vida coherente”. Sin duda, todos hemos aprendido muchas lecciones de la Palabra de Dios que nos permiten llevar una vida familiar equilibrada.
2. a) ¿Qué situación observamos en las familias del mundo actual? b) ¿A qué libros de la Biblia acudiremos en busca de orientación para la vida familiar?
2 Al irse acercando el día de Jehová, Satanás ha centrado sus ataques en las familias. Tanto éxito ha tenido que muchas personas desconfían incluso de sus parientes más cercanos. Hoy ocurre como en tiempos de Miqueas, quien escribió: “No pongan su fe en un compañero. [...] De la que se reclina en tu seno guarda las aperturas de tu boca. Porque hijo desprecia a padre; hija se levanta contra su madre; nuera contra su suegra; los enemigos de un hombre son los hombres de su casa” (Miqueas 7:5, 6). En un mundo donde se debilitan los lazos familiares, nosotros luchamos para que eso no nos ocurra. Hemos logrado tener una vida de familia mejor, tanto a nuestros ojos como a los de Dios. Seguramente ponemos en práctica los consejos de pasajes como Deuteronomio 6:5-9, Efesios 5:22–6:4 y Colosenses 3:18-21. Ahora bien, ¿acudimos a los libros de los doce profetas en busca de orientación para tener un hogar feliz? En este capítulo veremos recomendaciones sobre este tema sacadas de dichos libros. Pero en vez de limitarnos a examinar las sugerencias concretas, las tomaremos como pautas para extraer más lecciones de estos libros. Con objeto de acostumbrarnos a hacerlo, al final del capítulo se citan otros textos de los doce profetas para que los analicemos personalmente.
“ÉL HA ODIADO [LA ACCIÓN DE] DIVORCIARSE”
3, 4. a) ¿Qué salida suele buscarse hoy a los problemas matrimoniales? b) ¿Qué lamentable actitud hacia el matrimonio existía en la época de Malaquías?
3 Como es lógico, conviene interesarse primero por la unión existente entre marido y mujer. El divorcio no comenzó a verse como salida fácil a los problemas matrimoniales sino hasta en fechas recientes. Antes solía ser difícil de obtener; por ejemplo, en la Inglaterra del siglo XIX estaba sujeto a la aprobación del Parlamento. Ese rechazo contribuía a evitar la desintegración de las familias. Sin embargo, hoy las cosas son muy diferentes. La Encyclopædia Britannica señala: “Desde la II Guerra Mundial, los índices de divorcio se han disparado en muchas naciones [...]. Las actitudes ante el divorcio han cambiado drásticamente [...], y se ha generalizado su tolerancia”. En efecto, el divorcio está convirtiéndose en todo un fenómeno social hasta en naciones como Corea, donde hace solo un decenio se veía con muy malos ojos. Hoy se considera en muchos países una opción viable para salir de un matrimonio problemático.
4 En la época de Malaquías (siglo V antes de nuestra era), el divorcio se había convertido en una plaga entre los judíos. Por eso, aquel profeta dijo a cada uno de los varones implicados: “Jehová mismo ha dado testimonio entre ti y la esposa de tu juventud, con la cual tú mismo has tratado traidoramente”. El “lloro y suspiro” de las mujeres traicionadas dejaba el altar de Jehová cubierto de lágrimas. Y hasta los sacerdotes se habían corrompido tanto que justificaban semejante crueldad (Malaquías 2:13, 14).
5. a) ¿Cómo ve Jehová el divorcio? b) ¿Por qué es tan grave traicionar al cónyuge?
5 ¿Cómo veía Jehová la lamentable actitud hacia el matrimonio que tenían los contemporáneos de Malaquías? Con referencia a “Jehová el Dios de Israel”, el profeta señaló: “Él ha odiado [la acción de] divorciarse”. Luego indicó que Jehová “no [había] cambiado” (Malaquías 2:16; 3:6). ¿Captamos la idea? Dios ya se había pronunciado contra el divorcio siglos antes (Génesis 2:18, 24). En tiempos de Malaquías tenía el mismo criterio, y hoy aún lo tiene. Hay quienes deciden romper con su cónyuge sencillamente porque no están contentos con él. Pero Jehová lee los corazones y sabe si son traicioneros (Jeremías 17:9, 10). Sabe si el divorcio se ha planeado con engaño o malicia, sin importar qué justificaciones se busquen. De hecho, “todas las cosas están desnudas y abiertamente expuestas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13).
6. a) ¿Cómo nos beneficia tener el mismo punto de vista que Jehová sobre el divorcio? b) ¿Qué se destaca en el consejo que dio Jesús sobre el divorcio?
6 Aunque uno no esté al borde del divorcio, es sabio recordar el punto de vista de Jehová. Nadie es perfecto, por lo que es de esperar que surjan dificultades y desacuerdos entre los cónyuges. Ahora bien, ¿vemos el divorcio como una opción, como una salida fácil? Cuando los ánimos están caldeados, ¿lo mencionamos como una posibilidad? Muchos lo hacen, pero todo el que tenga el criterio divino sobre el vínculo marital pondrá el máximo empeño para lograr que su matrimonio funcione. Es cierto que Jesucristo indicó que existe una base legítima para divorciarse: la fornicación, o sea, todo tipo de relación sexual fuera del matrimonio. Pero hecha esta excepción, ¿qué lección se destaca en el consejo de Jesús? Él dijo: “Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre”. Como vemos, Jesús respaldó la misma norma inmutable de Jehová, la cual había mencionado Malaquías cuatrocientos cincuenta años antes (Mateo 19:3-9).
7. ¿Cómo podemos aplicar el consejo del libro de Malaquías para mantener fuerte el matrimonio?
7 ¿Cómo pueden los matrimonios cristianos mantenerse fuertes? Malaquías indica una clave: “Tienen que guardarse respecto a su espíritu, y no deben tratar traidoramente” (Malaquías 2:16). Por eso, han de estar muy pendientes de su interior, de las tendencias que los mueven a actuar. Como quieren “guardarse respecto a su espíritu”, luchan contra la tentación de dar más de la debida atención a alguien que no sea su cónyuge (Mateo 5:28). Por ejemplo, ¿qué hay si en el fondo nos gustan los coqueteos y halagos de una persona del sexo opuesto? Si así es, no estaríamos vigilando nuestro espíritu. Como vemos, los doce profetas nos muestran una clave para mantener fuerte el matrimonio: cada uno debe prestar atención a “su espíritu”.
8, 9. ¿Por qué aparece en la Biblia la historia de Oseas y Gómer?
8 Sin duda, estamos decididos a mantener fuerte nuestro matrimonio. No obstante, ninguna pareja es inmune a los problemas de la vida de casados. ¿Cuál es la mejor manera de solucionarlos, sobre todo si uno cree que el culpable es el otro? En los capítulos 2 y 4 de este libro hablamos de Oseas. Su mujer, Gómer, se convirtió en “una esposa de fornicación” y anduvo “corr[iendo] tras sus apasionados amantes”. Pero estos la abandonaron, y ella cayó en la pobreza y la esclavitud. Oseas tuvo que pagar dinero para recuperarla, y Dios lo exhortó a amarla. ¿Por qué razón? Para representar lo que estaba ocurriendo entre Jehová, el “dueño marital”, y la nación de Israel, que estaba unida a él como una esposa (Oseas 1:2-9; 2:5-7; 3:1-5; Jeremías 3:14; Isaías 62:4, 5).
9 Desde muy antiguo, el pueblo de Israel había herido a Jehová al servir a otros dioses (Éxodo 32:7-10; Jueces 8:33; 10:6; Salmo 78:40, 41; Isaías 63:10). Sin embargo, en aquel tiempo, el reino de diez tribus del norte, con su culto a becerros, se había hecho especialmente culpable (1 Reyes 12:28-30). Además, aquellos israelitas no confiaron en Jehová, su Dueño Marital, sino en sus amantes políticos. Hasta recurrieron a Asiria, como si fueran una terca cebra en celo (Oseas 8:9). ¿Cómo se sentiría uno si su cónyuge lo traicionara con tanto descaro?
10, 11. ¿Cómo puede uno imitar a Jehová si se enfrenta a un problema matrimonial aparentemente causado por su cónyuge?
10 En los días de Oseas ya habían transcurrido más de setecientos años desde que los israelitas entraron en un pacto con Jehová. Sin embargo, Dios estaba dispuesto a perdonarlos, siempre que volvieran a él. Por lo visto, Oseas ya estaba realizando su labor profética para el año 803 antes de nuestra era. Así pues, la paciencia de Jehová se extendió durante unos sesenta años más en el caso de Israel y casi doscientos en el de Judá. Empleando la situación familiar de Oseas a modo de ilustración, Jehová siguió invitando al pueblo del pacto a que se arrepintiera. La verdad es que tenía razones legítimas para dar por terminado su matrimonio con Israel. Pero, en vez de eso, no dejó de enviar profetas. Quería que ayudaran a su esposa simbólica a regresar a su lado, aunque él tuviera que pagar un precio a cambio (Oseas 14:1, 2; Amós 2:11).
11 Supongamos que uno se enfrenta a algún problema matrimonial aparentemente causado por su cónyuge. ¿Reaccionará como Jehová? ¿Dará el primer paso para que el matrimonio recobre la armonía? (Colosenses 3:12, 13.) Para hacerlo se necesita humildad, una humildad que Jehová ejemplificó de modo maravilloso en su relación con los israelitas (Salmo 18:35; 113:5-8). En efecto, él les “habla[ba] a su corazón” e incluso les rogaba. Dado que somos humanos imperfectos, ¿verdad que tenemos mayores razones para apelar al corazón de nuestro cónyuge, tratando de resolver los problemas y de pasar por alto los errores? Cabe destacar que los esfuerzos de Jehová dieron su fruto. Un resto de la nación le abrió el corazón cuando estaba en “el desierto”, es decir, en el destierro en Babilonia, y luego regresó a su tierra llamando a Jehová “Mi esposo” (Oseas 2:14-16).a
12. ¿Cómo nos ayuda en el matrimonio meditar en el trato que dio Jehová a su esposa simbólica?
12 En el caso de que uno tenga graves problemas con su cónyuge, muy posiblemente logre restablecer la armonía si se esfuerza con empeño. Dios estuvo dispuesto a perdonar a su esposa simbólica el gravísimo pecado de la fornicación espiritual. Pero la mayoría de las dificultades matrimoniales entre cristianos verdaderos no llegan al punto de la infidelidad. A menudo comienzan con palabras duras o hirientes. Si los comentarios de nuestro cónyuge nos lastiman, conviene pensar en lo que aguantaron Oseas y el propio Jehová (Proverbios 12:18). Seguramente, eso nos ayudará a perdonar.
13. ¿Qué nos enseña el hecho de que Jehová exigiera a su pueblo descarriado que se arrepintiera?
13 Este relato histórico encierra otra lección. ¿Estaba dispuesto Dios a reanudar la relación con los israelitas si seguían con su fornicación? No, pues mediante Oseas mandó a la nación adúltera que “apart[ara] sus fornicaciones de su presencia, y sus adulterios de entre sus pechos” (Oseas 2:2, Versión Moderna). En efecto, su pueblo tenía que arrepentirse y dar “fruto propio del arrepentimiento” (Mateo 3:8). ¿Qué enseña esto a los casados? Que cada uno debe centrarse en sus propios defectos y no en los del otro. Por consiguiente, si hemos lastimado a nuestro cónyuge, tratemos de arreglar las cosas disculpándonos con sinceridad y modificando nuestra conducta. Así, tal vez nos conceda el perdón.
“LAS CUERDAS DEL AMOR” SON LA BASE DE LA DISCIPLINA
14, 15. a) En vista de lo que dice Malaquías 4:1, ¿por qué debemos tomar muy en serio la responsabilidad de educar a los hijos? b) ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a conocer a Jehová?
14 Los libros de los doce profetas nos enseñan cómo trató Jehová a los israelitas, y de este modo nos ofrecen más lecciones para la vida familiar. En particular, contienen indicaciones sobre cómo educar a los hijos. Decir que hoy en día no es fácil criarlos es quedarse corto. Sin duda, es una responsabilidad que los padres deben tomar muy en serio. Por ejemplo, fijémonos en las siguientes palabras: “El día que viene ciertamente los devorará [a los malvados] —ha dicho Jehová de los ejércitos—, de modo que no les dejará raíz ni rama” (Malaquías 4:1). En ese día de ajuste de cuentas, los niños pequeños (las ramas) recibirán un trato justo que dependerá de la evaluación que haga Jehová de sus padres (las raíces), quienes son responsables por ellos (Isaías 37:31). Así es: la vida que llevan los padres pudiera determinar el futuro de tales hijos, sea para bien o para mal (Oseas 13:16). Padres, si ustedes (las raíces) no tienen una buena relación con Jehová, ¿qué les ocurrirá a sus niños (las ramas) en el día de la furia divina? (Sofonías 1:14-18; Efesios 6:4; Filipenses 2:12.) Por el contrario, si se esfuerzan con lealtad por tener la aprobación de Dios, sus hijos podrán resultar beneficiados (1 Corintios 7:14).
15 Después de citar la profecía de Joel sobre la necesidad de invocar el nombre de Jehová, el apóstol Pablo escribió: “¿Cómo invocarán a aquel en quien no han puesto fe? ¿Cómo, a su vez, pondrán fe en aquel de quien no han oído?” (Romanos 10:14-17; Joel 2:32). Aunque Pablo hablaba de nuestro ministerio público, podemos aplicar el mismo principio a la enseñanza de los hijos. ¿Cómo van a poner fe en Jehová si antes no oyen hablar de él? Por eso, padres, ¿dedican suficiente tiempo todos los días a enseñarles lo bueno que es Jehová, así como a ayudarles a quererlo con todo su corazón y apreciar la dirección que nos brinda? Si siempre oyen hablar de Jehová en la casa, es muy probable que progresen espiritualmente (Deuteronomio 6:7-9).
16. Teniendo presente el ejemplo de Miqueas 6:3-5, ¿cómo pueden los padres imitar a Jehová cuando disciplinan a sus hijos?
16 Cuando los niños son pequeños, tal vez sea relativamente fácil llevarlos a las reuniones cristianas. Sin embargo, al ir creciendo, se vuelven cada día más independientes. Padres, si de vez en cuando observan en sus hijos actitudes rebeldes, ¿qué pueden hacer? Esfuércense por aprender de los doce profetas, y en particular de la manera como trató Jehová a Israel y Judá (Zacarías 7:11, 12). Por ejemplo, lean Miqueas 6:3-5 y fíjense en el tono que adoptó Dios. Aunque los israelitas habían pecado, él los llamó “pueblo mío”. Les hizo este ruego: “Oh pueblo mío, recuerda, por favor”. En vez de acusarlos con dureza, trató de llegarles al corazón. ¿Podrían ustedes imitar a Jehová cuando disciplinen a sus hijos? Sin importar los errores que cometan ellos, trátenlos como parte integral de la familia y no les dirijan palabras humillantes. En vez de condenarlos, ruéguenles con ternura. Plantéenles preguntas para ver lo que piensan. Procuren llegarles al corazón para que se abran a ustedes (Proverbios 20:5).
17, 18. a) ¿Qué cualidad debería impulsar a los padres a disciplinar a sus hijos? b) ¿Cómo pueden los padres sostener “las cuerdas del amor” al tratar a sus hijos?
17 ¿Por qué disciplinan los padres a sus hijos? Algunos, porque no quieren que manchen la reputación de la familia. Pues bien, ¿qué cualidad impulsaba a Jehová a corregir a su pueblo? Él reveló cuál era cuando dijo: “Enseñé a Efraín a andar, tomándolos sobre mis brazos [...]. Con las sogas del hombre terrestre seguí atrayéndolos, con las cuerdas del amor” (Oseas 11:3, 4). En esta ocasión, Oseas asemeja la relación entre Jehová e Israel a la que existe entre un padre y un hijo. Imagínese la escena: lleno de amor, un padre sostiene cuerdas en su mano para que el niño pequeño se apoye en ellas y, con pasos inseguros, aprenda a caminar. Esas sogas le sirven de guía y para agarrarse si tropieza (Jeremías 31:1-3).
18 ¿Y nosotros? ¿Imitaremos el amor que demostró Dios a Israel? Aunque su pueblo le dio la espalda en incontables ocasiones, él no se apresuró a soltar las cuerdas del amor. En el caso de los jóvenes, a veces pudieran parecer propensos a apartarse del buen camino y tropezar por pequeñeces. Aun así, tratemos de mantener fuertes los lazos de amor que nos unen a ellos. Recordemos, además, que Jehová no se dejó llevar por el favoritismo hacia su pueblo; no cerró los ojos cuando este pecaba. Por el contrario, lo disciplinó con firmeza y amor, y dedicó tiempo para darle la ayuda que necesitaba. Igualmente, si usted ve señales de que su hijo o hija está alejándose de la verdad, no las pase por alto. Trate de que vuelva, empleando —por así decirlo— las cuerdas que lo encaminen y dándole la ayuda afectuosa que requiere en esa etapa problemática. Dedíquele tiempo. Sí, nunca está de más insistir en ello: ¡dedíquele tiempo!
19. ¿Por qué no debemos darnos por vencidos con los hijos?
19 Oseas predijo que un resto de los israelitas aceptaría la disciplina: “Los hijos de Israel volverán y ciertamente buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y ciertamente vendrán retemblando a Jehová y a su bondad en la parte final de los días” (Oseas 3:5). Así es: la corrección de Dios funcionó con un resto de su pueblo. Por eso, padres, sean optimistas y piensen que con sus hijos va a ocurrir igual. Traten de verles sus buenas cualidades. Háblenles con bondad, pero sin transigir en los principios bíblicos. Hasta si el hijo rebelde no responde como debería, quién sabe si luego recapacitará.
EVITEMOS LAS MALAS COMPAÑÍAS
20. Al estudiar los libros de los doce profetas, ¿qué pregunta sobre las malas compañías lograrán contestar los jóvenes?
20 Ustedes, los jóvenes, ¿qué pueden aprender de los doce profetas? Seguramente, uno de los textos que más les citan sus padres es 1 Corintios 15:33, que habla de evitar las malas compañías. Ahora bien, algunos muchachos tal vez se pregunten: “¿Será de verdad tan malo tener amistad con personas que no adoran a Jehová?”. Bueno, busquemos la respuesta en los doce libros.
21-23. a) ¿Qué pueden aprender los jóvenes de lo que hicieron los edomitas? b) ¿Quiénes son tus verdaderos amigos?
21 Aunque los libros de los doce profetas se dirigieron mayormente al pueblo de Dios, el de Abdías tenía por destinatarios a los edomitas, a quienes se les había llamado hermanos de los israelitas (Deuteronomio 2:4).b Por consiguiente, este libro presenta un detalle que lo distingue de casi todas las demás obras de los doce profetas: cuando habla en segunda persona —es decir, cuando habla de tú—, se dirige a la nación de Edom. Pensemos ahora en este pueblo. La fecha es alrededor del año 607 antes de nuestra era, y Jerusalén está bajo sitio. Aunque los edomitas provienen de la misma familia que Jacob, colaboran con los babilonios y los incitan a atacar la ciudad, gritando: “¡Arrásenla! ¡Arrásenla[!]” (Salmo 137:7; Abdías 10, 12). De hecho, planean apoderarse del país de Judá. Hasta comen junto con los babilonios, lo que en Oriente suele significar que ambas partes han celebrado un pacto.
22 Observemos la predicción que dirige Abdías contra Edom: “[Los babilonios,] los hombres mismos que están en pacto contigo, todos te han engañado. Los hombres que están en paz contigo han prevalecido contra ti. Los que comen alimento contigo colocarán una red debajo de ti como uno en quien no hay discernimiento” (Abdías 7). Debido a que los edomitas abandonaron a su hermano Jacob y eligieron como compañeros a los babilonios, ¿qué terminó ocurriéndoles? Fueron destruidos por los ejércitos de Babilonia, encabezados por Nabonido. Para el tiempo de Malaquías, Dios había convertido las montañas de Edom en una tierra desolada y había entregado su herencia a los chacales (Malaquías 1:3).
23 ¿Y tú, joven? ¿Consideras amigos tuyos a algunas personas que no adoran a Jehová? Si así es, fíjate en los chicos o chicas “que están en pacto”, o sea, que han entablado amistad entre sí. ¿Verdad que en muchos casos se engañarán unos a otros y “colocarán una red debajo” de sus “amigos”? Y si se descubre el engaño, ¿qué dirán? Puede que hasta se burlen de los amigos a quienes engañaron y los consideren unos ingenuos, pues no fueron capaces de descubrir la trampa. ¡Qué parecido al trato que dieron los babilonios a sus compañeros edomitas! ¿Qué hay de tu caso? ¿Crees que unos “amigos” así realmente se preocuparán por ti cuando tengas problemas? (Abdías 13-16.) Por otro lado, piensa en Jehová Dios y en el pueblo que le sirve en la actualidad. Jehová siempre estará a tu lado para ayudarte, para fortalecerte en los momentos difíciles. Y cada cristiano es “un compañero verdadero [que] ama en todo tiempo”, así como “un hermano [fiel] nacido para cuando hay angustia” (Proverbios 17:17).
APRECIEMOS LA RELACIÓN MÁS IMPORTANTE QUE EXISTE
24, 25. ¿Qué debe ser lo más importante en nuestra vida?
24 Como hemos visto, los lazos familiares son importantes y vale la pena fortalecerlos. Podemos extraer numerosas lecciones sobre este punto en las obras de los doce profetas. Haremos bien en examinar dichos libros siguiendo el mismo método que hemos utilizado en el presente capítulo. De este modo lograremos encontrar más lecciones que nos permitirán mejorar nuestra vida familiar. Ahora bien, ¿será la felicidad en el hogar lo más importante para los siervos de Dios de la actualidad?
25 Cabe señalar que Joel profetizó lo siguiente acerca del día de Jehová: “Reúnan al pueblo. Santifiquen una congregación. [...] Que salga el novio de su cuarto interior, y la novia de su cámara nupcial” (Joel 2:15, 16). En efecto, todos los miembros de la casa tendrían que reunirse para adorar a Jehová. No se haría excepciones con nadie, ni siquiera con los recién casados, que como es natural estarían absortos en su nueva vida. Nada debe tener preferencia sobre nuestro servicio a Dios. Al acercarse rápidamente el día de Jehová, lo más importante en nuestra vida debe ser disfrutar de una buena relación con él. En la última sección de este libro veremos qué labor deberíamos estar realizando con alegría en la actualidad.
a Si el cónyuge de un cristiano fuera culpable de adulterio, la parte inocente tendría que decidir si va a perdonarlo o no (Mateo 19:9).
b La otra excepción es el libro de Nahúm, que va dirigido a los ninivitas.